miércoles, julio 29, 2009

Intimas Verdades 4: mi diente manchado

Nací con un diente manchado, o mejor dicho, cuando nacieron mis dientes definitivos, sobre la paleta derecha o izquierda, (no sé bien cuál, porque no me veo y en el espejo todo es al revés) apareció una mancha. El dentista me dijo que podía ser falta de calcio al momento de su nacimiento. Yo no sé muy bien la causa, sólo sé que tengo un diente manchado.
Nunca me había molestado tenerlo hasta que un día, mi sobrina mayor, cuando era chiquita (hoy tiene 15), me dijo: ¿qué tenés en el diente? Mi cuñado le dijo que esas cosas no se preguntaban (calculo que como no se le pregunta a un manco por la ausencia de su mano o a un torturador por su ausencia de sensibilidad). Ahí me di cuenta que la mancha de mi diente se había vuelto un defecto (aunque depende para quién).
Hay quien nunca han hablado de mi diente; hay quien se ha enamorado de mi diente manchado; hay quien ha dicho que en mi diente contengo un pedacito de marfil (de todas las opciones ésta es la que más me gusta); claro, hay también a quien, en un primer momento, le molestaba mi diente manchado y cuando ya no pudo verlo más, comenzó a extrañarlo.
Cuando aparecieron las cámaras digitales, gracias a su gran nitidez de colores y la inmediatez captadora de momentos, mi diente manchado pasó a ser siempre el centro de la escena (aunque fuera una foto grupal). A partir de ahí, mi diente manchado comenzó a tornarse insoportable: casi no tengo fotos mías y en las pocas que tengo, rara vez sonrío. No me gusta mi diente manchado, por eso lo oculto, porque uno oculta lo que no le gusta, como mi diente.
Hace unos años fui al dentista, dispuesta a sacarme mi mancha. Cuando me explicó todo el proceso para sacarlo me dio mucha tristeza. ¿Qué sería de mi boca sin el diente manchado? He convivido con esa mancha desde los 6 años; es ya casi como un lunar, como algo que siento demasiado propio como para limarlo y olvidarme.
Hay veces que me gustaría que todas las cosas que me causan dolor fueran a parar al diente manchado; que en esa cajita de marfil se encerraran todas mis tristezas…entonces, me resultaría mucho más fácil vivir, porque ya he aprendido a convivir con mi diente manchado y no tan bien aun, con mis grandes dolores.

Gute y su diente manchado


lunes, julio 27, 2009

Mandíbulas (condición erótica) fragmento

"Hace poco, me di cuenta de que una de las cosas que más me atraen de los hombres son sus mandíbulas; y cuando digo mandíbulas, me refiero a aquellos rostros con mandíbulas marcadas, angulosas: rectangulares, agudas, obtusas y rectas (claro, cómo no iba a enamorarme de él si al principio fue tan recto, luego tan agudo y finalmente tan obtuso)
Pero "no es una mandíbula mi corazón" y esos ángulos, cuando uno los corta, pueden volverse dagas; y de eso también me di cuenta -aunque pensándolo bien, las dagas también pueden atravesar los recuerdos, hasta matarlos, como una foto instantánea-."



Agustina Saubidet (Gute)


Versión abreviada de un relato más extenso, editada para Bizoma



Cuando (poema de Alfredo Avelin)

Casi como una resonancia automática llegó el viernes a mis manos un señalador que me prestó mi amigo el Gato de Quilmes que contenía esta poesía que se llama "Cuando..." (resonancias, Mauri, Leri..la dignidad lo es todo o casi....)

Cuando
te golpeen con fuerza de injusticia
y furor de intolerancia

Cuando
te aprieten el alma
con la cuerda de la injuria

Cuando
te hieran el corazón
con la maldad de la soberbia

Cuando
sientas el mundo de la arrogancia
sobre tus espaldas de hombre bueno

Recién
Recién entonces
Saca el escudo gigante de tu dignidad
y arrollarás con:
la injusticia
la intolerancia
la injuria
la traición
y la arrogancia

Habrá triunfado la grandeza de tu humildad y
la cuna fecunda que
alimentó la dignidad de tu vida

Alfredo Avelin

Te quiero Mauri, mucho. ¡Qué lindo puente tendiste Lerinha!
A la distancia,
Gute

sábado, julio 25, 2009

La vocecita de Pepe Grillo (by Mauri)

Niños no jueguen con fuego si les da miedo el ardor. No se vale escribir cosas lindas, poemas y pensamientos, si no acompañan las palabras con acciones. No olviden a los fariseos. Tampoco crean que algo es para siempre, porque siempre y nunca son conceptos que nos sobrepasan. No apuesten contra el tiempo, porque el tiempo siempre gana. No crean que porque se les rompe el corazón ya no pueden vivir, ni crean que una sola persona puede ser el centro del universo. No prolonguen las tristezas más allá del momento de reconstrucción. La tristeza perpetua es un desperdicio de vida. Todo momento es buen momento para recomenzar. No es correcto rogar. Esfuércense hasta los límites que impone la dignidad, ir más allá no es lindo. Nadie que consideren especial les debe resultar nocivo. Y si les bofetean una mejilla, lo mejor es ignorar, tomar las maletas e irse, total... el mundo está lleno de gente.


