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martes, diciembre 01, 2009

Cartas de amor sin findes de lucro

Vamos, esto no tiene que ver con el amor, el amor llega mucho después. Con suerte – dijo Manuel la primera vez que se conocieron mientras apoyaba su mano derecha sobre el pecho izquierdo de Inés. Y tenía razón y ambos lo sabían ya de memoria (no por tener la misma edad, ni la misma cantidad de pelo; sino por leer casi los mismos libros y bailar las mismas canciones, cansados de los mismos cansancios). Ambos lo sabían; pero el secreto para volverse a ver era que ninguno de los dos lo dijera.

“Nunca en un primer encuentro hay que hablar de amor”, piensa Inés, el amor viene mucho después: es verlo dormir, escribirle una carta manuscrita y enviársela por correo argentino; es verlo enfermo y abrazar su fiebre hasta volverla sexo; es mirar su andar desprolijo y amarlo igual. Eso es el amor y mucho más también.

El amor no está nunca en el primer encuentro y aún cuando, en esas raras ocasiones, se atisba un asomo de amor, en general si eso pasa, ese amor nuevo, pequeñito se transforma enseguida en miedo viejo. Por eso ambos sabían que la primera vez, nunca se trata de amor y esto, aunque se sepa de memoria, nunca hay que decirlo.

Tiempo después hablé con Inés, le pregunté por Manuel, me dijo que no lo había vuelto a ver, y ahí entendí que hay veces que no es bueno saber demasiado algunas cosas, porque saberlas nos reafirma en la memoria agrandando el desencuentro y la lista de los porquenós. El saber de memoria, nunca nos eyecta hacia el futuro incierto de la rutina no inaugurada (y quizás esto tampoco quiebre el transcurso de la historia, digo, animarnos al futuro incierto; pero al menos, pienso, nos permite escribir la historia en los márgenes, donde todo es otra historia, donde parece haber menos miedos, o al menos eso creo, no sé).

Me quedó una duda, ¿qué hacía la mano derecha de Manuel en el pecho izquierdo de Inés? Rien d’amour. Rien de rien?

Gute


Bonus track del post Fernando Pessoa, Diálogo en el jardín del palacio - El Privilegio de los Caminos

“B. [el Hombre]
¿Valdrá la pena amar lo que podemos tener? Amar es querer y no tener. Amar es no tener. Lo que tenemos, lo tenemos, no lo amamos.
A. [la Mujer]
¡Y si nos amáramos a pesar de todo !
B. [el Hombre]
No, ahora, no se puede más. Nosotros descubrimos en un instante lo que la gente feliz no descubre en toda su vida, lo que la gente infeliz sólo descubre después de mucho tiempo. Descubrimos que somos dos, y que por eso no nos podemos amar ni tampoco imaginar que se ame.
A. [la Mujer]
¡Pero yo te amo tanto, tanto! Si decís eso, es porque no te podés imaginar cuánto te amo.
B. [el Hombre]
No, es porque yo sé cuánto no me podés amar... Escuchame. Nuestro error fue pensar en el amor. Sólo hubiéramos tenido que pensar al otro. Así nos hemos revelado, descubiertos de la ilusión para ver bien cómo éramos, y vimos que éramos apenas como una ilusión. Al fin, no somos nada más que Dos. Al fin, somos una epopeya eterna - el Hombre y la Mujer...
A. [la Mujer]
¡Oh, mi amor! ¡No pensemos más, no pensemos más! Amémonos sin pensar. ¡Maldito sea el pensamiento! Si no pensáramos, seríamos siempre felices... ¡El que ama no necesita saber que ama, ni pensar el amor, ni lo que es el amor!”

(cierro cita de Pessoa)

miércoles, octubre 14, 2009

Cómplices (secretos de lluvia)

Tengo una ventana puerta matemática.

Compuesta por 28 cuadrados centrales, enmarcados por 22 rectángulos, 3 cuadrados esquineros -más pequeños-, y el cuarto, picaporte.

Mi ventana puerta es matemática y geométrica, es como una pantalla que juega a recortar lo que se ve más allá, a dividir sus partes en cuadrantes, como si ningún objeto pudiera abarcarse en su totalidad.

Mi ventana puerta es matemática, geométrica y es sabia.

