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martes, mayo 11, 2010

Nosotros no hacemos el amor

(antes de leer este post, se recomienda hacer click en el título para musicalizar la lectura)


Sobre la noche, esa, esa única noche dónde todo pudo haber acabado; pero no. Todo siguió igual y yo sin dormir, como a la espera de algo que alivie.

Salvia comida

El amor nos nutre, nos perfora, nos duele, nos renace, nos oculta, nos mutila, nos despierta, nos enlentece, nos desarma, nos fragiliza, nos devora, nos agranda, nos achica, nos apura, nos calma, nos llora, el amor nos hace. Nosotros no hacemos el amor.

Los hombres piensan que la cosa pasa por la continuidad del llamado y, no, no pasa por ahí el compromiso.

Ellos ya saben que todo no se sostiene con el sexo y que el compromiso en realidad viene de lo siguiente:

Antes de los noventa, se los llamaba mujeriegos; después de los noventa algo pasó y se camuflaron delante de la frase “yo no quiero compromisos, esto es free, Light, tranqui, sin compromisos”. Distinguimos la marca del menemismo, en dos detalles: uno, la posición tan chota desde donde se emite el discurso; segundo, los términos anglosajones para camuflar su posición de mujeriego. Creen que en la posibilidad de variar a tiempo, yace la posibilidad de conservar el deseo intacto.

Las mujeres, en cambio, necesitamos cierto anudamiento del deseo, quizás ficticiamiente, en el compromiso; porque la continuidad de un vínculo nos tranquiliza todo ese exceso que tenemos. Pero tranquilizar no es lo mismo que adormecer. Recuerden que gran porcentaje de los divorcios y de las separaciones están decididas por las mujeres.

Nosotras no tenemos más miedo de separarnos de lo que ya no nos genera deseo: mal, bien, a tiempo o destiempo, nosotras ya aprendimos a dejar, de alguna manera; y necesitamos algo mucho más que el sexo; pero no se trata de hacer el amor. Sabemos que el amor no pasa por el sexo; que en todo caso, ayuda a sostener ciertas posiciones sobre el sexo (sobre, que no es lo mismo que al sobre).


Según la abuela, todo se soluciona con saliva

La primera saliva es la mejor por eso hay que tomarse un vaso de agua cuando te laventás y claro, también al acostarse.


It s all right if you need to write, but remember to keep the left even if you write with your right.


Dicen que rompo corazones, pero es porque yo tengo el corazón roto y transmito todo eso; y voy rompiendo corazones para no sentirme tan sola; porque en esa soledad, en esa soledad no habita nadie, y vos, petit cochon, vos eso lo sabés muy bien…

Sabés qué feo es que ninguna persona ya te sorprenda; que pocos te generen esa admiración; y sólo aquel, aquel que logró capturarte, ya ni siquiera mira, porque está igual que vos, perdido; pero ya no es que “ya no se pueda nada”, sino que ya nada te sorprende.

Puta revolución que no llegó.

Eso sí, se vuelve al formato mínimo de la comunidad de la especie, porque volvimos a ser especie.

No me mires así con sorpresa, petit cochon, esto lo entendés y te duele tanto como a mí. Claro, tu caparazón de felino te protege del mundo, pero ojo, también te protege de sentir con el cuerpo, y conmigo algo sentís, que no sabés qué es; como no te permitís decir nada que sea gris (tiene que ser blanco o negro) y conmigo la cosa es gris; y no te lo bancás.

Yo, en cambio, si bien algo de esto puedo sentir, algo de la revolución sí ha llegado a mí, mejor dicho, en mí.

Desde hace no mucho, surgió en mí una epifanía sobre el amor, gracias al derrumbe de las bases de los pilares que habían construido la manera de vivir el amor.

El amor nos construye definitivamente, ya bien lo dijiste, como nos construye el universo en el proceso misteriosamente hermoso de la vida, en todas sus dimensiones. Y como la vida es cambio, siempre habrán catástrofes, descubrimientos, decepciones, ilusiones: todo puede cambiar en cuestión de segundos, vos ya bien lo sabés, porque eso lo debemos saber quienes andamos por los caminos del amor. Sino estamos fritos.