Mauricio
http://mobtomas.wordpress.com/




Leri says: Una cita que encontré de gran valor, independientemente del profundo afecto que el escritor me merece.
Igual suena a esas cosas que uno se dice a sí mismo (sobre todo en estado de enojo), pero que siempre es más fácil decir que llevar a cabo, ¿cierto?

jueves, julio 23, 2009

Preguntas que inauguran la retórica


Dónde hay oxigeno puro

inyectable
que alivie todo eso que no alcanzo a limpiar con una escoba
Dónde está el centro de este laberinto
atómico (lleno de partículas de vos)
que no conducen a ningún lado
Dónde está el nudo de la garganta
ese que las palabras no liberan
y donde la alegría quedó detenida
Dónde está ese estribillo
encantado
que inauguraba la palabra salida sin un cartel de emergencia
¿dónde estoy yo?
¿dónde me dejé?
cómo hago para pedirte que me ayudes a encontrarme
si mi voz ya no tiene fuerza
ni para emitir silencios


Agustina Saubidet

PD inmanente: re editadam Cristo me acaba de contar sobre una frase que leyó en un bañó en Moró, la frase decía lo siguiente: "en el amor verdadero, no hay corazones rotos" (por suerte todo es una ficción)

miércoles, julio 22, 2009

Fanatismos, héroes e ídolos (puras máscaras de carnaval)

Odio los fanatismos (bah la idealización “al cuete” que le dicen) Bueno, tampoco la ODIO, me causa más bien molestia. Los podios también me molestan, porque son altos y me duele el cuello después (el fanatismo te hace doler el cuello). El fanatismo también, te reseca las manos cuando uno ya aplaude por costumbre, y se pasa el día entero aplaudiendo las giladas ajenas de aquellos que hemos olvidado, son personas comunes y corrientes o hechos poco trascendentales.

Los ídolos con los años se vuelven de pacotilla, de cotillón, de carnaval carioca y uno ya ni sabe por qué anda haciendo el trencito, bailando con sombreros raros y maracas con formas de fruta que después de la fiesta uno no sabe dónde meterlas y termina tirándolas en alguna mudanza dentro de una bolsa de consorcio, junto con alguna carta vieja de la primaria que ni recuerda al remitente (o mejor dicho lo que es hoy el remitente y su destinatario, uno).

Los héroes, también, son medio complicados, sobre todo cuando caen. La relación con el héroe es siempre unidireccional: es uno el que soporta al héroe, es uno el que juzga su acto como heroico (y en realidad puede tratarse de una idiotez) y sin uno, el héroe no existe (bueno, no es tan así, siempre hay otros dispuestos a “soportarlo”).

Uno termina sabiendo más de la vida del héroe que de la propia. Se fascina leyendo su biografía autorizada -porque ni admitimos la des autorizada- o escuchando sus grandes hazañas pasadas (en el mejor de los casos, presentes). Pero al héroe no le importa la vida de sus “supporteurs” (hinchas), le importa un rábano lo que le pasa a aquel hincha que lo soporta, sólo le importa la mirada del otro puesta en él (a eso se resume cualquier acto del héroe, puro acto narcisista que sin el aplauso no vale ni para tomarse un bondi).

¡Ah! pero cuando el héroe cae, uno prefiere verlos medio de lejos, hasta te producen vergüenza ajena (en algunos casos hasta asco, lo confieso). Uno se muerde los labios y dicen, “ya no, éste no es mi héroe”.

Cuando un héroe se cae, se cae todo.

Por eso prefiero a los amigos saltando en una cama elástica de circo, todos juntos saltando, bajando, chocando; siempre a diferentes alturas, siempre en diferentes direcciones.

Ojo que esto, no va por los amigos (principio de la negación freudiana)


Agustina Saubidet


PD inmanente: son las cinco de la mañana, me desperté, parece que ya no quiero vivir más el sueño de otros y digan lo que digan me encanta tener un millón de amigos esparcidos por el mundo. Son como miguitas de pan que me permiten encontrar el camino para volver a casa, cuando me pierdo (eso sí, nunca me pegan fuerte ni me dicen Roberto Carlos).

Me voy a comprar puchos. ¡Qué frío que hace en Buenos Aires! (Musicalización Buika New afro spanish generation)

martes, julio 21, 2009

El dolor y los límites del entendimiento

Las reiteraciones son como la base de una canción cuyos rasgos podemos reencontrar en todas las melodías de un mismo género.
(Trip hop. Funky, House, Drum & Bass...).

Ante la repetición de mi problema, traté de estudiar la más completa biblioteca de reiteraciones, la más exhaustiva tipificación de géneros, en la búsqueda de un consuelo.
Pero no.
Que las reiteraciones se compartan no hace que duelan menos.

Y entender el dolor no sirve para un carajo...
al menos no mientras duele.



Leri.-

lunes, julio 20, 2009

A mis amigos del alma (y a Ud., mi cozomática, especialmente)




Imagino su amistad como la belleza indescriptible que emana, cual ópera silenciosa, del atardecer,
(tan inexplicable como sencilla al entendimiento).

Leri.-

sábado, julio 18, 2009

Mal Truco

"sobre todo cuando en una partida uno corta y el otro da de abajo y al final decide irse al mazo, sin hacer ninguna seña al compañero..."


