SU CORDURA CONDURA LOCURA VIENE, PERO CON CONDONES/ LA GENTE ENTIENDE, LA GENTE/ VOSCOMUNA/ ACETA PATACONE?/ PROSTI PERO NO BOLUDA, CHE / PERRA BRETONA, CUERPO BRETON/ COMOVATODOBIEN ENORDEN OTIMO/ MENTIRA, BIEN UN CARAJO/ EL USUARIO DE HA DESCONECTADO./
Vuelva en diciembre 2005
[ bizomalog@yahoo.com ]
Desde la ventana de un bar, se escribe, mientras se ve pasar eso que pasa...
Escribí algunas veces, cuando podía. Esas veces que podía, escribí. Todo surgía casi como un canto natural, hasta que llegaba una nota y paraba, pensaba en la emoción y paraba, como quien se para en una esquina y se fija que no haya un auto cerca, para que no te pisen. Paraba, en la esquina del margen izquierdo, paraba para pensar en la emoción, cerraba los ojos y recordaba imágenes que pudieran representarlas, imágenes extranjeras a mí; pero que de alguna manera habitaban de la misma forma, aquello que yo sentía querer decir.
Otras veces no escribí, me remitía a vivir las cosas con la impulsividad de un yo-yo, que se deja caer sabiendo que una mano con cuidado lo volvería a agarrar…mi vida en los momentos de yoyo era feliz, plenamente feliz, porque no pensaba demasiado, porque tenía una mano que me agarraba aunque cayera; entonces, vivía lo que tenía que vivir, probaba bebidas diferentes, recorría las calles sin tantas brújulas.
Hoy cuando escribo, algo me hace detenerme, y no es la emoción, tal vez es la falta de ellas y de la vida yoyo, ahora escribo y me detengo, en la otra esquina, fuera del margen, veo que viene un auto, cruzo la calle, veo a mi yoyo atropellado, lloro, me río, te lo merecías, y ahora escribo sobre eso: sobre mi yoyo atropellado, sobre mi canto detenido, escribo una y cien veces: “ no cruces la calle sin mirar si vienen autos”.
Foto y texto, Agustina Saubidet
Feliz año nuevo para todos, que el 2010 nos traiga muchas vidas yo-yo y que la paz nos toque a todos muy de cerca (paz es paz, no es detenimiento, ni muerte, ni silencio, ni sueño; paz, es PAZ, que eso que se llama paz, nos toque a todos, ese es mi deseo)
La noche se disfraza de mí, Tengo la luna entre las manos
no sé bien qué hacer con ella.
Tal vez, vos que estás más cerca del cielo y mucho más lejos de mí atrapala, quedatela, y guardala bien cuando nos veamos la pintamos de violeta y le hacemos una canción
ahora te dejo, me voy a ver el mar y con suerte a vos y a luna también (si las nubes no se empacan y se ponen celosas)
Esos veranos en Buenos Aires, podía sentir cómo todo el airecansado del invierno, del otoño, la primavera, del año pasado, cómo todo el aire todo, con su agotamiento todo,
"Hay costumbres que llevamos a todos lados, piensa Hernán, como esto de mirar por la ventana y ver eso que pasa, hasta que llega el café humeante, solidario con ese estado del cuerpo, de su cabeza, ese estado que no llega a poder definir…Saudade, tal vez. Maldita no traducción de algunos estados en otras lenguas: saudade no es nostalgia; el bar se llama nostalgia, aunque podría llamarse saudade y sólo algunos pocos entenderían, piensa Hernán y piensa también en escribir eso y componer una canción".1
Povo2
o carnaval nasceu
pra bater no coração das pessoas
mas o batida feita
é a batida da terra,
não dos homens.
Pueblo (traducción)
El carnaval nació
para latir en el corazón de las personas
pero el latido hecho
es el latido de la tierra
no de los hombres.
Agustina Saubidet Bourel (foto y textos)
Texto1: fragmento de una novela corta que aun no tiene nombre, ainda nao. Texto2: Povo, poemareflexivo sobre el carnaval salido de la manga hace unos instantes, bien bien inmanente el tema. Foto tomada este domingo pasado en San Telmo, Buenos Aires, Argentina.