Ayer llovió torrencialmente y esta mañana, al despertarme, encontré que no había ni un rastro de lluvia en todo el ventanal, salvo por el rectángulo más próximo a la puerta, el que se apoya sobre la pared donde descansaban las llaves del patio.
Curiosa y sorprendentemente, ese único rectángulo de mi ventana, mar de fondo para mis llaves, estaba lleno, repleto de gotas.

Mi ventana puerta es matemática, geométrica, sabia y quiere salir al patio- pensé.

Hasta que presentí que tal vez había sido la lluvia,
testigo misterioso aunque no inocente de
abrazos de amantes y cuerpos entrelazados,

Cucharita.

Tal vez había sido la lluvia que, cansada de mirar por la ventana, quiso para sí una pizca de amor, una medida de hogar.


Abro la ventana puerta matemática, geométrica, sabia… aunque se moje, aunque sea demasiado tarde;

Más no sea para gritar con ansias que la lluvia de los amantes es bienvenida a mojar mi casa, que el piso se limpia con infinita más facilidad de la que se desborran los abrazos amados en su honor.


Leri.-

domingo, agosto 02, 2009

desde...hasta

Desde que estoy con él los días dejaron de tener números y las tardes pueden comenzar a las diez de la mañana. Las horas se inquietan, algunas duran segundos; otras, casi todo un día. Los hechos políticos más trascendentales se resumen a su presencia.

Sus yemas son como una lupa agrandando mi cuerpo hasta adquirir proporciones desmedidas; después me tapa con la colcha y espera a que me duerma.

Sus besos algunos son de barrio, otros de esquina, otros son besos bailarines. El que más me gusta es el beso de bienvenida, ese al que le sigue un abrazo y otro beso y otro abrazo bajo un te quiero tímido y un te extrañé con los ojos cerrados.

Desde que estoy con él los adjetivos son cortos y las noches muy largas. Los cigarrillos se consumen mucho más rápido. Los lugares que solemos visitar (nadie sabe por qué), son mucho más lindos. Los miedos se van superando despacio, casi sin darme cuenta. Me avergüenzo de quien soy cuando él no está y cuando lo tengo enfrente nada es vergonzante, ni su peor pecado, ni mi mayor pasado.

Desde que estoy con él, un color fucsia tengo pintado en mi dermis, casi nadie sospecha que tiene que ver con él y con el tiempo y con mi cuerpo y con sus besos y con plazas y las tardes.

lunes, julio 27, 2009

Mandíbulas (condición erótica) fragmento

"Hace poco, me di cuenta de que una de las cosas que más me atraen de los hombres son sus mandíbulas; y cuando digo mandíbulas, me refiero a aquellos rostros con mandíbulas marcadas, angulosas: rectangulares, agudas, obtusas y rectas (claro, cómo no iba a enamorarme de él si al principio fue tan recto, luego tan agudo y finalmente tan obtuso)
Pero "no es una mandíbula mi corazón" y esos ángulos, cuando uno los corta, pueden volverse dagas; y de eso también me di cuenta -aunque pensándolo bien, las dagas también pueden atravesar los recuerdos, hasta matarlos, como una foto instantánea-."



Agustina Saubidet (Gute)


Versión abreviada de un relato más extenso, editada para Bizoma



viernes, julio 03, 2009

Pasional: a cualquier cosa que uno ame


Cuando uno ama con ausencia de medida (que no es lo mismo que amar de manera desmesurada), cuando uno se entrega incondicionalmente y confía y se equivoca, el dolor también carece de medida…y es tan grande ese dolor que cabe compararlo con un dolor de muelas, una fractura expuesta, un dedo martillado; duele tanto como la paliza después del reto, del robo, del secuestro. En fin, un dolor con todas las letras. Uno quisiera golpear con fuerza la pared para derribarla; pero no hay pared a la cual confiar el golpe.

Este dolor que siento es algo así como todo eso junto, pero adentro…
“A lo incómodo se responde andando”, diría Enrico… ¿será hora de tomarme un respiro y de armar la valija? Tal vez sino la cierro de buenas, con un golpe bien dado, pueda cerrarla de malas y despacharla sin destino (digo, a la maleta).


