lunes, junio 29, 2009

Reflexiones sobre una servilleta # 4: sin mentir ni renegar

Cuando la verdad duele demasiado,
la apreciación de la belleza se vuelve lo más cercano a la felicidad.

Leri.-

sábado, junio 27, 2009

como en el uno a uno

Anoche te fuiste como escapando de mí

Como escapando dije

Bueno, sí…también dijiste de mí ¿querés unas pringles?


Agus (creo que nunca firmé así)


jueves, junio 25, 2009

Caleta y su relación con el habla

Amordazada, las palabras golpeaban en sus labios y caían por dentro, lastimando su lengua, su paladar, su garganta, su estómago.

- Creo que tenés una llaga. – le dijo, idiotamente sorprendido.

Ella cerró la boca. Abrirla había sido un error.
Casi tan grande como el de dejarlo entrar, una vez más.


Leri.-

lunes, junio 22, 2009

Anhelo (allá por el 2005)

Quiero querer a tus espaldas

perderme en laberintos de brazos y piernas

extremos besos, clavículas molidas, omóplatos férreos

TRANVIAS son mis lenguas

Quiero querer las lunas de día en auroras tardías,

vos y tu avión sin destino.

Quiero QUERER las muelas de juicio

tanto como a los jueces molares,

Las tortugas marinas, las prisiones sin muros,

de techos sumergidos

en mis pechos natalicios

Quiero querer las flores en capullos

disecadas en libros, boletos de colectivo

papeles de caramelos sugus

Querer quiero todo lo que dilate mi rutina

hasta volverla lágrimas,

para que las cuentes una a una

y en cada mediodía, las riegues en tu boca


Agustina Saubidet Bourel

sábado, junio 20, 2009

Silencio en fuga

Quiero escribir un silencio breve, necesario
liviano, trémulo, taquicárdico
Un silencio propio, ininterpretrable, intraducible
Un silencio abismal que entre en un costurero
o en una botella vacía de grand marnier
Quiero escribir un silencio apacible, tierno, inaugural
Un silencio que crezca y que muera en el instante
que desee morir

Quiero escribir un silencio, pero no sé cómo hacerlo


Agustina Saubidet Bourel

miércoles, junio 17, 2009

Te dejo

Te dejo, quieto y solemne

detenido

Te dejo sonriente de lágrimas

con vos y tu mundo

Te dejo palpando el pasado

y me retiro silenciosa

Te veo dormir como nunca te vi

dormir...

Por última vez

cierro la puerta

dejo un sobre que dice

"beso en la frente"

El viento toca mi cara

mis manos se enfrían

pero tengo mis bolsillos

aún tengo bolsillos

y están repletos de lágrimas

y papelitos de esperanzas


Agustina Saubidet Bourel (Gute)

lunes, junio 15, 2009

Momentos

Hay momentos que con el tiempo se vuelven receptáculos de otros momentos.
Cuando me quise dar cuenta ya no podía salir del cuarto (otro lado que nadie habita más que yo).
En broma o en serio, supe que era definitivo.

Por el puro deleite del juego, decidiste cruzar la calle con los ojos cerrados.
Todo cayó entonces, como si estuviera en planta baja, sin hacer demasiado ruido; y entonces te volviste el contenido de los mejores momentos de mi vida; así, en silencio, como el mar y las piedras y un colchón ahumado.


Agustina Saubidet

domingo, junio 14, 2009

Partidas 1 Ajedrez

Definitivamente una partida de ajedrez mal resuelta me vuelca en la ruta, algo tan molesto como un semáforo intermitente, una madera mal pulida, un clavo en la silla que vuelve a arruinar mis medias negras.


Agustina Saubidet

sábado, junio 13, 2009

La sentencia

















la sentencia cayó contundente
tan contundente que hizo un agujero en el piso
y siguió cayendo


(sólo que ahora, nadie la veía caer)





Texto Gute
Foto Gonza Saenz

viernes, junio 12, 2009

Y dijo...


"Usted se escapa mucho
pero al final (o no tan al final)
...tampoco huye del todo"

Y...

miércoles, junio 10, 2009

Olores 2

Me he dado cuenta de que la muerte tiene olor. Me di cuenta cuando hablé con Laura, le hermana del electricista que hizo trabajos en casa (yo suelo hablar mucho con la gente, sobre todo cuando puedo pasar un rato y me gusta pasar rato con gente).

El asunto es que Laura vino hasta casa a ver cómo habían terminado el trabajo, después caminamos un par de cuadras juntas y sentí ese olor y me contó de su enfermedad, que tiene cáncer, hace años, que lucha mucho por vivir, que hace 10 años que lucha.

Me acordé de mi abuela, de los chicos de cromagnon, pensé en Laura y en su olor y me pregunté si ella lo percibiría.

