sábado, octubre 31, 2009

Sinergia

Es sábado
y puedo sentir su sonido reiterado azotando los techos, las paredes y las ventanas de mi casa.
A veces con más intensidad, otras casi como una caricia.

Me gusta cuando el golpe es intenso y caudaloso y
las lágrimas coquetean con mis ojos, mi nariz y mi garganta,
casi como si respondieran a su ánimo por inundar todos mis sentidos.

No existe nada triste acerca de la lluvia
sin embargo,
es tal su parecido a la tristeza,
que verla danzar me conecta con una suerte de melancolía natural
(podría ser también una alegría desbordante
-lo que une es la emoción que nos desborda y se hace agua salada).
Y digo natural porque cualquier otra postura me parecería impostada,
porque pareciera ser que el fluir de la lluvia es el llanto,
tal vez por la ll o por las gotas,
tal vez por los golpes en nuestras paredes, nuestras ventanas y nuestros techos,
a veces tan fuertes como si amenazaran con derrumbarlos,
(pero no).


Ahí está. Seductoramente triste, conmovedora, una obra de arte instantáneo hecha para morir en un charco de agua. Escucho sus lamentos, sus truenos, sus carcajadas.
Escuchola, y sucumbo ante su encanto...
Lloro yo también.




LERI.-

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