Le asustaba su propio silencio casi tanto como le asustaba pensar en el mañana (y más especialmente en él, mañana).
La vida le había enseñado o tal vez ella había aprendido sola a no planificar.
Se preguntaba si desear era como planificar; y si imaginar que algo tenía fecha de término desde sus inicios no era algo así como sentenciar su no durabilidad, por cubrirse (ella lo hizo al principio y luego desistió, o al menos eso se dijo).
Su amiga Barbi hablaba del poder de la intención. Creía en eso, aunque no creía en los nombres ni en las palabras, ni mucho menos en los libros de autoayuda.
Recordó una conversación con un ex jefe, un tiempo atrás: "Caleta, tu problema es que imaginás situaciones que no son, y luego de algún modo hacés que esas fantasías se vuelvan realidad". Se preguntó si no había algo de cierto en esa pobre excusa que él encontró para hacer exactamente lo que ella había anticipado, desligándose de toda responsabilidad, o -como buen jefe que era- delegándola en ella.
El interrogante que trascendía la situación y volvía a ella una vez más era cómo y si podía una acertada percepción convertirse en la construcción de una realidad (in)deseable, o visceversa.
Pero porqué lo estaba pensando ahora?
Ahora que su mundo cobraba color a magia y aroma a margaritas. Ahora que no necesitaba que los atardeceres irradiaran luces naranjas, rojizas y púrpuras para apreciar su belleza. Ahora que finalmente conectaba con el presente sin pensar en nada más. Ahora que igualmente no podía evitar pensar en algo más. Ahora que era tiempo de decisiones. Ahora que vacilaba entre vender sus muebles o decorar su nuevo espacio (con contrato por 13 meses... y garante). Ahora que estaba libre para hacer lo que quisiera. Ahora que tenía que ir al consulado, averiguar su situación, llenar papeles. Ahora que todo era rosa, y aún así estaba a tiempo de percibir grises (había empezado a pensar que el gris era la base sobre la que se construían el resto de los colores, de todos modos).
Ahora que cambiaba de planes, aún cuando nunca habían sido tan firmes.
Ahora que había enunciado esas palabras por primera vez, atravesándolo con su mirada que lo había dicho desde antes, sintiéndolas hasta el desgarro, llorándolas con congoja, riéndolas a carcajadas.
Ahora que él pedía los días después.
Ahora...
Leri.-
PD: Barbi, gracias por la foto.
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