Es un olor difícil de describir. No es un olor feo, un olor sucio, es un olor a plástico denso, a remedio…no sé, hay quien dice que es olor a flores de cementerio. Yo no podría definirlo con exactitud, tendría que volverlo a oler para describirlo con mayor precisión, pero la verdad es que preferiría no olerlo nunca más.

No es como el olor a la canela que no me gusta y detesto cuando al capuchino lo arruinan con eso. La canela me da asco; pero puedo olerla (no mueve ninguna emoción, simplemente no me gusta); en cambio el olor a muerte no puedo dejar se sentirlo y de percibir un único sentido cada vez que lo huelo: la muerte anda cerca.

Hoy otros olores que me gustan mucho más. El olor a verano que está por llegar e invade todo buenos aires. Es un olor nítido, claro, cálido; me hace sonreír, rejuvenecer, me aliviana, sobre todo cuando ese primer viento de primavera, de finales de octubre, entra en mis fosas nasales.

Ojalá uno pudiera mezclar estos olores. No sé, mezclar el olor a muerte con el olor a verano y tal vez hacer de eso, un olor a vida nueva, menos mortificante y sin canela, por favor.


Agustina Saubidet Bourel

martes, junio 09, 2009

La historia del pez que volaba

Una vez conocí un pez que vuela, pero desde el vamos, yo no le creí del todo (dicen por ahí que ojos que no ven, corazón que no siente).

Después me dijo que bueno, que no eran todos los peces, que eran algunos, que él era uno de esos peces que vuelan (de los que hay pocos). Ahí le creí un poco más, pero seguía sin cerrarme mucho la historia.

Le pedí entonces que fuera más específico. Me dijo que los peces que vuelan tienen aletas con plumas (que era una cuestión genética); pero que si se mojan, nadie los quiere, porque entonces ya no pueden volar ; y eso, que lo hacía distinto al resto de los peces, desaparecía (no así su genética)

Me dijo que con la última lluvia su vida se había arruinado. Me dio pena…le dije que podía quedarse en mi cuarto, pero que no hiciera mucho lío (que para eso me tengo a mí). Me prometió quedarse quieto y hacerme bien.

Los días pasaban y sus plumas no se secaban; pero comenzamos a llevarnos bien, a charlar mucho y de alguna manera a querernos. Me contó sus grandes anécdotas, me hizo reír mucho; pero no todo era risa. De noche lo escuchaba llorar, me decía que quería volver a volar; pero que no podía, así, todo mojado.

Un día no aguanté más. Lo tomé entre mis manos, prendí el aire acondicionado (frío calor ), puse calor. Le dije que podía quedarse un rato en mi cama a secar sus plumas.

Me agradeció.

Al día siguiente ordenó sus cosas y se fue volando. Cuando lo vi volar, me di cuenta de que era verdad, que hay peces que vuelan; pero que también hay lluvia que moja y yo, como buen pájaro, decidí que era hora de aprender a nadar (por las dudas).


Agustina Saubidet Bourel


Foto Gonzalo Saenz



domingo, junio 07, 2009

Donde no me metería (a Armando)


Querido Armando:

Quiero decirte donde no me metería. Ok, empiezo

En tu cabeza
En tu cama
En tu olor, no me metería
En tus chanchadas
En tus delirios
En tus frustraciones, no me metería
En tus manipulaciones menos, me metería menos (no sé si puedo no meterme.
Me gustaría meterme menos en todo caso, como en tu boca)
En tu escritura
En tus papeles
En tus ojos arriba
No me metería, bueno tampoco me dejás
En tus salidas
En tus enojos
En tus celos
No me metería, definitivamente, yo, no me metería
En tus arribos
En tus partidas
En tus valijas
No me metería, básicamente porque no entro
En tu perfume
En tu cacerola
En tu agravio
No me metería, no me interesa

Atentamente,
La Sra.de Spacio


Me quedo en la puerta, no toco timbre, espero a que abrás, ignoro si sabés que estoy del otro lado de la puerta escribiendo este gran listado de lugares que deseo queden del otro lado de la puerta.
Abrís. Estoy… cauta, tenue, soy como un cuadro descolgado que aún no tiene pared.
Abrís, otra vez abrís, soy un lienzo sin pintar, un cuaderno arte rayado en blanco, un pincel nuevo, no sé bien de qué medida
Abrís, otra vez abrís, y tu puerta ya se volvió giratoria. Me ofrecés mates, me pedís consuelo y siento que aun no estoy metida en eso, pienso en el listado que dejé afuera de tu puerta. Quiero irme, no me dejás, no tengo espacio, quiero irme a casa a tomar de mi mate, ese, el uruguayo, asociás mates con amantes uruguayos, mochileros austriacos, suizos de joyería y departamentos nuevos. No quiero ya meterme en tus asociaciones, no está bueno meterse en espacios de análisis ajenos…jamás podrías tampoco saber qué me pasa, ahí no puedo meterte aunque quisiera porque ni yo sé bien en qué lugar estoy metida, pero lo que sé es que vos ahí no podés meterte.
No estoy segura de querer irme; tampoco de querer quedarme. Estoy en un borde, ni adentro, ni afuera; en un borde, pero sin abismos, como un borde de cantero recién plantado y aún poco florido. Pienso…Te dejo mi tarjeta. “Llamame cualquier cosa. Ya sabés donde encontrarme; pero eso sí, antes, por las dudas, tocá timbre”.