Agustina Saubidet (Bourel)



PD: en el bolso de mano voy a llevar un libro (“los latidos del mundo”) que me regalaron cuatro singulares personas a las que he aprendido a apreciar y mucho, entre tantos otros muchos. Gracias Juliana, Ignacio, Matías y Juan Pablo, sus palabras son un gran consuelo y hacen que mi lugar no esté tan vacío, ni sea tan en vano. Bueno también gracias a María José, a Gonzalo, Nadia, Elba, Eduardo, Paula, Camila, Daniela 1, Daniela 2 y tres y cuatro y cinco y 3.33 que nunca da 10, pero casi.

viernes, febrero 20, 2009

Conversaciones con Enrico: con los años (Toma 2)


-Con los años a uno le cuesta más enamorarse- reflexiona Enrico con un exquisito acento italiano, mientras prepara un mate.

Me quedo pensando un buen rato.

-¿Sabés lo que pasa, Enrico? Con el tiempo a uno le cuesta más olvidar.


Enrico y Gute

martes, febrero 17, 2009

Olores


Quedó tu olor impregnado en el almohadón del living, no me había dado cuenta. Jamás imaginé que algunas cosas pudieran quedar. Tampoco uno puede aferrarse a un almohadón, pero tal vez esta noche, por ser la última, duerma abrazada a lo que alguna vez creí iba oler el resto de mis noches.

Cuando se murió mi abuela Mamidé, hace ya 16 años, me quedé con una cartera de ella, no porque fuera linda o me gustara, sino porque tenía su perfume. Cuando la extrañaba mucho, me bastaba abrir la cartera para sentirla de nuevo cerca. Al principio la olía todos los días y era inevitable no ponerme a llorar y abrazar fuerte la cartera, como una forma de no decir Adiós. Con el tiempo, lo hacía menos seguido; luego una vez al año; después solamente cuando ordenaba a fondo la parte de arriba del placard; hasta que un día me di cuenta de que su perfume no estaba más ahí, que ya no tenía nada que la trajera a mi lado, más que la millonada de recuerdos que estaban en mi cabeza; pero para ese entonces ya la cartera olía a mí.

No sé qué fue de esa cartera, creo que debe estar en la casa de mis viejos, en el mismo lugar donde la dejé la última vez. Tal vez con el almohadón sea más fácil y alcance con ponerlo a lavar en el lavarropas junto a todos los recuerdos que tengo de vos. Recuerdos que ya no te traen a mí, pero al menos van a ser recuerdos limpitos.


Agustina Saubidet


PD : Gracias Alejo por la foto. http://www.flickr.com/photos/alesivori/

domingo, febrero 08, 2009

El amor y las clases sociales


Puede que el amor burgués sea más romántico que otra cosa, pero me resisto a creer que al proletariado no le pase lo mismo…. Eso sí, conservas (como latas), de esos hay de toda clase.

Tal vez la única revolución posible sea esa, el amor: apropiarse de los medios de producción del amor, que nunca le pertenecen a una clase en particular, que se da así, de golpe, entre dos personas, sin tanta estrategia, sin tanta retórica, sin tanta palabra al pedo.

“¡Hasta la victoria SIEMPRE!”


Gute


PD: muy buen recital de Aristimuño y Me darás mil hijos...y ¡qué linda estaba la Costanera Sur ayer!

viernes, enero 30, 2009

Síntomas del enamoramiento

Sonrisa eterna las 24 horas del días.

El sol brilla más de lo habitual.

Te hace hacer chiquilinadas.

Fomenta el arte y la creatividad en todos sus formatos

Clásico: mariposas en la panza, y/o puntadas en el bajo vientre.

Te hace llorar, te hace reír, te conmueve, llega y lo cambia todo.

Te hace chequear 30 veces la casilla de mail y ver si el teléfono tiene tono o ver el identificador de llamadas.

Te cura las alergias y la piel en general.

Te sentís mareada.

Te hace despertar más temprano, o en el medio de la noche o acostarte a cualquier hora de la madrugada.

Te dan ganas de cocinar.

Te vuelve contemplativ@ y/o ansios@.

Te hace limpiar la casa con ganas.

Te hace caminar liviano.

Te hace decir esas palabras cursis que siempre odiaste: lind@, bonit@.

Te hace conocer lugares de la ciudad que antes ignorabas.

Adelgaza.

Te hace cambiar de shampoo o en su defecto de crema humectante.

Te hace caminar más erguid@.

Te hace brillar (a veces sólo los ojos, pero en general abarca todo el cuerpo).