Hay que dejarse construir por el amor, por el amor de lo que llega a nuestra vida, traiga lo que traiga; entregarse al momento y soñar; aprender para seguir andando; saber que siempre se puede estar mejor. Por eso a veces me voy.


Vendrán seguramente muchas personas a compartir el amor, pero siempre queda el amor de los amigos, que es el mejor………..y claro,

El amor por la comida también

Bueno sí, la cosa para mí no es nada fácil. Una cosa es aprender inconcientemente lo que es perder; y otra, que se te queme las casa y salves tus cosas. Ahí perdés mucho más…

¡Puta!, aprender a diario, que todo puede perderse definitivamente en escasos segundos de corridas, porteros eléctricos y hollín.

Pero bueno, aquí me ves con mi música y vos con tus nomates. Se baila y se escribe, se pinta, se hace música para inscribir algo también. Sólo es cuestión de establecer el método, no los elementos.

Lo intenso siempre es singular, pero no necesariamente peor, ni menor; es diferente y a veces, te lo aseguro, petit couchon que hay intensidades tan singulares, pero tan singulares, que parecen preparadas. Intensidades intencionadas. Pero lo loco, es que son azarosas, petit couchon y eso también lo sabemos los que no hacemos el amor.


Texto Maripaz & Gute; música Les negresses vertes & Massive Attack; foto, Gute; fuego, Maripaz; Arbol, piñas; Argentina, Mar Azul 2010

domingo, marzo 21, 2010

Los abrazo

clickea sobre el título y vas a ver, vas a escuchar, vas a bailar...

“...Sí, Dios, en él no he creído, factor de calma, un instante. Ya no haré pausas tampoco. ¿no puedo, pues, conservar nada de cuanto ha llevado mis pobres pensamientos, cedido ante mis dichos, mientras me escondía?
Voy a secar también, a taponar, estas órbitas chorreantes, ya está, ya no chorrean, soy una gran bola parlante, hablando de cosas que no existen o que quizás existen; es imposible saberlo, la cuestión no es esa.
Estoy yo entre el silencio y la apariencia. Me duele darme cuenta. Diré entonces: mantengo el reposo vivo y la ansiedad de permanecer oculto...”
, bajo un silencio tenue, como eso de los rezos con credos a cuestas, esas veces en que creer no es ya un mero acto de fe, sino una certeza. Ahora el momento es otro, y darme cuenta era para mí aún más duro que contemplar mi apariencia perdida, perdida después de un silencio, porque después de un silencio ya no chorrea nada, y la bola parlante se vuelve un nudo de barco reseco por el abandono y el óxido del destierro.
Huelo a mar, a siembra perdida, me huelo la piel salina, blanca, plagada de surcos que se hunden como almejas; y debajo de la arena ya no se puede creer en Dios, y menos aún en el silencio de la noche, pero no de cualquier noche, de esas noches sin credo que son más duras, más largas, tan largas...

Gute

PD: el texto en itálica, encerrado entre comillas, corresponde Samuel Beckett, de su novela El innombrable. Yo modestamente me lancé a seguirlo, escrito esto cual vómito, en el taller de escritura de Staffolani. Gracias Alfredo! si alguien quiere hacer lo mismo, o continuarlo... invitado está
PD: como hoy salí sin mi cámara, simplemente por el hecho que hoy, hoy quería bailar, los dejo con este link de música que es el mismo del título. Grazie Maripaz, linda tierra me trajiste y a bailar.
PD: Spinoza es a Nietzsche, lo que Beckett a mí (la diferencia es que fede lo sabía de antemano y yo lo acabo de descubrir) Beckett es "mi amigo"... ver filosofía Nietzsche, Guattari, Deleuz) Empiezan las clases y empiezo a tirar "concetos"

jueves, febrero 05, 2009

Re de descrubrimientos obvios: la historia de Marketa y Djavan


La historia de Marketa y Djavan,

Cuento homenaje a Horacio, la Maga, Julito y Mauri (a este último le digo “viste que pudimos escribir de a dos”)


Cuando Djavan se fue, Marketa aprendió de la manera más dolorosa (el método pedagógico más socorrido y eficiente que el capitalismo inventó: “hacernos creer que el amor es propiedad privada y el solo hecho de pensar que podemos perder el amor, nos desespera y hacemos actos heroicos como comprar el libro Rizoma aunque ella ya no esté y él le regale como último presente “Los hombres son un martes y las mujeres son de miércoles).

