sábado, febrero 28, 2009
Diario Intimo: Viaje a Chile
Cuando viajo tengo ciertos rituales: llevar dos o tres libros, no muy complejos, pero que toquen mi sensibilidad, sin duda grandes autores: Vallejo (gracias Nippur me llevo "los heraldos negros" que lo saqué de la biblioteca de mamá) ; Murakami ("tokio blues" a ver si lo termino de una vez) y de Yashimoto ("Kitchen", gracias Anita Dominguez Neira por el regalo). También tengo que llevar SIEMPRE un cuaderno en blanco, dos o tres biromes que patinen, así escribo más rápido.
El resto es lo de siempre, una valija con millones de cosas que no voy a usar, pero que se llevan por las dudas...
y lo más lindo, estar 15 días con Leri, escribiendo, charlando, caminando, viajando, conociendo su ciudad y tantas otras, contándole de él, y de mis ganas de volver a "élbuenos aires" sólo para besarlo y recorrer sus calles.
Gute
jueves, febrero 26, 2009
Pulso
Sé que estás llegando, de a poco comienza mi exilio; un exilio tibio, cauto, como de quien espera alguna vez volver.
Gute
miércoles, febrero 25, 2009
Constelación
Nuestras lecturas se encontraron en ese instante y las lágrimas estallaron sin pedir permiso alguno. Todo intento por contenerlas se convertía en estallido, así que eventualmente (tal vez en segundos que parecieron eternos) dejé de intentarlo. Su veredicto fue que duplicáramos las sesiones, que retiráramos la mirada. El mío fue exponer la fisura hasta que doliera, sangrar la herida.
Años después me seguía repitiendo sin diego ni diván en cada algo demasiado grande.
Pensé tal vez que matando el pudor podría develar que no había nada vergonzoso en esa naturaleza rígida y constipada, más que el rastro de las ciudades transitadas lentamente (aún con ritmo frenético) y esa absurda negación a extirparlas.
En el fondo, el interrogante era si quien elegía conscientemente transitar su vida en el aglomeramiento de una Gran Ciudad, con la congestión y el atasco propio de sus calles, el embotellamiento en sus venas, podía sorprenderse u horrorizarse al toparse de frente con la obviedad de la obturación adueñándose de su aparato digestivo.
Y la cuenta llegó hasta 10 (Re de VAle La Pena?)
Primero estaba el absurdo del vaquero sin lectores, atemorizado por el sueño de una quema de libros que mataba al gaucho que ya no existía por fuera de ellos.
A este lo seguía el absurdo del estudiante que quería salvar la humanidad. (Este es mi preferido, me gusta pensar que yo pude ser uno de esos. Y no que no lo fui).
Lerinha
martes, febrero 24, 2009
Anedas de otros niños
PD: está aneda no me pertenece, es de un gran amigo, Pedro, a quien quiero mucho. Cuando me contó esto una ternura me invadió y hoy tenía muchas ganas de rendirle homenaje a su ternura, a su ingenuidad, a su generosidad, a su escritura, a sus padres y a nuestra amistad. Abrazo enorme, Pedrín. Espero que andes bien y que aún conserves los bolsillos llenos de agua africana. Gute que te adora.
viernes, febrero 20, 2009
Conversaciones con Enrico: con los años (Toma 2)
Me quedo pensando un buen rato.
-¿Sabés lo que pasa, Enrico? Con el tiempo a uno le cuesta más olvidar.
Enrico y Gute
miércoles, febrero 18, 2009
Reflexiones sobre una servilleta: Toma 2 (Simbiosis)
Resulta curioso que siendo M lo único cierto e inevitable en V, nunca parezcamos lo suficientemente listos para afrontar lo simbiótico de esta relación.
Será acaso porque no existe fórmula mejor que M para acercarnos a V?
Será esa proximidad la que duele?
Leri.-
(http://whisperingcolors.blogspot.com)
martes, febrero 17, 2009
Un absurdo y un error / Un gran tipo
Caleta solía confundir la cantidad de autos de un cortejo fúnebre con una medida de la grandeza de la persona en cuestión.
Así lo sintió aquella vez.
Mientras contaba los vehículos de una fila que no parecía acabar, miró a su padre con ojos nublados de angustia y dijo:
"Hoy falleció un gran hombre".
Absurdo: lo que Caleta no sabía es que 10 años después, su padre iría a reprocharle por ese día en que habría preferido a otro tipo sobre él (ese complejo tiene nombre?).
Error: Si la grandeza fuera el resultado de un concurso de popularidad, muchos de aquellos que más admiramos -y cuántos magnánimos incuestionables!- correrían el riesgo de ser acusados de insignificantes microbios.
Leri.-
Dedicado a esos microbios sin cuya influencia sería difícil imaginar nuestra vida.
(Y a vos... Cuáles se te ocurren?)
... texto en memoria de Eugenio Heit.
