No puedo concebir la escritura como una estructura cerrada, me cuesta admitir también la demora entre el pensamiento de una idea y el momento en que uno lo plasma en un papel…necesariamente hay una caída una pérdida necesaria que se asemeja a la muerte de una sensación. Mi amigo Sam me dijo alguna vez que no hay escritura sin melancolía, y un par de años después comprendí que de lo que se trataba era justamente de esta pequeña muerte que se produce entre la idea – sensación que nos inspira y nos lleva derecho al papel y el momento de escribirla.
Mi notable admiración por autores tales como Cortazar o Girondo se desprende tal vez de mi desconocimiento del total de su obra, así como también, mi notable apasionamiento y memoria por dos o tres cuentos, alguna novela y varias poesías y mis notas escritas al margen.
Desde hace algunos años no consigo terminar mi novela, y me inquieta pensar que jamás lograré hacerlo. Desgraciadamente la inspiración y la claridad mental, surgen en mí luego de profundas tristezas y enojos detenidos que me empujan al acto de largar todo en un papel o sobre una pantalla plana. El pucho y el mate son necesarios también en mi como condición para la escritura, o mas que condición, son objetos situacionales -no hay escritura sin melancolía, sin mate y sin pucho, Sam…pero como no fumas ni tomas mates, tal vez con la melancolía sola te alcance-.
En el día de ayer, he sobreseído un par de recuerdos que sentia trababan mi vida, sin embargo hoy la cosa sigue igual, no quiero limpiar mi casa, tampoco tengo inspiración, el mate está frío, mis pulmones por hoy no quieren mas nicotina y así, no hay melancolía que aguante.
Regreso a la música como inspiradora de palabras: regreso, pero nunca vuelvo.
Gute,
sábado, noviembre 25, 2006
sábado, octubre 28, 2006
A una Amiga llamada Lerinha
Porque es bueno regresar cuando se pueda a la escritura, a los encuentros, al arte del azar sin dados
Porque es bueno encontrarse distinto en los mismos lugares,
Porque es bueno verte del otro lado de la puerta que se abre en mil ventanas
Porque es bueno sonreír de noche cuando tomamos unos mates o comemos una milanesa con ensalada y jengibre *me gusta la palabra jengibre tanto como etruscos aunque no sé si llevan aceito de oliva o de maiz.
Porque es bueno escucharte hablar luego de decirme que tenés miedo de estar sola.
Porque es bueno recordar a blanchot con su soledad esencial…y esta casa que es un quilombo de planes inconclusos, el cielo azul radiante luego de que los pronósticos anunciaban tormenta.
Puede uno volver a una amistad, casi a un año de habernos encontrado?
Lo que sé es que uno vuelve y vuelve distinto con ganas renovadas, porque si no hay deseo no hay vuelta, y tampoco encuentro con la diferencia de encontrarnos distintos, porque si no hay deseo no hay arte y estamos fritos…no todos entienden esto, no todos lo escriben, no todos valoran lo que tienen, y tal vez yo tampoco, quizás ahora que vuelvo a casa te lo digo, mientras Ale escribe en la pc, vos hablas por teléfono con Esther y yo me pregunto, si te gustará encontrarte aquí en esta dedicatoria bizomática.
Gute Saubidet
Porque es bueno encontrarse distinto en los mismos lugares,
Porque es bueno verte del otro lado de la puerta que se abre en mil ventanas
Porque es bueno sonreír de noche cuando tomamos unos mates o comemos una milanesa con ensalada y jengibre *me gusta la palabra jengibre tanto como etruscos aunque no sé si llevan aceito de oliva o de maiz.
Porque es bueno escucharte hablar luego de decirme que tenés miedo de estar sola.
Porque es bueno recordar a blanchot con su soledad esencial…y esta casa que es un quilombo de planes inconclusos, el cielo azul radiante luego de que los pronósticos anunciaban tormenta.
Puede uno volver a una amistad, casi a un año de habernos encontrado?
Lo que sé es que uno vuelve y vuelve distinto con ganas renovadas, porque si no hay deseo no hay vuelta, y tampoco encuentro con la diferencia de encontrarnos distintos, porque si no hay deseo no hay arte y estamos fritos…no todos entienden esto, no todos lo escriben, no todos valoran lo que tienen, y tal vez yo tampoco, quizás ahora que vuelvo a casa te lo digo, mientras Ale escribe en la pc, vos hablas por teléfono con Esther y yo me pregunto, si te gustará encontrarte aquí en esta dedicatoria bizomática.
Gute Saubidet
miércoles, julio 12, 2006
Intro Alejo Gute Leri Mauri
Hace días que duermo y despierto acechado por la reflexión más antitética: “Desearía poder abandonar el pensamiento. Las cosas nunca son como las pensamos, entonces… ¿para qué?“.
Si por medio de algún acto analítico con pretensiones de cientificismo hubiera podido anticipar el final de todas mis historias, creo que nunca hubiera encontrado razonable vivirlas. Razonable, ¿qué se yo lo que es? Vivo y revivo la repetición de la búsqueda infinita de creer en lo que no creo, ese principio de negación que hace de la diferencia una distancia insoportable cuando llega. Y siempre llega.
