viernes, enero 30, 2009

Síntomas del enamoramiento

Sonrisa eterna las 24 horas del días.

El sol brilla más de lo habitual.

Te hace hacer chiquilinadas.

Fomenta el arte y la creatividad en todos sus formatos

Clásico: mariposas en la panza, y/o puntadas en el bajo vientre.

Te hace llorar, te hace reír, te conmueve, llega y lo cambia todo.

Te hace chequear 30 veces la casilla de mail y ver si el teléfono tiene tono o ver el identificador de llamadas.

Te cura las alergias y la piel en general.

Te sentís mareada.

Te hace despertar más temprano, o en el medio de la noche o acostarte a cualquier hora de la madrugada.

Te dan ganas de cocinar.

Te vuelve contemplativ@ y/o ansios@.

Te hace limpiar la casa con ganas.

Te hace caminar liviano.

Te hace decir esas palabras cursis que siempre odiaste: lind@, bonit@.

Te hace conocer lugares de la ciudad que antes ignorabas.

Adelgaza.

Te hace cambiar de shampoo o en su defecto de crema humectante.

Te hace caminar más erguid@.

Te hace brillar (a veces sólo los ojos, pero en general abarca todo el cuerpo).

Te dan ganas de contarlo, de escribirlo, de pensarlo, de soñarlo.

Te hace atrapar el tiempo con una mano.

Te hace caminar por el medio de la calle sin que te importe perder la vida.

Hace parecer tu vida más interesante.

Te hace recordar el pasado con la misma liviandad con la que caminás

Te reís de cualquier cosa.

Todo lo que hace el otro es perfecto y los otros imperfectos dejan de importarte.

Te hace olvidar las prioridades impostergables.

Te hace viajar lejos.

Te hace arriesgarte aún para decir te quiero.

Te dan ganas de hacer esas cosas que siempre quisiste hacer y nunca hiciste.

Te hace abrazar momentos perfectos.

Te hace hacer locuras sanas.

Te hace hablar con la mirada.

Te hace sentir que las palabras se quedan cortas.

Te hace bailar con las manos o en su defecto con los pies.

Te hace encontrar la belleza en esas imperfecciones que l@ vuelven únic@

Te hace percibir detalles que en otro contexto nunca percibirías.

Te hace volver a tener ganas de besar con ganas.

Te hace creer en las señales y/o te hace crear señales.

Te hace rever tu discografía e incorporar nuevos temas.

Te hace reír cada vez que querés evocar un síntoma sobre el enamoramiento.

Señor/a esto es más barato que un spa. Anímese y enamórese, porque el amor “te hace”

Gute y Lerinha

jueves, enero 29, 2009

Such Great Heights


Hay momentos que en la vida nos son regalados tan perfectos que uno no cambiaría ni el más minúsculo matiz. Para mi propia desgracia, yo siempre fui especialista en imaginar “ese detalle” que los llevaría un paso más allá..
Experimentaba entonces la belleza de esos instantes “casi” perfectos… (y si tan sólo hubieran sido como los imaginé… quién sabe cuánto más!). Como aquel recital de Soulwax y el punto exacto en que dejaron sus instrumentos y aparecieron las consolas y se operó la transmutación: ya eran Two Many DJs. Disfruté tanto de ese contrarecital (elegir una banda para mí desconocida y dejar de ver a Blondi y Morrisey, a los que había ido a ver, podría calificar así, de contra). Pero en realidad no había existido opción posible, una vez que conecté con su transmutación musical de pies a cabeza. No es metafórico, Soulwax llegaba grave desde el césped retumbante e ingresaba por la planta de mis pies y Two Many DJs se encargaba de ejercer el recorrido contrario hasta que mis manos se elevaban danzantes en el dominio de la música.
¿Qué fue lo que imaginé que lo hubiera hecho más perfecto? Tal vez que mientras Soulwax (la banda) tocaba, tiraran bruscamente los instrumentos en el escenario y una nube de luz roja lo cubriera todo hasta que se disiparan las cuatro formas en los costados y reaparecieran con fuerza en el centro (los djs), en sus consolas enfrentadas, para dar comienzo al festival de baile, luces y sonidos.

El punto en realidad no es lo que imaginé ni cuán bueno hubiera estado… se trataba a fin de cuentas de un efecto… Lo que importa sí es que ese instante imaginado retornaba a mí para robarme furtivamente la posibilidad de abrazar momentos perfectos.
Pero dicen que todo tiene un fin, tarde o temprano, y que a veces la realidad excede el límite de lo imaginable.

Esto pasa con suerte muy rara vez, sin garantías de que pase ni de que no vuelva a pasar, y cuando ocurre el impulso más cercano que uno tiene es el llanto. Los ojos se humedecen de lágrimas no pensadas, lágrimas que no estaban allí 5 segundos antes.

