Escribí algunas veces, cuando podía. Esas veces que podía, escribí. Todo surgía casi como un canto natural, hasta que llegaba una nota y paraba, pensaba en la emoción y paraba, como quien se para en una esquina y se fija que no haya un auto cerca, para que no te pisen. Paraba, en la esquina del margen izquierdo, paraba para pensar en la emoción, cerraba los ojos y recordaba imágenes que pudieran representarlas, imágenes extranjeras a mí; pero que de alguna manera habitaban de la misma forma, aquello que yo sentía querer decir.
Otras veces no escribí, me remitía a vivir las cosas con la impulsividad de un yo-yo, que se deja caer sabiendo que una mano con cuidado lo volvería a agarrar…mi vida en los momentos de yoyo era feliz, plenamente feliz, porque no pensaba demasiado, porque tenía una mano que me agarraba aunque cayera; entonces, vivía lo que tenía que vivir, probaba bebidas diferentes, recorría las calles sin tantas brújulas.
Hoy cuando escribo, algo me hace detenerme, y no es la emoción, tal vez es la falta de ellas y de la vida yoyo, ahora escribo y me detengo, en la otra esquina, fuera del margen, veo que viene un auto, cruzo la calle, veo a mi yoyo atropellado, lloro, me río, te lo merecías, y ahora escribo sobre eso: sobre mi yoyo atropellado, sobre mi canto detenido, escribo una y cien veces: “ no cruces la calle sin mirar si vienen autos”.
Foto y texto, Agustina Saubidet
Feliz año nuevo para todos, que el 2010 nos traiga muchas vidas yo-yo y que la paz nos toque a todos muy de cerca (paz es paz, no es detenimiento, ni muerte, ni silencio, ni sueño; paz, es PAZ, que eso que se llama paz, nos toque a todos, ese es mi deseo)
Gute