Tarde o temprano, es como perseguir a la angustia, Angustina.
(¿Qué hago con lo que sé –o creo que sé-? ¿Cómo matarlo?)
Miento. Filosofía barata. Hace días que duermo y despierto acechado por tu voz en mi pensamiento, tu nombre que penetra mi almohada, tus nervios que resquebrajan mis excesos de matemática. La certeza de saber que esto no es, ni será, para ninguno de los dos…
Una vez más, el desencuentro, que duele por vos, o por mí, o por los dos. Un desencuentro que siempre supe. Una historia que se repite en pequeños flashbacks que tu ausencia alimenta.
...partimos de un error y partiendo de una suposición errónea es imposible alcanzar una hipótesis acertada. Buscamos una teoría unificada que justifique las condiciones que observamos, basamos nuestras certezas en la experimentación llevada a cabo sobre una realidad que, aun siendo tan vasta como el universo verificable, no es sino un engaño, un reflejo distorsionado de la realidad. Buscamos el tesoro en el mapa equivocado, como un osteópata borracho que pretende sacar conclusiones mediante la observación del reflejo deformado de un hombre en uno de esos espejos de la risa de un parque de diversiones.-
-¿Una copa de vino, Agustina?
-No, gracias.
-Una buena copa templa los nervios.
-No estoy nerviosa—respondió irritada, y al decirlo se dio cuenta de que sí lo estaba...
Y por qué no habría de estarlo...si tal vez lo que más le jodía de ese
asunto no era sus errores, sino sentirse una caricatura dentro de un
parque de diversiones.
Claro que necesitaba vino, y whisky, y por qué no un par de anteojos
nuevos, más modernos, más pequeños, más oscuros, más
irreales.
-Dale, abramos otra botella, con una copa no nos alcanza...
-¿Quién dijo que necesito vino, u otra botella?, esto no cambia en nada las cosas y tal vez tampoco quiero que cambien. Tal vez empiezo a llevarme bien con mis errores; y mis insomnios, ahora se relacionan más con el exceso de certezas, como de vino, como de calma. Yo no busco teorías que justifiquen las cosas, ni mis nervios, ni mis errores, ni mis borracheras a ver, ¿quién carajo dijo que estoy nerviosa? Vos.
-Está bien, no te enojes, era sólo un comentario. y un comentario puede ser la muerte y el encuentro con la ausencia y a la vez una buena razón para comprarse lentes de contacto, esas que nos permiten disfrutar más las risotadas de las caricaturas de nuestro propio parque de diversiones...
-¿Quién carajo dijo que quiero reírme?
Y las botellas parecieron multiplicarse como los panes y los pescados en un viejo monte. Hasta que no hubo certeza, hasta que no hubo sentimiento. La vida es sueño o quizá un señuelo. ¿Sócrates habrá estado hasta el copete de alcohol cuando dijo que sólo sabía que nada sabía?, ¿alguien le habrá recomendado la cicuta para curarse la resaca? ¿Qué sacamos de todo esto? ¿Qué ignoramos lo que sabemos, y preferimos no saber lo que sentimos? ¿Qué sentimos no saber lo que sabemos o que ignoramos quienes somos o quienes fuimos? El alcohol me convirtió en cuestionario, y a la vez me hizo indiferente ante todo lo que pensaba y sentía, aunque en el fondo algo me recuerda que ‘mañana será otro día’.
Si por medio de algún acto analítico con pretensiones de cientificismo hubiera podido anticipar el final de todas mis historias, creo que nunca hubiera encontrado razonable vivirlas. Razonable, ¿qué se yo lo que es? Vivo y revivo la repetición de la búsqueda infinita de creer en lo que no creo, ese principio de negación que hace de la diferencia una distancia insoportable cuando llega. Y siempre llega.
Tarde o temprano, es como perseguir a la angustia, Angustina.
(¿Qué hago con lo que sé –o creo que sé-? ¿Cómo matarlo?)
Miento. Filosofía barata. Hace días que duermo y despierto acechado por tu voz en mi pensamiento, tu nombre que penetra mi almohada, tus nervios que resquebrajan mis excesos de matemática. La certeza de saber que esto no es, ni será, para ninguno de los dos…
Una vez más, el desencuentro, que duele por vos, o por mí, o por los dos. Un desencuentro que siempre supe. Una historia que se repite en pequeños flashbacks que tu ausencia alimenta.
...partimos de un error y partiendo de una suposición errónea es imposible alcanzar una hipótesis acertada. Buscamos una teoría unificada que justifique las condiciones que observamos, basamos nuestras certezas en la experimentación llevada a cabo sobre una realidad que, aun siendo tan vasta como el universo verificable, no es sino un engaño, un reflejo distorsionado de la realidad. Buscamos el tesoro en el mapa equivocado, como un osteópata borracho que pretende sacar conclusiones mediante la observación del reflejo deformado de un hombre en uno de esos espejos de la risa de un parque de diversiones.-
-¿Una copa de vino, Agustina?