Sin dejar muy en claro si llorábamos de gratitud ante la posibilidad de experimentar un momento tan perfecto, o por la certeza de que no podía durar para siempre, nos abrazamos fuerte hasta transpasarnos. Hasta que ya no hubo tiempo ni capacidad de distinguir un latido del otro. Un temblor nos envolvió desde el piso como en un soneto de graves. Él se dio cuenta -porque estallé en su cabeza- que durante un momento habíamos sido uno (y si a fin de cuentas, somos moléculas de energía, porqué no suponer que éstas bien podrían mezclarse de vez en cuando, para luego volver a quienes se creen sus dueños, ya transformadas). El cobró la consciencia y yo no quería dejar de abrazarlo. A nuestro lado la heladera hacía un sonido que nos era casi imperceptible. Sólo escuchábamos la música que nos envolvía en nuestro momento perfecto. No llegaba a oír lo que decía la letra, él la había cargado en mi computadora unos minutos antes -uno de sus tantos regalos musicales-, pero imaginé o más que imaginar quise con fuerzas que pudiera tener que ver con nosotros, porque así como ese abrazo que había llegado sin aviso y nos había transformado en el piso de la cocina, algo en esta canción me llenaba de una sensación de esas que no se pueden describir tan bien como se sienten… casi como si una gran mano nos envolviera desde la garganta y nos la recitara al oído, dejándonos al borde del llanto, otra vez. ¿Qué es lo que tiene la belleza que nos impulsa a llorar?

Ni bien se fue busqué la letra. Y me sorprendí o ya no tanto de encontrar que no sólo había experimentado un momento TAN, DEMASIADO perfecto que mi imaginación no habría siquiera podido esbozarlo. Sino que incluso había una canción que lo musicalizó desde mucho más allá de una lista de I-Tunes. Tal como lo había deseado.

Lerinha.-


PD: A la Canción, Such Great Heights (The Postal Service), es posible acceder desde el link del título.

martes, enero 27, 2009

Por aquello...

Hoy se cumplen 8 años, no importa de qué, se cumplen 8 años.

Existen dos formas de aniversarios: los festivos y los melancólicos; yo decido festejarlo así, como una mezcla entre ambas opciones sin poder decidirme por ninguna.

Brindo y te agradezco INFINITAMENTE por esa primera vez hace 8 años.

De regalo: “Te doy una canción” de Silvio Rodríguez, lo más sano que puedo darte y con esto me despido.


Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio,
cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida.

Te doy una canción si abro una puerta
y de las sombras sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor,
y si no lo apareces no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera me detengo:
la ciudad se derrumba y yo cantando,
la gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo, que me juego la vida,
porque no te conocen ni te sienten.

Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar.
Te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo: “Patria”,
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla:
como doy el amor.


Gute

lunes, enero 26, 2009

Impalpable, como el azucar (fragmentos novela)

Capítulo: EL lago

Te escribo porque es más fácil que mirarte o que tocarte, porque si te toco siento que ya no sos vos, que algo de mí te está cambiando, y no quiero, hasta cuando te miro siento que te volvés otra y entonces, ya dudo…pongo distancia, como cuando me enojo; pero esta vez me enojo conmigo mismo por no poder dejar de mirarte, ni de tocarte.
Te escribo que es casi como apreciar tu respiración entrecortada, detenerme a escucharla, contar cada pausa donde cada exhalación tuya se vuelve oxígeno para mis magros pulmones llenos de nicotina; pero entonces me doy cuenta de que se vuelve inútil tener algo entre las manos que no seas vos.
Te observo pálidamente para pasar desapercibido, para que no sientas que te miro y te palpo con mis ojos azules, mientras tus ojos negros descansan detrás de tus párpados.
Me hace bien mirarte, me hace bien escribirte…es como cuando nos reímos, cuando cruzamos miradas, cuando soñamos despiertos como aquella tarde en el cuarto del motel y jugamos con las formas de nuestros cuerpos en el espejo y creemos que estamos en Japón y que detrás de esa fuente de porcelana, asquerosamente decorada, imaginamos que aparece un superhéroe que nos resguarda; pero en realidad estamos en un lúgubre cuarto de hotel, y tenemos sólo unas horas y el parket no se puede sacar para romper esa fuente tan fea, porque esa ni siquiera es mi casa…
Hay veces que me pregunto si esta imaginación que nos invade por las tardes tiene el precio tan alto del equívoco; el peso de saber que estamos construyendo recuerdos que deben ser perfectos; o al menos debemos aprender a reírnos de sus imperfecciones…me pregunto si cuando “me mirás- mirarte” estás sabiendo todo esto, ojalá que no, porque entonces ya no sería a vos a quien estaría mirando…porque serías otra y no quiero que seas otra.
Me pregunto si realmente creés en mi burla constante; si detrás de eso no intuís nada de mi ausencia cuando se aleja de vos; si creés que realmente estoy ahí al lado, burlándome de todo, ocultándote el enojo; esa risotada sarcástica que ejerzo sobre mi mismo, no sobre vos, porque tengo varios años más que vos, y es la única solución que encontré frente a todo esto; porque al fin y al cabo, me parece bien que todavía creas que las cosas siempre son auténticas, que sólo son lo que muestran.
Me acuerdo de tu carita y me imagino tu mirada no entendiendo nada de todo esto; y me parece injusto estar generándote esa mirada, aunque sea así en mi imaginación, porque sé que hago mal en decirte estas cosas; estaría mal anticiparte un fracaso probable que no te pertenece; el fracaso de los años que vienen, porque no te tiene porque ir mal a vos, soy yo el que no puede mirar más allá de nada…
Por eso te escribo, porque no puedo mirarte, no ahora, ahora me da vergüenza y bronca haber creído una vez más en un superhéroe; me da vergüenza y bronca haber creído en tu cuerpo, en esa breve y eterna resurrección que le brindaste a mis labios secos y cansados de besar peceras sin agua…
Lo bueno de todo esto es que solamente vos sabés a quien le escribo, a vos, a quien desde la ausencia nombro sin tocarte ni mirarte, porque no quiero que te vuelvas otra, porque no quiero dejar de creer, aunque sea en un instante, que aquella tarde de jueves fue realmente a vos a quien vi, más allá de mí.

