martes, diciembre 01, 2009

Cartas de amor sin findes de lucro

Vamos, esto no tiene que ver con el amor, el amor llega mucho después. Con suerte – dijo Manuel la primera vez que se conocieron mientras apoyaba su mano derecha sobre el pecho izquierdo de Inés. Y tenía razón y ambos lo sabían ya de memoria (no por tener la misma edad, ni la misma cantidad de pelo; sino por leer casi los mismos libros y bailar las mismas canciones, cansados de los mismos cansancios). Ambos lo sabían; pero el secreto para volverse a ver era que ninguno de los dos lo dijera.

“Nunca en un primer encuentro hay que hablar de amor”, piensa Inés, el amor viene mucho después: es verlo dormir, escribirle una carta manuscrita y enviársela por correo argentino; es verlo enfermo y abrazar su fiebre hasta volverla sexo; es mirar su andar desprolijo y amarlo igual. Eso es el amor y mucho más también.

El amor no está nunca en el primer encuentro y aún cuando, en esas raras ocasiones, se atisba un asomo de amor, en general si eso pasa, ese amor nuevo, pequeñito se transforma enseguida en miedo viejo. Por eso ambos sabían que la primera vez, nunca se trata de amor y esto, aunque se sepa de memoria, nunca hay que decirlo.

Tiempo después hablé con Inés, le pregunté por Manuel, me dijo que no lo había vuelto a ver, y ahí entendí que hay veces que no es bueno saber demasiado algunas cosas, porque saberlas nos reafirma en la memoria agrandando el desencuentro y la lista de los porquenós. El saber de memoria, nunca nos eyecta hacia el futuro incierto de la rutina no inaugurada (y quizás esto tampoco quiebre el transcurso de la historia, digo, animarnos al futuro incierto; pero al menos, pienso, nos permite escribir la historia en los márgenes, donde todo es otra historia, donde parece haber menos miedos, o al menos eso creo, no sé).

Me quedó una duda, ¿qué hacía la mano derecha de Manuel en el pecho izquierdo de Inés? Rien d’amour. Rien de rien?

Gute


Bonus track del post Fernando Pessoa, Diálogo en el jardín del palacio - El Privilegio de los Caminos

“B. [el Hombre]
¿Valdrá la pena amar lo que podemos tener? Amar es querer y no tener. Amar es no tener. Lo que tenemos, lo tenemos, no lo amamos.
A. [la Mujer]
¡Y si nos amáramos a pesar de todo !
B. [el Hombre]
No, ahora, no se puede más. Nosotros descubrimos en un instante lo que la gente feliz no descubre en toda su vida, lo que la gente infeliz sólo descubre después de mucho tiempo. Descubrimos que somos dos, y que por eso no nos podemos amar ni tampoco imaginar que se ame.
A. [la Mujer]
¡Pero yo te amo tanto, tanto! Si decís eso, es porque no te podés imaginar cuánto te amo.
B. [el Hombre]
No, es porque yo sé cuánto no me podés amar... Escuchame. Nuestro error fue pensar en el amor. Sólo hubiéramos tenido que pensar al otro. Así nos hemos revelado, descubiertos de la ilusión para ver bien cómo éramos, y vimos que éramos apenas como una ilusión. Al fin, no somos nada más que Dos. Al fin, somos una epopeya eterna - el Hombre y la Mujer...
A. [la Mujer]
¡Oh, mi amor! ¡No pensemos más, no pensemos más! Amémonos sin pensar. ¡Maldito sea el pensamiento! Si no pensáramos, seríamos siempre felices... ¡El que ama no necesita saber que ama, ni pensar el amor, ni lo que es el amor!”

(cierro cita de Pessoa)

2 comentarios:

sonoio dijo...

amar es no tener que pedir perdón...
no,
en serio
el amor, no sé, supongo que hay que renovarlo todos los días, dejar de amar cuando nos dormimos y al despertar ver que pasa
digamos el amor como el arte
dá para más que este pobre comentario mío

un beso chicas
muy bueno traer a pessoa

Bizomáticas dijo...

y que este post, Sonoio, ni que lo diga.
Pessoa está siempre, al lado de Nietzsche.
Abrazo
Gute