Ayer fue en gran día: LA BUIKA en el Gran Rex, y aunque debo admitir que me gustó más el del 2008 N/D Ateneo (por lo íntimo de la propuesta y una guturalidad mayor de la voz de Buika), el show de ayer fue increible (esta vez el caudal le ganó a la guturalidad). Es de remarcar, la Gran labor del pianista (Ivan "Melón" Lewis), el contrabajista (Danny Noel) y el percusionista (Fernando Favier) que supieron darle un contexto itinerante, al desborde fundacional de la voz de Buika. Como no podía ser de otra manera, mi camara me acompañó desde la fila 9 Asiento D14 y BUIKA, infaltable se sumó a la propuesta y sacó fotos de los músicos mientras transcurrían y trascendían sus respectivos solos. Sigo AFIRMANDO que en vivo es un millón de veces mejor. Si se enteran por ahí de su presencia, no dejen de irla a ver con una recomendación: llevar pañuelos descartables, para aquellas almitas que aplauden con lágrimas; y claro, para los que gusten, una cámara de fotos.
Agustina Saubidet
Foto Agustina Saubidet PD: ¡tante grazie Nippur por su aviso del show!
Mientras escuchaba el programa de ayer martes de Cazadores de Tornados co-conducido en duplex Esquel-Paternal, internet (guau un mundo, un hermosísimo programa); llegó a mis ojos la letra de una canción "Niño, del fin del mundo" de Agarrate Catalina y se me ocurrió, como ejercicio de escritura (ya conocen lo que hago, pero el público se renueva), tomar algunas palabras, ordenarlas, recortarlas, reinterpretarlas y escribir otro texto.
Aún no termino; pero mandé por el chat de una radio.com.ar este anticipo; bueno, ahora lo comparto con ustedes! Aquí el anticipo, no sé por qué pensé en Ebelino.
(Nota del autor: Relato armado con dos fragmentos del post del 06/07/2009 , Llueve en Buenos Aires, re cortado, re editado, re insertado, reinterpretado, re contextualizado. Re, una linda nota, re menor bella tonalidad). Llueve y mis plantas se mojan, mis canteros, mis baldosas (ojalá no mi piso flotante, porque intuyo que no sólo va flotar, sino a levitar)
-Me llamaron por teléfono, parece que se quemó el patio de la abuela – alcance a decirle a papá. Yo me voy para allá. Cuando tenga novedades te llamo. - Llevate el piloto.
No sé si hice bien en contarle lo de la abuela, aunque tenía que saberlo.
Llego. Hace mucho que no iba, creo que desde que se murió. Me equivoco de puerta. Nunca entendí por qué tenía dos puertas de entrada. De chica me sentía una princesa al cruzarlas. Hay policías por todos lados, me preguntan quién soy, contesto que la nieta de la dueña. Me explican que se incendió la panadería de al lado y que las plantas del patio se prendieron fuego, que si no hubiera sido por la lluvia… No entiendo nada. Me hacen preguntas: que hace cuánto estaba deshabitada. No sé, desde que murió la abuela. Decido recorrerla. Me siento como cuando iba a festejar mi cumpleaños; pero mi abuela ya no está, pienso. Quiero encontrarlo, que no se haya quemado todo; busco el cuadro con su retrato, no lo encuentro. Voy al pasillo, un corredor eterno con una alfombra marrón de plástico despegado. Nunca entendí porque no dejaban que el parquet se luciera. Busco el cuadro en otra pared, entro en todas las habitaciones. Vuelvo a recorrer el pasillo, ese que de chica me parecía interminable y hoy, lo siento más breve, algo así como las vacaciones de invierno que ya no tengo. Vuelvo al living. Le pregunto al policía si vieron el cuadro de la abuela (ese que le pintó su hermano Juan, cuando mi abuela era joven, una mujer que no conocí). Mamá siempre me dice que hay que buscar las cosas por los lugares lógicos y que cuando eso se acaba… Voy al baño. Encuentro el cuadro en la bañadera. La ducha está abierta, el cuadro todo mojado, quiero cerrar la canilla, gira en falso. ¿Qué hago? Cierro la puerta del baño, me desvisto. El jean no me pasa por los zapatos, lo empujo con fuerza hacia abajo. Sale. Agarro el banquito de metal del baño que está abajo del lavatorio, tan oxidado como el de la cocina. Lo pongo adentro de la ducha, me subo al banquito oxidado, intento enroscar el pantalón para que el agua deje de salir. Durante unos segundos parece haber bajado su caudal, pero sigue cayendo agua. Me saco la blusa, se me rompe un botón que rueda hasta la rejilla y cae. El pantalón explota y pega contra cuadro. Enrosco con fuerza la blusa, la aprieto como si fuera un marinero desesperado. No sé hacer nudos. Empiezo a transpirar por las manos, la frente, una gota pasa por entre mis pechos, los pega. Tocan la puerta. -¿Señorita, está bien? No contesté. Me miro. Estoy mojada y con la ropa interior toda húmeda. El cuadro empieza a flotar, choca con el banquito, lo empuja, se resbala, no llego a saltar. -¿Señorita, está bien? -Sí- grité. Miro la bañadera, el cuadro se desarma con el banquito, mi ropa interior está mojada, me veo caída, el lienzo flota en la bañadera hasta cubrir mi pecho, mi rimel corrido se mezcla con el agua desteñida en millones de cuadros, el banquito a mis pies, mis pies que tocan el metal de la canilla, juego con la canilla, como cuando mi abuela me enjuagaba el pelo con sus manos y derramaba con sutil delicadeza agua tibia sobre mi pelo, supe ser la princesa… El rostro de mi abuela se derramaba por la rejilla. Me siento una princesa, soy una princesa, eterna princesa.