Te dan ganas de contarlo, de escribirlo, de pensarlo, de soñarlo.

Te hace atrapar el tiempo con una mano.

Te hace caminar por el medio de la calle sin que te importe perder la vida.

Hace parecer tu vida más interesante.

Te hace recordar el pasado con la misma liviandad con la que caminás

Te reís de cualquier cosa.

Todo lo que hace el otro es perfecto y los otros imperfectos dejan de importarte.

Te hace olvidar las prioridades impostergables.

Te hace viajar lejos.

Te hace arriesgarte aún para decir te quiero.

Te dan ganas de hacer esas cosas que siempre quisiste hacer y nunca hiciste.

Te hace abrazar momentos perfectos.

Te hace hacer locuras sanas.

Te hace hablar con la mirada.

Te hace sentir que las palabras se quedan cortas.

Te hace bailar con las manos o en su defecto con los pies.

Te hace encontrar la belleza en esas imperfecciones que l@ vuelven únic@

Te hace percibir detalles que en otro contexto nunca percibirías.

Te hace volver a tener ganas de besar con ganas.

Te hace creer en las señales y/o te hace crear señales.

Te hace rever tu discografía e incorporar nuevos temas.

Te hace reír cada vez que querés evocar un síntoma sobre el enamoramiento.

Señor/a esto es más barato que un spa. Anímese y enamórese, porque el amor “te hace”

Gute y Lerinha

lunes, enero 26, 2009

Impalpable, como el azucar (fragmentos novela)

Capítulo: EL lago

Te escribo porque es más fácil que mirarte o que tocarte, porque si te toco siento que ya no sos vos, que algo de mí te está cambiando, y no quiero, hasta cuando te miro siento que te volvés otra y entonces, ya dudo…pongo distancia, como cuando me enojo; pero esta vez me enojo conmigo mismo por no poder dejar de mirarte, ni de tocarte.
Te escribo que es casi como apreciar tu respiración entrecortada, detenerme a escucharla, contar cada pausa donde cada exhalación tuya se vuelve oxígeno para mis magros pulmones llenos de nicotina; pero entonces me doy cuenta de que se vuelve inútil tener algo entre las manos que no seas vos.
Te observo pálidamente para pasar desapercibido, para que no sientas que te miro y te palpo con mis ojos azules, mientras tus ojos negros descansan detrás de tus párpados.
Me hace bien mirarte, me hace bien escribirte…es como cuando nos reímos, cuando cruzamos miradas, cuando soñamos despiertos como aquella tarde en el cuarto del motel y jugamos con las formas de nuestros cuerpos en el espejo y creemos que estamos en Japón y que detrás de esa fuente de porcelana, asquerosamente decorada, imaginamos que aparece un superhéroe que nos resguarda; pero en realidad estamos en un lúgubre cuarto de hotel, y tenemos sólo unas horas y el parket no se puede sacar para romper esa fuente tan fea, porque esa ni siquiera es mi casa…
Hay veces que me pregunto si esta imaginación que nos invade por las tardes tiene el precio tan alto del equívoco; el peso de saber que estamos construyendo recuerdos que deben ser perfectos; o al menos debemos aprender a reírnos de sus imperfecciones…me pregunto si cuando “me mirás- mirarte” estás sabiendo todo esto, ojalá que no, porque entonces ya no sería a vos a quien estaría mirando…porque serías otra y no quiero que seas otra.
Me pregunto si realmente creés en mi burla constante; si detrás de eso no intuís nada de mi ausencia cuando se aleja de vos; si creés que realmente estoy ahí al lado, burlándome de todo, ocultándote el enojo; esa risotada sarcástica que ejerzo sobre mi mismo, no sobre vos, porque tengo varios años más que vos, y es la única solución que encontré frente a todo esto; porque al fin y al cabo, me parece bien que todavía creas que las cosas siempre son auténticas, que sólo son lo que muestran.
Me acuerdo de tu carita y me imagino tu mirada no entendiendo nada de todo esto; y me parece injusto estar generándote esa mirada, aunque sea así en mi imaginación, porque sé que hago mal en decirte estas cosas; estaría mal anticiparte un fracaso probable que no te pertenece; el fracaso de los años que vienen, porque no te tiene porque ir mal a vos, soy yo el que no puede mirar más allá de nada…
Por eso te escribo, porque no puedo mirarte, no ahora, ahora me da vergüenza y bronca haber creído una vez más en un superhéroe; me da vergüenza y bronca haber creído en tu cuerpo, en esa breve y eterna resurrección que le brindaste a mis labios secos y cansados de besar peceras sin agua…
Lo bueno de todo esto es que solamente vos sabés a quien le escribo, a vos, a quien desde la ausencia nombro sin tocarte ni mirarte, porque no quiero que te vuelvas otra, porque no quiero dejar de creer, aunque sea en un instante, que aquella tarde de jueves fue realmente a vos a quien vi, más allá de mí.