Gute Saubidet

jueves, julio 16, 2009

A veces: 5 minutos

A veces 5 minutos son 5 minutos y por mucho que uno quisiera extenderse sobre ello, no habría mucho que elaborar a partir del paso de tan breve lapso de tiempo.
Pero ese día no. Para él, 5 minutos significaron perderse el último ómnibus, 5 minutos fueron más una hora y 30 cuadras que lo habitual, agregados a un trayecto no demasiado amable, en un día ya agotador...

Y sin embargo,
feliz hora y 30 minutos,
feliz trayecto,
feliz no lugar donde albergar los tiritones de ese beso que coronara sus 5 minutos de más.


Leri.-

martes, julio 14, 2009

A veces: Entretiempos (el tiempo no planeado sera deseado?)

A veces se levantaba generoso y jugaba a regalarnos entretiempos. Entonces y sin previo aviso, osaba dejarnos tecnológicamente incomunicados, cortar la luz, la señal telefónica (preferentemente en pleno día del amigo), o cualquier otro medio, canal o herramienta tecnológica sin la cual sintiéramos que no podíamos continuar con nuestro día conforme a lo planeado. A veces el juego era más simple, y se remitía a una demora en una cola, sala de espera, línea de tren o bondi, o en un banco. A una cita cancelada demasiado tarde, a un vuelo demorado en alguna tierra más o menos lejana.

Frecuentemente acababa por sentirse desilusionado, cual maestro ciruela, de lo que pasaba cuando realizaba su ofrenda de entretiempos.

Con la mirada perdida en el horizonte, confiesa haberse encontrado con muy pocos que sintieran su ofrenda como una bendición, un espacio para ser ellos mismos fuera del sentido del tiempo oficial y establecido, una oportunidad para entender que el tiempo es relativo y que a veces, todo puede esperar.
-“La pregunta es si estos pocos justifican la insistencia en un juego que parece sólo entretener al que lo alimenta” –afirma, al tiempo que se cuestiona a cuántos hombres les gustará jugar entretiempos.



Leri.-

Sin WI-FI

lunes, julio 13, 2009

Tourner la page (et perdre)

Algo quedó atrás, algo informulable, que no sé con exactitud de qué se trata, algo de política, algo de un sueño, algo de frío, algo que ya no vuelve.

Algo como un padre, como una lista de supermercado, como una botella vacía con nicotina adentro, como un caracol vacío. algo que ya no sirve, algo que no hacía bien, algo que de todas maneras por más que insistiera ya no iba a volver, un aro, un mal trago…, …algo quedó atrás no sé con exactitud qué.


Gute

miércoles, julio 08, 2009

Bajo la copa de vino… a Javier Guillermo Romero un gran escritor

El bar ya estaba enmudecido de aplausos. Ahora disfruta el placer de tocar sólo para él, sin desear más manos que las suyas sobre esas teclas amarillas y negras. Tenue atmósfera de jazz impregnada de perfume de parejas, de noche de amigos, de testigos de silencios, cómplices, como los vasos vacíos que de a poco se van limpiando sobre el mostrador de la barra hasta que el barman elija cual será el próximo afortunado: “¿por dónde empezar?”
- “¡Tócala de nuevo Sam!”- grita desde el mostrador el barman con su sonrisita de “côté”, repasador enganchado en el bolsillo izquierdo- ¡Una que sepamos todos!”
El músico sonríe la victoria de contar con la libertad de elegir.
Entre unas mesas del fondo y la niebla del tabaco ya quemado, una joven se aproxima. La luz de la barra por un momento irrumpe en su andar, marcando su silueta: el barman alcanza a verla, el músico no… ella se acerca sigilosa al escenario, midiendo cada uno de sus pasos, como si cada uno cayera en el compás correcto, luego de un silencio de negra.
Se sienta en la mesa más próxima a la columna: no esperaba ser musa, pretendía simplemente estar escondida entre aquellos acordes, acariciada por esa brisa de nostalgia justa, de vida deseosa y urgida de ser vivida, vivida a tiempo, degustada como un buen vino.
El músico mira al barman: -“¿Te quedó algo de Chateau Vieux?”
El barman vuelve a sonreírle de “coté”. Deja el trapo húmedo, pero aún tibio sobre el mostrador y se acerca a darle su última copa.
- “Tome, pero no deje de tocar”- dijo el barman. Esa maldita costumbre de no tutearlo sabía más a envidia que a respeto. Así se miraron durante un instante, hasta que el barman recordó porque estaba ahí y comenzó a acomodar las sillas. El músico tomó un trago de vino, lo apoyó sobre el borde del piano, junto al cenicero de vidrio opaco donde descansaba su último cigarrillo…
De repente un otoñal sonido de acordes se asoma en el vacío de aquella madrugada y “las hojas muertas” comienzan a caer caducando aún más la noche.
Ella llora sonriente odiando la elección del músico. El barman la ve y pretende ofrecerle consuelo con otro trago (lo único que podía ofrecerle a esa altura de la noche un barman, aunque su deseo era descansar entre sus piernas por primera vez, sabiendo que sería la única).
Ella dice -“Gracias, no quiero tomar más”.
El barman vuelve a sacudir las cenizas y las cáscaras de maní que yacen olvidadas en la mesa (fiel reflejo de lo que queda de una noche de diversión de otros, “como todas las noches” piensa el barman). Las tira con bronca y descuido, las deja caer, las empuja con el repasador que ahora cuelga de su mano…y quedan ahí, cenizas y cáscaras, esparcidas por el suelo, recuerdos ya olvidados de lo que queda cada noche de su cuerpo, sólo eso, pedazos de cáscaras vacías, tragos sin terminar, colillas impregnadas de nicotina: cenizas de fuego que ya no quema…
-“Estamos por cerrar”- le dice el barman resignado a no tenerla y sabe que sólo es eso, un barman, un cuerpo de ceniza.
Ella se apresura a secarse el rostro. El rimel ha dibujado el sendero de lágrimas que lo ha recorrido, la huella del brutal encuentro con ella misma que sabe que jamás volverá a ser para ella primavera.
Toma rápido su saco gris y envuelve sus hombros con el perfume de noches pasadas.
Cierra la puerta del bar queriéndose olvidar de su trago, de la galantería absurda del barman, del misterio de las manos del pianista, de las “hojas muertas” envueltas en millones de acordes de otoño.
Llueve. Es de madrugada de invierno porteño que huele el asfalto. Las luces ridículas de la avenida encendida luchan en vano contra la oscuridad de los cuerpos que garúan por eternas soledades, por felicidades efímeras, por siluetas olvidadas, por cuerpos de ceniza, como el del barman, el del pianista, el de ella.
Para las hojas muertas, jamás llega la primavera.