Agustina Saubidet

sábado, enero 24, 2009

Looking for corny in my life (IRIS sic, The Holiday)


Toronjo,
Lindo
Hermoso
Bonito
Toronjón
Maravilloso
- Vos
- Maravillosa tú

Estuve toda la tarde tratando de encontrar mi manera de nombrarte

Distraída por tus besos
Fusionada en tu mirada
Sólo pude reproducir las palabras más cursis.



* * *

Me dejo sorprender ante la Muerte de una vida huyendo de lugares comunes, en un instante de esos que duran millones (en verdad uno quisiera que duren más que millones, pues siempre resultan demasiado cortos e inmensurables a la vez). Tiembla todo vestigio de lógica. Se vuelve posible ser una más y la única. Él te vuelve única.
De día caminando, en el trabajo en el taxi en un café, sigues fundida en un abrazo que se te queda debajo de la piel para estremecerte nuevamente en cada recordarlo. Tu cara tus ojos tu sonrisa tu boca tu cuerpo, todo se envuelve de su presencia… Y brilla de él.

Leri.-



PD: Tal vez tengas razón Gute, "el amor nos vuelve cursis". Tal vez se trate sólo de una fase o materialización posible, y, como una margarita que se deshoja, uno accediera luego a la esencia misma de la belleza... ¿Qué podría estar más cerca que el corazón de una margarita?


viernes, enero 23, 2009

El hombre sol (octubre 2005)


Hoy quiero contarles la historia de un hombre, el hombre que tenía el sol en el brazo.

Sé que puede parecerles increíble pero hay ciertos hombres que en vez de autos tienen soles (claro que así como hay diferentes autos, hay diferentes soles).

El sol que tenía este hombre en su brazo izquierdo era raro. No se mojaba tan fácilmente como la gente supone: uno podía tirarle agua, como quien baña a un niño en una bañadera o se mete en el mar y el sol ni se mosqueaba. Siempre estaba ahí sin ninguna nube cerca.

Era tan fuerte este sol que tenía que salir por su piel y la textura de su dermis no podía ser indiferente.

Este hombre había nacido con este sol en su brazo izquierdo como quien nace con el pan bajo el brazo.

No sé si ustedes han tenido la suerte de conocer hombres soles, yo solo conocí a uno. Lo único que puedo decirles es que vale la pena dormir con ellos, porque de noche los soles salen del brazo y se quedan ahí, silenciosos en un rinconcito del cuarto, iluminándolo todo.


Este sol tenía la particularidad de atrapar el tiempo y dejar que, al mismo tiempo, lo atrapen con un dedo. Pero había un pacto entre el sol y él, pacto que hasta el día de hoy desconozco, porque los soles son tan discretos que de esto, no dicen palabra.


Hoy, hace dos días que no sale el sol en Buenos Aires.


Agustina Saubidet


PD: Gracias Belen Bavio y Mariano Mastrodomenico por la foto y por esa tarde maravillosa de relatos, encuentros y más fotos.

Contextos de escritura- (a Jorge Drexler, por un rato)

Dicen que lo más difícil es “perderle el miedo” a la hoja en blanco, pero yo nunca le tuve miedo a eso. Le tuve más miedo siempre a la hoja ausentada de espacios en blanco.

Las ideas vienen de la cabeza, a través de imágenes, se vienen situaciones, rostros, manos, miradas, con suerte algún recuerdo personal (que casi nunca escribo, dije casi; pero están tan camuflados que pocos se dan cuenta cuales fueron reales y cuales inventados). Nunca fui buena describiendo personajes, o cuartos, escenarios, para eso soy pésima, me aburro, me parece “subestimar al lector” (estoy racionalizando mi impotencia a la hora de ser descriptiva. Hay que racionalizar la emoción siempre. A lo incómodo se responde andando)

Recurro por lo general a imágenes y a sensaciones y siempre que me meto en la situación me pregunto cómo siente, qué piensa esa persona que me imaginé. Me meto tan adentro de ese mundo que por momentos me creo que soy ese personaje y lo habito. Lo bueno que tiene este recurso, no es solamente la escritura desde la entraña, es también que uno puede ser todo aquello que racionalmente no sería nunca, un hombre, un torturador, un hijo de su madre, una nena de 3 años, un duende, un reloj, en fin, cosas que nunca seré.

Hay veces que sufro tanto como los personajes (y esto no es exagerado, esto es así) y si sufro mucho es porque algo falló y algo mío también está presente; pero claro la gente cuando lee no sabe en qué parte me quebré. Me expongo poco. Me cuido bastante; pero las cosas se sienten igual y algunas personas saben siempre en qué punto me quiebro.


Gute Saubidet


A falta de foto, recomiendo escuchar “la vida es más compleja de lo que parece” Jorge Drexler

¡Feliz cumpleaños!


PD: me di cuenta que siempre desde hace años utilizo casi las mismas palabras. Bueno el orden de las palabras afecta en este caso el producto.

jueves, enero 22, 2009

Intimas Verdades 3

Siempre odié la nata, la nata siempre me dio asco, la nata sobra en la leche. Recuerdo de chica, a mi viejo cuando me hacía la leche con chocolate caliente y si no iba rápido a tomarla, se formaba la nata, que yo cuidadosamente sacaba con la cuchara. Me daba asco la nata. Me acuerdo que cuando la leche estaba caliente yo miraba las burbujas que se formaban en el borde de la taza, una taza blanca de cerámica con unos rombos verdes en forma de guarda. Yo miraba las burbujas que se formaban a su alrededor, e imaginaba que eran globos de colores.
En ese mundo yo era feliz.
Me di cuenta que había crecido cuando mis cuatro dedos ya no podían entrar en el asa todos juntos, (tuve que dejar a dos afuera. Dos.)
Lloro. Creo que perdí muchas cosas mías en el camino, cosas que me hacían feliz.

