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martes, febrero 17, 2009

Olores


Quedó tu olor impregnado en el almohadón del living, no me había dado cuenta. Jamás imaginé que algunas cosas pudieran quedar. Tampoco uno puede aferrarse a un almohadón, pero tal vez esta noche, por ser la última, duerma abrazada a lo que alguna vez creí iba oler el resto de mis noches.

Cuando se murió mi abuela Mamidé, hace ya 16 años, me quedé con una cartera de ella, no porque fuera linda o me gustara, sino porque tenía su perfume. Cuando la extrañaba mucho, me bastaba abrir la cartera para sentirla de nuevo cerca. Al principio la olía todos los días y era inevitable no ponerme a llorar y abrazar fuerte la cartera, como una forma de no decir Adiós. Con el tiempo, lo hacía menos seguido; luego una vez al año; después solamente cuando ordenaba a fondo la parte de arriba del placard; hasta que un día me di cuenta de que su perfume no estaba más ahí, que ya no tenía nada que la trajera a mi lado, más que la millonada de recuerdos que estaban en mi cabeza; pero para ese entonces ya la cartera olía a mí.

No sé qué fue de esa cartera, creo que debe estar en la casa de mis viejos, en el mismo lugar donde la dejé la última vez. Tal vez con el almohadón sea más fácil y alcance con ponerlo a lavar en el lavarropas junto a todos los recuerdos que tengo de vos. Recuerdos que ya no te traen a mí, pero al menos van a ser recuerdos limpitos.


Agustina Saubidet


PD : Gracias Alejo por la foto. http://www.flickr.com/photos/alesivori/