Agustina Saubidet

sábado, enero 24, 2009

Looking for corny in my life (IRIS sic, The Holiday)


Toronjo,
Lindo
Hermoso
Bonito
Toronjón
Maravilloso
- Vos
- Maravillosa tú

Estuve toda la tarde tratando de encontrar mi manera de nombrarte

Distraída por tus besos
Fusionada en tu mirada
Sólo pude reproducir las palabras más cursis.



* * *

Me dejo sorprender ante la Muerte de una vida huyendo de lugares comunes, en un instante de esos que duran millones (en verdad uno quisiera que duren más que millones, pues siempre resultan demasiado cortos e inmensurables a la vez). Tiembla todo vestigio de lógica. Se vuelve posible ser una más y la única. Él te vuelve única.
De día caminando, en el trabajo en el taxi en un café, sigues fundida en un abrazo que se te queda debajo de la piel para estremecerte nuevamente en cada recordarlo. Tu cara tus ojos tu sonrisa tu boca tu cuerpo, todo se envuelve de su presencia… Y brilla de él.

Leri.-



PD: Tal vez tengas razón Gute, "el amor nos vuelve cursis". Tal vez se trate sólo de una fase o materialización posible, y, como una margarita que se deshoja, uno accediera luego a la esencia misma de la belleza... ¿Qué podría estar más cerca que el corazón de una margarita?


viernes, enero 23, 2009

El hombre sol (octubre 2005)


Hoy quiero contarles la historia de un hombre, el hombre que tenía el sol en el brazo.

Sé que puede parecerles increíble pero hay ciertos hombres que en vez de autos tienen soles (claro que así como hay diferentes autos, hay diferentes soles).

El sol que tenía este hombre en su brazo izquierdo era raro. No se mojaba tan fácilmente como la gente supone: uno podía tirarle agua, como quien baña a un niño en una bañadera o se mete en el mar y el sol ni se mosqueaba. Siempre estaba ahí sin ninguna nube cerca.

Era tan fuerte este sol que tenía que salir por su piel y la textura de su dermis no podía ser indiferente.

Este hombre había nacido con este sol en su brazo izquierdo como quien nace con el pan bajo el brazo.

No sé si ustedes han tenido la suerte de conocer hombres soles, yo solo conocí a uno. Lo único que puedo decirles es que vale la pena dormir con ellos, porque de noche los soles salen del brazo y se quedan ahí, silenciosos en un rinconcito del cuarto, iluminándolo todo.


Este sol tenía la particularidad de atrapar el tiempo y dejar que, al mismo tiempo, lo atrapen con un dedo. Pero había un pacto entre el sol y él, pacto que hasta el día de hoy desconozco, porque los soles son tan discretos que de esto, no dicen palabra.


Hoy, hace dos días que no sale el sol en Buenos Aires.


Agustina Saubidet


PD: Gracias Belen Bavio y Mariano Mastrodomenico por la foto y por esa tarde maravillosa de relatos, encuentros y más fotos.

jueves, enero 08, 2009

Una red para que saltes (hoy por ti)


De niña solía perder el equilibrio y caer. Sus piernas diminutas albergaban las marcas de cada golpe. A ella le gustaba pensar que esas marcas eran porciones de vida, como las líneas que veía formarse en los ojos de su mamá cada vez que reía. Como pequeños arco iris que habitaban su piel luego de una lluvia tempestuosa.

-Reíte mami! Quiero ver tus arrugas –demandaba insistente. Pero el rostro de su madre cobraba un aspecto lúgubre y áspero; y todo lo que obtenía era una mirada desdeñosa que la entristecía profundamente.

Un día dejó de demandar, mucho antes de entender que esa rigidez, que esa angustia, poco tenían que ver con ella y con su dificultad de caminar.