Olores
Quedó tu olor impregnado en el almohadón del living, no me había dado cuenta. Jamás imaginé que algunas cosas pudieran quedar. Tampoco uno puede aferrarse a un almohadón, pero tal vez esta noche, por ser la última, duerma abrazada a lo que alguna vez creí iba oler el resto de mis noches.
Cuando se murió mi abuela Mamidé, hace ya 16 años, me quedé con una cartera de ella, no porque fuera linda o me gustara, sino porque tenía su perfume. Cuando la extrañaba mucho, me bastaba abrir la cartera para sentirla de nuevo cerca. Al principio la olía todos los días y era inevitable no ponerme a llorar y abrazar fuerte la cartera, como una forma de no decir Adiós. Con el tiempo, lo hacía menos seguido; luego una vez al año; después solamente cuando ordenaba a fondo la parte de arriba del placard; hasta que un día me di cuenta de que su perfume no estaba más ahí, que ya no tenía nada que la trajera a mi lado, más que la millonada de recuerdos que estaban en mi cabeza; pero para ese entonces ya la cartera olía a mí.
No sé qué fue de esa cartera, creo que debe estar en la casa de mis viejos, en el mismo lugar donde la dejé la última vez. Tal vez con el almohadón sea más fácil y alcance con ponerlo a lavar en el lavarropas junto a todos los recuerdos que tengo de vos. Recuerdos que ya no te traen a mí, pero al menos van a ser recuerdos limpitos.
Agustina Saubidet
lunes, febrero 16, 2009
Re de Buenos Aires y vos (por Figo)
No quiero templar los nervios
Me resisto a camuflar mi ansiedad, mi miedo, mi mundo,
y la vida tiene que seguir más amplia.
donde quepa mi mundo, el tuyo, y el de todos, pero chiquititos
que ningún rostro me sea ajeno,
que todo rostro sea nuestro y del mundo
y que me conmueva como el beso justo, que llega cuando estoy por irme
y me hace quedar un rato más
quiero que queme templar lo que me pasa
que me hiele,
que me descongele
Volver
un buen aire
ese mismo que respirás
Figo
PD: Gracias Figo por tu edición del texto, como siempre tus síntesis totalizadoras. Un beso. Gute.
Deja Vu
-La reiteración. Vuelve a mí como si fuera demasiado imbécil para entender lo que una y otra vez creo que vuelvo a aprender, en cada caída.
En realidad lo que le molestaba no era sólo eso sino más bien el contexto. Modestia aparte o soberbia no tan apartada, seguía creyendo de sí mismo que era una de las personas más inteligentes que había conocido, y por ende no se perdonaba tanto desacierto.
-Tal vez el error sea seguir intentando aprender con cada caída. No ambicionar más, ni creer realmente en su existencia, vuelve más difícil que aparezca, o si lo hace que lo puedas reconocer.
-Reconocer a quién? Perdón, me perdí.
-No tiene importancia. Cuando estés listo para oirlo no habrá forma de pasarlo por alto... Tampoco nadie tendrá que decírtelo.
LERI.-
sábado, febrero 14, 2009
Fragmentos de novela 3, a Julio Cortazar
"- Comoquieras, ¿vos creés en la magia?- dijo Miguel mientras sacaba de su cuello una moneda.-
Tengo algo para mostrarte. No es nada magnífico y se escucha medio mal, pero cuando lo escuches, sé que te va a encantar. Es un cassette que armé con un par de discos que tengo de Cortazar leyendo Cortazar. Empieza con Torito un cuento magnifico y una introducción aún más genial donde el tipo habla del lenguaje como nadie habló: el habla porteña. Pará que lo tengo que rebobinar.
A veces cuando escucho a Julio Cortazar en ese cassette que tengo, pienso que definitivamente este tipo no puede estar muerto. Después pienso en su muerte y me acuerdo que cuando fui a Paris le dejé el ticket del metro en la tumba y una carta que se iba a echar a perder porque llovía mucho, pero sin embargo la dejé.
El tipo tenía una gran habilidad para escribir como uno piensa en el colectivo, genialidades que no se encuentran en los libros, que salen de la calle y no pueden morir en tumbas o eso creía yo, al menos
-Ahora ¿qué pensás?
-Que la muerte es un silencio jodido y largo y nada más que eso.
Cortazar me enseñó a jugar con las palabras y con el tiempo. Saberlo muerto es también jodido, porque entonces el tiempo que uno cree eterno, como ese tiempo del colectivo, aunque sea en un instante o tres paradas, la muerte lo vuelve real y caduco. Un nombre, una fecha, tickets de metro, no hablan del tipo, hablan del tipo que regaló su tiempo a la escritura, o le regaló a la escritura un tiempo.
-A mí me asusta la muerte, ¿a vos no?- le pregunta Comoquieras
- La mía, ya no tanto. Tal vez sí la de los otros porque me recuerdan mi propia posibilidad de muerte. Un acto egoísta, seguro pensás, y tal vez sea esa la realidad de un escritor. Un egoísmo melancólico que intenta escapar a la muerte sobreviviendo en millones de papeles o cassettes.
