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lunes, mayo 04, 2009

Red de redescapatoria (Maurico Luja)

Y de repente descubrió que el sonifo del teléfono en su sueño no había sido otro que el despertador a la realidad, que yacía allí, mudo y sin movimiento ahora, porque la cuerda se había terminado. Y López se desperezó, para ir a ver esa cara de siempre en el espejo del baño, y resignarse a seguir con la rutina, por esta mañana un poco tardía, y gozar del no tan habitual regaño del patrón.

Por Mauricio Luja (comentario original del posteo anterior... ¿continuará?)

miércoles, febrero 25, 2009

Y la cuenta llegó hasta 10 (Re de VAle La Pena?)

Que el mundo estaba regido por absurdos, eso no les resultaba novedoso. En el atardecer de un día como cualquier otro, el cowboy ayudaba al cajero a contabilizarlos en su computadora, mientras reemplazaba la cabeza del ciervo que colgaba en su pared por un cuadro de culto a la soya.

Primero estaba el absurdo del vaquero sin lectores, atemorizado por el sueño de una quema de libros que mataba al gaucho que ya no existía por fuera de ellos.

Seguido se encontraba el del banquero sin futuro -o sin acciones?.
De estos dos ellos daban cuenta, porque les tocaban de cerca.

El tercer absurdo era el del escritor sin reflectores, sin comentarios, sin metadiscurso ni opiniones, sin brillos de otras ventanas en la noche de su escritura.

A este lo seguía el absurdo del estudiante que quería salvar la humanidad. (Este es mi preferido, me gusta pensar que yo pude ser uno de esos. Y no que no lo fui).

El quinto absurdo pertenecía a un altruista que conformaba su totalidad, por ende su forma de dar a los demás era darse a sí mismo.

El sexto unos médicos que oraban para que existiera un Dios, toda vez que pare-serlo les pesaba demasiado... (a veces la sociedad es tan turra que pone estas misiones imposibles y luego reclama por su incompletud -si no sabe a que me refiero pregúntele al psicólgo amigo).

El séptimo era el absurdo de la riqueza comportándose como bestia, si acaso no existiera una metáfora que la ilustrara mejor.

El octavo un joven que se preguntaba si era suficiente orar para que el cambio fuera real; y volvía una vez más a la página del libro de autoayuda mientras veía un nuevo capítulo de la serie de física cuántica para principiantes.

El noveno los derechos humanos para las vacas (y Kike que me cuenta que en Cuba es más dura la pena por matar a una vaca "propiedad del estado" que a una persona, como si estos no lo fueran también).

Y llegamos al décimo absurdo, y el décimo eras vos, que te quejabas mientras acababas al servicio del poder, enalteciendo la pregunta sin banco ni altar (y aún por fortuna bastante alejado de los palos de golf).


Leri y Mauri.-
(o la remake de Leri del texto de Mauri,
VAle le pena? http://mobtomas.wordpress.com/2009/02/21/¿vale-la-pena/#comments )






jueves, febrero 05, 2009

Re de descrubrimientos obvios: la historia de Marketa y Djavan


La historia de Marketa y Djavan,

Cuento homenaje a Horacio, la Maga, Julito y Mauri (a este último le digo “viste que pudimos escribir de a dos”)


Cuando Djavan se fue, Marketa aprendió de la manera más dolorosa (el método pedagógico más socorrido y eficiente que el capitalismo inventó: “hacernos creer que el amor es propiedad privada y el solo hecho de pensar que podemos perder el amor, nos desespera y hacemos actos heroicos como comprar el libro Rizoma aunque ella ya no esté y él le regale como último presente “Los hombres son un martes y las mujeres son de miércoles).

Perdón, me fui, soy yo una de las escritoras. Agustina, mucho gusto. Volviendo a lo que decía, es decir, resumiendo… Marketa aprendió de la manera más dolorosa, que no es bueno soñar mientras se camina por aquí, cuando se está en la tierra.

Marketa glorificada por los comentadores, que claro, son todos sus amigos; y crucificada por los críticos (J y A), se enteró también que no se puede satisfacer simultáneamente al mundo entero, es decir al pasado y al presente. Se enteró también que no es bueno liberar las ilusiones en voz alta y a los cuatro vientos, es decir no estuvo bueno hablar de Djavan con todo el mundo.