-a. Saubidet

martes, enero 20, 2009

Tengo miedo a los ascensores


Subo al subte, línea D, Agüero. Tengo miedo de quedarme encerrada en el subte, me falta el aire. Intento pensar en otra cosa, me hago la que miro revistas, no miro nada, a nadie miento, sigo sintiendo que en cualquier momento me ahogo. Llevo en mi mochila el libro de Duras, mi amuleto ante la posibilidad de encierro. No hay lugar en el subte para leer, estoy metida entre dos alemanes y un señor con un bolso enorme que lleva más pesares que otra cosa. Falta menos para bajarme, pienso: es en catedral. Quiero escribir, escribir me hace pensar en otras cosas, Duras me hace pensar en otras cosas que no son encierro. Llego a Tribunales, me quedo sin pilas en el mp3, ni la música puede salvarme. Leo los carteles, el recorrido del subte D, cuento las estaciones que faltan para ver el cielo, otra vez no quiero pensar en el encierro, quiero escribir.
9 de julio, la locutora anuncia combinaciones posibles, quiero irme, falta menos, quiero llegar.
Catedral, por fin la salida, todos caminan hacia la escalera, soy una más, pero distinta, me sé distinta por mi escritura, una escritura que la gente ignora, una soledad condición de la escritura que queda escondida detrás de mi fachada de persona y parezco una más. Sin esa sutil deferencia, soy una más. Subo la escalera mecánica y pienso ¿sabrá la gente la tristeza que se oculta detrás de una escritora que no ha publicado nada? Para que se sepa la condición de la escritora, digo, esa soledad irreductible, pienso en la publicación, no para hacerme famosa, si para que la gente sepa mi condición de escritora y lo que conlleva: mi soledad.
Salgo a la superficie, vuelve el cielo y sus nubes. Hay tanta gente por Florida, hace tiempo que no recorría sus calles. No quiero cruzarme con nadie. Antes era inevitable y deseado encontrarme con alguien por Florida. No quiero que me vean así, perdida por las calles, ahogada, siendo una más entre tantas hormigas, sabiéndome diferente sin decirlo. Florida en tanto mi paso, Citibank, Berlitz el jazz por las calles y Ella Fitzgerald. invitándonos a bailar, Javier bailando, deteniendo del tiempo, allá por el 98, cuando con Iris nos veíamos todos los días, o casi todos, no como ahora que está en Londres y la extraño. No quiero recordar quien fui, ya no más, ya no soy eso y Florida me recuerda lo que fui, Florida y Juan, Sam y Florida, Manu y Florida, cobranzas trámites, Cromañon y Florida. Recuerdos que cortan la misma calle.
Doblo por Sarmiento creyendo encontrar otra cosa, y no encuentro más que lo mismo, la gente que camina por Florida o por Sarmiento, da la sensación de que no les pasa nada, que no van a ningún lado, que no salen de ningún lado, que se han pasado la vida caminando sin ninguna pausa, sólo eso, sólo caminan, siempre igual, sin mirar al costado, esquivando a otros que caminan igual que ellos, sólo caminan. Viven para caminar.
Llego a mi destino, Sarmiento y Reconquista me piden los datos para entrar al edificio, me sacan una foto, me dan una tarjeta que garantiza no sólo mi entrada, pienso, sino la salida. Es en un cuarto piso, ascensores herméticos, tengo miedo de quedarme encerrada, le pregunto al de seguridad si puedo ir por escalera. "No, sólo por ascensor". Enfrento mi miedo, tengo a Duras conmigo, a mi amuleto. Somos varios, uno seis, no los cuento, somos varios. "¿Me marcás el 8?" "Sí, claro", contesto. "Gracias", me dice. Sonrío. Quiero llegar rápido al cuarto. Las puertas están por cerrarse y un ejecutivo último modelo se entromete, le pide al que me había pedido, que marque el 2, "¿cuál?, ¿éste?" Señala el botón con el número dos y pienso, "¿es tonto? De qué otro dos podría tratarse en un ascensor", en un encierro. Somos siete, sin contarnos. Si me agarra un ataque si el ascensor se para. ¿Quién me ayudará de ellos?