Me hubiera gustado conocer a Cortazar, por ejemplo, tomarme unos mates o un café con él., escucharlo en una cinta no es lo mismo que tenerlo en frente. A Torito lo tengo oído como 50 veces y de vez cuando, lo confieso, me canso de escuchar lo mismo, porque me lo sé de memoria y sé donde está cada silencio, pero aún así siempre intento encontrarle algo nuevo, como buscando que su palabra renazca.
Cuando estuve aquella vez en el cementerio de Paris y le dejé esas palabras, en realidad sentía como si el tipo fuera un tío querido, un amigo próximo, un juglar.
Seguramente, él pensaría que dejarle esa carta no tenía sentido, porque el mundo simbólico no se detiene frente a una tumba, menos aún frente a un nombre, o un libro.
Y fijate una cosa, es raro pero la muerte, unida al recuerdo y a las reiteradas lecturas y escuchas de la escritura de Cortazar y de su pensamiento, me hacen sentir con la facultad y el derecho de imaginar que ya sé lo que piensa el tipo, una locura. Más allá de Cortazar, calculo que esto pasa en general con la muerte.
Uno le teme a la muerte antes, pero una vez que ocurre, con alguien cercano, por ejemplo, el temor desaparece y aparece la ausencia. Y los que quedamos vivos, frente a esa nada que deja la muerte, nos imaginamos y nos sentimos en algunos casos con derecho hasta de afirmar como pensaría y opinaría el tipo que se murió, como negando lo que pasó, prolongando en nuestra imaginación una vida que ya no existe, porque la realidad es que el tipo se murió y no piensa más. Es como que necesitamos apropiarnos del lugar que deja ese otro, para entender lo imposible de entender y suponer que aquí no ha pasado nada y que todo sigue igual. En esos casos, lo que uno hace con la muerte, degrada al deseo y corrompe la realidad más próxima. Ahí la imaginación, no es más que una mera suposición, que en nada arregla las cosas, digo, Cortazar sigue muerto y la verdad que es una cagada…y me jode y me duele que se haya muerto.
El tema no es la muerte, sino lo que uno puede hacer con ella. Tampoco sé si hay una edad para pensar en la muerte, como tampoco hay una edad para morir, sí para el resto de las cosas…no hay tiempo para nada Comoquieras, pero eso no pasa siempre, pasa a veces.
Por eso me gusta besarte y encontrar monedas en tu cuello."
viernes, febrero 13, 2009
Reflexiones sobre una servilleta, toma 1
Ahora
Le asustaba su propio silencio casi tanto como le asustaba pensar en el mañana (y más especialmente en él, mañana).
jueves, febrero 12, 2009
Buenos Aires y vos
No quiero templar los nervios
Me resisto a camuflar mi ansiedad, mi miedo, mi mundo
Las anestesias son buenas, pero hay que despertar a tiempo
y la vida tiene que seguir más amplia,
Eso quiero, una vida amplia
donde quepa mi mundo, el tuyo, y el de todos, pero chiquititos
que ningún rostro me sea ajeno,
que todo rostro sea nuestro y del mundo
y que me conmueva casi tanto como una buena película
un buen libro
una nueva canción,
un nuevo abrazo,
una nueva calle
una charla infinita,
y pasos infinitos
y el beso justo, que llega cuando estoy por irme
y me hace quedar un rato más
No quiero templar lo que me pasa
volverlo tibio y que no queme
Quiero que me queme,
que me hiele,
que me descongele
Volver a ser río, o pez, aire,
quiero ser aire
un buen aire
ese mismo que respirás
Agustina Saubidet
PD: picture http://www.flickr.com/photos/gonzalo_ar/3253995440/
miércoles, febrero 11, 2009
Babel (por Diego, en resonancia con Idiomas)
BABEL
…quizás, entre las intensidades de los idiomas estén las respuestas, o quizás la gente construya torres de babel para no saber de sí, ni de los demás.
Idiomas, vana invitación a la traducción, que se pierde, que se filtra y apenas gotea entre las existencias, dejando como saldo extranjeridades.
Extranjero yo, tu, él/ella, nosotros, ellos, invitación entonces a la hospitalidad.
Alojamiento rizomático, quizás, o simplemente solidarios con la otredad.
Apuesto a la polifonía, nomadismo errante, intentando anudar algo para que no quede simplemente en el zaguán.