Agustina Saubidet Bourel (texto original La copa de vino año 2000, reeditado 2009)

PD: mi hermana acaba de pasarme una versión hermosísima que hizo Iggy Pop de "les Feuilles Mortes" pueden buscarla por youtube...no es jazz pero es increíble (tenías razón hermanilla, el clarinete final es sublime)

"Les feuilles mortes" (Las hojas muertas letra J. Prévert- música J. Kosma)

Oh! je voudrais tant que tu te souviennes
Des jours heureux où nous étions amis.
En ce temps-là la vie était plus belle,
Et le soleil plus brûlant qu'aujourd'hui.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle.
Tu vois, je n'ai pas oublié...
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi
Et le vent du nord les emporte
Dans la nuit froide de l'oubli.
Tu vois, je n'ai pas oublié
La chanson que tu me chantais.

C'est une chanson qui nous ressemble.
Toi, tu m'aimais et je t'aimais
Et nous vivions tous deux ensemble,
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais.
Mais la vie sépare ceux qui s'aiment,
Tout doucement, sans faire de bruit
Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis.

lunes, julio 06, 2009

Llueve en Buenos Aires

Llueve y mucho y sin parar y llueve y me gusta y no me cansa (hay cosas que se repiten y no me cansan; otras se repiten dos veces y ya me cansaron, y no me refiero a esa música que me gusta y que puedo escucharla infinidad de veces).

Llueve y mis plantas se mojan, mis canteros, mis baldosas (ojalá no mi piso flotante porque intuyo que no sólo va a flotar sino a levitar)

Amo la lluvia, salvo cuando me moja el cigarrillo; me encanta que me moje el pelo, que me empape y sentir que la beso cuando algunas gotas queden detenidas en mis labios, eso me enamora (pero para eso tiene que llover mucho).

Me encanta dormir con la lluvia, abrazada a la almohada mirando hacia la ventana; o escucharla desde el living y verla caer tirada en el sillón, como ahora cuando veo como la lluvia ilumina mis baldosas…la lluvia ilumina todo, incluso esas cosas de la vida que no pueden mojarse, como mi piso ¡qué cagada que no te hayas bancado la lluvia! De bronca nomás te tiraría un balde lleno de arena y agua sobre tu piso flotante (con mucha más agua que arena) y me iría levitando por el cielo, mojando mis labios con la lluvia....y sonreiría feliz por la lluvia y también por arruinarte tu piso flotante.


Gute

PD: Sing for you- Tracy Chapman "Recuerdo que hubo un tiempo que solía cantar para vos" "...me hice cargo de tu luz..."

viernes, julio 03, 2009

Pasional: a cualquier cosa que uno ame


Cuando uno ama con ausencia de medida (que no es lo mismo que amar de manera desmesurada), cuando uno se entrega incondicionalmente y confía y se equivoca, el dolor también carece de medida…y es tan grande ese dolor que cabe compararlo con un dolor de muelas, una fractura expuesta, un dedo martillado; duele tanto como la paliza después del reto, del robo, del secuestro. En fin, un dolor con todas las letras. Uno quisiera golpear con fuerza la pared para derribarla; pero no hay pared a la cual confiar el golpe.

Este dolor que siento es algo así como todo eso junto, pero adentro…
“A lo incómodo se responde andando”, diría Enrico… ¿será hora de tomarme un respiro y de armar la valija? Tal vez sino la cierro de buenas, con un golpe bien dado, pueda cerrarla de malas y despacharla sin destino (digo, a la maleta).


Agustina Saubidet (Bourel)



PD: en el bolso de mano voy a llevar un libro (“los latidos del mundo”) que me regalaron cuatro singulares personas a las que he aprendido a apreciar y mucho, entre tantos otros muchos. Gracias Juliana, Ignacio, Matías y Juan Pablo, sus palabras son un gran consuelo y hacen que mi lugar no esté tan vacío, ni sea tan en vano. Bueno también gracias a María José, a Gonzalo, Nadia, Elba, Eduardo, Paula, Camila, Daniela 1, Daniela 2 y tres y cuatro y cinco y 3.33 que nunca da 10, pero casi.

miércoles, julio 01, 2009

Bajo una tímida sonrisa, pienso...

