(antes de leer este post, se recomienda hacer click en el título para musicalizar la lectura)
Sobre la noche, esa, esa única noche dónde todo pudo haber acabado; pero no. Todo siguió igual y yo sin dormir, como a la espera de algo que alivie.
Salvia comida
El amor nos nutre, nos perfora, nos duele, nos renace, nos oculta, nos mutila, nos despierta, nos enlentece, nos desarma, nos fragiliza, nos devora, nos agranda, nos achica, nos apura, nos calma, nos llora, el amor nos hace. Nosotros no hacemos el amor.
Los hombres piensan que la cosa pasa por la continuidad del llamado y, no, no pasa por ahí el compromiso.
Ellos ya saben que todo no se sostiene con el sexo y que el compromiso en realidad viene de lo siguiente:
Antes de los noventa, se los llamaba mujeriegos; después de los noventa algo pasó y se camuflaron delante de la frase “yo no quiero compromisos, esto es free, Light, tranqui, sin compromisos”. Distinguimos la marca del menemismo, en dos detalles: uno, la posición tan chota desde donde se emite el discurso; segundo, los términos anglosajones para camuflar su posición de mujeriego. Creen que en la posibilidad de variar a tiempo, yace la posibilidad de conservar el deseo intacto.
Las mujeres, en cambio, necesitamos cierto anudamiento del deseo, quizás ficticiamiente, en el compromiso; porque la continuidad de un vínculo nos tranquiliza todo ese exceso que tenemos. Pero tranquilizar no es lo mismo que adormecer. Recuerden que gran porcentaje de los divorcios y de las separaciones están decididas por las mujeres.
Nosotras no tenemos más miedo de separarnos de lo que ya no nos genera deseo: mal, bien, a tiempo o destiempo, nosotras ya aprendimos a dejar, de alguna manera; y necesitamos algo mucho más que el sexo; pero no se trata de hacer el amor. Sabemos que el amor no pasa por el sexo; que en todo caso, ayuda a sostener ciertas posiciones sobre el sexo (sobre, que no es lo mismo que al sobre).
Según la abuela, todo se soluciona con saliva
La primera saliva es la mejor por eso hay que tomarse un vaso de agua cuando te laventás y claro, también al acostarse.
It s all right if you need to write, but remember to keep the left even if you write with your right.
Dicen que rompo corazones, pero es porque yo tengo el corazón roto y transmito todo eso; y voy rompiendo corazones para no sentirme tan sola; porque en esa soledad, en esa soledad no habita nadie, y vos, petit cochon, vos eso lo sabés muy bien…
Sabés qué feo es que ninguna persona ya te sorprenda; que pocos te generen esa admiración; y sólo aquel, aquel que logró capturarte, ya ni siquiera mira, porque está igual que vos, perdido; pero ya no es que “ya no se pueda nada”, sino que ya nada te sorprende.
Puta revolución que no llegó.
Eso sí, se vuelve al formato mínimo de la comunidad de la especie, porque volvimos a ser especie.
No me mires así con sorpresa, petit cochon, esto lo entendés y te duele tanto como a mí. Claro, tu caparazón de felino te protege del mundo, pero ojo, también te protege de sentir con el cuerpo, y conmigo algo sentís, que no sabés qué es; como no te permitís decir nada que sea gris (tiene que ser blanco o negro) y conmigo la cosa es gris; y no te lo bancás.
Yo, en cambio, si bien algo de esto puedo sentir, algo de la revolución sí ha llegado a mí, mejor dicho, en mí.
Desde hace no mucho, surgió en mí una epifanía sobre el amor, gracias al derrumbe de las bases de los pilares que habían construido la manera de vivir el amor.
El amor nos construye definitivamente, ya bien lo dijiste, como nos construye el universo en el proceso misteriosamente hermoso de la vida, en todas sus dimensiones. Y como la vida es cambio, siempre habrán catástrofes, descubrimientos, decepciones, ilusiones: todo puede cambiar en cuestión de segundos, vos ya bien lo sabés, porque eso lo debemos saber quienes andamos por los caminos del amor. Sino estamos fritos.
Hay que dejarse construir por el amor, por el amor de lo que llega a nuestra vida, traiga lo que traiga; entregarse al momento y soñar; aprender para seguir andando; saber que siempre se puede estar mejor. Por eso a veces me voy.
Vendrán seguramente muchas personas a compartir el amor, pero siempre queda el amor de los amigos, que es el mejor………..y claro,
El amor por la comida también
Bueno sí, la cosa para mí no es nada fácil. Una cosa es aprender inconcientemente lo que es perder; y otra, que se te queme las casa y salves tus cosas. Ahí perdés mucho más…
¡Puta!, aprender a diario, que todo puede perderse definitivamente en escasos segundos de corridas, porteros eléctricos y hollín.
Pero bueno, aquí me ves con mi música y vos con tus nomates. Se baila y se escribe, se pinta, se hace música para inscribir algo también. Sólo es cuestión de establecer el método, no los elementos.
Lo intenso siempre es singular, pero no necesariamente peor, ni menor; es diferente y a veces, te lo aseguro, petit couchon que hay intensidades tan singulares, pero tan singulares, que parecen preparadas. Intensidades intencionadas. Pero lo loco, es que son azarosas, petit couchon y eso también lo sabemos los que no hacemos el amor.
Texto Maripaz & Gute; música Les negresses vertes & Massive Attack; foto, Gute; fuego, Maripaz; Arbol, piñas; Argentina, Mar Azul 2010
2 comentarios:
es un post para guardar
pienso en todo esto y me pregunto lo difícil que es llevar algo con
el compromiso más obvio con quien tenemos al lado
apago la música y sigo pensando...sé que de una u otra manera han vivdo la fragilidad de lo que nos rodea y en la que estamos inmersos...
pues de eso se trata la existencia
aahhhhhhh gute recuerdo haber conversado con usted del tema
un beso a ambas
quién no ha experimentado, de una u otra manera, tal fragilidad, es tal vez el mismo que no se conmueve con nada de este mundo.
pero por suerte, están los otros
un abrazo para usted también, mi estimadísimo, Sonoio (siempre al pie del cañon, le acerco un mate pa que no se resfríe en la trinchera de la fragilidad).
Gute
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