Llueve y mucho y sin parar y llueve, y me gusta, y no me cansa (hay cosas que se repiten y no me cansan; otras se repiten dos veces y ya me cansaron, y no me refiero a esa música que me gusta y que puedo escucharla infinidad de veces).
No creas lo que ves, soy algo mucho más pequeñito, casi imperceptible. Ya sé que para conseguir luz hay que moverse mucho, por eso yo me muevo mucho y por eso la gente cree que tengo mucha luz, o que soy algo raro, excesivamente incomprensible; y en realidad, soy algo mucha más pequeñito, como una linterna en un encendedor, intermitente que ilumina escenarios de carton.
No creas lo que ves, soy algo mucho más pequeñito, es más te diría que con un solo puño podés agarrarme, como si fuera una luciérnaga, con un solo puño. Eso sí, si me ofrecés las dos manos voy a estar mucho más cómoda, porque de noche me muevo mucho y aunque soy imperceptible para vos, para mí, tanto movimiento mío, me molesta; aunque nadie lo vea, y menos lo crea.
Así que vos no creas mucho lo que ves, es algo así, pero todo al revés, digo es cuando creo que río (crear y reír, no es creer y reír) y entonces soy, es como hoy, que me encontré feliz cantando en la calle, sin saber bien por qué había vuelto a cantar.
Ya no sé que esperar de esta guerra entre mis manos trémulas y mi ausencia de palabras, silenciosa como la antesala del grito.
Nada puedo decir de tus manos, porque a veces, sólo a veces, las encuentre tan ásperas que en vez de acariciarme, me raspen desgarrándome mañana, por anticipado. Nada puedo decir de tus manos porque alguna vez escribí cuánto me gustaban tus manos ásperas, que hoy son suaves y entonces qué podría decir. Nada puedo decir de tus manos ásperas porque “a veces“ no es suficiente para iniciar una oración, mucho menos una sentencia. Y entonces observo ese silencio que precede el grito. Donde me siento amordazada.
Sé que este paquete no es tuyo, es mío. Lo analizo. Porque no quiero pronunciarlo, darle una vida errante, equivocada. No quiero anticipar un mañana doliente, mañana lógico, mañana yo. No quiero anticipar un mañana sin tus manos, aunque a veces se tornen ásperas, aunque no te pueda decir con certeza porqué sí, porqué no.
En mi mordaza albergo las lágrimas que rodaran por mis mejillas la noche anterior, esa noche que se repite desde hace más de 10 años.
Me observo al espejo y lo único que veo es un exceso de otros, hecho propio.
Pienso: Tal vez por eso la palabra se calla. Tal vez sea mi momento para verme solita (que no es lo mismo que solitaria).
Cuando me encuentre, entonces sí, me reconocerás por el grito.
