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lunes, marzo 14, 2011

Cortazar, excusas de escritura

“Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...”
las alas, el café derramado, el grito
lo perdido, lo añorado, la dermis
Has vivido
La dermis como una llaga en picada
Como un cuerpo suicidado
Como un temblor de frío bajo cero
Como un parche roto de tambor oxidado
Has vivido de a ratos
Como un tren demorado, como una gotera,
Como una marea desbordada
Has vivido de a ratos
El tren demorado, la gotera
La marea desbordada
Como una borrachera
Has vivido como una caída
El instante de jadeo de la fuga
Con la frente en alto
Como deben vivirse
los golpes
más hermosos
a veces


Gute

PD: facebook tiene una herramienta que se llama "lo dijo Cortazar" donde salen por sorteo o licitación azarosa algunas frases de Julito. Esta vez fue la primer frase que está entre comillas en este post y claro, me tentó y lo seguí un rato a Julito, espero no haberlo arruinado.

viernes, diciembre 25, 2009

y otra vez Julito Cortazar con nosotros en estas fiestas

Después de las fiestas

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

Julio Cortázar

miércoles, noviembre 25, 2009

Cortazar hablando sobre el cuento y la fotografía

Fragmento de Aspectos del cuento.

"La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un "orden abierto", novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el "clímax" de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucha más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out." Julio Cortazar

Agradezco a Marcelo Guerrieri, quien tan generosamente ayer en el programa Cazadores de Tornados conducido por Cristina Estrella, nos hizo conocer este maravilloso texto.
Gracias Marce, y gracias Cristo por la invitación de ayer, la verdad muy buen programa, al menos yo me divertí mucho.
Gute

sábado, febrero 14, 2009

Fragmentos de novela 3, a Julio Cortazar

Hace dos días fue un nuevo aniversario de la muerte de este grande, Julio Cortazar. Aquí un breve homenaje desde mi novela. Un diálogo entre Comoquieras y Miguel en un auto en la ruta. Agustina Saubidet


"- Comoquieras, ¿vos creés en la magia?- dijo Miguel mientras sacaba de su cuello una moneda.-

Tengo algo para mostrarte. No es nada magnífico y se escucha medio mal, pero cuando lo escuches, sé que te va a encantar. Es un cassette que armé con un par de discos que tengo de Cortazar leyendo Cortazar. Empieza con Torito un cuento magnifico y una introducción aún más genial donde el tipo habla del lenguaje como nadie habló: el habla porteña. Pará que lo tengo que rebobinar.

A veces cuando escucho a Julio Cortazar en ese cassette que tengo, pienso que definitivamente este tipo no puede estar muerto. Después pienso en su muerte y me acuerdo que cuando fui a Paris le dejé el ticket del metro en la tumba y una carta que se iba a echar a perder porque llovía mucho, pero sin embargo la dejé.

El tipo tenía una gran habilidad para escribir como uno piensa en el colectivo, genialidades que no se encuentran en los libros, que salen de la calle y no pueden morir en tumbas o eso creía yo, al menos

-Ahora ¿qué pensás?

-Que la muerte es un silencio jodido y largo y nada más que eso.

Cortazar me enseñó a jugar con las palabras y con el tiempo. Saberlo muerto es también jodido, porque entonces el tiempo que uno cree eterno, como ese tiempo del colectivo, aunque sea en un instante o tres paradas, la muerte lo vuelve real y caduco. Un nombre, una fecha, tickets de metro, no hablan del tipo, hablan del tipo que regaló su tiempo a la escritura, o le regaló a la escritura un tiempo.

-A mí me asusta la muerte, ¿a vos no?- le pregunta Comoquieras

- La mía, ya no tanto. Tal vez sí la de los otros porque me recuerdan mi propia posibilidad de muerte. Un acto egoísta, seguro pensás, y tal vez sea esa la realidad de un escritor. Un egoísmo melancólico que intenta escapar a la muerte sobreviviendo en millones de papeles o cassettes.

Me hubiera gustado conocer a Cortazar, por ejemplo, tomarme unos mates o un café con él., escucharlo en una cinta no es lo mismo que tenerlo en frente. A Torito lo tengo oído como 50 veces y de vez cuando, lo confieso, me canso de escuchar lo mismo, porque me lo sé de memoria y sé donde está cada silencio, pero aún así siempre intento encontrarle algo nuevo, como buscando que su palabra renazca.