Perdón, me fui, soy yo una de las escritoras. Agustina, mucho gusto. Volviendo a lo que decía, es decir, resumiendo… Marketa aprendió de la manera más dolorosa, que no es bueno soñar mientras se camina por aquí, cuando se está en la tierra.

Marketa glorificada por los comentadores, que claro, son todos sus amigos; y crucificada por los críticos (J y A), se enteró también que no se puede satisfacer simultáneamente al mundo entero, es decir al pasado y al presente. Se enteró también que no es bueno liberar las ilusiones en voz alta y a los cuatro vientos, es decir no estuvo bueno hablar de Djavan con todo el mundo.

Marketa comprobó que no es de sabios congelar los sentimientos. Ella no podía congelarse. Ella no. No podía beber hasta emborracharme todas las noches para olvidar. Ella no. Ella eligió sentir toda la vida.

Comprendió, también Marketa, de la manera difícil -lo cual en sí es cosa bien fácil y común, porque esto le pasa a todo el mundo y sale a flote, no es tan difícil como ella cree- que en poco se puede creer mientras uno trata de vivir. “¿O vivís creyendo o dejás de creer y vivís? “ Eso se preguntó Marketa.

Él, Djavan, supo que la solución al problema era precisamente no buscar sólo una solución (“no se puede estar solo” sin acento, esto le hará entender a Djavan por qué Marketa le daba tanta importancia a los acentos y a la puntuación, “cambia el sentido, boludo” y no digas nada, que vos también decís boludo, Djavan y ella no te dice nada); aprendió Djavan que tampoco se trataba de buscar respuestas en los seres semejantes a él mismo, como su mejor amigo del secundario.

También Djavan se enteró que se puede ser paciente, pero sólo cuando la tiene enfrente a Marketa; pero que es casi imposible ser un santo (no se puede estar con una madre nutriente y con Marketa a la vez.)

Ahí vio que no hay fronteras bien definidas entre lo bueno y lo malo, entre la bohemia y el snobismo. Djavan se decía: “bueno, puedo jugar afuera un rato, como tantas otras veces hice y no pasa nada, todos lo hicieron”.

Pero con Marketa descubrió que el mundo no es blanco ni es negro, con ella es siempre Viernes 3AM -y a veces Seminare pero sólo en los parques-; y Marketa había logrado cambiar la forma de Djavan de medir las cosas. Y por último y no por eso menos importante: aprendió Djavan que el conocimiento produce dolor, y saber esto -como que las radios son todas impares-, le produce mucho dolor a Djavan y entonces sabe que cada vez que sintonice una radio o corte cebolla o lo vea su mejor amigo a los ojos está condenado a recordar por siempre a Marketa.

Marketa, que hasta el momento creía en todos, se dio cuenta de que hay demasiados tramposos que te invitan a jugar, para que al ser descubiertos te puedan echar la culpa. Djavan dice “no fui yo, fue ella la que me miraba a los cuatro años, no fui yo.”

Muchas personas visten ropajes confeccionados con espesas cortinas negras para ocultar sus intenciones y sus peligrosas acciones, como el traje que usan para ir a trabajar o los que cursan el último año de la carrera de abogacía.

Hay quienes dicen que no todo es tan negativo (tal vez el proyecto de cotidianeidad que imaginaron juntos Marketa y Djavan estaba bueno para vivir), pero más de uno estará de acuerdo conmigo (“nunca más, nunca más”, el libro)

La dignidad ha desaparecido y a nadie le importa tragársela cuando se la encuentran.

Esto diría Djavan al respecto “a mí que tanto me costó valorar la dignidad ahora me dicen que se pasó de moda, no puedo estar tan out siempre”

“No todo está perdido aunque a la gente sólo le interese lo suyo” -sigue pensando Djavan. “Bueno -le dice Marketa -está bueno ser un poco egoísta, pero eso sólo vale para los que son generosos, Djavan. Andate”

Djavan se va pensando, llorando, resignado, pateando la pelota que dice por todos lados “te quiero” y agrega “Al final, toda revolución termina convertida en rutina, teñida de mayores diferencias y de peores injusticias que aquellas contra las cuales luchó en sus orígenes”.