Ebelino sale como todas las mañanas a la siete, con su jeans gris, su remera limpia (la que tenga) y su bolso de futbol gastado, repleto de chucherías para vender en el centro de Trelew. De su familia sólo conservaba el nombre de su abuelo materno, Ebelino Lopez y un saco de vestir viejo que, decían, era de su tío. Sobre la plaza principal, en frente la Iglesia, colocaba todos los días una sábana doblada en cuatro y encima de la sábana, vaciaba el contenido del bolso y lo ordenaba como si fuera un abanico de regalos (siempre para otros). Ese oficio lo fue aprendiendo desde los 7 años, cuando se quedó definitivamente solo. Al principio se limitaba a ver lo que los otros hacían, cómo lo hacían, qué vendían. Y así Ebelino vio pasar hippies, artesanos, modas, juguetitos chinos inservibles que los padres compraban en general los domingos a la salida de la iglesia, para hacer callar a sus hijos, hasta que empezara la función de títeres. Ahora, Ebelino tenía 15 años y ya no sólo miraba, sino que iba comprando y vendiendo diferentes cosas, probando las modas de turno (en general no se equivocaba). Tampoco ahora estaba tan sólo porque la tenía a Marta, una joven peluquera que oficiaba las veces de madre, hermana, amante, amiga, cocinera y maestra. En la plaza de los pueblos, siempre pasan cosas, muchas, no sólo chucherías. Al pie del monumento central, siempre estaba el loco Cañete, típico loco de los pueblos pequeños, un personaje ya histórico, que estuvo mucho antes que Ebelino y seguramente también lo sobrevivirá, porque así es la locura, eterna. Cañete no vendía nada, sólo hablaba a grito pelado sobre las profecías de Nostradamus, eso sí, siempre parado arriba de su banquito. Parecía que nadie lo escuchaba, que nadie lo veía, pero Ebelino sí. Siempre escuchaba atentamente sus relatos e iba anotando en su libreta algunas frases que el Loco Cañete decía. Así fue, como el joven vendedor de ambuleterías, llegó a la conclusión de que el fin del mundo había ocurrido muchas veces, mismo antes de que el naciera; que no había una fecha exacta para que la humanidad desapareciera; que el fin del mundo era para cada uno, un día. Para Ebelino, el fin del mundo iba a llegar el día que se comprara un auto, no tanto por el fin del mundo, sí tal vez para conquistarlo. Mientras tanto seguiría yendo a comer a lo de Marta, y a besarla otras tantas; seguiría yendo todos los días a la plaza con su jean gastado (y la remera limpia que tenga) a vender chucherías, a escuchar a Cañete, y tener siempre a mano su libreta y un paraguas grande, casi como una sombrilla, no vaya a ser que se venga el diluvio - pensaba Ebelino- y se me mojen las cosas y entonces no pueda comprar el auto y no llegue mi fin de mundo (ese mundo que Ebelino pareció nunca haber elegido).
Faltan unos días para el aniversario de tu muerte, nunca hay nada que festejar en esa fecha, esa puta fecha que desearía borrarla del calendario. Nunca pude escribirte nada de esto, te escribí sí un millón de cartas que nunca publiqué, ni compartí con nadie, porque eran sólo para vos, aunque nunca las pudieras leer. Yo sé que vos debés saber ya todo o lo supiste, mientras estuviste vivo; y ese es mi mayor consuelo, siempre entendiste mis miedos, mis respetos, mi distancia; nunca quisiste cambiarme y me ayudabas a descubrirme con cada detalle que rescatabas de mis gestos; y eso también lo extraño mucho, como eso de que las piedras miran todo y que cuando las tocabas sentías que era como tocar la historia y que eso te hacía acordar a mí y a esa distancia que aún sigo poniendo con el mundo, gracias a mis anteojos. La verdad que con tu muerte nunca pude hacer demasiado, más que añorar tus palabras y tu sensibilidad, dejándome con la certeza de creer que el sentimiento puro se fue con vos, y fue una macana seguir viviendo mirando siempre para atrás, frente a cada nuevo desencuentro y ver la historia que no fue, por miedo, un miedo que me resultó mucho más pesado después de tu muerte. Te fuiste demasiado pronto, con tus treinta y tres, jóvenes 33; y me dejaste con tantas cosas para decirte. Así que preferí regalarte una poesía que escribí hace mucho.
Quise que la foto que acompañara esta poesía fuera la del post anterior. De alguna manera, esa bella imagen me hizo acordar a esta poesía que sentí, tenía que estar cerca de esa foto y también separada, por los años y las cosas, porque para saltar siempre tiene que haber una distancia que permita inaugurar el salto. Recién ahora, siete años después de tu partida, entiendo que la capacidad del salto, no se fue con vos, que sigue intacta, entre el 2002 y ahora y siempre, y se salta, cuando nos animamos a sortear los miedos. Ya no se trata de tu muerte; se trata sí, del más acá de mis miedos y me deja más tranquila que ya no tenga que ver con vos. Claro, después de tu muerte aprendí a perdonar a mis miedos; no así, a tu muerte. A tu muerte, no la voy a perdonar nunca; pero ya no está bueno usarla de excusa para no saltar. Te dejo libre y me libero, ojalá que dónde estés, estés saltando y yo te prometo que cada vez que salte, me voy a acordar de sacarme los anteojos.
La Joie
On partage la nuit, la pluie, la tristesse
On ne trace l´abîme que de l´oublie, comme l´envers de ta main
lignes nomades, sans chemin prévu, sans rides.
sans points…sans chagrins
La chemise vide quitte le corps froid
La bouche est sans mots,
les mots sont sans toi
La main devient pied,
Je perds la mesure des pas
Je saute
El placer (siempre se pierde algo en la traducción, tenía razón Derrida, pero también se gana en voz y estoy casi segura que esto Derrida también lo sabía)
Compartimos la noche, la lluvia, la tristeza
No trazamos el abismo más que del olvido, como el revés de tu mano
Sábado a la noche. Noche de amigos, conocidos, teatro, festivales, charlas y fotos. Salimos de la cueva sin pretensiones de conquistar al mundo. Sobre la terraza, vemos una sombra (todos la vemos, pero Andy y yo también la pensamos).
