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domingo, febrero 14, 2010

Oliverio Girondo (1891-1967), un espantapájaros al alcance de todos

Muchos de nosotros nos hemos acercado por primera vez a sus poesías a través de la película de Subiela,“El lado oscuro del corazón” (1992) descubriendo en su tinta, un vuelo mayúsculo y profundo.
Cuando uno lee a Girondo, tiene la impresión de que no hay razón para temer a las palabras; que todo se trata de un juego; que la profundidad de una frase y su sensibilidad pueden encontrarse en cualquier imagen cotidiana, por más absurda que parezca. Sus metáforas poseen la contundencia de un espejo y al mismo tiempo, la sencillez de un arroyo que simplemente deviene, corre.
Irónico, cínico, sarcástico, mordaz, romántico, bello, estético, vanguardista. Sus poesías y textos trascienden cualquier corriente: transformación constante sin rumbo fijo. No hay abismos, pues su poesía es el salto mismo. El ser en Girondo se vuelve un estar en gerundio, múltiple, conjugado en un presente alegórico continuo; dado, no sólo por la avidez de sus palabras, sino también por el juego que entabla con el espacio, escapando de esta forma a cualquier sentido unívoco y asfixiante. Nos abre un cielo sin horizontes y nos invoca a disfrutarlo. Reírnos de nosotros mismos, aún en esos lugares que evitamos recorrer.
En Espantapájaros (al alcance de todos), 1932, encontramos un Girondo cercando la vida desde un plano cotidiano, sensible, inmanente, sin ninguna intención de búsqueda de esencialismos transmundanos. Temas como la muerte, el sexo y la vida misma, unidos a la marca de su sello estético, escapan a cualquier forma convencional de abordarlos. Basta para esto zambullirnos en el poema 12 de Espantapájaros, donde tan brillantemente Girondo transforma el sexo en sexualidad erótica. Esa sucesión inacabada de verbos, tales como demudarse, atornillarse, masticarse, dislocarse (que tan brillantemente utiliza para hablar de ese encuentro erótico con el otro), vuelve de alguna forma corpóreo el mundo simbólico: destruyendo el ideal de amor moderno y su concomitante idea de propiedad privada; volviéndolo bajo sus palabras, un simple juego, una escultura móvil, un encuentro palpable con el cuerpo del otro, asombrosamente desplegado en esa sucesión de acciones. Sin dudas, el verbo es aquí, más que nunca, creación.
De igual forma, “no puede hablarse de la muerte, sin estar muerto”, esta es otra de sus propuestas. Aquí, su cinismo plagado de humor es llevado a tal extremo, que la muerte - hasta entonces misteriosa y garante de un más allá de bienaventurado, de paz y tranquilidad- deviene un más acá terrenal, una mera continuación de la vida cotidiana; donde los desencuentros, pesares, imperfecciones, molestias, alegrías, y la “infaltable parentela” parecen no poder escapar ni a la muerte y al mismo tiempo, todo se vuelve la mejor excusa para seguir quejándonos eternamente.
Sin embargo, el vuelo de su prosa nos abre paso hacia la reflexión más profunda sobre la vida y nuestra forma de habitarla; donde el juego del arte nos habilita a sobrevolar nuestro destino, dándonos la posibilidad de modificarlo o al menos reírnos en cada aleteo -aún del ave más desplumada-.
Quizás, la función más válida de este espantapájaros, y su propuesta más interesante, no radique en espantar, sino en hacer que los pájaros sigan volando por siempre, como su prosa.
Gracias Girondo, un placer leerte.

Agustina Saubidet

domingo, febrero 01, 2009

Eterolandia

Es curioso que febrero comience y termine celebrándonos, casi como si hace rato se estuviera preguntando cuándo nos atreveríamos a festejarlo nosotras también.

Entendí o me llegó todo junto:
"No debes renunciar ni al derecho de renunciar (...)
Abre los brazos y no te niegues al clarinete ni a las faltas de ortografía".
Finalmente, lo hice [y Menem no tuvo nada que ver].


Sentada en una plaza,
recostada sobre su refugio (bautizaré con este nombre a la unión entre su brazo y su hombro),
girondo en los columpios hasta sentir que es posible tocar el cielo con los pies y no sólo con las manos.
Sublimándolo todo,
hasta mis ganas de hacer nada.
Intercambiando influencias y demás vínculos...
Festejo lo maravilloso de algunos encuentros "descubrimientos" que hacen que nuestras vidas ya no puedan ser las mismas [ni queriendo -y mirá que para querer hay que ser bien pelotudos].


Ubico tu nombre en las hojas de ese árbol que por un momento fue mío y decidió regalarme cientos de estrellas de colores sobre las cuales reposar si es que volando me canso demasiado.


Te propongo un verano etéreo.
Si comprás, podemos extender la garantía.


Lerinha.-
desde EterEolandia (gracias Iván por la correción).
Guterinha, esta va para vos, celebro tu día.



Gracias por la foto a quien haya sido el responsable...
gracias a Google por hacerla encontrable...

jueves, diciembre 18, 2008

He dicho: Gracias


Gracias a la muerte por demorar su llegada
Gracias a las copas de más y al vino tinto
Gracias a tu cuerpo hambriento
De mi cuerpo
Gracias al cigarrillo apagado a tiempo
Gracias al sahumerio y a las almohadas ajenas
A la noche de lunas con terrazas
y también a las lluvias torrenciales y a la ropa seca
gracias a la vida por venir a despertarme
gracias a vos por venir a sacarme los anteojos
cuando duermo o al besarte
gracias a las fotos y a las valijas de viaje
gracias al mate,
la peperina y el azúcar
a la risa que me hace doler la cara
gracias a esas lágrimas por no dejar mis pupilas
gracias al bondi vacío del domingo.
Gracias a ese domingo con él sin bondis
Gracias a la uva y sus vuenos haires
Al país sin viento, ni luces nocturnas
Gracias a la ventana por dejarme mirarla
Gracias a sivori, girondo, cortazar, pessoa
a la música en todos sus formatos,
Al baile en pareja y al comunitario
Gracias a las matemáticas por su desinterés en mi persona
Gracias a la filosofía por hacerse la interesante
En síntesis, gracias a la escritura
Porque sin ella no podría
estar agradeciendo nada.

Gute
texto by Agustina Saubidet
Foto By Gonzalo Saenz