Agustina Saubidet

PD: foto, Alejo Sivori http://www.flickr.com/photos/alesivori/

jueves, junio 04, 2009

Hilvanada

“No lo tenían pensado. Yo nací después. Pero es cierto que hay una fijación con eso de tener tres hijas y llamarlas a todas Marías. Además en francés María Clara puede ser una marca de maquina de coser”(1), pensaba María sin mirar el cielo, observando el trazo punteado en serie que se formaba sobre la tela. Era cierto también que ella no podía formar parte de las constelaciones de sus padres. Tres Marías, más una y ella era ese más una. Ella era la cuarta y con esto, su mundo se modificaba en cada pedacito de tela que veía. Era difícil sentirse incluida en algo que se había armado antes de que ella hubiera nacido. “Nació de carambola” decía su madre sin ninguna clase de cuidado al referirse a ella. Nadie la esperaba, nadie la deseaba, como nadie desea que se le descosa un vestido o un pantalón nuevo.
María sabía que el secreto para el buen uso de una máquina de coser radicaba en el regulador de tensión. Sabía que si llegaba a comprender la sutileza de su uso, la vida en su casa le resultaría más liviana. Así, se pasaba horas comparando telas, puntos, llenando la casa de retazos. Solía coser de noche, en la piecita de servicio que estaba pegada a la terraza. Mientras todos dormían, subía con una taza de té que siempre dejaba enfriar hasta tomarlo casi helado. Luego prendía la radio bajita, se sentaba en la silla de madera gastada enfrente de la Singer, se sacaba los zapatos y con cuidado apoyaba su pie derecho sobre el pedal. Según la canción que pasaran en la radio, iba más despacio o más rápido; y así María se iba en ritmos y se iba también la prolijidad de las costuras (pero no le importaba demasiado). Cosía para ella, jamás para sus hermanas ni para sus padres, salvo que se lo pidieran. En ese caso, se tomaba su tiempo, no era cuestión de que creyeran que iba a estar ahí eternamente.
Es verdad –pensaba María- uno supone que las estrellas están ahí por siempre, pero las estrellas también mueren, se van apagando, hasta que casi ya ni se ven, pero uno no es conciente de la muerte de las estrellas cuando las estrellas no son nombradas. Y las tres Marías eran tres, no cuatro, tal vez la cuarta había nacido y muerto en el mismo momento o se fugó y se fue a formar la cruz del sur en horizontes evangelizados, qué sé yo –.
Sin dudas, ella había nacido para arreglar el mundo ajeno, para recordarles a sus padres que todavía se deseaban o tal vez, por descuido y efecto secundario, volver par la insoportable imparidad fraternal de sus hermanas.
De todas maneras, aunque se fugara de noche y se escondiera en la piecita del cuarto, al lado de la terraza, de día ella era parte de la serie: todos puntos iguales, parejitos; pero claro siempre hay un punto que queda suelto, flojo y tal vez en esa diferencia María se sentía más Clara que otra cosa.


Agustina Saubidet Bourel

(1) cita de un texto de Silvina Ocampo

miércoles, junio 03, 2009

22:33 No Vintage (a Pipingulus)

Los recuerdos se reciclan, aggiornados, revestidos, desmantelando mi cabeza. A la distancia algo de aquello viejo puede rescatarse, lo bueno, lo que aún nos queda bien (y lo que nos queda mal, tal vez pueda meterlo en una bolsa de consorcio).

Con un clic de pc alcanzó para abrir el baúl que antes hacía las veces de mesa de luz. Tengo varias fotos tuyas, no podría ordenarlas, tampoco con certeza enunciar sus tonalidades…, menos venderlas al mejor postor. A la distancia las observo y se ven más lindas de lo que creía.

De alguna manera, me diste algo que nadie más me dio: la posibilidad de volver a creer que el amor es un tren que aunque no pasa seguido, pasa más de una vez…(y lo cambia todo, como un volantazo a tiempo que despabila la vida y ya nada vuelve a ser como antes).