Para ese entonces, cansada de caerse, ya se había comprado un bonito bastón, colmado de espejos y de piedras preciosas, que utilizaba cuando sentía que sus piernas se aflojaban. Eso no ocurría siempre, ciertamente no cuando bailaba, cuando escribía, cuando reía desde el fondo de su ser, ciertamente no cuando estaba con él; ahí sus piernas se aflojaban pero no era lo mismo, ya no buscaba equilibrio, buscaba enredarse en su piel y desaparecer para siempre en ese revoloteo de manos y almohadas y sábanas y olores que no se iban.

Y sí, eventualmente, pasó lo que tenía que pasarle (porque siempre estas cosas le pasaban a ella). Se dio cuenta que desde allí arriba las caídas dolían más.

Y cada vez le pesaba más caer.
Llegó a pesarle tanto que en un momento dejó de concebir la vida sin su bastón (el cansancio hacía que pierda el equilibrio… y ella estaba agotada).
Dejó de bailar también, porque, después de todo, ¿a quién no le incomoda bailar con un bastón?
Había olvidado que cuando bailaba no lo necesitaba.
Había olvidado que una vez había adorado esas marcas de arco iris sobre su piel.

* * *

Si pudieras verte, tan bella, tan llena de colores como yo te veo.

Cierro mis ojos y tiendo la red.
Para que saltes,
para que rías,
para que llores,
para que bailes,
para que escribas,
para que caigas de nuevo…

Porque caer es tan cierto como la vida y la muerte.
Nosotros, en cambio, somos mucho más que eso.



Tus amigos ególatras &
Lerinha (encarnando a “Tus amigos ególatras”).

martes, enero 06, 2009

El eterno resplandor de una mente sin recuerdos posteo aparte

No recuerdo haber visto una película que representara tan bien la esencia del amor, y eso para no ser platónica, es demasiado decir, como decir que encontré una película de Carrey que me gusta como actúa.
Concluyo al verla que sí, es verdad, hay amores de esos “fugaces amores eternos” que no pueden ni olvidarse ni recordarse, como si el sentimiento los atravesara y rompiera al tiempo en mil pedazos.
Muchas veces uno se empecina en recordarlos con lujo de detalles para no olvidarse nada, como creyendo que de esos pedazos al juntarlos se trata la felicidad, pero el recuerdo los convoca, no los revive jamás y si al recordar uno ingenuamente cree revivir, automáticamente algo nos hace volver a la realidad, que aleja al recuerdo y lo mata; una y otra vez lo mata. Olvidar para Nietzsche es símbolo de sanidad, de vida, de afirmación de la vida...¿por qué? El niño, superhombre, él, el otro hombre, el infante, va al encuentro de las cosas sin memoria, sin impresiones previas, sin prejuicios, sin marcas, sin recuerdos, para crear en ese constante primer encuentro con las cosas de la vida, nuevos valores no preexistentes. Sin embargo, por más que uno recuerde cómo fue esa vez que por primera vez uno vio el mar, o sintió el amor, o degustó una mandarina, para el caso es lo mismo, de esos pocos momentos únicos de la vida, jamás el recuerdo se vacía de esa primera impresión, porque es la primera y nunca lo que vino después se parece. Jamás ver por segunda vez el mar, es lo mismo que la primera. Entonces vale la pena vivir el primer encuentro con el mar y saber que nada de que lo se vivió antes podría entenderlo, atraparlo. A fin de cuentas, no importa ignorar cuando uno no sabe nada.
Cuando uno se enamora, y uno no se enamora de una persona, porque sería como pensar que uno se enamora del agua salada, y no, uno se enamora de la inmensidad del mar, de lo inconmensurable, de lo que no posee referente, de lo que uno no esperaba que pasara, simplemente porque antes no había tenido existencia...uno no se enamora de la persona, se enamora de lo que descubrió con esa persona, de lo que creó con esa persona...mandarina, amo esa fruta, sus gajos, su olor penetrante, su color sin colorantes, mandarina...no recuerdo la primera vez que la degusté, lo que sí recuerdo en cada invierno es qué rico sabor tiene, amo esta fruta, casi tanto como a vos.