Y si la noche se resumiera a esto, a un montón de palabras, de acentos, de signos de puntuación…y fuera también una copa de vino en la mesita de luz, un mate lavado, un cúmulo de poros abiertos que no se ven, por donde el pasado se exala (sin hache porque la hache es sordomuda, nadie piensa en la h, salvo la noche). Y si fuera también esas fotos que veo, eso que no escribo, eso en lo que pienso; si la noche fuera también un acolchado limpio, con olor a limpio, sábanas suaves, teléfonos mudos, plantas, verde, playamaroceano …ojalá la noche sea todo esto y mucho más también… en realidad no es ojalá + subjuntivo, vamos che, la noche es "las mil y una noches y yo (sonriendo también)" (...)

Saubidet Agustina

lunes, junio 29, 2009

Reflexiones sobre una servilleta # 4: sin mentir ni renegar

Cuando la verdad duele demasiado,
la apreciación de la belleza se vuelve lo más cercano a la felicidad.

Leri.-

sábado, junio 27, 2009

como en el uno a uno

Anoche te fuiste como escapando de mí

Como escapando dije

Bueno, sí…también dijiste de mí ¿querés unas pringles?


Agus (creo que nunca firmé así)


jueves, junio 25, 2009

Caleta y su relación con el habla

Amordazada, las palabras golpeaban en sus labios y caían por dentro, lastimando su lengua, su paladar, su garganta, su estómago.

- Creo que tenés una llaga. – le dijo, idiotamente sorprendido.

Ella cerró la boca. Abrirla había sido un error.
Casi tan grande como el de dejarlo entrar, una vez más.


Leri.-

lunes, junio 22, 2009

Anhelo (allá por el 2005)

Quiero querer a tus espaldas

perderme en laberintos de brazos y piernas

extremos besos, clavículas molidas, omóplatos férreos

TRANVIAS son mis lenguas

Quiero querer las lunas de día en auroras tardías,

vos y tu avión sin destino.

Quiero QUERER las muelas de juicio

tanto como a los jueces molares,

Las tortugas marinas, las prisiones sin muros,

de techos sumergidos

en mis pechos natalicios

Quiero querer las flores en capullos

disecadas en libros, boletos de colectivo

papeles de caramelos sugus

Querer quiero todo lo que dilate mi rutina

hasta volverla lágrimas,

para que las cuentes una a una

y en cada mediodía, las riegues en tu boca


Agustina Saubidet Bourel

sábado, junio 20, 2009

Silencio en fuga

Quiero escribir un silencio breve, necesario
liviano, trémulo, taquicárdico
Un silencio propio, ininterpretrable, intraducible
Un silencio abismal que entre en un costurero
o en una botella vacía de grand marnier
Quiero escribir un silencio apacible, tierno, inaugural
Un silencio que crezca y que muera en el instante
que desee morir

Quiero escribir un silencio, pero no sé cómo hacerlo


Agustina Saubidet Bourel

miércoles, junio 17, 2009

Te dejo

Te dejo, quieto y solemne

detenido

Te dejo sonriente de lágrimas

con vos y tu mundo

Te dejo palpando el pasado

y me retiro silenciosa

Te veo dormir como nunca te vi

dormir...

Por última vez

cierro la puerta

dejo un sobre que dice

"beso en la frente"

El viento toca mi cara

mis manos se enfrían

pero tengo mis bolsillos

aún tengo bolsillos

y están repletos de lágrimas

y papelitos de esperanzas


Agustina Saubidet Bourel (Gute)

lunes, junio 15, 2009

Momentos

Hay momentos que con el tiempo se vuelven receptáculos de otros momentos.
Cuando me quise dar cuenta ya no podía salir del cuarto (otro lado que nadie habita más que yo).
En broma o en serio, supe que era definitivo.

Por el puro deleite del juego, decidiste cruzar la calle con los ojos cerrados.
Todo cayó entonces, como si estuviera en planta baja, sin hacer demasiado ruido; y entonces te volviste el contenido de los mejores momentos de mi vida; así, en silencio, como el mar y las piedras y un colchón ahumado.


Agustina Saubidet

domingo, junio 14, 2009

Partidas 1 Ajedrez

Definitivamente una partida de ajedrez mal resuelta me vuelca en la ruta, algo tan molesto como un semáforo intermitente, una madera mal pulida, un clavo en la silla que vuelve a arruinar mis medias negras.


Agustina Saubidet

sábado, junio 13, 2009

La sentencia

















la sentencia cayó contundente
tan contundente que hizo un agujero en el piso
y siguió cayendo


(sólo que ahora, nadie la veía caer)





Texto Gute
Foto Gonza Saenz

viernes, junio 12, 2009

Y dijo...


"Usted se escapa mucho
pero al final (o no tan al final)
...tampoco huye del todo"

Y...

miércoles, junio 10, 2009

Olores 2

Me he dado cuenta de que la muerte tiene olor. Me di cuenta cuando hablé con Laura, le hermana del electricista que hizo trabajos en casa (yo suelo hablar mucho con la gente, sobre todo cuando puedo pasar un rato y me gusta pasar rato con gente).

