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lunes, mayo 18, 2009

a Mario Benedetti

Y sí, se nos fue un grande, un compañero de escritura, un buen amigo, un tío, un abuelo, un niño. ¿A dónde fuiste? Nadie sabe, pero como alguna vez escribiste en un poema:


donde estés

si es que estás

si estás llegando


aprovechá por fin

a respirar tranquilo

a llenarte de cielo los pulmones


donde estés

si es que estás

si estás llegando

será una pena que no exista Dios


pero habrá otros

claro que habra otros

dignos de recibirte.”(1)


Mientras vos llegás vaya a saber uno a dónde, si estás llegando, yo sigo acá en la tierra consternada, rabiosa, y triste sobre todo triste porque creí que eras eterno, porque quería que fueras eterno. Te vamos a extrañar mucho, sobre todo la literatura del sur a veces olvidada, también Galeano, Viglietti, Serrat, Subiela y yo y tantos otros, que te supimos conocer a tiempo. Pero creo, casi con certeza, que la que más te va a extrañar es la escritura.


Agustina Saubidet Bourel

(1) "Consternados, rabiosos". Mario Benedetti

viernes, noviembre 14, 2008

"mis bolsillos"

Hay cosas que pasan, Heráclito tenía razón, Nietzsche supo escucharlo, no sé si a tiempo, creo que supo escucharlo cuando pudo, cuando le tocó a él sentarse en el río.
Hoy estaba leyendo un libro llamado “Arte y poesía”. Como el libro no entraba en mi cartera marrón, agarré un bolso que hace años no usaba. Cuando tengo un tiempo, como en el bondi, me encanta revisar los bolsos y los tapados o camperas que hace años no uso. Encuentro siempre cosas: folletos, papeles, escritos, boletos de bondi, anotaciones sin sentido en cualquier lado (Duras tenía razón un escritor escribe en cualquier lado).
Uno escribe en cualquier lado, y me pasa que cuando siento que pasó un tiempo y me creo en otro lugar, vuelvo a revisar antiguos bolsillos y me encuentro ahí, a pesar de la distancia. Hay veces que me sorprendo de la cantidad de cosas que guardo en los bolsillos, algunas bien podrían llenar el estadio monumental cual papel picado, otras en cambio, me recuerdan lo que era, lo que pensaba, lo que sentía, lo que escribía. Hay cosas que me gustan, pero no todas. La distancia puntúa los recuerdos de otra forma.
Tengo un libro de Galeano lleno de marcas, las contratapas de los libros hacen también las veces de grandes anotadores (Mauri tiene un tal Lucas, que era mío, de Cortazar, se lo regalé, junto con mis anotaciones, Mauri sabrá cuidarlo mejor que yo, está bueno que Lucas se vaya para México. Hay libros que nunca nos pertenecen. No sólo libros).
Lo cierto es que la mayoría de las veces me gusta encontrarme, siento que es como tomar un café conmigo misma, para reírme, para enojarme también. Otras veces, digo, “uhh que enrosque flaca, tirá eso” y ahí todo se vuelve una película
Eternal Sunshine of the Spotless mind… no es tan fácil olvidar lo que uno escribió, aunque sea a medias, hay cosas que no se borran, hay cosas que uno no quiere perder… hay veces que no se puede borrar lo que uno fue cuando estuvo ahí, siendo, siempre en gerundio…Nietzsche tenía razón.
Creo que me voy a cortar el pelo.
Esta película merece un posteo aparte (si clickeas en "mis bolsillos" me vas a encontrar)

Gute Saubidet

viernes, febrero 03, 2006

Escribir


Escribir, ese acto inconmensurable...esa palabra breve por donde se escapa la emoción traicionera.
Escribir como acto incandescente, entre la aurora tardía y la madrugada eterna.
Escribir entre mates, entre espacios propios donde lo ajeno se apropia de lo inaprensible de nosotros mismos.
Escribir como el acto del viajero errante que tan sólo concibe partidas, sin banderas de conquista.
Escribir porque sí...apropiarse de la nada.
Escribir es perderse, es dejarse, es mirar a lo otro desde el lenguaje.
Escribir, actuar en millones de escenarios sin acomodadores, ni butacas; saltar hacia el infinito sin pedir permiso.
Escribir en gerundio, siempre en gerundio, como algo continuo que atraviesa el tiempo, resquebrajándolo.
Escribir sobre tumbas, es como escribir sobre la cama; sin morirse pero casi, mordisquear la muerte, devorando la vida.
Escribir abre una puerta sin casa. Un fantasma que nos habita.
Escribir nos traiciona la cara, nos desdibuja el rostro frente a los otros, que también somos nosotros mismos...es borrarse y rescribirse al margen, sin nota al pié.
La escritura es nuestro espejo al menos para quienes en nuestras noches de insomnio tartamudeamos pensamientos o quienes simplemente hemos soñado una frase plasmándola en una servilleta de papel de un bar cualquier, de una ciudad cualquiera y casi, como por olvido o por traición, la dejamos sobre la mesa a modo de propina, sabiendo que no dejamos nada, más que el acto insignificante de nuestra escritura.

Gute.
(18/10/2004)