Trepemos alto como construyendo un precipicio, no tengas miedo de la altura, si caemos, la caída también será nuestra. No te distraigas con torpezas ajenas, si ellos caen fue porque dejaron de creer.
No me mires enojado, no me mires pensando que estoy loca, esta locura es nuestra también y no del pasado...


Pucha, como desearía no imaginarte, tenerte acá a mi lado y no hablar como si estuviera loca.
¿A dónde fue lo que tuvimos? Sería triste que ninguno de los dos sepamos la respuesta, ¿por que razón dejamos de buscarlo?, ¿por que puta razón lo perdimos?
Escribirte no es tenerte, eso está claro. Escribirte, es un hecho.

Agustina Saubidet

jueves, diciembre 25, 2008

Retrospectivamente hablando: antes del miedo a los ascensores


Antes de mis días fatales, tuve días de dicha. Días en que dormir era molesto porque cortaba la felicidad y podía entonces dormir menos, comer poco, escribir mucho, besarte todavía más.
Trabajar era un trámite rápido, lo importante era salir corriendo para estar con vos y vivir momentos eternos, etéreos, quedarnos hasta las tres de la mañana haciéndonos cosquillas, durmiendo en el living tirados en un colchón.
Nuestro amor no era convencional o al menos eso creía yo, encontraba, a pesar de tu burla, poesía en cualquier parte de buenos aires. El enojo por tus promesas no cumplidas se me pasaba rápido; volvía a creer en vos con la misma rapidez con que hoy preparo un lavado de ropa. Escribía sobre el amor con la misma facilidad que antes escribía sobre la tristeza, salvo que cuando uno está enamorado dice cosas cursis, y no importa, porque lo importante es escribir; escribir sobre ese amor y no sobre el amor; una necesidad de escribir su diferencia con el resto de los amores: su singularidad.
En cambio cuando uno está triste escribe cosas tristes con una profundidad y una realidad que el enamoramiento no tiene: con una crueldad que se impone presta a describirse con dictámenes aún más crueles.
Existe entonces eso que yo llamo estados totales: uno es el amor; el otro es la desesperación de saberse atrapado en la tristeza.
El amor como toda ficción vuelve bello en su esencia hasta la birome que no funciona. La tristeza, en cambio, ignora a la birome y la usa simplemente de metáfora para describir eso indescriptible que se siente con la exacta nitidez con que antes, cuando estábamos enamorados, descubríamos el mundo.
Un texto saca otro texto pero no te llenes de borradores, dice el dicho
Cuántas veces he escrito desde estos lugares y ahora corrida de ambos, me encuentro perdida entre grises.
En los momentos de mayor enamoramiento mi amigo Alejo me decía que ahora iba a escribir distinto, que mis textos iban a ser distintos, porque el amor cambia todo y uno se atreve a escribir cosas así:

“Te miré con deseo, hallándome cubierta de narrativas”

Lo de las narrativas me gusta, lo del deseo, mmm está de más (desde la postura gris, lo digo) eso está de más. Me gustaría sacarlo porque es cursi, es falso, es pobre

“Mi cultura inmensa, mi cuerpo, mi luna
Llorar de espanto y de tu ausencia”


Así seguía el texto y esto sí, me gusta más…la palabra ausencia se justifica más que la palabra deseo, quizás porque la ausencia tiene una razón, justifica un texto. En cambio el deseo, el deseo es otra cosa, el deseo no escribe, el deseo pasa, transforma la vida, y se diluye (con suerte nos habita, si lo dejamos).
La ausencia se queda y se inscribe en mí, se detiene a pasar largas horas y me mira. “A fin de cuentas -me dice la ausencia- ellos se van siempre y yo soy la única que me quedo a hacerte cosquillas.”

Agustina Saubidet
Foto Gonza Saenz

miércoles, noviembre 12, 2008

(la ambigüedad de quien extraña (o se).

Hay formatos para el amor, casi tantos como para el olvido.
La locura es buena -te dije- siempre y cuando uno sepa que el secreto es salir a tiempo.
Extraño que ya no estés, casi tanto como pensar que antes nunca estuviste.
Gute Saubidet

sábado, noviembre 08, 2008

Ellos

-Nadie dijo que sería fácil- repetía para sí mientras observaba la imagen distorsionada de quien podría ser.

Ella.
Su deseo por esa mujer había estado siempre por encima de todo lo demás. Comprenderlo ahora era como enfrentarse de lleno al motivo por el que se había empeñado en no alcanzarla.