Diego. García. Cernuda. 10/02/2009
PD: Escrito que surgió en resonancias con “Idiomas” (posteo del 08/02/2009)
PD bizomática: Gracias Diego por el texto, por las fotos y por tu diario de viaje. Un abrazo. Gute
lunes, febrero 09, 2009
Sencillamente desordenada
Mi vida se resume a eso, a un cúmulo de amigos a quienes amo, a mi familia, a mi música, mis libros y escritos, en fin, a mí y a mi mundo. Una vez me acuerdo que había instalado un programa en la pc que importaba todos los archivos de música ordenándolos como quería y un día puse play…Ahí me di cuenta de que mi vida era sencillamente un quilombo, que Alfredo Casero pizzando conmigo estaba seguido del capítulo 7 de Rayuela leído por Cortazar y Manu Chao y Radio Mapuche le seguían pisando los talones de Zitarrosa, del rock ruso, pasando por algo de jazz. Y a pesar de la impresión que me causó ver todo ese desorden, fui sencillamente feliz. Tengo que confesarlo, soy todo eso: diferentes intensidades, estilos, ritos, mates (nunca un mate es igual a otro, como nada, como Drexler y su corazón que sana); grandes errores, grandes aciertos, suficientes agradecimientos, escasas prudencias, pequeñas miradas, imperceptibles detalles. Y libros marcados, escritos, subrayados, cuadernos desordenados, apuntes en hojas de laburo, o poesías en tarjetas de subte.
El hueco de la almohada
Sos como la luna
Siempre menguando
Siempre creciente
Respirando desvaneciente
De golpe desaparecés,
mi luna nueva,
y te volvés llena
Gute
(se desconoce el contexto de producción, fue hallada en un papelito, junto a otro montón de papelitos)
Gracias Gon... http://www.flickr.com/photos/gonzalo_ar/2882271580/
domingo, febrero 08, 2009
Idiomas
"Me encantaría saber idiomas para saber lo que dice la gente";
me encantaría saber de la gente para saber qué dicen los idiomas
Gute
El amor y las clases sociales
Puede que el amor burgués sea más romántico que otra cosa, pero me resisto a creer que al proletariado no le pase lo mismo…. Eso sí, conservas (como latas), de esos hay de toda clase.
Tal vez la única revolución posible sea esa, el amor: apropiarse de los medios de producción del amor, que nunca le pertenecen a una clase en particular, que se da así, de golpe, entre dos personas, sin tanta estrategia, sin tanta retórica, sin tanta palabra al pedo.
“¡Hasta la victoria SIEMPRE!”
Gute
PD: muy buen recital de Aristimuño y Me darás mil hijos...y ¡qué linda estaba la Costanera Sur ayer!
sábado, febrero 07, 2009
Fobia invertida
Yo supe tener fobias a los espacios cerrados, me pregunto entonces: ¿deseo espacios abiertos o deseo espacios cerrados? Tal vez deseo encontrar una salida de emergencia, donde no haya otra posibilidad más que abrir esa puerta, pero para eso la señal tiene que ser clara, ya no me como cualquier anzuelo.
Yo también como Alejo, quería la orilla y la canción perfecta, que los días fueran una sucesión de orillas y de canciones. Pero no se puede vivir de orillas y de canciones, porque eso también sería un encierro y se volvería una fobia pronto.
Claudico a las fobias, reinvento mi vida, me veo a mí desde el espejo y entonces ya no soy yo invertida. Me veo a mí, y ya no a mis fobias, porque mis fobias han quedado encerradas dentro del espejo junto con todo aquello a lo que he claudicado, no sólo para sentirme más libre, sino para caminar un poco más liviana de pesares.
Agustina
PD: esto es la respuesta al comentario dejado por el Llanto en el post anterior. Se transcribe el comentario a continuación. Muchas gracias (seguiremos trabajando para mejorar nuestros servicios.)
"Quisiera nomas que todo fuera como algún atardecer en la playa en el que de pronto suena, desde alguna parte, esa canción que tanto te gusta, y la canción pasa y el momento pasa y sabés que estuvo bien, que te hizo bien, y que después llegará otra canción con otros atardeceres y ojala que la vida se parezca a eso, nada más que eso, después del verano el verano, que bueno sería, y es un poco así, aunque no siempre nos damos cuenta. Al menos yo no.
Vamos por una Gaseosa Agustina.... y algo mas de aquello que no perdimos.
El Llanto...."
viernes, febrero 06, 2009
Los saltos no tienen garantes, ni guantes
Para mi gran amigo Alejo Sivori compañero de escritura desde hace tantos años
Hay veces que se salta asumiendo riesgos. Siempre se asumen riesgos, para levantarse, para tomar unos mates, hasta para lavarse los dientes. Lo que pasa es que uno no vive pensando todo el tiempo en cada riesgo que asume. En otros momentos, como cuando se salta, hay riesgos que son más visibles, que se vuelven concientes, sobre todo antes de dormir. Se decide entonces, para eso de las cuatro de la mañana, saltar igual y sólo así, una vez tomada la decisión, podemos conciliar el sueño.
Cuando nos va mal (que es la mayoría de las veces), duele la caída más que cualquier otra cosa: el cuerpo se resiente, se debilita, pierde algo, imposible saber con exactitud qué (igual quién nos quita lo saltado, ¿no?).
