A veces 5 minutos son 5 minutos y por mucho que uno quisiera extenderse sobre ello, no habría mucho que elaborar a partir del paso de tan breve lapso de tiempo.
Pero ese día no. Para él, 5 minutos significaron perderse el último ómnibus, 5 minutos fueron más una hora y 30 cuadras que lo habitual, agregados a un trayecto no demasiado amable, en un día ya agotador...
Y sin embargo,
feliz hora y 30 minutos,
feliz trayecto,
feliz no lugar donde albergar los tiritones de ese beso que coronara sus 5 minutos de más.
Leri.-
jueves, julio 16, 2009
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