Mostrando las entradas con la etiqueta alejo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta alejo. Mostrar todas las entradas

sábado, febrero 07, 2009

Fobia invertida


Las fobias son deseos invertidos, me había dicho Alejo. Y Alejo tenía razón. En muchas cosas tenía razón: que últimamente escribo desde afuera, que no me meto adentro de ningún personaje, que supimos tener buenas charlas. Tal vez ahora ningún personaje me quede cómodo aunque lo haya inventado yo; escribo desde afuera porque no quiero llorar y con mis escritos yo lloro, no siempre, pero lloro…lo de las charlas, van y vienen, depende de mis ganas y de las de Alejo. Pero quiero hablar de las fobias.
Yo supe tener fobias a los espacios cerrados, me pregunto entonces: ¿deseo espacios abiertos o deseo espacios cerrados? Tal vez deseo encontrar una salida de emergencia, donde no haya otra posibilidad más que abrir esa puerta, pero para eso la señal tiene que ser clara, ya no me como cualquier anzuelo.
Yo también como Alejo, quería la orilla y la canción perfecta, que los días fueran una sucesión de orillas y de canciones. Pero no se puede vivir de orillas y de canciones, porque eso también sería un encierro y se volvería una fobia pronto.
Claudico a las fobias, reinvento mi vida, me veo a mí desde el espejo y entonces ya no soy yo invertida. Me veo a mí, y ya no a mis fobias, porque mis fobias han quedado encerradas dentro del espejo junto con todo aquello a lo que he claudicado, no sólo para sentirme más libre, sino para caminar un poco más liviana de pesares.

Agustina

PD: esto es la respuesta al comentario dejado por el Llanto en el post anterior. Se transcribe el comentario a continuación. Muchas gracias (seguiremos trabajando para mejorar nuestros servicios.)

"Quisiera nomas que todo fuera como algún atardecer en la playa en el que de pronto suena, desde alguna parte, esa canción que tanto te gusta, y la canción pasa y el momento pasa y sabés que estuvo bien, que te hizo bien, y que después llegará otra canción con otros atardeceres y ojala que la vida se parezca a eso, nada más que eso, después del verano el verano, que bueno sería, y es un poco así, aunque no siempre nos damos cuenta. Al menos yo no.


Vamos por una Gaseosa Agustina.... y algo mas de aquello que no perdimos.

El Llanto...."

viernes, febrero 06, 2009

Los saltos no tienen garantes, ni guantes

Para mi gran amigo Alejo Sivori compañero de escritura desde hace tantos años



Hay veces que se salta asumiendo riesgos. Siempre se asumen riesgos, para levantarse, para tomar unos mates, hasta para lavarse los dientes. Lo que pasa es que uno no vive pensando todo el tiempo en cada riesgo que asume. En otros momentos, como cuando se salta, hay riesgos que son más visibles, que se vuelven concientes, sobre todo antes de dormir. Se decide entonces, para eso de las cuatro de la mañana, saltar igual y sólo así, una vez tomada la decisión, podemos conciliar el sueño.

Cuando nos va mal (que es la mayoría de las veces), duele la caída más que cualquier otra cosa: el cuerpo se resiente, se debilita, pierde algo, imposible saber con exactitud qué (igual quién nos quita lo saltado, ¿no?).

Es bueno perder la mesura del paso, tan bueno como recuperarla a tiempo, sobre todo después de la caída (lástima que lo primero que se rompe siempre son los relojes, por eso yo hace años que dejé de usar reloj pulsera). También en las caídas por lo general se pierden los anteojos (entre otras cosas, como los zapatos), entonces no es tan fácil ver donde quedó la mesura. Uno va tanteando: “mmm acá hay una pierna”; “uy mirá, acá quedó el cuello”; “Che, pero ¿dónde está la mesura?” (por eso la tristeza nos desborda)

Para encontrar la mesura, antes hay que encontrar los anteojos, por una cuestión de lógica. Sin los anteojos no podemos encontrar nada (tantear es un buen verbo, pero no para estos casos).

Si encontramos los anteojos, tal vez después encontremos la mesura y con suerte y tanteo a favor, el amor.


Agustina Saubidet


PD (bueno, una posdata optimista): cuando se salta y nos va bien, no nos caemos, volamos o escribimos poesía.

¿vamos a tomar una gaseosa?

martes, julio 01, 2008

Tenerte en textos



Para Alejo Sivori


Recupero las ansias de tenerte como un estadío de la vida: como pez que de la orilla huye, no quiero detenerme.