Marketa le grita desde la ventana como un eco en su cabeza: “Vos ya sabías que el proyecto de cotidianeidad podía fallar, ¿no?, y no me dijiste nada. Pero yo sí creía que podía funcionar.”

Marketa, habla con A, A le dice: “Los líderes sólo buscan el aprecio de su eco elocuente, encandilar con su ego reluciente, ese es Djavan y por eso se dedican a convencer a los demás, que en este caso sos vos Marketa.”

Marketa llora, abiertamente llora.

“Amiga, podés ir en contra de todo eso y renunciar a todo; o podés aceptarlo.”

“Bueno -dice Marketa- decido quedarme”.

“Pero sabé -le dice A- que lo más probable es que no vas a intentar cambiarlo”. Y era simple la respuesta y tenía razón A; porque Marketa ya lo había aceptado tal cual era y no le importaban los defectos de Djavan porque como alguna vez le escribió él:"cuando hablamos y no digo lo que esperas oír, antes de pensar que te quiero pelear, pensá solo que te quiero...” y esta frase, esta sola frase hizo que Marketa se hubiera enamorado de él tal cual era, aunque sólo no tuviera acento.


Mauricio Luja – Agustina Saubidet


PD: este cuento nace a partir del texto de Mauricio Luja posteado en el día anterior http://bizoma.blogspot.com/2009/02/descubrimientos-obvios-por-mauri.html.

Me tomé en atrevimiento de sobre escribirlo. Es decir dejar el texto original de Mauri y agregarle un contexto a cada frase. Tanti Auguri. Gute

viernes, enero 23, 2009

Contextos de escritura- (a Jorge Drexler, por un rato)

Dicen que lo más difícil es “perderle el miedo” a la hoja en blanco, pero yo nunca le tuve miedo a eso. Le tuve más miedo siempre a la hoja ausentada de espacios en blanco.

Las ideas vienen de la cabeza, a través de imágenes, se vienen situaciones, rostros, manos, miradas, con suerte algún recuerdo personal (que casi nunca escribo, dije casi; pero están tan camuflados que pocos se dan cuenta cuales fueron reales y cuales inventados). Nunca fui buena describiendo personajes, o cuartos, escenarios, para eso soy pésima, me aburro, me parece “subestimar al lector” (estoy racionalizando mi impotencia a la hora de ser descriptiva. Hay que racionalizar la emoción siempre. A lo incómodo se responde andando)

Recurro por lo general a imágenes y a sensaciones y siempre que me meto en la situación me pregunto cómo siente, qué piensa esa persona que me imaginé. Me meto tan adentro de ese mundo que por momentos me creo que soy ese personaje y lo habito. Lo bueno que tiene este recurso, no es solamente la escritura desde la entraña, es también que uno puede ser todo aquello que racionalmente no sería nunca, un hombre, un torturador, un hijo de su madre, una nena de 3 años, un duende, un reloj, en fin, cosas que nunca seré.

Hay veces que sufro tanto como los personajes (y esto no es exagerado, esto es así) y si sufro mucho es porque algo falló y algo mío también está presente; pero claro la gente cuando lee no sabe en qué parte me quebré. Me expongo poco. Me cuido bastante; pero las cosas se sienten igual y algunas personas saben siempre en qué punto me quiebro.


Gute Saubidet


A falta de foto, recomiendo escuchar “la vida es más compleja de lo que parece” Jorge Drexler

¡Feliz cumpleaños!