El asunto es que Laura vino hasta casa a ver cómo habían terminado el trabajo, después caminamos un par de cuadras juntas y sentí ese olor y me contó de su enfermedad, que tiene cáncer, hace años, que lucha mucho por vivir, que hace 10 años que lucha.

Me acordé de mi abuela, de los chicos de cromagnon, pensé en Laura y en su olor y me pregunté si ella lo percibiría.

Es un olor difícil de describir. No es un olor feo, un olor sucio, es un olor a plástico denso, a remedio…no sé, hay quien dice que es olor a flores de cementerio. Yo no podría definirlo con exactitud, tendría que volverlo a oler para describirlo con mayor precisión, pero la verdad es que preferiría no olerlo nunca más.

No es como el olor a la canela que no me gusta y detesto cuando al capuchino lo arruinan con eso. La canela me da asco; pero puedo olerla (no mueve ninguna emoción, simplemente no me gusta); en cambio el olor a muerte no puedo dejar se sentirlo y de percibir un único sentido cada vez que lo huelo: la muerte anda cerca.

Hoy otros olores que me gustan mucho más. El olor a verano que está por llegar e invade todo buenos aires. Es un olor nítido, claro, cálido; me hace sonreír, rejuvenecer, me aliviana, sobre todo cuando ese primer viento de primavera, de finales de octubre, entra en mis fosas nasales.

Ojalá uno pudiera mezclar estos olores. No sé, mezclar el olor a muerte con el olor a verano y tal vez hacer de eso, un olor a vida nueva, menos mortificante y sin canela, por favor.


Agustina Saubidet Bourel

martes, junio 09, 2009

La historia del pez que volaba

Una vez conocí un pez que vuela, pero desde el vamos, yo no le creí del todo (dicen por ahí que ojos que no ven, corazón que no siente).

Después me dijo que bueno, que no eran todos los peces, que eran algunos, que él era uno de esos peces que vuelan (de los que hay pocos). Ahí le creí un poco más, pero seguía sin cerrarme mucho la historia.

Le pedí entonces que fuera más específico. Me dijo que los peces que vuelan tienen aletas con plumas (que era una cuestión genética); pero que si se mojan, nadie los quiere, porque entonces ya no pueden volar ; y eso, que lo hacía distinto al resto de los peces, desaparecía (no así su genética)

Me dijo que con la última lluvia su vida se había arruinado. Me dio pena…le dije que podía quedarse en mi cuarto, pero que no hiciera mucho lío (que para eso me tengo a mí). Me prometió quedarse quieto y hacerme bien.

Los días pasaban y sus plumas no se secaban; pero comenzamos a llevarnos bien, a charlar mucho y de alguna manera a querernos. Me contó sus grandes anécdotas, me hizo reír mucho; pero no todo era risa. De noche lo escuchaba llorar, me decía que quería volver a volar; pero que no podía, así, todo mojado.

Un día no aguanté más. Lo tomé entre mis manos, prendí el aire acondicionado (frío calor ), puse calor. Le dije que podía quedarse un rato en mi cama a secar sus plumas.

Me agradeció.

Al día siguiente ordenó sus cosas y se fue volando. Cuando lo vi volar, me di cuenta de que era verdad, que hay peces que vuelan; pero que también hay lluvia que moja y yo, como buen pájaro, decidí que era hora de aprender a nadar (por las dudas).


Agustina Saubidet Bourel


Foto Gonzalo Saenz



domingo, junio 07, 2009

Donde no me metería (a Armando)


Querido Armando:

Quiero decirte donde no me metería. Ok, empiezo

En tu cabeza
En tu cama
En tu olor, no me metería
En tus chanchadas
En tus delirios
En tus frustraciones, no me metería
En tus manipulaciones menos, me metería menos (no sé si puedo no meterme.
Me gustaría meterme menos en todo caso, como en tu boca)
En tu escritura
En tus papeles
En tus ojos arriba
No me metería, bueno tampoco me dejás
En tus salidas
En tus enojos
En tus celos
No me metería, definitivamente, yo, no me metería
En tus arribos
En tus partidas
En tus valijas
No me metería, básicamente porque no entro
En tu perfume
En tu cacerola
En tu agravio
No me metería, no me interesa

Atentamente,
La Sra.de Spacio


Me quedo en la puerta, no toco timbre, espero a que abrás, ignoro si sabés que estoy del otro lado de la puerta escribiendo este gran listado de lugares que deseo queden del otro lado de la puerta.
Abrís. Estoy… cauta, tenue, soy como un cuadro descolgado que aún no tiene pared.
Abrís, otra vez abrís, soy un lienzo sin pintar, un cuaderno arte rayado en blanco, un pincel nuevo, no sé bien de qué medida
Abrís, otra vez abrís, y tu puerta ya se volvió giratoria. Me ofrecés mates, me pedís consuelo y siento que aun no estoy metida en eso, pienso en el listado que dejé afuera de tu puerta. Quiero irme, no me dejás, no tengo espacio, quiero irme a casa a tomar de mi mate, ese, el uruguayo, asociás mates con amantes uruguayos, mochileros austriacos, suizos de joyería y departamentos nuevos. No quiero ya meterme en tus asociaciones, no está bueno meterse en espacios de análisis ajenos…jamás podrías tampoco saber qué me pasa, ahí no puedo meterte aunque quisiera porque ni yo sé bien en qué lugar estoy metida, pero lo que sé es que vos ahí no podés meterte.
No estoy segura de querer irme; tampoco de querer quedarme. Estoy en un borde, ni adentro, ni afuera; en un borde, pero sin abismos, como un borde de cantero recién plantado y aún poco florido. Pienso…Te dejo mi tarjeta. “Llamame cualquier cosa. Ya sabés donde encontrarme; pero eso sí, antes, por las dudas, tocá timbre”.