NO quiero detenerme a pensar en tu tristeza demasiado porque habla de la mía también y entonces ninguno de los dos tendríamos consuelo.

Escribir de Duras, Marguerite -como mi abuela, Margot, nunca te hablé de ella-. Quise que compartiéramos ese texto no para ponerte triste, sí para que sepas que no estamos solos en este mundo; que los escritores sienten, en su gran mayoría, ese desencuentro con la vida; que siempre llegamos tarde o a tiempo, nunca antes, nunca podemos prever emociones, no quieras evitar sentir, así no funciona la cosa.

Es verdad que inventamos ficciones y personajes y escenarios y tierras que tal vez nunca conozcamos, pero es la forma que encontramos de contar lo nuestro, ese maravillo y lúgubre lugar de “no hay nadie allá afuera”. NO puedo hacer nada para que esto duela menos Alejo, no puedo, porque yo misma no he podido hacer nada con eso, más que escribir, más que escribirte.

La sensibilidad tiene un precio que no cotiza en ningún lado más que en nuestra propia soledad; pero no quiero dejar de pagar y perderla, porque el mundo entonces sería otro y no quiero que el mundo sea otro, porque vos serías otro también y seguro seguiríamos sin encajar y Cortazar no sería Cortazar, y Ausencia de Borges se volvería una presencia insoportable y tus cuentos…tus cuentos yo no los leería.

Hay un océano entre tu lágrima escondida y yo, un océano oscuro, profundo, denso, lento, con olas grandes negras. La espuma que llega a lo orilla son tus letras pero del océano yo no sé nada, ni me importa porque no podría jamás comprender su lógica de agua, su nube, su escarcha, su glaciar, su río. Entender la razón de esta quietud, de este detenimiento, me alejaría, Alejo, y no quiero alejarme, tampoco quiero entrar en ese mar, me da miedo, prefiero cien veces tu espuma, si puedo elegirte, tu espuma que es como la que forma el shampoo, un juego de manos, de villanos escritores, que podés intentar enjuagar como cuando éramos chicos, pero siempre queda un resto de esa espuma, que habla de océano, que no lo diluye: habla de océano y punto, como un pez que de la orilla huye para no ahogarse en la arena. NO quiero que venga Greenpeace a salvarlo.

Agustina Saubidet

Ausencia

Jorge Luis Borges

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.


jueves, junio 12, 2008

Un tal Lucas, la Recurrencia del No




Hay cosas que escapan el tiempo

donde la noche se vuelve excusa

Ruego como gritando a la nada

que se sumerja en la neblina

y olvide



¿Cuál fue Lucas?, ¿ese que escribiste?, decime que fuiste vos y no el que vino después, decime que aun hay tiempo para cambiar algo, o que al menos todavía no te conozco, que San Telmo no lo viste, que Floresta no existe en tu memoria.

¿Cual fue Lucas? Decime que aún no necesitas olvidarme porque no existo en tu mente, porque desconocés mi nombre, mi textura, mi retórica. Decime entonces que todavía no te odio, que eso no pasó, que no te fuiste, que estás llegando. Decime que yo aun soy solo un nombre y vos para mí un Tal Lucas.

Qué recursos inmediatos tenemos para marcar un relieve a la rutina absurda que afirmamos, no elegir; que revele el negativo de las fotos que aun no te saque, que me advierta hasta dónde quererte, y no más de ahí. Que me vaya antes de que todo esto queme. ¿Cuál es Lucas? Que la distancia, la de ahora, se vuelva lógica porque no nos conocimos. Que Lucas esté por ser en mí aquello que no evite que me pase, que Lucas invada mis palabras, que ría Lucas con sus hoyuelos tímidos y yo los descubra por primera vez, que se atreva a la locura de atrapar el tiempo en sus manos, que sea Lucas sincero con sus miedos y los vuelva risa o canción o chocolate con churros y lo demás qué importa.

¿Que será de Lucas?, qué será de mí cuando con los años sepamos que con la ausencia no supimos hacer nada, que nos perdimos cuando nos encontrábamos, ¿qué sería de Lucas sin mí?---yo algo intuyo de lo que es en mí, la inabarcable angustia de haberte perdido; y con lo que fuiste para mí, eso no sé muy bien dónde meterlo. Agustina Saubidet


Gracias Alejo por la foto
http://www.flickr.com/photos/alesivori