Cuando estuve aquella vez en el cementerio de Paris y le dejé esas palabras, en realidad sentía como si el tipo fuera un tío querido, un amigo próximo, un juglar.

Seguramente, él pensaría que dejarle esa carta no tenía sentido, porque el mundo simbólico no se detiene frente a una tumba, menos aún frente a un nombre, o un libro.

Y fijate una cosa, es raro pero la muerte, unida al recuerdo y a las reiteradas lecturas y escuchas de la escritura de Cortazar y de su pensamiento, me hacen sentir con la facultad y el derecho de imaginar que ya sé lo que piensa el tipo, una locura. Más allá de Cortazar, calculo que esto pasa en general con la muerte.

Uno le teme a la muerte antes, pero una vez que ocurre, con alguien cercano, por ejemplo, el temor desaparece y aparece la ausencia. Y los que quedamos vivos, frente a esa nada que deja la muerte, nos imaginamos y nos sentimos en algunos casos con derecho hasta de afirmar como pensaría y opinaría el tipo que se murió, como negando lo que pasó, prolongando en nuestra imaginación una vida que ya no existe, porque la realidad es que el tipo se murió y no piensa más. Es como que necesitamos apropiarnos del lugar que deja ese otro, para entender lo imposible de entender y suponer que aquí no ha pasado nada y que todo sigue igual. En esos casos, lo que uno hace con la muerte, degrada al deseo y corrompe la realidad más próxima. Ahí la imaginación, no es más que una mera suposición, que en nada arregla las cosas, digo, Cortazar sigue muerto y la verdad que es una cagada…y me jode y me duele que se haya muerto.

El tema no es la muerte, sino lo que uno puede hacer con ella. Tampoco sé si hay una edad para pensar en la muerte, como tampoco hay una edad para morir, sí para el resto de las cosas…no hay tiempo para nada Comoquieras, pero eso no pasa siempre, pasa a veces.

Por eso me gusta besarte y encontrar monedas en tu cuello."




jueves, junio 12, 2008

Un tal Lucas, la Recurrencia del No




Hay cosas que escapan el tiempo

donde la noche se vuelve excusa

Ruego como gritando a la nada

que se sumerja en la neblina

y olvide



¿Cuál fue Lucas?, ¿ese que escribiste?, decime que fuiste vos y no el que vino después, decime que aun hay tiempo para cambiar algo, o que al menos todavía no te conozco, que San Telmo no lo viste, que Floresta no existe en tu memoria.

¿Cual fue Lucas? Decime que aún no necesitas olvidarme porque no existo en tu mente, porque desconocés mi nombre, mi textura, mi retórica. Decime entonces que todavía no te odio, que eso no pasó, que no te fuiste, que estás llegando. Decime que yo aun soy solo un nombre y vos para mí un Tal Lucas.

Qué recursos inmediatos tenemos para marcar un relieve a la rutina absurda que afirmamos, no elegir; que revele el negativo de las fotos que aun no te saque, que me advierta hasta dónde quererte, y no más de ahí. Que me vaya antes de que todo esto queme. ¿Cuál es Lucas? Que la distancia, la de ahora, se vuelva lógica porque no nos conocimos. Que Lucas esté por ser en mí aquello que no evite que me pase, que Lucas invada mis palabras, que ría Lucas con sus hoyuelos tímidos y yo los descubra por primera vez, que se atreva a la locura de atrapar el tiempo en sus manos, que sea Lucas sincero con sus miedos y los vuelva risa o canción o chocolate con churros y lo demás qué importa.

¿Que será de Lucas?, qué será de mí cuando con los años sepamos que con la ausencia no supimos hacer nada, que nos perdimos cuando nos encontrábamos, ¿qué sería de Lucas sin mí?---yo algo intuyo de lo que es en mí, la inabarcable angustia de haberte perdido; y con lo que fuiste para mí, eso no sé muy bien dónde meterlo. Agustina Saubidet


Gracias Alejo por la foto
http://www.flickr.com/photos/alesivori