Siento que entre muchas cosas, me regalaste el comienzo de mi novela. Fue gracias a vos que la empecé y es ahora responsabilidad mía terminarla (ya no tiene que ver con vos). Sin embargo este hecho inacabado e irresponsable de mi parte, no desdibuja para nada el espacio de inspiración que me regalaste (y que yo también supe tomar), junto con el cd de vocal sampling, dibujos en una libreta hechos con biromes que patinan, una carta para mi cumpleaños, una postal de tu ciudad y varios mails.

Los años pasaron y estoy distinta, la ropa me queda distinta, porque estoy más flaca y más liviana de pesares; sin embargo, conservo intacto en mi recuerdo ese que fuiste en mi cabeza. No sé si alguna vez coincidió con lo que vos eras, pero ese que amé, que “cimbronó” mi vida, a ese siempre le voy a tener cariño, sólo por lo bueno, sólo por lo nuestro, cuando fue nuestro y valió la pena; y claro que valió la pena sentir que conquistábamos el mundo, que éramos capaces de derribar agentes de seguridad de recitales con sólo tenernos de la mano y mirarnos; o cuando me llevaste en tu vespa a ese bar de tu ciudad más húmeda que buenos aires y me regalaste, vos también, la mejor versión que escuché en mi vida de Julia de los Beatles hecha de la mano de Manuel Moretti; y tu perra que se empeñaba en no salir si no la sacábamos los dos juntos (nunca aprendí cuando sino va junto o va separado).

Los recuerdos me habitan, no se quitan con una ducha, ni pesando menos, ni comprando ropa nueva; los recuerdos me habitan y qué bueno que lo bueno me siga habitando y quedando bien, aunque mi cuerpo no sea el mismo, ni esté en el mismo lugar; aunque no estemos más juntos, aunque ya no te ame, ni sepa bien quién sos, ni quién fuiste más allá del que yo vi… Sin embargo, hay emociones escondidas que siempre tocarán mis pupilas con la misma intensidad y me harán temblar la pera y retener las lágrimas y me lanzarán una y otra vez al mismo lugar. Ese lugar que ya no nos pertenece, ese lugar en donde ni vos ni yo estamos, pero que sin embargo a pesar de habernos ido, siento que ha atrapado algunas sensaciones que sólo pudieron pertenecernos a nosotros, cuando eramos dos…cuando éramos uno.

¿Sabés? Ese lugar es como una caja de madera, chiquita, pero inmensa a la vez, que cabe en una mano o en un abismo. Cuando te recuerdo, como con un clic, esa caja se abre, y la emoción intacta que quedó atrapada vuelve a mí; pero esta vez para escribir textos como el del "eterno resplandor de una mente sin recuerdos", que tal vez leerás de corrido, ignorando que fue escrito pensando en vos, en ese a quien yo quise que fuera capaz de cimbronar hasta mi escritura.


Agustina Saubidet Bourel (Gute o Pipina)


PD: tal vez la única distancia que te logra mantener intacto es esa, la de mis textos y qué bueno que sea eso, ¿no?



martes, mayo 19, 2009

Media sonrisa (me darás mil hijos)

Media sonrisa al llanto y un cigarro de armar
se dobla hasta el cansancio de pelear por pelear
Media sonrisa afuera pero el pecho se parte
y en cada paso en falso te dan ganas de estar
más lejos…

Te acostumbraste al cuento de arañar la pared
Sangrando hasta los codos por un poco de PAZ
Penando hasta vagar con esos ojos dormidos
Andando desparejo hasta obligarme a caer
y dormir por dormir en casa

Media sonrisa al llanto y un cigarro de armar
Me acostumbré al espacio que dejaste al partir
Media sonrisa afuera pero el pecho se parte
Y cada paso en falso te dan ganas de estar
MÁS LEJOS...


(gute musicalizando)

lunes, mayo 18, 2009

a Mario Benedetti

Y sí, se nos fue un grande, un compañero de escritura, un buen amigo, un tío, un abuelo, un niño. ¿A dónde fuiste? Nadie sabe, pero como alguna vez escribiste en un poema:


donde estés

si es que estás

si estás llegando


aprovechá por fin

a respirar tranquilo

a llenarte de cielo los pulmones


donde estés

si es que estás

si estás llegando

será una pena que no exista Dios


pero habrá otros

claro que habra otros

dignos de recibirte.”(1)


Mientras vos llegás vaya a saber uno a dónde, si estás llegando, yo sigo acá en la tierra consternada, rabiosa, y triste sobre todo triste porque creí que eras eterno, porque quería que fueras eterno. Te vamos a extrañar mucho, sobre todo la literatura del sur a veces olvidada, también Galeano, Viglietti, Serrat, Subiela y yo y tantos otros, que te supimos conocer a tiempo. Pero creo, casi con certeza, que la que más te va a extrañar es la escritura.


Agustina Saubidet Bourel

(1) "Consternados, rabiosos". Mario Benedetti

Uno no se va...