Llego al cuarto piso. Dos puertas contiguas, dos porteros eléctricos aseguran a quienes están dentro, a mí me ahogan. Me piden de nuevo el DNI, firmo, me dan papeles, me quiero ir rápido. Me dirijo al ascensor para irme y ver el cielo y sus nubes. No quiero bajar sola. Atrás mío sale un chico, bajo con él. Me dice que no le gusta el centro, que lo agobia, que es de la provincia y quiere irse. Le comento lo de la gente que camina, se ríe. Llegamos a planta baja. Paso por el molinete la tarjeta, me quedo atrapada en medio del molinete, el chico me dice, no nos dejan salir, el guarda, destraba el molinete. Me voy corriendo, ni me despedí del chico, no quería ni verlo, quería irme, quería evitar saludarlo, saltarhuiralejarme. Bajo hasta Alem y Corrientes, me siento distinta, me visto distinta de la que fui allá cuando lo amaba a Javier, cuando era recepcionista, cuando creía en el amor eterno y perfecto. Ya no formo parte de este mundo de Florida...sé de dónde vengo, pero no sé a donde voy. Eso me diferencia algo del resto de la gente que anda por Florida, pero no me diferencia del todo, ni me deja tranquila.
Quiero llegar al consultorio, a ese bendito edificio donde varias veces en el ascensor me quedé encerrada. Se hace tarde, tengo que tomar el subte B, pero qué hago si el subte se detiene. Agarro mi amuleto, mi amuleto Duras. Escribir. Llevo la escritura conmigo sin que nadie lo sepa, llevo conmigo la salvación y la muerte. Ambos están conmigo en el medio de una larga agonía. Salgo a la superficie, Pueyrredon y Corrientes, ya no tengo miedo al encierro, de eso ya no. Subo al ascensor sabiendo, como otras veces, que puedo quedarme de nuevo encerrada. Por primera vez miro hacia arriba. Es de esos ascensores viejos, que tienen rejas y aberturas por todos lados. Si uno mira el techo, desde adentro se puede ver el cielo y sus nubes. Subo. Por primera vez descubro que en realidad no estoy encerrada y que nunca estuve encerrada porque al final se puede ver la luz del cielo y la salida, y sube y sube y sube y sube, aunque el diario mañana anuncie que he muerto aplastada.
(uno anticipa tanto que anticipa el final)

Agustina Saubidet 02/07/2008


http://www.flickr.com/photos/gonzalo_ar/234562481

domingo, enero 18, 2009

Fragmentos de la novela

Desde hace muchos años estoy escribiendo una novela que espero, algún día, terminar (y creo que este es un buen momento para hacerlo). Aquí va un adelanto de un párrafo elegido al azar, que como sabemos, nunca es tan azaroso como nos hacen creer.

"Ayer te encontré diciéndome que me hace feliz agredirte y esto claro, me sorprendió bastante. Sobre todo, teniendo en cuenta a quien estaba dirigida mi agresión.

Cuando uno advierte estas verdades, todo se vuelve entonces mucho mas pesado y zigzagueante. Casi como una condena, pero uno puede elegir qué hacer.

Entonces hubo un instante de tremenda claridad, como suelen ser los instantes y me detuve justo a tiempo como para escribir otra cosa. Claro, me supe ver distinto, que esto no me pertenece o si me pertenece, y en nada me agrada y quisiera cambiarlo.

El conflicto principal radica tal vez en que uno no puede modificarlo todo, tan solo ir diluyendo los errores y también las miradas ajenas sobre uno, y apropiarse de lo realmente sea propio… que a esta altura no sé ya bien qué es. Entonces, supe verme ahì, en ese espejo del ascensor, queriéndome alejar de lo que no me agrada de mí, a la vez que viéndolo por primera vez: un objeto distante del que quería deshacerme en ese momento, en el instante mismo donde lo había encontrado.

Me encontré tanto en lo que me dijiste que me asustó, porque me encontraste en un lugar que no quería que nadie me hallara; porque me juré una y mil veces no repertir la historia y ahí estaba yo, en lo que tanto había evitado, topandome frente a frente, encontrándome con eso, y quizás tal vez, por primera vez con vos."

Gute Saubidet

viernes, enero 16, 2009

35000 canciones y más


Sé que estás del otro lado, sé que me lees y sin embargo dudo que alguna vez sepas de lo que se trata todo esto para mí.
Hay una canción que me encanta, The Hill de la película Once, en realidad me gusta toda la banda sonora. Alguien alguna vez me dijo que Dolina había dicho que la música nos gusta por los recuerdos y el contexto que la acompaña; y no es lo mismo tomar una copa vino sola que con amigos. Me pregunto si puede pasar esto al revés. Es decir, que una música sea creada (advenga, acontezca, ocurra, suceda) luego del contexto, que la música esté tan mal compaginada que aparezca años después
Tal vez hay momentos tan intensos que aún no se ha inventado la música que los pueda acompañar.
A esta altura de mi vida creo que creo cualquier cosa, pero no creo en cualquiera; y las reflexiones son siempre válidas, más allá del destinatario y del contexto de turno.

Gute

PD también claro podría pensarse que la música vieja se resignifica con actuales vivencias (podrían pensarse…tantas cosas).
Una vez más gracias Gon por las fotos http://www.flickr.com/photos/gonzalo_ar/2984055388/

jueves, enero 15, 2009

Los nombres propios

Dedicado a mi gran amigo, Enrico Fontana



Apropiarse de un nombre propio no es nada fácil, pues no hemos sido nosotros quien lo hemos elegido. Estamos destinados a la rebeldía desde un comienzo (o a una sumisión implacable).

Agustina Saubidet Angustia sin bidet, sería pues una opción indeseable; pero válida, en la medida en que podemos alejarnos de aquello que no elegimos conservar. Algo se pierde, se mezcla y ahí radica lo poquito de nuestra originalidad.

Un silencio entre comillas se abre, y es hoy un trabajo inédito, pero dónde empiezan las comillas y ¡por dios! ¡cuándo terminan!

Somos hablados, referidos, reconocidos, renombrados. Somos aquellos que no vemos de nosotros, pero que implacablemente día tras día nos sentencia sin consuelo

Anoche me pensé como antes, distinta, con brillo, con los ojos grandes, café, esos que no quiero mostrar y que me nombran por fuera de mi nombre propio; y tal vez sea cierto que lo único que tengo y que conservo sea mi mirada, pero no puedo verla, salvo en un espejo, pero soy yo al revés y qué importa y sí, claro que importa.