Marketa comprobó que no es de sabios congelar los sentimientos. Ella no podía congelarse. Ella no. No podía beber hasta emborracharme todas las noches para olvidar. Ella no. Ella eligió sentir toda la vida.

Comprendió, también Marketa, de la manera difícil -lo cual en sí es cosa bien fácil y común, porque esto le pasa a todo el mundo y sale a flote, no es tan difícil como ella cree- que en poco se puede creer mientras uno trata de vivir. “¿O vivís creyendo o dejás de creer y vivís? “ Eso se preguntó Marketa.

Él, Djavan, supo que la solución al problema era precisamente no buscar sólo una solución (“no se puede estar solo” sin acento, esto le hará entender a Djavan por qué Marketa le daba tanta importancia a los acentos y a la puntuación, “cambia el sentido, boludo” y no digas nada, que vos también decís boludo, Djavan y ella no te dice nada); aprendió Djavan que tampoco se trataba de buscar respuestas en los seres semejantes a él mismo, como su mejor amigo del secundario.

También Djavan se enteró que se puede ser paciente, pero sólo cuando la tiene enfrente a Marketa; pero que es casi imposible ser un santo (no se puede estar con una madre nutriente y con Marketa a la vez.)

Ahí vio que no hay fronteras bien definidas entre lo bueno y lo malo, entre la bohemia y el snobismo. Djavan se decía: “bueno, puedo jugar afuera un rato, como tantas otras veces hice y no pasa nada, todos lo hicieron”.

Pero con Marketa descubrió que el mundo no es blanco ni es negro, con ella es siempre Viernes 3AM -y a veces Seminare pero sólo en los parques-; y Marketa había logrado cambiar la forma de Djavan de medir las cosas. Y por último y no por eso menos importante: aprendió Djavan que el conocimiento produce dolor, y saber esto -como que las radios son todas impares-, le produce mucho dolor a Djavan y entonces sabe que cada vez que sintonice una radio o corte cebolla o lo vea su mejor amigo a los ojos está condenado a recordar por siempre a Marketa.

Marketa, que hasta el momento creía en todos, se dio cuenta de que hay demasiados tramposos que te invitan a jugar, para que al ser descubiertos te puedan echar la culpa. Djavan dice “no fui yo, fue ella la que me miraba a los cuatro años, no fui yo.”

Muchas personas visten ropajes confeccionados con espesas cortinas negras para ocultar sus intenciones y sus peligrosas acciones, como el traje que usan para ir a trabajar o los que cursan el último año de la carrera de abogacía.

Hay quienes dicen que no todo es tan negativo (tal vez el proyecto de cotidianeidad que imaginaron juntos Marketa y Djavan estaba bueno para vivir), pero más de uno estará de acuerdo conmigo (“nunca más, nunca más”, el libro)

La dignidad ha desaparecido y a nadie le importa tragársela cuando se la encuentran.

Esto diría Djavan al respecto “a mí que tanto me costó valorar la dignidad ahora me dicen que se pasó de moda, no puedo estar tan out siempre”

“No todo está perdido aunque a la gente sólo le interese lo suyo” -sigue pensando Djavan. “Bueno -le dice Marketa -está bueno ser un poco egoísta, pero eso sólo vale para los que son generosos, Djavan. Andate”

Djavan se va pensando, llorando, resignado, pateando la pelota que dice por todos lados “te quiero” y agrega “Al final, toda revolución termina convertida en rutina, teñida de mayores diferencias y de peores injusticias que aquellas contra las cuales luchó en sus orígenes”.

Marketa le grita desde la ventana como un eco en su cabeza: “Vos ya sabías que el proyecto de cotidianeidad podía fallar, ¿no?, y no me dijiste nada. Pero yo sí creía que podía funcionar.”

Marketa, habla con A, A le dice: “Los líderes sólo buscan el aprecio de su eco elocuente, encandilar con su ego reluciente, ese es Djavan y por eso se dedican a convencer a los demás, que en este caso sos vos Marketa.”

Marketa llora, abiertamente llora.

“Amiga, podés ir en contra de todo eso y renunciar a todo; o podés aceptarlo.”

“Bueno -dice Marketa- decido quedarme”.

“Pero sabé -le dice A- que lo más probable es que no vas a intentar cambiarlo”. Y era simple la respuesta y tenía razón A; porque Marketa ya lo había aceptado tal cual era y no le importaban los defectos de Djavan porque como alguna vez le escribió él:"cuando hablamos y no digo lo que esperas oír, antes de pensar que te quiero pelear, pensá solo que te quiero...” y esta frase, esta sola frase hizo que Marketa se hubiera enamorado de él tal cual era, aunque sólo no tuviera acento.


