Faltan unos días para el aniversario de tu muerte, nunca hay nada que festejar en esa fecha, esa puta fecha que desearía borrarla del calendario. Nunca pude escribirte nada de esto, te escribí sí un millón de cartas que nunca publiqué, ni compartí con nadie, porque eran sólo para vos, aunque nunca las pudieras leer. Yo sé que vos debés saber ya todo o lo supiste, mientras estuviste vivo; y ese es mi mayor consuelo, siempre entendiste mis miedos, mis respetos, mi distancia; nunca quisiste cambiarme y me ayudabas a descubrirme con cada detalle que rescatabas de mis gestos; y eso también lo extraño mucho, como eso de que las piedras miran todo y que cuando las tocabas sentías que era como tocar la historia y que eso te hacía acordar a mí y a esa distancia que aún sigo poniendo con el mundo, gracias a mis anteojos. La verdad que con tu muerte nunca pude hacer demasiado, más que añorar tus palabras y tu sensibilidad, dejándome con la certeza de creer que el sentimiento puro se fue con vos, y fue una macana seguir viviendo mirando siempre para atrás, frente a cada nuevo desencuentro y ver la historia que no fue, por miedo, un miedo que me resultó mucho más pesado después de tu muerte. Te fuiste demasiado pronto, con tus treinta y tres, jóvenes 33; y me dejaste con tantas cosas para decirte. Así que preferí regalarte una poesía que escribí hace mucho.
Quise que la foto que acompañara esta poesía fuera la del post anterior. De alguna manera, esa bella imagen me hizo acordar a esta poesía que sentí, tenía que estar cerca de esa foto y también separada, por los años y las cosas, porque para saltar siempre tiene que haber una distancia que permita inaugurar el salto. Recién ahora, siete años después de tu partida, entiendo que la capacidad del salto, no se fue con vos, que sigue intacta, entre el 2002 y ahora y siempre, y se salta, cuando nos animamos a sortear los miedos. Ya no se trata de tu muerte; se trata sí, del más acá de mis miedos y me deja más tranquila que ya no tenga que ver con vos. Claro, después de tu muerte aprendí a perdonar a mis miedos; no así, a tu muerte. A tu muerte, no la voy a perdonar nunca; pero ya no está bueno usarla de excusa para no saltar. Te dejo libre y me libero, ojalá que dónde estés, estés saltando y yo te prometo que cada vez que salte, me voy a acordar de sacarme los anteojos.
La Joie
On partage la nuit, la pluie, la tristesse
On ne trace l´abîme que de l´oublie, comme l´envers de ta main
lignes nomades, sans chemin prévu, sans rides.
sans points…sans chagrins
La chemise vide quitte le corps froid
La bouche est sans mots,
les mots sont sans toi
La main devient pied,
Je perds la mesure des pas
Je saute
El placer (siempre se pierde algo en la traducción, tenía razón Derrida, pero también se gana en voz y estoy casi segura que esto Derrida también lo sabía)
Compartimos la noche, la lluvia, la tristeza
No trazamos el abismo más que del olvido, como el revés de tu mano
líneas nómades, sin camino previsto, sin arrugas
sin puntos, sin lamentos
La camisa vacía deja el cuerpo frío
La boca es sin palabras
Las palabras son sin vos
La mano se transforma en pié
Pierdo la mesura de los pasos
Salto.
Agustina Saubidet
5 comentarios:
altamente inspirada la agustina...
Qué bello Gute!
Hay procesos y aprendizajes que llevan un tiempo. Perdonarse... es uno de ellos. Enfrentar los miedos otro. No son el mismo, sólo que a veces como en este caso uno los ve entrecruzarse.
Salto a lo cheerleader por tus dos victorias, y te presto un rato mi V.- para que festeje con vos.
(nunca mejor puesta la foto).
Te quiero!
Leri.-
Uh, cuánto me enterneciste!
Me dejaste una cierta congoja...esa anterior al salto que no es clarividente ni cierta...muy por el contrario, es ciega y hasta osada aunque no estemos preparados.
(Prefiero pisar firme, aunque sea más lento el adiós...)
¡Excelente Gute!
Un beso y abrazo enorrrme
me dejaste ciega, al salto no preparado, piso osada el adios, cuánto más lento el clarividente
muy cierta es la caída, no así el salto.
Un abrazo enorrrme también para vos.
Gute
Lerinha: no haVia Visto tu V. Gracias V.
SauVidet agradece mucho la infinidad de Veces que estuViste ahí, al pié del cañon, soportando lo insoportable.
ah gracias por la V, ¿eran dos?
Vesos
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