SU CORDURA CONDURA LOCURA VIENE, PERO CON CONDONES/ LA GENTE ENTIENDE, LA GENTE/ VOSCOMUNA/ ACETA PATACONE?/ PROSTI PERO NO BOLUDA, CHE / PERRA BRETONA, CUERPO BRETON/ COMOVATODOBIEN ENORDEN OTIMO/ MENTIRA, BIEN UN CARAJO/ EL USUARIO DE HA DESCONECTADO./
Vuelva en diciembre 2005
[ bizomalog@yahoo.com ]
Me gusta la palabra errante, porque es desprolija; porque describe esa sensación de equívoco constante, pero necesario; esa sensación de andar por la vida vagando por caminos difusos, por sensaciones extrañas que nos hacen caminar sin rumbo, abriendo cerraduras con llaves de otros, que nunca abren. Me gusta la palabra errante porque encierra esa idea de vagar confundida, esa mirada perdida en le horizonte que nunca ve lo que busca; que no sabe lo que busca; pero sabe que lo que ve, es lo que no quiere. El que yerra quema la vida con balas de goma, que nunca matan a nadie, pero tampoco tiran demasiado... El que yerra se arrepiente de lo andado cuando ve las suelas de sus zapatos desgastadas “al cuete”. El ser errante no tiene miedo a la huida, ni siquiera a confundirse, tiene miedo de encontrar una razón para quedarse; una razón para dejar de errar por la vida; esa razón que desgaste sus pies hasta dejarlos sin sombra (y entonces vuele bailando descalzo). Me gusta la palabra errante porque describe esa sensación de búsqueda perdida, donde las brújulas pierden el norte y entonces tampoco hay un sur de referencia; donde las tumbas no tienen nombre, ni hay flores, ni pájaros que me despierten; donde tu voz se escucha más fuerte, del otro lado de la puerta, como un eco imperfecto y entonces vuelvo a ver el horizonte, allá donde tus pasos han dejado las huellas perdidas de un andar incansable, como del que yerra; y ahí lo entiendo todo, o casi, o nada o tan sólo entiendo porque me gusta tanto la palabra errante: porque yerra en lo más cauto, preservando el deseo.
Odio los fanatismos (bah la idealización “al cuete” que le dicen) Bueno, tampoco la ODIO, me causa más bien molestia. Los podios también me molestan, porque son altos y me duele el cuello después (el fanatismo te hace doler el cuello). El fanatismo también, te reseca las manos cuando uno ya aplaude por costumbre, y se pasa el día entero aplaudiendo las giladas ajenas de aquellos que hemos olvidado, son personas comunes y corrientes o hechos poco trascendentales.
Los ídolos con los años se vuelven de pacotilla, de cotillón, de carnaval carioca y uno ya ni sabe por qué anda haciendo el trencito, bailando con sombreros raros y maracas con formas de fruta que después de la fiesta uno no sabe dónde meterlas y termina tirándolas en alguna mudanza dentro de una bolsa de consorcio, junto con alguna carta vieja de la primaria que ni recuerda al remitente (o mejor dicho lo que es hoy el remitente y su destinatario, uno).
Los héroes, también, son medio complicados, sobre todo cuando caen. La relación con el héroe es siempre unidireccional: es uno el que soporta al héroe, es uno el que juzga su acto como heroico (y en realidad puede tratarse de una idiotez) y sin uno, el héroe no existe (bueno, no es tan así, siempre hay otros dispuestos a “soportarlo”).
Uno termina sabiendo más de la vida del héroe que de la propia. Se fascina leyendo su biografía autorizada -porque ni admitimos la des autorizada- o escuchando sus grandes hazañas pasadas (en el mejor de los casos, presentes). Pero al héroe no le importa la vida de sus “supporteurs” (hinchas), le importa un rábano lo que le pasa a aquel hincha que lo soporta, sólo le importa la mirada del otro puesta en él (a eso se resume cualquier acto del héroe, puro acto narcisista que sin el aplauso no vale ni para tomarse un bondi).
¡Ah! pero cuando el héroe cae, uno prefiere verlos medio de lejos, hasta te producen vergüenza ajena (en algunos casos hasta asco, lo confieso). Uno se muerde los labios y dicen, “ya no, éste no es mi héroe”.
Cuando un héroe se cae, se cae todo.
Por eso prefiero a los amigos saltando en una cama elástica de circo, todos juntos saltando, bajando, chocando; siempre a diferentes alturas, siempre en diferentes direcciones.
Ojo que esto, no va por los amigos (principio de la negación freudiana)
Agustina Saubidet
PD inmanente: son las cinco de la mañana, me desperté, parece que ya no quiero vivir más el sueño de otros y digan lo que digan me encanta tener un millón de amigos esparcidos por el mundo. Soncomo miguitas de pan que me permiten encontrar el camino para volver a casa, cuando me pierdo (eso sí, nunca me pegan fuerte ni me dicen Roberto Carlos).
Me voy a comprar puchos. ¡Qué frío que hace en Buenos Aires! (Musicalización Buika New afro spanish generation)
Me emocionó su poesía, acto sensible, porque heroico, porque escrito, porque enviado, porque mail, porque enter, porque sangunche de milanesa, porque traza, porque cerveza, porque tal vez, porque quizas, porque LaMagadelHoracio, porque junto, porque separado, porque tibio, porque errante, porque no sé, porque me importa, porque excusa, porque ex-cura, porque cura, porque la fierro, porque la orquesta, porque café, porque cuatro pesos, porque bondi, porque 26, porque 31, porque 27, porque no 29, porque patria, porque resonancia, porque un armano de tabaco, porque desarmado de protocolos, porque pesca, porque muere, porque renace, porque duda, porque sentencia, porque despierta, porque rechina, porque piensa, porque vive, porque sufre, porque sonríe, porque tiembla, porque extranjero, porque interpela, porque lo nombra sin nombre, porque lo ofrece cual carnada, porque pica, porque alergia, por sí, porque no, porque ME EMOCIONÓ...porque enter. Agustina Saubidet