PD: me di cuenta que siempre desde hace años utilizo casi las mismas palabras. Bueno el orden de las palabras afecta en este caso el producto.

jueves, diciembre 25, 2008

Retrospectivamente hablando: antes del miedo a los ascensores


Antes de mis días fatales, tuve días de dicha. Días en que dormir era molesto porque cortaba la felicidad y podía entonces dormir menos, comer poco, escribir mucho, besarte todavía más.
Trabajar era un trámite rápido, lo importante era salir corriendo para estar con vos y vivir momentos eternos, etéreos, quedarnos hasta las tres de la mañana haciéndonos cosquillas, durmiendo en el living tirados en un colchón.
Nuestro amor no era convencional o al menos eso creía yo, encontraba, a pesar de tu burla, poesía en cualquier parte de buenos aires. El enojo por tus promesas no cumplidas se me pasaba rápido; volvía a creer en vos con la misma rapidez con que hoy preparo un lavado de ropa. Escribía sobre el amor con la misma facilidad que antes escribía sobre la tristeza, salvo que cuando uno está enamorado dice cosas cursis, y no importa, porque lo importante es escribir; escribir sobre ese amor y no sobre el amor; una necesidad de escribir su diferencia con el resto de los amores: su singularidad.
En cambio cuando uno está triste escribe cosas tristes con una profundidad y una realidad que el enamoramiento no tiene: con una crueldad que se impone presta a describirse con dictámenes aún más crueles.
Existe entonces eso que yo llamo estados totales: uno es el amor; el otro es la desesperación de saberse atrapado en la tristeza.
El amor como toda ficción vuelve bello en su esencia hasta la birome que no funciona. La tristeza, en cambio, ignora a la birome y la usa simplemente de metáfora para describir eso indescriptible que se siente con la exacta nitidez con que antes, cuando estábamos enamorados, descubríamos el mundo.
Un texto saca otro texto pero no te llenes de borradores, dice el dicho
Cuántas veces he escrito desde estos lugares y ahora corrida de ambos, me encuentro perdida entre grises.
En los momentos de mayor enamoramiento mi amigo Alejo me decía que ahora iba a escribir distinto, que mis textos iban a ser distintos, porque el amor cambia todo y uno se atreve a escribir cosas así:

“Te miré con deseo, hallándome cubierta de narrativas”

Lo de las narrativas me gusta, lo del deseo, mmm está de más (desde la postura gris, lo digo) eso está de más. Me gustaría sacarlo porque es cursi, es falso, es pobre

“Mi cultura inmensa, mi cuerpo, mi luna
Llorar de espanto y de tu ausencia”


Así seguía el texto y esto sí, me gusta más…la palabra ausencia se justifica más que la palabra deseo, quizás porque la ausencia tiene una razón, justifica un texto. En cambio el deseo, el deseo es otra cosa, el deseo no escribe, el deseo pasa, transforma la vida, y se diluye (con suerte nos habita, si lo dejamos).
La ausencia se queda y se inscribe en mí, se detiene a pasar largas horas y me mira. “A fin de cuentas -me dice la ausencia- ellos se van siempre y yo soy la única que me quedo a hacerte cosquillas.”

Agustina Saubidet
Foto Gonza Saenz

viernes, noviembre 14, 2008

"mis bolsillos"

Hay cosas que pasan, Heráclito tenía razón, Nietzsche supo escucharlo, no sé si a tiempo, creo que supo escucharlo cuando pudo, cuando le tocó a él sentarse en el río.
Hoy estaba leyendo un libro llamado “Arte y poesía”. Como el libro no entraba en mi cartera marrón, agarré un bolso que hace años no usaba. Cuando tengo un tiempo, como en el bondi, me encanta revisar los bolsos y los tapados o camperas que hace años no uso. Encuentro siempre cosas: folletos, papeles, escritos, boletos de bondi, anotaciones sin sentido en cualquier lado (Duras tenía razón un escritor escribe en cualquier lado).
Uno escribe en cualquier lado, y me pasa que cuando siento que pasó un tiempo y me creo en otro lugar, vuelvo a revisar antiguos bolsillos y me encuentro ahí, a pesar de la distancia. Hay veces que me sorprendo de la cantidad de cosas que guardo en los bolsillos, algunas bien podrían llenar el estadio monumental cual papel picado, otras en cambio, me recuerdan lo que era, lo que pensaba, lo que sentía, lo que escribía. Hay cosas que me gustan, pero no todas. La distancia puntúa los recuerdos de otra forma.
Tengo un libro de Galeano lleno de marcas, las contratapas de los libros hacen también las veces de grandes anotadores (Mauri tiene un tal Lucas, que era mío, de Cortazar, se lo regalé, junto con mis anotaciones, Mauri sabrá cuidarlo mejor que yo, está bueno que Lucas se vaya para México. Hay libros que nunca nos pertenecen. No sólo libros).
Lo cierto es que la mayoría de las veces me gusta encontrarme, siento que es como tomar un café conmigo misma, para reírme, para enojarme también. Otras veces, digo, “uhh que enrosque flaca, tirá eso” y ahí todo se vuelve una película
Eternal Sunshine of the Spotless mind… no es tan fácil olvidar lo que uno escribió, aunque sea a medias, hay cosas que no se borran, hay cosas que uno no quiere perder… hay veces que no se puede borrar lo que uno fue cuando estuvo ahí, siendo, siempre en gerundio…Nietzsche tenía razón.
Creo que me voy a cortar el pelo.
Esta película merece un posteo aparte (si clickeas en "mis bolsillos" me vas a encontrar)

