viernes, mayo 30, 2008

Jugar cuando nada puede hacerse

No tuve una buena semana. Tampoco me resultaba fácil escribir sobre esto, porque no sé aun bien de qué se trata, ni de donde viene. Así tipeo un texto y luego juego con él, ¿cómo? modificando su sentido, al modificar su orden y resulta que mortifica menos y entonces hago un tercer texto, con algo de lo que sobró del texto orginal, no con todo, con algo. Siempre queda un resto sin ordenar, la marca del juego, aquello que lo habilita: el resto...no se puede todo, hay cosas que se pierden, que me hubiera gustado no perder, pero bué, "quién me quita lo jugado".

"Tengo miedo, decididamente tengo miedo de perder lo poco o lo mucho que pude haber construido, como si fuera fácil perderme, como si cualquier cosa pudiera sacarme de ese breve pedacito que es mi vida.

Eso es lo que yo llamo la angustia de la perdida, me pregunto si eso pasa cuando ya perdí o si es un temor a perder.

En cada palabra se insinúa una pérdida, se sugiere la asfixia y es como si me ahogara en mi propio silencio

Hay veces que pienso que es tan fácil escribir cuando tengo la sensación clara, casi como la de una foto en el momento de sacarla; en otros momentos no sé de que se trata esta sensación de agobio, no sé decir nada, más que dejar guiar a mis dedos, dictándome un sin fin de palabras sin sentido, como si creyera que este sin fin tiene un sentido y acabará siendo un texto, que no me guste bien del todo pero que pasado un tiempo reconozco como escrito por otro. y

No es fácil amar lo que uno hace, no es fácil saber lo que uno hace todo el tiempo, digo respiro a diario y no lo pienso, escribo a veces, como ahora y tampoco sé que estoy haciendo.

Sin embargo siento que es mejor esta confusión desmesurada. Al decirla así, sin sentido, cobrara pues un orden extraño. Como una puntuación.

Y el resto no sé, estaría bueno que se pierda"


Decididamente tengo miedo de perderlo.

Haber construido

¡cómo si fuera fácil lo mucho que pude!

Perderme, como si cualquier cosa pudiera

Eso es, hay veces que reconozco la sensación de agobio en mis dedos, como ahora,

ese breve pedacito que es mi vida en cada palabra.

Sacarme lo escrito por otro

Amar lo hace uno, y no es fácil, lo pienso

Tampoco estoy siendo un texto al decirlo

Saber que uno hace el tiempo

Escribir todo respiro como una puntuación, una foto

Si creyera en mi propio silencio,

esta confusión desmesurada, es mejor

El momento de decir: no sé. De eso se trata

Pasa.

Perdí un temor

y el resto ya no me ahogará más a diario

Dejar palabras sin fin…

Tengo miedo, poco. La angustia de la perdida. Me pregunto si cuando se insinúa una pérdida, se sugiere la asfixia. Y es.

Como es tan fácil cuando tengo; en otros momentos no sé que está; y nada… que “guiar a…” dictándome: “un -de”. Como que este sin fin tiene un sentido y acabará, pero pasado un tiempo, como no es fácil, digo a diario, no.

Escribo a veces, como ahora y sé que haciendo, siento, así sin sentido,

¿cobrará pues un orden extraño? No sé, estaría bueno que se pierda.

El resto (Gute Saubidet)

lunes, mayo 26, 2008

Gracias

Se trata de creer
Se trata de trascender
Se trata de ser

No tiene que ver conmigo más de lo que tiene que ver con vos, que leyendo estas líneas, aún en borrador, me sentís ahí con vos.
Y es que estoy cuando escribo... cuando te pienso.

Pero no nos mintamos, el resto del tiempo estoy en tiempo pasado.
Presente en una memoria.
Presente tal vez porque me es fácil creer que esa memoria puede ser más fuerte que esta versión más débil de mí misma con la que a menudo me encuentro, pero que he compartido con vos.
Aunque me cueste compartirla más de lo que me cuesta partir.

Y sin embargo aquí estoy, tratando...
de creer,
de trascender,
de ser, con vos...
de poder volver, de vez en cuando...

porque de otra forma estaría olvidando una parte de mí...
porque de otra forma me estaría olvidando de mí.

Te quiero, es mi regalo... es mío cuando te lo doy y mío porque lo tengo.

Gracias
por el regalo más preciado que una persona puede tener.

V.-

miércoles, mayo 21, 2008

simplemente un nombre

ALE SOLDANO

lunes, mayo 19, 2008

Recuerdo de la tumba de Cortazar


A los grandes amores muertos, a ningún lado puede llevárseles flores. Pero a Cortazar, sí. Él tiene nombre y está enterrado junto a su mujer en Paris y la gente le deja cartas y caracoles y caramelos y tickets de metro. Casi nadie le deja flores…

"Me acuerdo que llovía y ya no se veía nada en el cementerio de Paris, tampoco había nadie que te buscara más que yo -Jim Morrison suele ser un tanto más popular que vos y esto te debe caer bien-.
Finalmente logré hallarte y te dejé como todos, como todos los que íbamos a verte, mi ticket de metro y una carta, que claro, no creo que puedas leer a menudo -debe ser difícil salirse de una lápida tan pesada-.
El guarda del cementerio me dijo que cada tanto tiene que limpiar tu tumba porque siempre está la llenan de porquerías…¡Ay! si vivieras… seguro el guarda entendería que no son porquerías; que de noche los cronopios, cuando tienen insomnio, las toman prestadas y llenan sus casas con los que ellos llaman “nuevos adornos” que cuidadosamente colocan en la biblioteca, en el baño o en la mesa de luz y en época de crisis las venden en una feria americana baja el nombre de “recuerdos de la tumba de Cortazar” que las famas compran a elevados precios para regalárselas en Navidad a algún pariente o esperanza, cuyo nombre ni recuerdan".
Gute Saubidet

Gracias nuevamente a Natalia L, por haber ilustrado este posteo. http://www.flickr.com/photos/11245707@N03/