Es bueno perder la mesura del paso, tan bueno como recuperarla a tiempo, sobre todo después de la caída (lástima que lo primero que se rompe siempre son los relojes, por eso yo hace años que dejé de usar reloj pulsera). También en las caídas por lo general se pierden los anteojos (entre otras cosas, como los zapatos), entonces no es tan fácil ver donde quedó la mesura. Uno va tanteando: “mmm acá hay una pierna”; “uy mirá, acá quedó el cuello”; “Che, pero ¿dónde está la mesura?” (por eso la tristeza nos desborda)
Para encontrar la mesura, antes hay que encontrar los anteojos, por una cuestión de lógica. Sin los anteojos no podemos encontrar nada (tantear es un buen verbo, pero no para estos casos).
Si encontramos los anteojos, tal vez después encontremos la mesura y con suerte y tanteo a favor, el amor.
Agustina Saubidet
PD (bueno, una posdata optimista): cuando se salta y nos va bien, no nos caemos, volamos o escribimos poesía.
¿vamos a tomar una gaseosa?jueves, febrero 05, 2009
Re de descrubrimientos obvios: la historia de Marketa y Djavan
La historia de Marketa y Djavan,
Cuento homenaje a Horacio, la Maga, Julito y Mauri (a este último le digo “viste que pudimos escribir de a dos”)
Cuando Djavan se fue, Marketa aprendió de la manera más dolorosa (el método pedagógico más socorrido y eficiente que el capitalismo inventó: “hacernos creer que el amor es propiedad privada y el solo hecho de pensar que podemos perder el amor, nos desespera y hacemos actos heroicos como comprar el libro Rizoma aunque ella ya no esté y él le regale como último presente “Los hombres son un martes y las mujeres son de miércoles).
Perdón, me fui, soy yo una de las escritoras. Agustina, mucho gusto. Volviendo a lo que decía, es decir, resumiendo… Marketa aprendió de la manera más dolorosa, que no es bueno soñar mientras se camina por aquí, cuando se está en la tierra.
Marketa glorificada por los comentadores, que claro, son todos sus amigos; y crucificada por los críticos (J y A), se enteró también que no se puede satisfacer simultáneamente al mundo entero, es decir al pasado y al presente. Se enteró también que no es bueno liberar las ilusiones en voz alta y a los cuatro vientos, es decir no estuvo bueno hablar de Djavan con todo el mundo.
Marketa comprobó que no es de sabios congelar los sentimientos. Ella no podía congelarse. Ella no. No podía beber hasta emborracharme todas las noches para olvidar. Ella no. Ella eligió sentir toda la vida.
Comprendió, también Marketa, de la manera difícil -lo cual en sí es cosa bien fácil y común, porque esto le pasa a todo el mundo y sale a flote, no es tan difícil como ella cree- que en poco se puede creer mientras uno trata de vivir. “¿O vivís creyendo o dejás de creer y vivís? “ Eso se preguntó Marketa.
Él, Djavan, supo que la solución al problema era precisamente no buscar sólo una solución (“no se puede estar solo” sin acento, esto le hará entender a Djavan por qué Marketa le daba tanta importancia a los acentos y a la puntuación, “cambia el sentido, boludo” y no digas nada, que vos también decís boludo, Djavan y ella no te dice nada); aprendió Djavan que tampoco se trataba de buscar respuestas en los seres semejantes a él mismo, como su mejor amigo del secundario.
También Djavan se enteró que se puede ser paciente, pero sólo cuando la tiene enfrente a Marketa; pero que es casi imposible ser un santo (no se puede estar con una madre nutriente y con Marketa a la vez.)
Ahí vio que no hay fronteras bien definidas entre lo bueno y lo malo, entre la bohemia y el snobismo. Djavan se decía: “bueno, puedo jugar afuera un rato, como tantas otras veces hice y no pasa nada, todos lo hicieron”.
Pero con Marketa descubrió que el mundo no es blanco ni es negro, con ella es siempre Viernes 3AM -y a veces Seminare pero sólo en los parques-; y Marketa había logrado cambiar la forma de Djavan de medir las cosas. Y por último y no por eso menos importante: aprendió Djavan que el conocimiento produce dolor, y saber esto -como que las radios son todas impares-, le produce mucho dolor a Djavan y entonces sabe que cada vez que sintonice una radio o corte cebolla o lo vea su mejor amigo a los ojos está condenado a recordar por siempre a Marketa.
Marketa, que hasta el momento creía en todos, se dio cuenta de que hay demasiados tramposos que te invitan a jugar, para que al ser descubiertos te puedan echar la culpa. Djavan dice “no fui yo, fue ella la que me miraba a los cuatro años, no fui yo.”
Muchas personas visten ropajes confeccionados con espesas cortinas negras para ocultar sus intenciones y sus peligrosas acciones, como el traje que usan para ir a trabajar o los que cursan el último año de la carrera de abogacía.