Uno no puede solo.
Es un hecho. Maltrecho el camino de la soledad, siempre duelen los pies tarde o temprano. Sin apoyo no es divertido. No es tan bueno si no es compartido, en algún momento. Nadie dijo que sería fácil.

Él.
Se creyó que podía volar. Y su caída fue estrepitosa aunque no se elevó casi nada del suelo. Mirando en donde no, estando en donde no pertenecía, la verdadera vida pasó ante sus ojos. Lecciones, experiencia. Así es vivir. No es bueno aferrarse a anclas para no ahogarse. Es bueno tomar las experiencias para seguir adelante. Decisiones, nada está garantizado, el que no arriesga no gana. Así es la vida.


Leri/Mauri.-

viernes, octubre 24, 2008

Ficciones Fijaciones- Fi

No sé cuántos problemas te trajo esto a vos. A mí me trajo varios enredos cerebrales, varios cuelgues, varias fantasías, varios odios, varios arrepentimientos, varios desbordes, pero sobre todo varios odios. Sería más fácil odiarme a mí misma, cerraría el círculo, pero como no puedo autoodiarme, te odio a vos, de varias maneras, o de todas.
Anoche mientras miraba las fotos, sentí que era uno de esos días decididamente problemáticos, esos de mate en la mesa ratona, sentada en el sillón, jugando con los almohadones, el control remoto (siempre con poca pila), jugando con las cartas, sin encontrar nunca las pantuflas, ensuciando las medias blancas sin que importe (nunca me importó, pero ayer menos que nunca); evitando ordenar la casa. No puedo ordenar mi casa los fines de semana, los fines de semana están hechos para otra cosa. Hace un tiempo, o rato, no sé me enredé, en otro tiempo los fines de semana estaban hechos para besarte y hoy, domingo, ya no sé. Tal vez alcance con escribirte.
Me llamó Fer, dice que acaba de terminar el presupuesto para el año que viene, que está cansado, que por suerte todo terminó. También lo nuestro terminó, pero Fer no lo sabe.
Me escribe Vale, me dice que está con alergia, que los árboles de Chile largan no sé que cosa que le hace mal, que no tiene obra social todavía, que no sabe qué hacer con la alergia; que Chile le gusta, a veces más a veces menos, que esta semana menos con el tema de las alergias y lo de la obra social (que la tiene enojada); pero que cuando pasea le encanta (no sé si la alergia, no sé si Chile, no sé si preguntarle). Me dice:

“igual no es dónde estés... vos sabés.... yo tengo que resolver algunas cosas...
creo que cuando las tenga resueltas cualquier lugar donde esté me va a parecer divine, y también estaré lista para partir
lo haga o no...”

Vale no sabe que estoy escribiendo, menos que la transcribo. Intuye creo que la extraño, pero no se lo digo mucho. Ella lo sabe, no sé si vos.

Agustina Saubidet (Gute)

miércoles, octubre 08, 2008

Les Amours


-Hay amores que no valen la pena
-Y ¿cómo te das cuesta?
-Cuando ya no están.
-Y ¿cuándo dejan de estar?
-Cuando ya no duelen



PD: por favor, llevame conmigo

Gute Saubidet

miércoles, octubre 01, 2008

2004 por esas cosas que uno eligió, alguna vez, que no es esta

Me emocionó su poesía, acto sensible, porque heroico, porque escrito, porque enviado, porque mail, porque enter, porque sangunche de milanesa, porque traza, porque cerveza, porque tal vez, porque quizas, porque LaMagadelHoracio, porque junto, porque separado, porque tibio, porque errante, porque no sé, porque me importa, porque excusa, porque ex-cura, porque cura, porque la fierro, porque la orquesta, porque café, porque cuatro pesos, porque bondi, porque 26, porque 31, porque 27, porque no 29, porque patria, porque resonancia, porque un armano de tabaco, porque desarmado de protocolos, porque pesca, porque muere, porque renace, porque duda, porque sentencia, porque despierta, porque rechina, porque piensa, porque vive, porque sufre, porque sonríe, porque tiembla, porque extranjero, porque interpela, porque lo nombra sin nombre, porque lo ofrece cual carnada, porque pica, porque alergia, por sí, porque no, porque ME EMOCIONÓ...porque enter. Agustina Saubidet