-Es un conejo- me dice Andy -Sí, es un conejo- comento asombrada- Es un conejo
Pasamos la sombra, nos damos vuelva, volvemos sobre el mismo punto; pero ya no es el mismo. -No, no era un conejo- le digo a Andy- Era una planta.
Conclusión de la noche: El lado B de la planta, es un conejo ¿cuál es tu lado b?
Gutenarra aneda. Picture Andy, last saturday (linda noche, lindo disparo, eso que no se ve)
PD: -En la galera hay un conejo -No, hay una planta(y pincha) El lobo
Vamos, esto no tiene que ver con el amor, el amor llega mucho después. Con suerte – dijo Manuel la primera vez que se conocieron mientras apoyaba su mano derecha sobre el pecho izquierdo de Inés. Y tenía razón y ambos lo sabían ya de memoria (no por tener la misma edad, ni la misma cantidad de pelo; sino por leer casi los mismos libros y bailar las mismas canciones, cansados de los mismos cansancios). Ambos lo sabían; pero el secreto para volverse a ver era que ninguno de los dos lo dijera.
“Nunca en un primer encuentro hay que hablar de amor”, piensa Inés, el amor viene mucho después: es verlo dormir, escribirle una carta manuscrita y enviársela por correo argentino; es verlo enfermo y abrazar su fiebre hasta volverla sexo; es mirar su andar desprolijo y amarlo igual. Eso es el amor y mucho más también.
El amor no está nunca en el primer encuentro y aún cuando, en esas raras ocasiones, se atisba un asomo de amor, en general si eso pasa, ese amor nuevo, pequeñito se transforma enseguida en miedo viejo. Por eso ambos sabían que la primera vez, nunca se trata de amor y esto, aunque se sepa de memoria, nunca hay que decirlo.
Tiempo después hablé con Inés, le pregunté por Manuel, me dijo que no lo había vuelto a ver, y ahí entendí que hay veces que no es bueno saber demasiado algunas cosas, porque saberlas nos reafirma en la memoria agrandando el desencuentro y la lista de los porquenós. El saber de memoria, nunca nos eyecta hacia el futuro incierto de la rutina no inaugurada (y quizás esto tampoco quiebre el transcurso de la historia, digo, animarnos al futuro incierto; pero al menos, pienso, nos permite escribir la historia en los márgenes, donde todo es otra historia, donde parece haber menos miedos, o al menos eso creo, no sé).
Me quedó una duda, ¿qué hacía la mano derecha de Manuel en el pecho izquierdo de Inés? Rien d’amour. Rien de rien?
Gute
Bonus track del post Fernando Pessoa, Diálogo en el jardín del palacio - El Privilegio de los Caminos
“B. [el Hombre]
¿Valdrá la pena amar lo que podemos tener? Amar es querer y no tener. Amar es no tener. Lo que tenemos, lo tenemos, no lo amamos.
A. [la Mujer]
¡Y si nos amáramos a pesar de todo !
B. [el Hombre]
No, ahora, no se puede más. Nosotros descubrimos en un instante lo que la gente feliz no descubre en toda su vida, lo que la gente infeliz sólo descubre después de mucho tiempo. Descubrimos que somos dos, y que por eso no nos podemos amar ni tampoco imaginar que se ame.
A. [la Mujer]
¡Pero yo te amo tanto, tanto! Si decís eso, es porque no te podés imaginar cuánto te amo.
B. [el Hombre]
No, es porque yo sé cuánto no me podés amar... Escuchame. Nuestro error fue pensar en el amor. Sólo hubiéramos tenido que pensar al otro. Así nos hemos revelado, descubiertos de la ilusión para ver bien cómo éramos, y vimos que éramos apenas como una ilusión. Al fin, no somos nada más que Dos. Al fin, somos una epopeya eterna - el Hombre y la Mujer...
A. [la Mujer]
¡Oh, mi amor! ¡No pensemos más, no pensemos más! Amémonos sin pensar. ¡Maldito sea el pensamiento! Si no pensáramos, seríamos siempre felices... ¡El que ama no necesita saber que ama, ni pensar el amor, ni lo que es el amor!”
La misma celda que me dio la mía familia me la di yo mismo al otro lado del monte de la familia.
fue como cruzar una mudanza completa de lado a lado esperando llegar a destino con otros objetos.
si miro mis pies y mis manos, veo la evidencia de que son iguales la causa y la consecuencia
hoy yo he movido hacia mi nueva trinchera los mismos escudos y las mismas armas huecas.
divideré mi cuerpo algún bendito día entre mi yo-amigo y mi yo-enemigo acediándome pero quedará un lobo.
será para mí algo muy difícil y espero que comprendan mi queja como aullido de aquel lobo en el medio del monte
que no saba hacia qué lado bajar después del llanto y de haber despertado a tantos desconocidos.
