Y de repente descubrió que el sonifo del teléfono en su sueño no había sido otro que el despertador a la realidad, que yacía allí, mudo y sin movimiento ahora, porque la cuerda se había terminado. Y López se desperezó, para ir a ver esa cara de siempre en el espejo del baño, y resignarse a seguir con la rutina, por esta mañana un poco tardía, y gozar del no tan habitual regaño del patrón.
Por Mauricio Luja (comentario original del posteo anterior... ¿continuará?)
lunes, mayo 04, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario