Es de suponerse que a cada emoción corresponde un gesto, un semblante.
He dicho: Estoy feliz.
Más feliz de lo que he estado en mucho tiempo.
He dicho: Elijo reemplazar el miedo por intriga.
Por primera vez, trazo un camino diferente.
A mi lado, un cementerio de servilletas humedecidas se despiden del sobre gastado de un Tapsín;
mi espalda grita,
mi estómago se queja,
mis oídos crujen al despertar.
¡Qué raro es cuando el gesto no apaña nuestros estados más certeros!
Leri.-
(Embelesada por un día particularmente gris).
lunes, mayo 11, 2009
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