Hay quienes dicen que no todo es tan negativo (tal vez el proyecto de cotidianeidad que imaginaron juntos Marketa y Djavan estaba bueno para vivir), pero más de uno estará de acuerdo conmigo (“nunca más, nunca más”, el libro)
La dignidad ha desaparecido y a nadie le importa tragársela cuando se la encuentran.
Esto diría Djavan al respecto “a mí que tanto me costó valorar la dignidad ahora me dicen que se pasó de moda, no puedo estar tan out siempre”
“No todo está perdido aunque a la gente sólo le interese lo suyo” -sigue pensando Djavan. “Bueno -le dice Marketa -está bueno ser un poco egoísta, pero eso sólo vale para los que son generosos, Djavan. Andate”
Djavan se va pensando, llorando, resignado, pateando la pelota que dice por todos lados “te quiero” y agrega “Al final, toda revolución termina convertida en rutina, teñida de mayores diferencias y de peores injusticias que aquellas contra las cuales luchó en sus orígenes”.
Marketa le grita desde la ventana como un eco en su cabeza: “Vos ya sabías que el proyecto de cotidianeidad podía fallar, ¿no?, y no me dijiste nada. Pero yo sí creía que podía funcionar.”
Marketa, habla con A, A le dice: “Los líderes sólo buscan el aprecio de su eco elocuente, encandilar con su ego reluciente, ese es Djavan y por eso se dedican a convencer a los demás, que en este caso sos vos Marketa.”
Marketa llora, abiertamente llora.
“Amiga, podés ir en contra de todo eso y renunciar a todo; o podés aceptarlo.”
“Bueno -dice Marketa- decido quedarme”.
“Pero sabé -le dice A- que lo más probable es que no vas a intentar cambiarlo”. Y era simple la respuesta y tenía razón A; porque Marketa ya lo había aceptado tal cual era y no le importaban los defectos de Djavan porque como alguna vez le escribió él:"cuando hablamos y no digo lo que esperas oír, antes de pensar que te quiero pelear, pensá solo que te quiero...” y esta frase, esta sola frase hizo que Marketa se hubiera enamorado de él tal cual era, aunque sólo no tuviera acento.
Mauricio Luja – Agustina Saubidet
PD: este cuento nace a partir del texto de Mauricio Luja posteado en el día anterior http://bizoma.blogspot.com/2009/02/descubrimientos-obvios-por-mauri.html.
Me tomé en atrevimiento de sobre escribirlo. Es decir dejar el texto original de Mauri y agregarle un contexto a cada frase. Tanti Auguri. Gute
miércoles, febrero 04, 2009
Descubrimientos obvios (por Mauri)
Mauricio Luja
PD de Gute: gracias por este posteo Mauri, nunca mejor dicho...pasen y vean o cliqueen en el título http://mobtomas.wordpress.com Beso grande amigo
martes, febrero 03, 2009
Encuadro: El baile (Escena 3 Final)
-Cuénteme un poco de su marido
-¿De Francisco?
-Sí, ¿hace mucho que se fue?
-En realidad nunca sé cuando vuelve, ni cuando se va. Hace tiempo que no cuento su ausencia. Siempre supe que ser su mujer tenía estos riesgos: el arte, las giras, la fama, no es para todos.
-¿Lo extraña?
-A veces, de noche, antes de dormir, pero no mucho.
-Disculpe Lucía, no deseaba incomodarla y menos ponerla triste.
-No, no es eso, es que hace mucho, como le decía, que no cuento su ausencia.
-¿El la sabe?
-“Lucía, no le digas nada”- dice una de las voces-
-“¡Diego aún cree. No le cuentes lo de Francisco.”
-Yo no le cuento nada, él pregunta -y luego se dirige a Diego
-Perdón, ¿qué me preguntó?
-Si él la sabe- le reitera Diego.
-No sé, tal vez la suponga. ¿Quiere un té, Diego?
-Bueno, muy amable
(mente ao meu coração Maria Rita suena)
Composição: Francisco Malfitano e Pandia Pires
Mente ao meu coração, que cansado de sofrer, só deseja adormecer na palma da tua mão Conta ao meu coração estória das crianzas para que ele reviva as velhas esperanzas. Mente ao meu coração mentiras cor-de-rosa que as mentiras de amor não deixam cicatrizes E tu és a mentira mais gostosa de todas as mentiras que tu dizes.(1)
-Usted sabe Diego, hay canciones que valen por una frase.
-Disculpe Lucía, no sé nada de música. Sé de toros, pero no de música.
-Escuche esta canción (se hace un breve silencio) ¿Desea bailar?
-¿Bailar?, por favor, eso no corresponde, no tengo ritmo.
-No tiene por qué tenerlo, Diego. Venga, apoye sus manos en mis rodillas y escuche esto que tengo para cantarle.
-Lucía, no quiero bailar.
-“No quiere sentir, ¿ves?, te dije que era un cobarde” –le dice una voz-.
-“El quiere que le saques las botas, que limpies el barro, pero no quiere nada de vos.”- continúa otra.
-Eso no es cierto, sino entonces ¿por qué se quedó? –enojada reclama Lucía.
-“Por tus rodillas, tonta, qué pensabas”.
1 Traducción de la canción (que siempre, claro, puede fallar como dice Derrida)
Mentile a mi corazón, que cansado de sufrir, sólo desea adormecerse en la palma de tu mano. Contale a mi corazón historia de niños para que reviva viejas esperanzas. Mentile a mi corazón mentiras color de rosa que las mentiras de amor no dejan cicatrices. Y vos sos la mentira más deliciosa de todas las mentiras que decís.
Se recomienda leer los dos post anteriores.
lunes, febrero 02, 2009
Encuadro: Ellos y los verbos (Escena 2)
-Desearía no encontrarlo acá, al lado mío, cuando se supone que ya no debería estar. Es esto de mis rodillas, usted entiende, no debería estar.
-Su problema, Lucía, no es que yo esté en sus rodillas, es que yo sepa mucho de usted, esas cosas que cree que nadie debería saber - dice Diego mientras termina de limpiar sus botas a la entrada.-
-Por favor Diego, no diga eso, ¿qué tienen de tierno mis goteras, mis rodillas?
-Yo no hablé de sus rodillas, Lucía. Sus rodillas no me producen ternura.
-y ¿qué es entonces lo que le producen mis rodillas que no puede dejarlas de tocar?
-No he venido hasta aquí a hablar de eso.
-Usted no habla de lo que no quiere, Diego, tampoco se muestra. Y eso es lo que más me molesta, que usted sabe tanto de mí y aún así decide quedarse y quiere saber más y yo piso mi vestido y le muestro hasta mis muslos y usted tan sólo limpia sus botas en mi puerta.
-Soy un caballero. Los caballeros no abrimos el juego, salvo delante de otros caballeros. Es algo así como el ajedrez.
-No sé jugar al ajedrez, tan solo a las damas o a la canasta, piernas, pares. Usted sabe, Diego, ese juego con cartas francesas.
- ¿Por qué juega a la canasta?, ¿por qué no juega al ajedrez, Lucía?
-Es que tantas figuras me marean; no entiendo la lógica del juego: de los peones, de los caballos, de alfiles, de torres y la reina juega un papel que no me agrada. No importa si la matan. Aunque es la más libre de todos para moverse, importa más que maten al rey. Ese es el juego. Las damas en cambio, son damas. Todas son damas, más allá de la raza.
-Me ha dejado pensando, Lucía. Tal vez el ajedrez sea un simple juego de hombres y para usted sea mejor jugar a la canasta, con sus amigas. ¿Me ayuda con mis botas?
-Sí, claro, permítame.
-No me tome del talón así, Lucía, me hace cosquillas.
-Disculpe no quise cosquillarlo
(creo que acabo de inventar un verbo).
-Por favor Lucía no haga eso. Eso de cosquillarme
Lucía suelta las botas. Se va llorando.
-No quise decirle que se vaya, no se ofenda así. Es sólo que no me gusta reírme delatante de una dama. Soy ajedrez, Lucía, no entiende.
Diego grita en vano; Lucía se ha retirado del salón.
-“Hiciste mal en tratarla así”–le dice una voz-
-“No entendés que ella no entiende”- comenta otra.
-Ella no quiere entender. Ella prefiere creer que yo no existo, que soy uno más de ustedes, que en cualquier momento me voy a morir cuando ella lo desee o cuando menos lo quiera, que puede ser lo mismo. Silencio, ahí vuelve.
(Lucía trae un balde. Mientras limpia el piso manchando con barro, piensa: “El amor tiene eso, nos hace inventar verbos o nos hace ejercerlos de otra manera. Diego me hace inventar verbos todo el tiempo”).
Se sugiere ver el post anterior.
domingo, febrero 01, 2009
Encuadro: Algo sobre mí (Escena 1)
Algo sobre mí
Sobre mí
Nada
Sino que una me dice al oído
“cuando el hombre llega a ella, cuando estaba ahí”
y otra me dice:
“Cuando estaba ahí para escuchar la promesa del llamado de su mujer”
Otra me dice:
“yo prefiero el cuadro de la mujer con un corazón incrustado sobre el pecho izquierdo. Con un corazón que gotea sangre o leche sobre la boca abierta de un hombre agarrado a las rodillas de una mujer, casi como saliendo por abajo, de la pintura” (1)
Así, exactamente así, me lo dicen
Y yo les doy las gracias; y en realidad no sé que prefiero
Otra me dice:
“No prefieras nada que no entiendas, que no quieras”
Y alguien pregunta; y nadie contesta; y mis gracias, ¿dónde quedaron?