Gute Saubidet

martes, enero 13, 2009

“su sueño consiste en quedarse toda la noche despierta”

Tal vez ese también había sido mi sueño durante años, quedarme despierta toda la noche, escribiendo, fumando, escuchando música sin que el vecino de enfrente se entere. Hay momentos “necesarios” de claridad que sólo advienen en momentos de soledad (advenir no encontré otro verbo, me hubiera encantado encontrarlo, pueden ayudarme)
No se trata de hacer del slogan “conócete a ti mismo y serás feliz” una suerte de máxima incuestionable, sino más bien que está también bueno estar solo. No es sólo la cama vacía (eso es el vaso vacío), es también poder dormir despatarrada en medio de una cama que no está vacía porque estoy yo (¡hace cuanto que no estaba yo!)
Empieza a ser un problema estar sola cuando aparecen los “diálogos internos incesantes”, por momento necesito que paren; que esta calesita pare de girar un rato, llorar en la calesita, que el atardecer me encuentre ahí, justo cuando no lo esperaba, que un rayo de sol toque mi espalda en este invierno infernal. Pero estos ratos son los menos, el hecho de llorar corta el pensamiento incesante, el llorar lo habla también.
Cuando uno camina por la calle, en estos “estados de soledad” comienza claro a registrar a las otras parejas que sí son felices, que sí están enamorados. Antes esto me producía envidia (la envidia es propia de la juventud), hoy me producen ternura y me encantaría sacarles fotos. Está tan bueno que crean que eso va a ser eterno.
Quizás algo de mí al sacar esa foto está presente, como si ahí me reflejara y me viera siendo la que era cuando creía en eso
Yo tenía razón cuando decía que el amor se trata de creer, de creer en el amor a través de otro, pero hay momentos que está bueno creerse un poco a uno mismo.

Gute, en vivo y en directo.

sábado, enero 10, 2009

Hay


Hay distancias que duelen más que otras

Hay dolores que duelen más que otros

Hay otros que duelen más que las distancias.

Siempre hay algo

Hoy ojos que no siempre son mirada

Hay miradas que valen más que cualquier ojo. Para el caso, siempre hay algo.

Hay amigos que están siempre presentes, hay presencias que se vuelven faro.

Hay libros que valen por una frase

Hay amores a los que no claudico

Hay amaneceres que duran un año

Hay vinos que nunca se terminan

Hay coordilleras que se vuelven llanuras

Hay textos que aún no se escriben

Hay abrazos que nunca culminan

Hay besos que aún no he dado

Tengo todavía el puño cerrado,

no por enojo, sino para proteger los dedos, como los de un recién nacido que aún debe vivir un tiempo más para poder abrirlos.

Hay muchas cosas en esta vida, pero lo que realmente me importa hoy, es que siempre hay amigos CERCA


Gute Saubidet

Dedicado a Adrián, Belén, Enrico, Gonchis, Guille, Julián, Leri, Mauri, Pini, Susi. y a los que aún no han llegado.


PD: Bizoma se está volviendo un diario íntimo y no me gusta demasiado, voy a tomarme un tiempo para “ficcio-nalizar” este momento de mi vida, pero prometo volver.

Leri, ¿te animás a agregarle alguna imagen a este posteo? podés editar también la letra, sé que odias la Times New Roman (a mí siempre me encantó)







Como diría Mauri, "en puño cerrado no entran moscas" (¿esta linea no suena muy suya?).


Pero sí entran dedos, si uno los deja entrar... y entonces los puños se convierten en abrazo.


Leri

(PD: no te cambiaria la letra).

jueves, enero 08, 2009

Mi Primer Mandala


Ni antes ni después...
En el momento justo en que tenía que llegar.

Lerinha.-

Una red para que saltes (hoy por ti), 3

PUNTO DE FUGA EXISTENCIAL


El origen de lo que veo tiene una distorsión
El ruido de fondo es música para otro
El otro dice palabras que hacen ruido
La distorsión es el punto de partida de mis ojos
La música se transmite para mi y para otros
Las palabras me fluyen porque no veo ruido
Escucho palabras
Veo claridad
En un instante mi fuga te abre una puerta
Entrás y ves, que el lugar es el mismo y el foco está en otra parte, donde palabras, distorsión, ruido y música son códigos que abren puertas de luz, miles de luces.
Miles de estrellas, solo y según desde dónde las quieras ver.

Gonza

Una red para que saltes (hoy por ti), 2

Yo me sé otra. De equilibrios desbalances y caídas. Falsas salidas y malas compañías. Hay debilidades etílicas. Hay amigos, pero algunos parecen tener síndrome de corcho, pegando sus bocas a las de las botellas. Es preferible pegar la boca a otros labios, pero cuando no hay labios a los que pegarse es mejor mantener la boca cerrada, dicen que no entran moscas de esa manera. El caso es que este fulano estaba en mala compañía, la suya, no la mía. Las cosas pasan. No sé, esto no es lo que quería decir, si es que quería decir algo. Recurrente el alcohol porque me traigo una resaca que me reseca y me saca lo nulo de mí. En fin. Hay fines de línea y hay etapas de descanso, lo que es necio es seguir en el lugar donde uno no pertenece (ahhh que familiar me suena ese caso). Pero conócete a ti mismo, decía el oráculo, frase que se robó impúdicamente y con toda las saña del perro roñoso, aquel profesor de anatomía que parecía chino, y al que salvo esa frase robada, no se le entendía nada. Hay cosas que duelen y cosas que fortalecen. Hay cosas que nos dejan pensando. Lo que no te mata te fortalece y yo no soy supermán. Llega un momento en la vida que de tan fuertes deberíamos ser inmunes a todo, pero nah, ni madres, seguimos doliendo y causando dolor, pero ahhhhh en medio de la tormenta siempre está el faro de los amigos (me recontraconsta), y, como es mi caso, a pesar de decir tanta incoherencia el sentimiento es claro, los amigos son más que un faro (intenta abrazar un faro y verás lo que digo).