No es sino hasta atravesar el temido y postergado momento del orden,
que uno comienza a irse.

Papeles gastados de tanto transportarse, con o sin sentido,
libros intervenidos y otros sin estrenar, cuestionándote porqué los trajiste,
monedas acumuladas en los confines de cada bolsillo, alahajero o rincón,
entradas que cual momentos contienen los rostros de aquellos con los que fueron compartidos,
piedras, testigos silenciosos que no mienten ni dejan espacio para el autoengaño;
Objetos diminutos, pequeños, medianos y grandes; rotos o funcionando; costosos y baratos;
Nada escapa al juicio que determinará si su destino es el de seguir acompañándonos en este viaje, esperar a ser rescatados (u olvidados) hasta el siguiente, o simple y sencillamente devenir desecho, aunque no sin antes ser despedidos.

Abro las puertas del clóset.
Cientos de despedidas en un solo cajón.

Decenas de cajones.

A la gente como yo siempre le falta tiempo para irse;
Por ello encuentro natural -y hasta predecible- que retrasemos el momento del orden.

Porque hasta que uno no se enfrenta a la montaña de objetos, recuerdos, vivencias,
Hasta que uno no realiza un balance que le permita determinar qué es lo que realmente quiere conservar,
y aquello que es mejor dejar atrás,

...hasta entonces,

UNO NO SE VA.



Leri.-
(ordenando, yéndome, casi volviendo...)

domingo, mayo 17, 2009

Te vamos a extrañar, Mario

Mario Benedetti 1920-2009
Gran escritor uruguayo


sábado, mayo 16, 2009

ópticas


Odio las ópticas porque se empeñan en vendernos puntos de vista.


Agustina Saubidet

jueves, mayo 14, 2009

Perdedores hermosos (a Luca Prodan y a Nippur)

Se lo extraña bastante a Luca. Cuando escucho su voz me pone un poco triste, porque me pregunto a dónde fue su cinismo, su ironía, su risa, su acento italiano, sus puntos suspensivos, su forma de habitar el abasto, córdoba, hurlingham, su ginebra, sus amores inconclusos, su hermandad con sus hermanos que son un poco cada una de las canciones que compuso.

Mi primo, Jorge, me contó que Luca solía ir a la Plaza de Marcelo T de Alvear y Callao a comer un sanguche de salame. Mi primo tuvo la posibilidad de verlo en Cemento, posibilidad que yo no tuve por una cuestión de generación, o de degeneración del tiempo. Fue una de las primeras personas que me acercaron a Luca, y lo envidio bastante a mi primo, no sólo porque lo conoció a Luca, sino porque vivió una Argentina que Luca tan solo comprendió, (y ese solo puede o no llevar acento) una Argentina plagada de contradicciones, con democracias pasajeras, con ilusiones que ya desde el momento de nacer se volvían caducas. Luca se alejó del viejo continente para no morir, pero la muerte la encontró acá, igualmente contradictorio y un poco enojado con la vida, ¿por qué nó? Porque es normal que las contradicciones nos enojen, nos produzcan cansancio, nos hagan creer que no se puede hacer mucho con eso que no se entiende. Buenos Aires es una ciudad de contrastes y a veces es un traste ver como dejamos morir algunas esquinas.

La verdad que se extraña al pelado, muchas veces me pregunté que diría Luca del menemismo, de cromagnon, de internet, de divididos, de las pelotas y de tantas otras cosas…La realidad es que lo extraño no sólo por su ironía al hablar de la realidad y de esas contradicciones también inconclusas; lo extraño también por todas esas canciones que no llegó a componer y cada vez que veo las escaleras del abasto, me pregunto si podré verlo comiendo un sanguche de salame, en algún otro lado, no muy lejos.


Agustina Saubidet Bourel


PD: gracias Nippur por acercarme a Luca una vez más. Te linkeo una vez más, merecido lo tiene Luca y vos; vos y Luca http://perdedoresyfracasados.blogspot.com/2009/05/beautiful-losers.html

Y también gracias a mi primo, Jorge.

La foto que subí de Luca es una de las fotos que más me gusta de él. Vaya a saber uno qué andaba mirando.





lunes, mayo 11, 2009

Reflexiones sobre una servilleta: Toma 3 (sobre lo se hace cuerpo)

Es de suponerse que a cada emoción corresponde un gesto, un semblante.

He dicho: Estoy feliz.
Más feliz de lo que he estado en mucho tiempo.
He dicho: Elijo reemplazar el miedo por intriga.
Por primera vez, trazo un camino diferente.

A mi lado, un cementerio de servilletas humedecidas se despiden del sobre gastado de un Tapsín;
mi espalda grita,
mi estómago se queja,
mis oídos crujen al despertar.

¡Qué raro es cuando el gesto no apaña nuestros estados más certeros!