Goyo, el que firma "Goyeneche" 28 de noviembre de 2009 (o al menos eso dice el papel) http://www.insignificadis.blogspot.com/
PD: En el medio del festejo del primer año de Nulú Bonsai Editora de arte, formato música + lectura de poesía + imágenes de películas, una poesía cayó (calló) en mis manos. Prometí publicarla en el blog, como agradecimiento. Os dejo Gute
La facultad es una travesia para crear. La elección del discurso puede generar enfermedad en una multiplicidad de personas que piden por su libertad. Quino toma mate mientras el discurso de Latinoamérica está en ruptura con occidente. El crear es el primer ladrillo del juego para dejar de ser un mito.La enfermedad es una lectura de la persona. La travesía de cuestionar cultura La música es el hogar libertad. El discurso, de columnas y ladrillos La facultad un viaje a la apertura Crea lectura es ruptura y multiplicidad La elección del viaje es cuestionar el hogar Cuestionar un discurso permite la apertura a un nuevo viaje Pensar el chamamé viajar a mi cultura, abrir el juego de-venir a la facultad La música y el fútbol Libertad que oriente el curso del devenir Elección de pensar más El discurso de la multiplicidad ruptura de la lectura
Es el contexto de la facultad dentro del curso se juega a crear en
una hoja un discurso
Se viaja hasta VILLA FIORITO para tomar mate, jugar al fútbol con personas
agua
de contextos distintos
La Alfabetización se DA muchas veces en personas sin hogar
La travesía de oriente produce cambios en la facultad de crear
La ruptura del discurso de Quino crea columnas de multiplicidad
Pensar LA CULTURA como apertura el juego
Elecciones, oportunidadpara cuestionar discursos Para producir cambios hay que cuestionar la cultura, abrir el juego a la multiplicidad La música como una puerta a la apertura, un viaje, una travesía hacia la libertad El discurso de ruptura rompe contexto permite replantear multiplicidad de lecturas (que formaban ladrillos y que permite viajar, hACER travesías, JuGaR, cuestionar, viajar a oriente permite pensar. Apertura un devenir constante hacia la libertad del pensar Disfruto pensar, crear y producir en la facultad, tomar mate y conocer personas
La cultura de Latinoamércicavive en el rincón del mito.
Mi viaje al Borda, siempre mate con agua
La música curso libertad e la travesía
En el rincón De oRIente es otra la lectura, pensar es un juego. Abrimos la puerta y nos fuimos de viaje a crear. Autores de ruptura dan una lectura, es cuestionar, pensar, crear; en el hospital Borda, eso es enfermedad Viaje por agua, a un rincón de Villa Fiorito
La travesía de la elección, es un ladrillo en la vida El discurso de la facultad es un viaje a un rincón
La libertad del juego crea una puerta
MÁS AGUA PARA EL MATE
Lectura de Quino produce una travesía
Latinoamérica = puerta a la travesía
La multiplicidad es libertad
Pensar y crear, para el cambio
Más viaje y mate es libertad
La músicadel mito abre la puerta a Latinoamérica
Producir la enfermedad como juego ES crear personas
La ruptura de las columnas cuestiona la hoja que deviene agua
La elección de un hogar, un rincón del contexto
Música de chamamé, dEVENIR latinoamericano
El mate en Latinoamérica hace travesía de hogar en las personas, más allá de la alfabetización, el pensar y le contexto. Es la puerta de entrada y quizás ruptura en la ladrillería y/o columnas del discurso de cada uno, cual el curso y viaje del agua en un río. Entonces, abandonémonos al juego creando
Del futbol multiplicidad en libertad y corrientes. Quito mate, porque el ladrillo le pateó el contexto
Agua que entra por la puerta de viaje
Oriente de travesía por el rincón de Latinoamérica
Libertad de pensar y crear. Apertura hacia la multiplicidad
Devenir de mate y chamamé
Futbol y música, elección de la cultura
Facultad de viaja por el agua
Ser un ladrillo, es una elección, como también pensar crear abre puerta es conocer un viaje en la facultad puede haber libertad apertura se puede cuestionar y sería una travesía a la multiplicidad.
La música, el futbol son columnas de la cultura
Producir alfabetización es un viaja a la apertura
Latinoamérica es la puerta al agua
En el Borda se produce un juego de la libertad
Tacho tacho tacho
Los cambios en el contexto cambian el curso de la travesía
El devenir es una elección en juego
La ruptura de las CO LUMNAS devienen en multiplicidad
-¡Más mate!