Mauricio

Una red para que saltes (hoy por ti)


De niña solía perder el equilibrio y caer. Sus piernas diminutas albergaban las marcas de cada golpe. A ella le gustaba pensar que esas marcas eran porciones de vida, como las líneas que veía formarse en los ojos de su mamá cada vez que reía. Como pequeños arco iris que habitaban su piel luego de una lluvia tempestuosa.

-Reíte mami! Quiero ver tus arrugas –demandaba insistente. Pero el rostro de su madre cobraba un aspecto lúgubre y áspero; y todo lo que obtenía era una mirada desdeñosa que la entristecía profundamente.

Un día dejó de demandar, mucho antes de entender que esa rigidez, que esa angustia, poco tenían que ver con ella y con su dificultad de caminar.

Para ese entonces, cansada de caerse, ya se había comprado un bonito bastón, colmado de espejos y de piedras preciosas, que utilizaba cuando sentía que sus piernas se aflojaban. Eso no ocurría siempre, ciertamente no cuando bailaba, cuando escribía, cuando reía desde el fondo de su ser, ciertamente no cuando estaba con él; ahí sus piernas se aflojaban pero no era lo mismo, ya no buscaba equilibrio, buscaba enredarse en su piel y desaparecer para siempre en ese revoloteo de manos y almohadas y sábanas y olores que no se iban.

Y sí, eventualmente, pasó lo que tenía que pasarle (porque siempre estas cosas le pasaban a ella). Se dio cuenta que desde allí arriba las caídas dolían más.

Y cada vez le pesaba más caer.
Llegó a pesarle tanto que en un momento dejó de concebir la vida sin su bastón (el cansancio hacía que pierda el equilibrio… y ella estaba agotada).
Dejó de bailar también, porque, después de todo, ¿a quién no le incomoda bailar con un bastón?
Había olvidado que cuando bailaba no lo necesitaba.
Había olvidado que una vez había adorado esas marcas de arco iris sobre su piel.

* * *

Si pudieras verte, tan bella, tan llena de colores como yo te veo.

Cierro mis ojos y tiendo la red.
Para que saltes,
para que rías,
para que llores,
para que bailes,
para que escribas,
para que caigas de nuevo…

Porque caer es tan cierto como la vida y la muerte.
Nosotros, en cambio, somos mucho más que eso.



Tus amigos ególatras &
Lerinha (encarnando a “Tus amigos ególatras”).

miércoles, enero 07, 2009

La selva de la racionalizacion - Conversaciones con Enrico


Enrico me lee su cuaderno de anotaciones y dice

"Fumare senza filtro é come vivere senza razionalizzare. Il "pensamiento" critico como salvagente esistenziale.
Brutto non poter o saper controllare le proprie emozioni.
Brutto quel tremolio (temblequeo) nelle gambe.

Y yo pregunto, come cazzo si fa per razionalizzare una emozione?

All' incomodo si risponde andando. -me contesta el cuaderno de Enrico.

Enrico y Gute

PD: me hizo reir mucho, Enrico dice carameyos, me encanta es como un camello querido, me hace bien hablar con mis amigos.

martes, enero 06, 2009

El eterno resplandor de una mente sin recuerdos posteo aparte

No recuerdo haber visto una película que representara tan bien la esencia del amor, y eso para no ser platónica, es demasiado decir, como decir que encontré una película de Carrey que me gusta como actúa.
Concluyo al verla que sí, es verdad, hay amores de esos “fugaces amores eternos” que no pueden ni olvidarse ni recordarse, como si el sentimiento los atravesara y rompiera al tiempo en mil pedazos.
Muchas veces uno se empecina en recordarlos con lujo de detalles para no olvidarse nada, como creyendo que de esos pedazos al juntarlos se trata la felicidad, pero el recuerdo los convoca, no los revive jamás y si al recordar uno ingenuamente cree revivir, automáticamente algo nos hace volver a la realidad, que aleja al recuerdo y lo mata; una y otra vez lo mata. Olvidar para Nietzsche es símbolo de sanidad, de vida, de afirmación de la vida...¿por qué? El niño, superhombre, él, el otro hombre, el infante, va al encuentro de las cosas sin memoria, sin impresiones previas, sin prejuicios, sin marcas, sin recuerdos, para crear en ese constante primer encuentro con las cosas de la vida, nuevos valores no preexistentes. Sin embargo, por más que uno recuerde cómo fue esa vez que por primera vez uno vio el mar, o sintió el amor, o degustó una mandarina, para el caso es lo mismo, de esos pocos momentos únicos de la vida, jamás el recuerdo se vacía de esa primera impresión, porque es la primera y nunca lo que vino después se parece. Jamás ver por segunda vez el mar, es lo mismo que la primera. Entonces vale la pena vivir el primer encuentro con el mar y saber que nada de que lo se vivió antes podría entenderlo, atraparlo. A fin de cuentas, no importa ignorar cuando uno no sabe nada.
Cuando uno se enamora, y uno no se enamora de una persona, porque sería como pensar que uno se enamora del agua salada, y no, uno se enamora de la inmensidad del mar, de lo inconmensurable, de lo que no posee referente, de lo que uno no esperaba que pasara, simplemente porque antes no había tenido existencia...uno no se enamora de la persona, se enamora de lo que descubrió con esa persona, de lo que creó con esa persona...mandarina, amo esa fruta, sus gajos, su olor penetrante, su color sin colorantes, mandarina...no recuerdo la primera vez que la degusté, lo que sí recuerdo en cada invierno es qué rico sabor tiene, amo esta fruta, casi tanto como a vos.