Leri.-
(Embelesada por un día particularmente gris).

miércoles, mayo 06, 2009

en mi casa

Yo no sé bien donde meter tu ausencia. La lavo, la escurro, pero no encoge.
Extraño tu voz de teléfono fijo.


Agustina Saubidet (bourel)

Répétez avec moi: « No puedo » (fragmentos de novela)

"Aquello que no queremos saber de nosotros mismos, termina por llegar del exterior como un destino” Jung.


Le pidió que se quede esa noche en su casa. No contestó nada, como tantas otras veces.

-Dale, quedate a dormir… - le dijo ella.

El no dijo nada.

En broma ella le sugirió.

-A ver, Répétez avec moi: “No puedo”.

E insistió tanto hasta que finalmente él dijo “no puedo” y cuando lo dijo, le confesó que había sentido un gran dolor al decirlo.

Su “no puedo” susurrado fue igualmente contundente. Dejó entrever sus ganas de quedarse, pero sólo dijo “no puedo”. Era la primera vez que lo decía y esas palabras salidas de su boca, al escucharlas le permitieron a ella sentir un alivio. O más bien, esa angustia masiva que la invadía otras veces al separarme de él, ahora se había transformado en tristeza y la tristeza es más aliviante que la angustia, porque es más definida, porque tiene una razón más clara aunque injusta. “¿Por qué no puede?” Ya eso no importaba, le importaba ahora mucho más su propia tristeza que su impotencia; y sus caricias ya no le resultaban tan perfectas.

Antes de su “no puedo” a ella le angustiaba separarse de él. Era como sentir todo el tiempo que lo perdía, y vivía ese instante con desgarro y bastante poca dignidad.

Hoy con su “no puedo”, por primera vez sintió que era él el que podía perderla.

Él le mandó un mensaje diciéndole que la quería. Ella entendió que su querer no era suficiente, y se puso triste y lloró en silencio casi para adentro…tardó unos minutos en contestarle que ella también lo quería, sin embargo la tristeza había teñido ya su boca y su “te quiero” sonaba distinto. El lo sabe, y ella sabe que él lo sabe porque ambos son inteligentes y saben que hay cosas que tiñen las bocas en momentos poco apropiados a pesar del sentimiento. Ella decidió apagar el celular, ya no quería más los tequierosconsoladoresenmensajesdetexto; quería quedarse con el “no puedo” de él susurrado, demorando su tristeza en algún que otro texto.

Sobran ganas y falta tiempo. Hay tiempos que son lógicos. El problema son los otros tiempos.


Agustina Saubidet (Bourel)

martes, mayo 05, 2009

REdescapatoria (Una soga para Lopez)

Y así inició su día, convencido de que sería un día como cualquier otro, salvo que un poco más demorado, un poco más dormido, un poco menos deseado. Había llegado al punto en que dormir ya no le resultaba placentero. Lo conectaba en vía directa con su constante insatisfacción (nada productivo, o al menos eso pensaba).

Miró en el espejo su cara deformada y entumecida, sus ojos sin vida, perdidos. En otra época hubiera llorado frente a esa imagen de sí mismo que le era devuelta sin el mínimo de reconocimiento. Pensó que un extraterrestre, tal vez un robot, se había apoderado de su cuerpo. Se rió tan para adentro que no cambió su expresión. Otra prueba más para la teoría del robot.

Y tomó la camisa de la silla y se la puso, y partió hacia la oficina. Cuando llegó, le resultó difícil responder al saludo de compañeros que irónicamente bromeaban con que ¿estas son horas de llegar? Se sentó en su escritorio y notó que tenía más e-mails de los usuales, más e-mails de su jefe. Parecía que el darse cuenta de su ausencia fue suficiente argumento para erscribirle más, pedirle más cosas, denotar más urgencias. El tono absurdo, áspero, cortante. Se enojó. ¿Qué si hubiera estado enfermo? (Sabía por otro lado que no estaba enfermo pero eso no lo tranquilizaba) ¿Así se responde a años de absurda sumisión a las agujas del reloj?.

Fue entonces que entró su jefe, con el ceño fruncido, y comenzó: "¿Se puede saber qué demonios pasó? Llamó la gente de .... y tenemos que... y está claro que no pueden esperar porque esto debería haber estado ayer...". EL discurso de su jefe fue interrumpido por la reacción de López que se paró, y dijo casi gritando: "Ustedes me tienen harto. El cliente siempre quiere las cosas para ayer; y lo peor es que como Ustedes no conciben otra respuesta que sí, terminan explotándonos a Nosotros que ya no conocemos hora de salida. Y EL DÍA que se nos ocurre dormir más, no hacen otra cosa que remarcar la falta como si se tratara de una empresa donde se trabaja de 9 a 18. ¿Sabe qué? No voy a ser partícipe de esto. Renuncio. El cliente va a tener que esperar."

