y puedo sentir su sonido reiterado azotando los techos, las paredes y las ventanas de mi casa.
Me gusta cuando el golpe es intenso y caudaloso y
No existe nada triste acerca de la lluvia
es tal su parecido a la tristeza,
que verla danzar me conecta con una suerte de melancolía natural
(podría ser también una alegría desbordante
-lo que une es la emoción que nos desborda y se hace agua salada).
Y digo natural porque cualquier otra postura me parecería impostada,
porque pareciera ser que el fluir de la lluvia es el llanto,
tal vez por la ll o por las gotas,
tal vez por los golpes en nuestras paredes, nuestras ventanas y nuestros techos,
a veces tan fuertes como si amenazaran con derrumbarlos,
(pero no).
Ahí está. Seductoramente triste, conmovedora, una obra de arte instantáneo hecha para morir en un charco de agua. Escucho sus lamentos, sus truenos, sus carcajadas.
Lloro yo también.