Agustina Saubidet

PD: foto, Alejo Sivori http://www.flickr.com/photos/alesivori/

jueves, junio 04, 2009

Hilvanada

“No lo tenían pensado. Yo nací después. Pero es cierto que hay una fijación con eso de tener tres hijas y llamarlas a todas Marías. Además en francés María Clara puede ser una marca de maquina de coser”(1), pensaba María sin mirar el cielo, observando el trazo punteado en serie que se formaba sobre la tela. Era cierto también que ella no podía formar parte de las constelaciones de sus padres. Tres Marías, más una y ella era ese más una. Ella era la cuarta y con esto, su mundo se modificaba en cada pedacito de tela que veía. Era difícil sentirse incluida en algo que se había armado antes de que ella hubiera nacido. “Nació de carambola” decía su madre sin ninguna clase de cuidado al referirse a ella. Nadie la esperaba, nadie la deseaba, como nadie desea que se le descosa un vestido o un pantalón nuevo.
María sabía que el secreto para el buen uso de una máquina de coser radicaba en el regulador de tensión. Sabía que si llegaba a comprender la sutileza de su uso, la vida en su casa le resultaría más liviana. Así, se pasaba horas comparando telas, puntos, llenando la casa de retazos. Solía coser de noche, en la piecita de servicio que estaba pegada a la terraza. Mientras todos dormían, subía con una taza de té que siempre dejaba enfriar hasta tomarlo casi helado. Luego prendía la radio bajita, se sentaba en la silla de madera gastada enfrente de la Singer, se sacaba los zapatos y con cuidado apoyaba su pie derecho sobre el pedal. Según la canción que pasaran en la radio, iba más despacio o más rápido; y así María se iba en ritmos y se iba también la prolijidad de las costuras (pero no le importaba demasiado). Cosía para ella, jamás para sus hermanas ni para sus padres, salvo que se lo pidieran. En ese caso, se tomaba su tiempo, no era cuestión de que creyeran que iba a estar ahí eternamente.
Es verdad –pensaba María- uno supone que las estrellas están ahí por siempre, pero las estrellas también mueren, se van apagando, hasta que casi ya ni se ven, pero uno no es conciente de la muerte de las estrellas cuando las estrellas no son nombradas. Y las tres Marías eran tres, no cuatro, tal vez la cuarta había nacido y muerto en el mismo momento o se fugó y se fue a formar la cruz del sur en horizontes evangelizados, qué sé yo –.
Sin dudas, ella había nacido para arreglar el mundo ajeno, para recordarles a sus padres que todavía se deseaban o tal vez, por descuido y efecto secundario, volver par la insoportable imparidad fraternal de sus hermanas.
De todas maneras, aunque se fugara de noche y se escondiera en la piecita del cuarto, al lado de la terraza, de día ella era parte de la serie: todos puntos iguales, parejitos; pero claro siempre hay un punto que queda suelto, flojo y tal vez en esa diferencia María se sentía más Clara que otra cosa.


Agustina Saubidet Bourel

(1) cita de un texto de Silvina Ocampo

miércoles, junio 03, 2009

22:33 No Vintage (a Pipingulus)

Los recuerdos se reciclan, aggiornados, revestidos, desmantelando mi cabeza. A la distancia algo de aquello viejo puede rescatarse, lo bueno, lo que aún nos queda bien (y lo que nos queda mal, tal vez pueda meterlo en una bolsa de consorcio).

Con un clic de pc alcanzó para abrir el baúl que antes hacía las veces de mesa de luz. Tengo varias fotos tuyas, no podría ordenarlas, tampoco con certeza enunciar sus tonalidades…, menos venderlas al mejor postor. A la distancia las observo y se ven más lindas de lo que creía.

De alguna manera, me diste algo que nadie más me dio: la posibilidad de volver a creer que el amor es un tren que aunque no pasa seguido, pasa más de una vez…(y lo cambia todo, como un volantazo a tiempo que despabila la vida y ya nada vuelve a ser como antes).

Siento que entre muchas cosas, me regalaste el comienzo de mi novela. Fue gracias a vos que la empecé y es ahora responsabilidad mía terminarla (ya no tiene que ver con vos). Sin embargo este hecho inacabado e irresponsable de mi parte, no desdibuja para nada el espacio de inspiración que me regalaste (y que yo también supe tomar), junto con el cd de vocal sampling, dibujos en una libreta hechos con biromes que patinan, una carta para mi cumpleaños, una postal de tu ciudad y varios mails.

Los años pasaron y estoy distinta, la ropa me queda distinta, porque estoy más flaca y más liviana de pesares; sin embargo, conservo intacto en mi recuerdo ese que fuiste en mi cabeza. No sé si alguna vez coincidió con lo que vos eras, pero ese que amé, que “cimbronó” mi vida, a ese siempre le voy a tener cariño, sólo por lo bueno, sólo por lo nuestro, cuando fue nuestro y valió la pena; y claro que valió la pena sentir que conquistábamos el mundo, que éramos capaces de derribar agentes de seguridad de recitales con sólo tenernos de la mano y mirarnos; o cuando me llevaste en tu vespa a ese bar de tu ciudad más húmeda que buenos aires y me regalaste, vos también, la mejor versión que escuché en mi vida de Julia de los Beatles hecha de la mano de Manuel Moretti; y tu perra que se empeñaba en no salir si no la sacábamos los dos juntos (nunca aprendí cuando sino va junto o va separado).