Mauricio Luja – Agustina Saubidet


PD: este cuento nace a partir del texto de Mauricio Luja posteado en el día anterior http://bizoma.blogspot.com/2009/02/descubrimientos-obvios-por-mauri.html.

Me tomé en atrevimiento de sobre escribirlo. Es decir dejar el texto original de Mauri y agregarle un contexto a cada frase. Tanti Auguri. Gute

miércoles, febrero 04, 2009

Descubrimientos obvios (por Mauri)

Ella aprendió de la manera más dolorosa (el método pedagógico más socorrido) que no es bueno soñar mientas se camina por aquí. Glorificada por los comentadores y crucificada por los críticos, se enteró que no se puede satisfacer simultáneamente al mundo entero. Se enteró que no es bueno liberar las ilusiones en voz alta y a los cuatro vientos. Comprobó que no es de sabios congelar los sentimientos. Comprendió de la manera difícil (lo cual en sí es cosa bien fácil y común) que en poco se puede creer mientras uno trata de vivir. Él supo que la solución al problema era precisamente no buscar sólo una solución; no buscar respuestas en los seres semejantes a él mismo. Se enteró que se puede ser paciente, pero que es casi imposible ser un santo. Vio que no hay fronteras bien definidas entre lo bueno y lo malo; descubrió que el mundo no es blanco ni es negro y que el conocimiento produce dolor. Hay demasiados tramposos que te invitan a jugar, para que al ser descubiertos te puedan echar la culpa. Muchas personas visten ropajes confeccionados con espesas cortinas negras para ocultar sus intenciones y sus peligrosas acciones. Hay quienes dicen que no todo es tan negativo, pero más de uno estará de acuerdo conmigo (“nunca más, nunca más”). La dignidad ha desaparecido y a nadie le importa tragársela cuando se la encuentran. No todo está perdido aunque a la gente sólo le interese lo suyo. Toda revolución termina convertida en rutina, teñida de mayores diferencias y de peores injusticias que aquellas contra las cuales luchó en sus orígenes. Los líderes sólo buscan el aprecio de su eco elocuente, encandilar con su ego reluciente y por eso se dedican a convencer a los demás. Puedes ir en contra de todo eso o puedes aceptarlo, lo más probable es que no intentarás cambiarlo.

Mauricio Luja

PD de Gute: gracias por este posteo Mauri, nunca mejor dicho...pasen y vean o cliqueen en el título http://mobtomas.wordpress.com Beso grande amigo

jueves, enero 08, 2009

Una red para que saltes (hoy por ti), 2

Yo me sé otra. De equilibrios desbalances y caídas. Falsas salidas y malas compañías. Hay debilidades etílicas. Hay amigos, pero algunos parecen tener síndrome de corcho, pegando sus bocas a las de las botellas. Es preferible pegar la boca a otros labios, pero cuando no hay labios a los que pegarse es mejor mantener la boca cerrada, dicen que no entran moscas de esa manera. El caso es que este fulano estaba en mala compañía, la suya, no la mía. Las cosas pasan. No sé, esto no es lo que quería decir, si es que quería decir algo. Recurrente el alcohol porque me traigo una resaca que me reseca y me saca lo nulo de mí. En fin. Hay fines de línea y hay etapas de descanso, lo que es necio es seguir en el lugar donde uno no pertenece (ahhh que familiar me suena ese caso). Pero conócete a ti mismo, decía el oráculo, frase que se robó impúdicamente y con toda las saña del perro roñoso, aquel profesor de anatomía que parecía chino, y al que salvo esa frase robada, no se le entendía nada. Hay cosas que duelen y cosas que fortalecen. Hay cosas que nos dejan pensando. Lo que no te mata te fortalece y yo no soy supermán. Llega un momento en la vida que de tan fuertes deberíamos ser inmunes a todo, pero nah, ni madres, seguimos doliendo y causando dolor, pero ahhhhh en medio de la tormenta siempre está el faro de los amigos (me recontraconsta), y, como es mi caso, a pesar de decir tanta incoherencia el sentimiento es claro, los amigos son más que un faro (intenta abrazar un faro y verás lo que digo).

Mauricio