Trepemos alto como construyendo un precipicio, no tengas miedo de la altura, si caemos, la caída también será nuestra. No te distraigas con torpezas ajenas, si ellos caen fue porque dejaron de creer.
No me mires enojado, no me mires pensando que estoy loca, esta locura es nuestra también y no del pasado...


Pucha, como desearía no imaginarte, tenerte acá a mi lado y no hablar como si estuviera loca.
¿A dónde fue lo que tuvimos? Sería triste que ninguno de los dos sepamos la respuesta, ¿por que razón dejamos de buscarlo?, ¿por que puta razón lo perdimos?
Escribirte no es tenerte, eso está claro. Escribirte, es un hecho.

Agustina Saubidet

lunes, enero 05, 2009

Idealismo grotesco

Y mis días se volvieron eso. Una cortina gris y pesada con la que cerraba todo aquello que no quería ver; que dolía ver…

No sabés cuánto me jode no tener una canción que te evoque. No sé porqué me jode. Tal vez porque entonces todo lo que me dejaste fue un abrazo de cielo y un montón de mierda.

Y con la mierda no sé qué hacer…
Y el cielo es una utopía.

Leri.-






jueves, enero 01, 2009

Pictures of you, The Cure

Soñé con vos.
Ojalá hubiera sido diferente, pero fue así. Yo no pude tejer mucho de toda esta historia, no sé vos, pero lo poco que tejí tengo ganas de tirarlo y empezar de nuevo, siento que me comí un montón de puntos y ni una aguja de crochet puede salvarme esta noche.
Hay distancias que duelen más que otras. Me pasa como con la palabra AMRO que el word se empeña y se empeña en corregirla por la palabra AMOR y no me deja que escriba AMRO hasta que aprendí un truco: si pongo distancia entre cada letra de la palabra A M R O, entonces puedo escribirlo. Esa distancia, cuando es justa, cuando ningún sistema viene a cambiártela, es la única que te permite estar con el mundo de alguna manera; porque el mundo no cambia, yo ya lo aprendí. Uno cree, por momentos (esos que son los más lindos) que el mundo no existe más, como cree en la magia, pero sabemos que eso no pasa. Es esto (y no puteo), yo quise escribir la palabra AMRO; pero sí, había un sistema que me corregía todo el tiempo, todo el tiempo, que no decodificaba que era yo escribiendo y entonces…
El sistema no sos vos, el sistema es el mundo real, yo escribo, pongo distancia para poder escribir porque sino me hago mal. Estoy triste por no ser perfecta, porque no me agrada que ya no creas que tengo una mirada inteligente. El miedo y la inteligencia no se llevan, es como AMRO y AMOR, son códigos distintos, incompatibles, yo no quería que esto se volviera incompatible (pucha, tampoco me permití que se volviera algo compatible).
Lo que me pone más triste es que esperé un gesto tuyo, un gesto que nunca llegó y no es un reclamo, es lo que más duele, como la mina que espera que mientras el hombre está manejando le acaricie la pierna. Yo soy de las mujeres que esperan eso todo el tiempo. Es como si hubiera estado en el auto con el pico cerrado de regreso, esperando a que te dieras cuenta que necesitaba de “esa caricia en la pierna” y no te diste cuenta, o si te diste cuenta, entonces también te diste cuenta que hay una realidad, que para escribir AMRO se necesita poner distancia -algunas veces, no siempre, depende de tantas cosas, para el caso es lo mismo-; te diste cuenta que mi mirada también había dejado de ser inteligente. Estaba triste, estoy triste. Me enojo con mis trajes, esos de caminar rápido, de despedidas cortas, casi como trámites, como queriendo borrar lo que que pasó. Yo camino rápido y me hago que no miro para atrás, porque si me quedo y te dejo ir, (porque sé que tampoco puedo hacer nada para que te quedes), si me detengo, me duele mucho más. Los pasitos cortos y rápidos por la calle, eso es un traje, un traje que sirve para tapar el dolor, para tapar la frase “no quiero que esto se termine”, pero yo sé que vos podés ver más allá del traje, vos viste más allá del traje, vos podés ver como esto habita en mí realmente, porque tu mano acariciando mi pierna derretía mi traje y lo sabías y lo sabés (y lo bueno es que lo vas a saber siempre). Lloro como cuando me robaron.
Al menos tengo dos aros, todavía no perdí uno, sigue siendo par…sigo escribiendo “todavía” como si la realidad no existiese todavía.
PD: pensar que podríamos estar conquistando el mundo, lástima que el mundo guarde tanta distancia. Y sí, te extraño y mucho, no es fácil conquistar el mundo sola.
Como me gustaría estar en Cabo Verde.
Agustina Saubidet