Los recuerdos me habitan, no se quitan con una ducha, ni pesando menos, ni comprando ropa nueva; los recuerdos me habitan y qué bueno que lo bueno me siga habitando y quedando bien, aunque mi cuerpo no sea el mismo, ni esté en el mismo lugar; aunque no estemos más juntos, aunque ya no te ame, ni sepa bien quién sos, ni quién fuiste más allá del que yo vi… Sin embargo, hay emociones escondidas que siempre tocarán mis pupilas con la misma intensidad y me harán temblar la pera y retener las lágrimas y me lanzarán una y otra vez al mismo lugar. Ese lugar que ya no nos pertenece, ese lugar en donde ni vos ni yo estamos, pero que sin embargo a pesar de habernos ido, siento que ha atrapado algunas sensaciones que sólo pudieron pertenecernos a nosotros, cuando eramos dos…cuando éramos uno.

¿Sabés? Ese lugar es como una caja de madera, chiquita, pero inmensa a la vez, que cabe en una mano o en un abismo. Cuando te recuerdo, como con un clic, esa caja se abre, y la emoción intacta que quedó atrapada vuelve a mí; pero esta vez para escribir textos como el del "eterno resplandor de una mente sin recuerdos", que tal vez leerás de corrido, ignorando que fue escrito pensando en vos, en ese a quien yo quise que fuera capaz de cimbronar hasta mi escritura.


Agustina Saubidet Bourel (Gute o Pipina)


PD: tal vez la única distancia que te logra mantener intacto es esa, la de mis textos y qué bueno que sea eso, ¿no?



martes, mayo 19, 2009

Media sonrisa (me darás mil hijos)

Media sonrisa al llanto y un cigarro de armar
se dobla hasta el cansancio de pelear por pelear
Media sonrisa afuera pero el pecho se parte
y en cada paso en falso te dan ganas de estar
más lejos…

Te acostumbraste al cuento de arañar la pared
Sangrando hasta los codos por un poco de PAZ
Penando hasta vagar con esos ojos dormidos
Andando desparejo hasta obligarme a caer
y dormir por dormir en casa

Media sonrisa al llanto y un cigarro de armar
Me acostumbré al espacio que dejaste al partir
Media sonrisa afuera pero el pecho se parte
Y cada paso en falso te dan ganas de estar
MÁS LEJOS...


(gute musicalizando)

lunes, mayo 18, 2009

a Mario Benedetti

Y sí, se nos fue un grande, un compañero de escritura, un buen amigo, un tío, un abuelo, un niño. ¿A dónde fuiste? Nadie sabe, pero como alguna vez escribiste en un poema:


donde estés

si es que estás

si estás llegando


aprovechá por fin

a respirar tranquilo

a llenarte de cielo los pulmones


donde estés

si es que estás

si estás llegando

será una pena que no exista Dios


pero habrá otros

claro que habra otros

dignos de recibirte.”(1)


Mientras vos llegás vaya a saber uno a dónde, si estás llegando, yo sigo acá en la tierra consternada, rabiosa, y triste sobre todo triste porque creí que eras eterno, porque quería que fueras eterno. Te vamos a extrañar mucho, sobre todo la literatura del sur a veces olvidada, también Galeano, Viglietti, Serrat, Subiela y yo y tantos otros, que te supimos conocer a tiempo. Pero creo, casi con certeza, que la que más te va a extrañar es la escritura.


Agustina Saubidet Bourel

(1) "Consternados, rabiosos". Mario Benedetti

Uno no se va...

No es sino hasta atravesar el temido y postergado momento del orden,
que uno comienza a irse.

Papeles gastados de tanto transportarse, con o sin sentido,
libros intervenidos y otros sin estrenar, cuestionándote porqué los trajiste,
monedas acumuladas en los confines de cada bolsillo, alahajero o rincón,
entradas que cual momentos contienen los rostros de aquellos con los que fueron compartidos,
piedras, testigos silenciosos que no mienten ni dejan espacio para el autoengaño;
Objetos diminutos, pequeños, medianos y grandes; rotos o funcionando; costosos y baratos;
Nada escapa al juicio que determinará si su destino es el de seguir acompañándonos en este viaje, esperar a ser rescatados (u olvidados) hasta el siguiente, o simple y sencillamente devenir desecho, aunque no sin antes ser despedidos.

Abro las puertas del clóset.
Cientos de despedidas en un solo cajón.

Decenas de cajones.

A la gente como yo siempre le falta tiempo para irse;
Por ello encuentro natural -y hasta predecible- que retrasemos el momento del orden.

Porque hasta que uno no se enfrenta a la montaña de objetos, recuerdos, vivencias,
Hasta que uno no realiza un balance que le permita determinar qué es lo que realmente quiere conservar,
y aquello que es mejor dejar atrás,

...hasta entonces,

UNO NO SE VA.



Leri.-
(ordenando, yéndome, casi volviendo...)