Las palabras llegaron antes de que las pensara, como si las hubiera dicho el robot y no él.
A medida que avanzaba por el pasillo, sus compañeros comenzaron a aplaudir -sabían que era una licencia que algunas veces se podían tomar, siempre y cuando al otro día se quedaran trabajando hasta tarde.

Una sonrisa se dibujó en el rostro cansado de López, que ya no parecía tan cansado, y a medida que salía del edificio, se convirtió en una carcajada. "¿Viste que no era tan difícil?", se dijo, mientras hacía su reflexión. "Nunca hay que menospreciar los efectos de un buen sueño".

Leri.-

lunes, mayo 04, 2009

Red de redescapatoria (Maurico Luja)

Y de repente descubrió que el sonifo del teléfono en su sueño no había sido otro que el despertador a la realidad, que yacía allí, mudo y sin movimiento ahora, porque la cuerda se había terminado. Y López se desperezó, para ir a ver esa cara de siempre en el espejo del baño, y resignarse a seguir con la rutina, por esta mañana un poco tardía, y gozar del no tan habitual regaño del patrón.

Por Mauricio Luja (comentario original del posteo anterior... ¿continuará?)

sábado, mayo 02, 2009

REdescapatoria

López tuvo entonces un sueño extraño, esos que en raras ocasiones pueden reproducirse, esos que te hacen despertar transpirado ignorando el lugar donde uno ha dormido (aunque sea la cama de siempre, con la mesa de luz de siempre, sobre la almohada de siempre). Esos sueños que al recordarlos no son lógicos, pero al momento de vivirlos su sentido es transparente. Pero claro, los sueños nunca son los mismos, como las arrugas de la cama (salvo las de las revistas de decoración donde todo se encuentra en el lugar preciso y nada podría ser de otra forma). Los sueños en cambio siempre son distintos.
López había soñado con un parque oscuro, profundo, rodeado de sauces llorones, laureles y eucaliptos. Sus manos tenían un líquido viscoso del que Lopez no lograba deshacerse. Todo el sueño había transcurrido bajo esta lucha entre sus más y aquella extraña sustancia.
El teléfono suena varias veces, hasta que López finalmente consigue despertarse, pero no llega a atender. No puede levantarse de la cama, se siente como Gregor Samsa.
Mira su cuarto tan pulcramente ordenado y por primera vez le da asco tanta limpieza, tanto orden: su camisa planchada en el respaldo de la silla, presta a no ser usada; su traje demorado en la percha detrás de la puerta del cuarto (por un momento López piensa que podría cobrar vida y tiene miedo). Mira su mesa luz de madera oscura, vacía de cualquier emoción, un despertador silencioso que detiene el tiempo entre sus agujas. No hay nada peor que el silencio de su casa, no hay nada peor que la sombra del mediodía sobre su cara. (¿continuará?)

Agustina Saubidet
PD: gracias por tu texto, hermanita, aquí modestamente intento continuarlo, aunque presiento que hay historias que no tienen fin. Gute

lunes, abril 27, 2009

Escapatoria


Ese mismo sonido. El sonido. Tan torturador como profundo, tan rutinario…Hasta podría decirse demasiado aburrido. Entraba en sus oídos para continuar con su cerebro y someterlo a la más absoluta de las contracturas (si es que los cerebros se contracturan).

“Otra vez”, pensó lo mismo como todos esos reiterativos días que no eran otra cosa que el símbolo de su vida. En el fondo, cada jornada era encarada como nueva, con la intención de ser llevada a la originalidad, a la variación; pero pronto, ni bien su cara era trasladada al espejo del baño, comenzaban las decepciones y las falsas promesas: “otra ve será”…Así había sido siempre y López empezaba a aceptar que seguiría por siempre igual, hasta que un día él dejara de oír ese sonido y todos los otros…

La tortura continuaba cada vez más potente y ácida (¿o sólo era sugestión?). Para intentar olvidarla López comenzó a programar su día, como objetivamente siempre hacía…El colectivo repleto, asfixiante; la levedad de sus compañeros de oficina; el vacío de la vuelta a casa en soledad, que ya aceptaba sin reproches, porque de todas formas, ¿de qué servían?, ya había perdido el sabor, el olfato, el tacto…de disfrutar la vida. Ya no quedaba nada pro descubrir.

Todo contribuía a esa sofocante rutina diaria en la que estaba sumergido…y López tal vez sin quererlo (o tal vez buscándolo) se había convertido en parte y prolongación de su aburrimiento.

Era inevitable, el sonido cada vez más desgarrante se lo aseguraba. Entonces, estiró el brazo sacándolo del letargo en el que estaba y casi sin pensarlo (o meditándolo terriblemente) apagó el despertador. “Ese día sería diferente” pensó, y decidió seguir durmiendo…


(¿continuará?)


