viernes, enero 23, 2009

El hombre sol (octubre 2005)


Hoy quiero contarles la historia de un hombre, el hombre que tenía el sol en el brazo.

Sé que puede parecerles increíble pero hay ciertos hombres que en vez de autos tienen soles (claro que así como hay diferentes autos, hay diferentes soles).

El sol que tenía este hombre en su brazo izquierdo era raro. No se mojaba tan fácilmente como la gente supone: uno podía tirarle agua, como quien baña a un niño en una bañadera o se mete en el mar y el sol ni se mosqueaba. Siempre estaba ahí sin ninguna nube cerca.

Era tan fuerte este sol que tenía que salir por su piel y la textura de su dermis no podía ser indiferente.

Este hombre había nacido con este sol en su brazo izquierdo como quien nace con el pan bajo el brazo.

No sé si ustedes han tenido la suerte de conocer hombres soles, yo solo conocí a uno. Lo único que puedo decirles es que vale la pena dormir con ellos, porque de noche los soles salen del brazo y se quedan ahí, silenciosos en un rinconcito del cuarto, iluminándolo todo.


Este sol tenía la particularidad de atrapar el tiempo y dejar que, al mismo tiempo, lo atrapen con un dedo. Pero había un pacto entre el sol y él, pacto que hasta el día de hoy desconozco, porque los soles son tan discretos que de esto, no dicen palabra.


Hoy, hace dos días que no sale el sol en Buenos Aires.


Agustina Saubidet


PD: Gracias Belen Bavio y Mariano Mastrodomenico por la foto y por esa tarde maravillosa de relatos, encuentros y más fotos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo conocí a una mujer sol, pero lamento haberlo hecho cuando estaba yo estrenando mis alas de cera, escapando de una pesadilla de muchas paredes y esquinas. Cuando me caí fue un eclipse. Y como buen caballero de nada más me acuerdo.

Bizomáticas dijo...

Mauri, segui participando Amigazo, total que le hace una mancha mas al tigre. Besotes. Gute