martes, agosto 31, 2010

Algo con monos


Se murió Lucas. De no haberlo conocido, la noticia no me hubiera impactado así.

Me gustaba, era lindo, tocaba muy bien el bajo. Fui un par de veces a verlo, en un lugar por Palermo, cuando Palermo no tenía sobrenombres y Lucas tenía una banda de hardcord.

Estaba su madre y la pareja de su madre tomando un vino. Su padre, brillaba por su ausencia. Se comentaba que no se llevaban bien padre e hijo (se, sería la manager de la banda que era prima de una muy buena amiga mía). Decía que Lucas era un buen tipo, y lo parecía. Llevaba el pelo corto y un gorro en la cabeza. Su banda tenía algo que ver con monos, no recuerdo si el nombre, o ¿sería esto parte de la letra de una canción de ellos?

Me había grabado, en un TDK de 90, sus canciones. Eran raras. Me gustaban. Eran de esas canciones que cuando las escuchás más de una vez, te van gustando cada vez más. De seguro si las escuchara ahora, me encantarían; no tanto por la muerte de Lucas, sino más bien porque yo me debo haber vuelto una mujer rara.

No es lo mismo la muerte de Lucas, que la muerte de un amigo; pero no es lo mismo tampoco haberlo conocido y saber que ya no está más, aunque no lo haya visto nunca más después de esas veces, por los 90, cuando mi generación crecía dentro de un burbuja de unos a unos, que con los años se fueron transformando de a pocos en poco.

Cuando la muerte te toca de cerca, es mejor no mirarla; pero si llega a estar un poco más lejos, como en la vereda de enfrente (varios pasos adelante tuyos), ni le mires la nuca, como a los monos, dicen que esto no sólo trae mala suerte; sino también recuerdos raros.


Gute, dedicado a un gran músico que se fue y a Florencia Gargantini, que tiene una familia preciosa

Foto Cementario de la Recolecta, cosecha propia, 2009

viernes, agosto 20, 2010

Signos

"si algo hace signo, es de interrogación..."

del hecho al dicho

martes, agosto 17, 2010

Progreso

No nos tomamos el tiempo para ver cómo pasa el tiempo y un día miramos el horizonte y descubrimos que está contaminado, que todo tiene que tener un nombre y un sentido, que mientras más alto y más grande , mejor; que debemos ser eso que nos dicen que somos, y mientras uno pierde el tiempo en descubrir quién es, ese monstruo llamado progreso, invade los espacios que antes estaban libres.

De golpe, descubrimos que aún nos conmueve ese detalle de un horizonte no contaminado.

Ayer, sin ir más lejos, caminando por el campo, redescubrí los olores de mi infancia y lo que más me alegró de todo ese encuentro con el campo, fue darme cuenta que aún a pesar de los años invasivos de la ciudad, sigue dándome esa exacta sensación de paz, paz; esas ganas de caminar sin rumbo, de subirme a una tranquera a mirar nada y verlo todo, de tomar mate rodeada de verde sentada el pasto; de observar cada canto de hormiga, cada movimiento de marea de árboles, sin emitir ni una palabra, porque la palabra sobra en el campo.

El frío del campo es más intenso, pero es mucho más lindo que el frío de la cama vacía citadina; las horas en el campo conservan un más allá del tiempo, donde las horas se miden en función de un sol que parece perdonarnos todo, incluso su olvido; dónde todo puede hacerse ahora o dentro de tres años; donde el presente es un futuro igual de verde, donde las distancias son la poesía del paso, la metáfora del tiempo.

El progreso avanza y, sin embargo, yo me detengo aún a vivir esa emoción del campo, de esa tranquilidad no atrancada en ninguna tranquera, donde mi mirada está mucho más allá de dónde estoy y recuerdo quién fui de chica cuando caminar sin rumbo no me daba miedo, ni representaba un abismo, (el caminar y la noche son lo mismo, por momentos) y sigo pensando que algún día me gustaría quedarme en el campo, para mirar horizontes menos contaminados y sentir que el frío del campo es mucho más lindo porque es mucho más fuerte, más intenso, tal vez porque el progreso avanza y es la muralla que nos protege de cualquier emoción sin filtro.

El progreso avanza y por suerte, el campo sigue alejado del progreso y de la palabra, más cerca de noche, más cerca del silencio, más cerca de mí, detenida en mí sin ser yo, de esa yo que mira la nada, viéndolo todo: un horizonte y yo detenida en él.


Agustina Saubidet, texto y foto, Lobos invierno 2010





jueves, agosto 12, 2010

Tengo frío

Mar Azul febrero 2010.
Agustina Saubidet Bourel

miércoles, agosto 04, 2010

Tanto trazo ¿hacia?

poema dedicado a la Orquesta Típica Fernandez Fierro


Tango, trazo, trago, tranzo

truco, envidia, falta
Aplauso
Arcos
violines, viola, violencia
virtud pagana, ola de mar
pinceladas en el lienzo
Bandoneón entrometido entre las piernas
tentáculos,
arañas caminando sobre el empedrado
Abanico, traición traicionera
disparo
sublime pavo real
Piano,
pista, patín, pliegues
dedos jugando a los dados
Azar borrando destinos
Con-trabajo
cuerda, cordura, propulsa
soporte, viga
pedido, ruego, cuidado
Silencio aceitando el tiempo
Chelo
lago, lobo
tristeza del aullido sin luna
Voz, oriente
vaivén, tobogán errante
maquillaje trenzado
entre el puño cerrado del recién nacido
y la bofetada cobarde del padre

Tango tengo, tanto
falta envido,
trazo intenso
Amante de compás que aún no ha comenzado
el paso que conduce
ASIA...

Agustina Saubidet Bourel