El crear es al pensar como la multiplicidad es al discurso
Negación a la enfermedad en la facultad
Tacho
TACHO
Tacho
Un rincón del H. Borda donde hubo hogar
Asterisco
22 personas pensando, creando.
Ultimo día de cursada, docente propone juego, texto colectivo de produce, a partir de palabras en tizas de pizarrón que donamos a cambio de más palabras que devienen frases singularmente colectivas, entonces anónimas (como un mito).
Docente feliz, homenajea alumnos. Fin de cuatrimestre, felices fiestas y sobre todo, felices viajes, lecturas, producciones y azares
Brindo por nosotros, esos 22, que fuimos deviniendo.
Agustina Saubidet
PD: quien se anime cualquier día, en cualquier momento, juegue con las palabras, cree frases, saque, agregue, tache, subraye, puede subirse al colectivo, la puerta siempre está abierta.
Mi vecina, la del 3 algo, se empeña y se empeña en regalarme goteras. Al principio las contaba, hasta que no tuve más números. Un día, le toqué el timbre y le pedí que no me regalara más goteras. A partir de ahí, el silencio volvió a reinar en mi cuarto y el tiempo, se volvió de nuevo desmedido. Ahí entendí que las goteras de alguna manera contaban el tiempo y el silencio se quedaba callado, por miedo quizás a entrar fuera de tiempo. No sé que prefiero: si contar esto o contar las gotas aunque ya no existan.
Gute (texto dedicado a Girondo y su poema Espera "rítmicas goteras")
"La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un "orden abierto", novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el "clímax" de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucha más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out." Julio Cortazar
Agradezco a Marcelo Guerrieri, quien tan generosamente ayer en el programa Cazadores de Tornados conducido por Cristina Estrella, nos hizo conocer este maravilloso texto.
Gracias Marce, y gracias Cristo por la invitación de ayer, la verdad muy buen programa, al menos yo me divertí mucho.
Gute
Inaugurando un nuevo bloque en Bizoma, decidí hacer circular algunas "canzonetas" que considero bellas, reales, potentes ficciones. En esta primera entrega O Mundo, de Paulinho Moska, en versión + Lenine + Suzano+ Chico Cesar+ Zeca Baleiro, todos ellos grandes músicos del Brasil país que con gran talento nos hacen sentir la vida tan cerca. Gute
O mundo é pequeno pra caramba Tem alemão, italiano, italiana O mundo filé milanesa Tem coreano, japonês, japonesa
O mundo é uma salada russa Tem nego da Pérsia, tem nego da Prussia O mundo é uma esfiha de carne Tem nego do Zâmbia, tem nego do Zaire
O mundo é azul lá de cima O mundo é vermelho na China O mundo tá muito gripado O açúcar é doce, o sal é salgado
O mundo caquinho de vidro Tá cego do olho, tá surdo do ouvido O mundo tá muito doente O homem que mata, o homem que mente
Porque você me trata mal Se eu te trato bem Porque você me faz o mal Se eu só te faço o bem
Todos somos filhos de Deus
Só não falamos as mesmas línguas Everyboby is filhos de God Só não falamos as mesmas línguas Everybody is filhos de Gandhi Só não falamos as mesmas línguas
Estoy mermelada, toda pegoteada, como cuando era chica y se me llenaba la boca, la remera, las manos de miel, helado, dulce de leche, algodón de azúcar. Sé que hablar, desmermela, también un buen baño de inmersión; pero para eso tengo que perder el miedo a no morirme en una bañadera, donde siento, no hago pie. El sexo desmermela, aunque no siempre; a veces es como si te llenaras el cuerpo de miel arriba de otra capa de miel y otra, y otra y ahí te das cuenta de que lo único que puede desmermelarte es otra lengua, no cualquiera, otra, quizás la portuguesa, el pollo a la... la lengua que lame como la de los gatos, como la que come helado, esa lengua tuya que tenés y que extraño, porque ahora estoy toda mermelada y extraño que me desmermeles.