Gute Saubidet

viernes, mayo 30, 2008

Jugar cuando nada puede hacerse

No tuve una buena semana. Tampoco me resultaba fácil escribir sobre esto, porque no sé aun bien de qué se trata, ni de donde viene. Así tipeo un texto y luego juego con él, ¿cómo? modificando su sentido, al modificar su orden y resulta que mortifica menos y entonces hago un tercer texto, con algo de lo que sobró del texto orginal, no con todo, con algo. Siempre queda un resto sin ordenar, la marca del juego, aquello que lo habilita: el resto...no se puede todo, hay cosas que se pierden, que me hubiera gustado no perder, pero bué, "quién me quita lo jugado".

"Tengo miedo, decididamente tengo miedo de perder lo poco o lo mucho que pude haber construido, como si fuera fácil perderme, como si cualquier cosa pudiera sacarme de ese breve pedacito que es mi vida.

Eso es lo que yo llamo la angustia de la perdida, me pregunto si eso pasa cuando ya perdí o si es un temor a perder.

En cada palabra se insinúa una pérdida, se sugiere la asfixia y es como si me ahogara en mi propio silencio

Hay veces que pienso que es tan fácil escribir cuando tengo la sensación clara, casi como la de una foto en el momento de sacarla; en otros momentos no sé de que se trata esta sensación de agobio, no sé decir nada, más que dejar guiar a mis dedos, dictándome un sin fin de palabras sin sentido, como si creyera que este sin fin tiene un sentido y acabará siendo un texto, que no me guste bien del todo pero que pasado un tiempo reconozco como escrito por otro. y

No es fácil amar lo que uno hace, no es fácil saber lo que uno hace todo el tiempo, digo respiro a diario y no lo pienso, escribo a veces, como ahora y tampoco sé que estoy haciendo.

Sin embargo siento que es mejor esta confusión desmesurada. Al decirla así, sin sentido, cobrara pues un orden extraño. Como una puntuación.

Y el resto no sé, estaría bueno que se pierda"


Decididamente tengo miedo de perderlo.

Haber construido

¡cómo si fuera fácil lo mucho que pude!

Perderme, como si cualquier cosa pudiera

Eso es, hay veces que reconozco la sensación de agobio en mis dedos, como ahora,

ese breve pedacito que es mi vida en cada palabra.

Sacarme lo escrito por otro

Amar lo hace uno, y no es fácil, lo pienso

Tampoco estoy siendo un texto al decirlo

Saber que uno hace el tiempo

Escribir todo respiro como una puntuación, una foto

Si creyera en mi propio silencio,

esta confusión desmesurada, es mejor

El momento de decir: no sé. De eso se trata

Pasa.

Perdí un temor

y el resto ya no me ahogará más a diario

Dejar palabras sin fin…

Tengo miedo, poco. La angustia de la perdida. Me pregunto si cuando se insinúa una pérdida, se sugiere la asfixia. Y es.

Como es tan fácil cuando tengo; en otros momentos no sé que está; y nada… que “guiar a…” dictándome: “un -de”. Como que este sin fin tiene un sentido y acabará, pero pasado un tiempo, como no es fácil, digo a diario, no.

Escribo a veces, como ahora y sé que haciendo, siento, así sin sentido,

¿cobrará pues un orden extraño? No sé, estaría bueno que se pierda.

El resto (Gute Saubidet)