Texto Francisca Saubidet

Foto Alejo Sivori http://www.flickr.com/photos/alesivori

sábado, abril 25, 2009

Ilusiones Reales

Te pregunté
¿qué es lo real?

Me respondiste: los sueños

Te pregunté,
si no recuerdo mis sueños,
¿qué es lo real?

Me respondiste: tus pensamientos

Te pregunté,
entonces,
¿qué es lo que vemos enfrente nuestro?

Me respondiste: una ilusión



Leri.-

miércoles, abril 22, 2009

Olvido (dedicado a Mario Benedetti)


Me dijiste que no ibas a olvidarme
supuse que no lo harías
supuse también que sino hacíamos algo con los recuerdos
ellos se olvidarían de nosotros
y con el tiempo, claro está,
nosotros también nos olvidaríamos de ellos.
Así que, sin mayores vueltas,
asumí, estos despistes de la memoria.


Agustina Saubidet Bourel

pd: GRACIAS por el fuego (es una TREGUA)



domingo, abril 19, 2009

Cadaver exquisito: Luna que bajó del infierno


Siempre que me mirabas

veía correr el tiempo
bajando por las piedras
que se parecían a los caracoles de mar
que cuando caminás te pinchás
como esa vez que el tiempo
me dejó atrás mirando en el cielo
el aurora boreal,
esa constelación que armás en mí
cada vez que te veo
como si fueras los pies de un alma
que bajó del cielo

Adriano y Gute, Buenos Aires, Musetta 19 de abril de 2009


sábado, abril 18, 2009

Figo Sic


"Puede que mi tristeza no tenga que ver con vos. Lo que tiene que ver con vos es que vos la alivias."

Figo 2009

miércoles, abril 15, 2009

Eclipse de Monte

Sobre la tarde corroída por el sol de diciembre

en sombras incandescentes,

como suelen ser las sombras

yace tu cuerpo

Musgo tibio, enredadera lacia

Trueque sin tregua.

El viento del norte toca tu nariz

complacida porque seca

Aún huele el olor a cloro

Claro, trueque, tregua, yace tu cuerpo

Las nubes morenas,

como suelen ser en Latinoamérica las nubes

dibujan volcanes, mesetas, llanuras,

mientras tus pómulos sobresalen por tus mejillas

como construyendo una ruta hacia al sol

Solsticio, claro, trueque, tregua, yace tu cuerpo

De repente, casi por juego o azar, a tres pasos de tu cuerpo

yace mi cuerpo

Me mirás por encima de diciembre

de las llanuras, de las irregularidades,

Me mirás más allá de tu nariz de cloro

complacido por la sombra naciente que se forma

entre tu enredadera lacia y mis pómulos ondulados

Y entonces, ya sin claro, ni tregua, ni trueque

Nace tu cuerpo

por encima del mío.



Agustina Saubidet Bourel, diciembre 2004



PD: Gracias Gonchis por la foto y por tantas otras cosas...amigazo

http://www.flickr.com/photos/gonzalo_ar/

domingo, abril 12, 2009

Su mano en mi cabeza


No puedo pensar. Hace rato que no puedo pensar. Es más, te diría que desde que perdí su mano en mi cabeza, me desordené por completo.

Intento hacer ejercicios que vuelvan las cosas un poco más ordenadas, o al menos con una forma concreta que no empañe los bordes que ahora siento, todo el tiempo, borrosos.
Me distraigo con cosas banales: los últimos amoríos de vacaciones, los éxitos del verano, pero nada parece contribuir a mi incipiente necesidad de alivio y de orden.
La confusión es tal, que cuando vienen a preguntarme qué me pasa, me quedo en silencio; no puedo pronunciar palabra, porque mis palabras también tienen contornos borrorosos, prefiero entonces el silencio.
Cuando tenía su mano en mi cabeza, las palabras no abundaban, pero eran precisas; yo me entendía y con eso alcanzaba para que cualquiera me entendiera. La certeza habitaba mi boca, bueno también los ojos, y el pelo y el resto del cuerpo, inclusive mis frágiles tobillos.
Ahora soy una madeja de lana podrida, que se corta por cualquier cosa, incluso cuando corto la cebolla. Antes, cuando tenía su mano en mi cabeza, yo cortaba la cebolla con la justa precisión de un cirujano. Hoy no puedo hacer nada, quizás no deba hacer nada.
Anoche intenté poner música; todos los cds estaban en sus cajas incorrectas, y yo ya no recordaba cuál era el orden anterior, cuando mi cabeza estaba en su mano. Quise apagar el equipo y se encendió la radio; quise rascarme, pero no me picaba nada; quise tocar mi cabeza y entonces la noche cayó, contundente, sobre mis hombros.

Agustina Saubidet Bourel