"Si hubiera inventado mi escritura lo habría hecho como una revolución interminable. En cada situación hace falta crear un modo de exposición apropiado, inventar la ley del acontecimiento singular, tener en cuenta su destinatario supuesto o deseado; y al mismo tiempo pretender que esa escritura determinará al lector, el cual aprenderá a leer (a “vivir”) esto, que además, no estaba habituado a recibir. Se espera que renazca determinado de otro modo: por ejemplo, esos injertos sin confusión de lo poético sobre lo filosófico o ciertas maneras de usar los homónimos, de indecidibles, de estratagemas de la lengua –que muchos leen con confusión para ignorar su necesidad propiamente lógica. Cada libro es una pedagogía destinada a formar su lector. Las producciones en masa que inundan la prensa y el mundo editorial no forman a los lectores, sino que presuponen de manera fantasmática un lector ya programado. De modo que termina configurando a ese destinatario mediocre que habían postulado de antemano. Por el contrario, al preocuparme de la fidelidad, como usted dice, en el momento de dejar una huella sólo puedo hacerla disponible para cualquiera: no puedo ni siquiera dirigirla de manera singular a nadie. Cada vez, con todo lo fiel que se quiera ser, se está traicionando la singularidad del otro al que se interpela. A fortiori cuando se escriben libros de una gran generalidad: no se sabe a quien se habla, se inventan y se crean siluetas, pero que en el fondo, esto ya no nos pertenece. Orales o escritos todos esos gestos nos dejan, se ponen a actuar independientemente de nosotros. Como máquinas, o mejor como marionetas –me explico mejor en Papier Machine (Galilée, 2001). A partir del momento en que yo dejo (publicar) “mi” libro (nadie me obliga), devengo aparición-desaparición, como ese espectro ineducable que no habrá aprendido a vivir jamás. La huella que dejo significa mi muerte, por venir o ya advenida, y la esperanza de que me perviva [survive]. Esto no implica una ambición de inmortalidad, es estructural. Dejo aquí un fragmento de papel, me voy, muero: imposible salir de esta estructura, ella es la forma constante de mi vida. Cada vez que dejo partir algo veo mi muerte en la escritura. Experiencia extrema: uno se expropia sin saber a quien propiamente queda confiada la cosa que se deja. ¿Quién va a heredar, y cómo? ¿Habrá incluso herederos? Esta es una pregunta que hoy nos podemos plantear más que nunca. Una pregunta que me ocupa sin cesar. El tiempo de nuestra tecno-cultura ha cambiado radicalmente con relación a esto. La gente de mi “generación”, y a fortiori los aún más viejos, estuvieron habituados a un cierto ritmo histórico: se creía saber que tal o cual obra podía o no sobrevivir, en función de sus cualidades, durante uno, dos o como Platón, veinticinco siglos. Pero hoy la aceleración de las modalidades de archivación junto al desgaste [l’usure] y la destrucción transforman la estructura y la temporalidad de la herencia. Para el pensamiento la cuestión de la pervivencia [survie] toma en adelante formas absolutamente imprevisibles. A mi edad estoy preparado para las hipótesis más contradictorias con relación a este asunto: tengo simultáneamente, le ruego que me crea, un doble sentimiento que, de un lado, por decirlo sonriendo e inmodestamente, aún no se ha comenzado a leerme, ya que si acaso hay, ciertamente, un buen número de buenos lectores (algunas decenas en el mundo, quizás) en el fondo, será más tarde que todo eso tendrá una oportunidad de aparecer; pero también por otro lado, tengo la sensación de que quince días o un mes después de mi muerte ya no quedará nada. Excepto aquello que ha sido guardado mediante depósito legal en la biblioteca. Se lo juro, creo sincera y simultáneamente en esas dos hipótesis."1
Jacques Derrida (1930-2004)
-1 Fragmento de la entrevista "Estoy en guerra contra mí mismo" realizada meses antes de su muerte y publicada por Le Monde
Hay expresiones que me detienen. Podría pasarme horas intuyendo por qué es esa imagen y no otra...algo en las manos, en ese mirada, en esa boca, un ruego, un dolor, la sonrisa que supo ser feliz... No hay razones para explicar el arte, hay cosas que llegan y punto. llegan. Algo me toca y no es el viento.
La lucha condujo al salto, el salto a su boca abismo, una red imprevisible desde el primer beso y hasta el último. Ahora habita en ella esa sensación rara de boca pastosa, de sol encandilante que endurece pupilas, como el dolor de garganta después del grito contenido, aullido de loba libre. Piensa algo, pero no mucho, lo vuelve a abrazar, lo abraza, lo besa pero esta vez con menos cautela y el champagne que se desborda y derrama toda la espuma encima de su cuerpo, como una ola que desconoce las mareas.
Quería explicar todo, que después de tanta lucha algo se entendiera, y en realidad necesitaba que él dijera algo (que no sobre) y finalmente entendió que él se había tomado un tiempo para inventar otra forma de lenguaje, más libre, menos temeroso, como el del sexo joven; y ese decir la penetraba, lo penetraba, se penetraban. Y ahí entendió que después de la lucha y la prisión, viene la libertad; pero una libertad que no duele, porque hay momentos en donde nada duele y ahí, en ese segundo, todo es posible.