Me dijo su nombre, algo de Diego, que su corazón hacía años ya no goteaba sangre, ni leche, ni sudor-
-Diego -me dijo
Yo le pregunté algo sobre mí
El aclaró que cuando había llegado yo ya estaba ahí, sosteniéndolo con mis rodillas, y no me di cuenta
-Disculpe mi atrevimiento, Diego, debo haberlo confundido con alguien más.
-Imposible- me digo-No hay nadie más acá. Más que usted y yo
-¿Y las voces?
-ellas no hablan siempre, se van, vuelven. O mejor dicho, no siempre las escucho.
Hay veces que no entiendo lo que dicen.-Diego aclara--No me hablaron de usted, ni de sus pechos, ni de sus goteras,
-¿Qué sabe usted de mis goteras?
(Estoy enojada con Diego)
-No se enoje. Le aclaro e insisto, no sé mucho, sólo algo de un cuadro y de nosotros y de sus rodillas
-Yo sé de mis rodillas- le aclaro- pero usted no debería saber de mis goteras
-Disculpe, tal vez fue un atrevimiento hablar de sus goteras, disculpe fueron las voces.
-Ella no están, usted lo acaba de decir, Diego. Les voy a preguntar después, cuando vuelvan. Pero ¿qué hacía usted en mis rodillas? No me diga que no sabe. No le creo, Diego.
(me gusta su lunar, como puntuando su cara, su boca es un gran paréntesis, me pregunto qué aclaraciones estará encerrando)
Las voces me interrumpen
“No dejes que se vaya.”
Otra me dice,
“Eso no quiere decir que le pidas que se quede. No le digas nada, él va a entender”
(Diego me mira, no sé si me entiende, no quiero que se vaya, no puedo evitar que se marche.)
-Cuénteme de usted, Diego.
-¿De mí? No hay mucho.
-¿Y de su lunar?
-Mi lunar no sé, habla como las voces, prefiero no hablar de eso –sonríe-.
(yo sonrío más tímida, cierro los ojos, no quiero que vea en mi mirada algo que ruegue que se quede, porque si el se quedara…)
-perdón ¿qué iba a decirme?
-Mi nombre, no me he presentado. Soy Lucía
(lucía aquella vez, su vestido azul profundo de raso tornasolado, bailaba con sus pliegues, sus piernas no se enredaban. Tengo que decirle quién soy)
las voces le sugieren: “no le digas nada, ella tiene que saberlo ya. NO te lo va a decir nunca, es mejor que no te lo diga.”
-Lucía, debo marcharme. He comenzado a sudar escarcha y pronto comenzaré a mancharle el piso.
-Quisiera volver a verlo. No se vaya, Diego. Quédese en mis rodillas.
-Pero y ¿las voces, Lucía?
-Déjelas, yo las voy a convencer de que usted es bueno, que sabe de mis rodillas y fíjese, ya no me molesta que sepa de mis goteras. Quédese, junto a mí. Mire, tengo cuadros sin enmarcar y necesito de sus labios y de su lunar para poner esta habitación en orden.
(es increíble lo bella que se ve cuando se desespera, quisiera que se viera en un espejo, que pudiera ver lo que yo veo de ella cuando ella se desespera)
-Podría quedarme aquí.Un tiempo no estaría mal.
-¿Podría entonces ayudarme, Diego?
-Sí claro, pero no sin antes decirle que no deseo cerrar está vez, ningún paréntesis y menos aún…
-¿Que cosa?
-Sus rodillas,
Lucía, sus rodillas.
Agustina Saubidet
(1) la negrita corresponde a un texto de Beatriz Catani a partir del cual mi profesor Alfredo Staffolani (en el marco del taller de escritura), me pidió que siguiera escribiendo. El texto finalmente se volvió una suerte de "obra de teatro" formada por tres cuadros y/o escenas. Esta fue la primera.
Eterolandia
Entendí o me llegó todo junto:
"No debes renunciar ni al derecho de renunciar (...)
Abre los brazos y no te niegues al clarinete ni a las faltas de ortografía".
Finalmente, lo hice [y Menem no tuvo nada que ver].
Sentada en una plaza,
recostada sobre su refugio (bautizaré con este nombre a la unión entre su brazo y su hombro),
girondo en los columpios hasta sentir que es posible tocar el cielo con los pies y no sólo con las manos.
Sublimándolo todo,
hasta mis ganas de hacer nada.
Intercambiando influencias y demás vínculos...
Festejo lo maravilloso de algunos encuentros "descubrimientos" que hacen que nuestras vidas ya no puedan ser las mismas [ni queriendo -y mirá que para querer hay que ser bien pelotudos].
Ubico tu nombre en las hojas de ese árbol que por un momento fue mío y decidió regalarme cientos de estrellas de colores sobre las cuales reposar si es que volando me canso demasiado.
Te propongo un verano etéreo.
Si comprás, podemos extender la garantía.
Lerinha.- desde EterEolandia (gracias Iván por la correción).
Guterinha, esta va para vos, celebro tu día.
Gracias por la foto a quien haya sido el responsable... gracias a Google por hacerla encontrable...