-No, gracias.
-Una buena copa templa los nervios.
-No estoy nerviosa—respondió irritada, y al decirlo se dio cuenta de que sí lo estaba...
Y por qué no habría de estarlo...si tal vez lo que más le jodía de ese
asunto no era sus errores, sino sentirse una caricatura dentro de un
parque de diversiones.
Claro que necesitaba vino, y whisky, y por qué no un par de anteojos
nuevos, más modernos, más pequeños, más oscuros, más
irreales.
-Dale, abramos otra botella, con una copa no nos alcanza...
-¿Quién dijo que necesito vino, u otra botella?, esto no cambia en nada las cosas y tal vez tampoco quiero que cambien. Tal vez empiezo a llevarme bien con mis errores; y mis insomnios, ahora se relacionan más con el exceso de certezas, como de vino, como de calma. Yo no busco teorías que justifiquen las cosas, ni mis nervios, ni mis errores, ni mis borracheras a ver, ¿quién carajo dijo que estoy nerviosa? Vos.
-Está bien, no te enojes, era sólo un comentario. y un comentario puede ser la muerte y el encuentro con la ausencia y a la vez una buena razón para comprarse lentes de contacto, esas que nos permiten disfrutar más las risotadas de las caricaturas de nuestro propio parque de diversiones...
-¿Quién carajo dijo que quiero reírme?
Y las botellas parecieron multiplicarse como los panes y los pescados en un viejo monte. Hasta que no hubo certeza, hasta que no hubo sentimiento. La vida es sueño o quizá un señuelo. ¿Sócrates habrá estado hasta el copete de alcohol cuando dijo que sólo sabía que nada sabía?, ¿alguien le habrá recomendado la cicuta para curarse la resaca? ¿Qué sacamos de todo esto? ¿Qué ignoramos lo que sabemos, y preferimos no saber lo que sentimos? ¿Qué sentimos no saber lo que sabemos o que ignoramos quienes somos o quienes fuimos? El alcohol me convirtió en cuestionario, y a la vez me hizo indiferente ante todo lo que pensaba y sentía, aunque en el fondo algo me recuerda que ‘mañana será otro día’.
domingo, abril 16, 2006
Circularidad
Otra vez yo
Nueva la hoja
Y el mismo destino
De ahogar la angustia
Que es gesto
Y es cuerpo
Y es síntoma
Que duele
De un dolor
Insoportable
Cuando no se nombra.
Paradoja
Lo que se calla
Nos habla
Tan fuerte
Y cuanto más fuerte
Más me callo
/como si callando pudiera evitarlo/
Ilusión de control
Allí yace
El exilio del pensamiento
El olvido de la palabra
La negación del cuerpo
Allí muero
Otra vez.
Leri.-
Nueva la hoja
Y el mismo destino
De ahogar la angustia
Que es gesto
Y es cuerpo
Y es síntoma
Que duele
De un dolor
Insoportable
Cuando no se nombra.
Paradoja
Lo que se calla
Nos habla
Tan fuerte
Y cuanto más fuerte
Más me callo
/como si callando pudiera evitarlo/
Ilusión de control
Allí yace
El exilio del pensamiento
El olvido de la palabra
La negación del cuerpo
Allí muero
Otra vez.
Leri.-
miércoles, marzo 22, 2006
Retrato
Con una mano fuma..traga el humo. La otra mano parece un pájaro volando alrededor. Mientras camina traga el humo. Pasa valdosas, calles, personas y camina. Mientras camina y traga el humo, no ve mucho mas porque mira para abajo. Pero no ve mucho mas... porque mira para abajo, porque mira para adentro, porque adentro hay un ruido, porque adentro hay un ruido. Un ruido de prismas, de dientes, de asfalto, que le gritan que te busque, que le gritan que te busque. Caminando con el tiempo a sus pies. Se demora, se enamora otra vez. Un millón de sueños por una vida sola.
Y se derrama y se hace su propia sombra. Y ahora se vuelve de noche en su propia noche y susurra una canción que ya no conoce.
Maxi
Y se derrama y se hace su propia sombra. Y ahora se vuelve de noche en su propia noche y susurra una canción que ya no conoce.
Maxi
lunes, marzo 13, 2006
"Otro" cuento
Hay veces que no hay palabras plasmadas en papel, quizás porque ya se dijo mucho, igual porque hay demasiado por decir.
El problema sería dejar de sentir.
Yo he dejado de hablar, por tener algo que contar en persona, a ciertas personas.
Yo he dejado de sentir, porque hubo un tiempo en que sentí demasiado, quizás en vano.
Pero como dicen por ahí, "debería estar prohibido haber vivido sin haber amado".
Hay veces en que nuestros sueños no coinciden con la realidad, y en ocasiones esa realidad que no coincide es mejor que nuestros sueños. Pero neciamente nos aferramos a éstos.
Aunque te diré que vivir sin soñar debe ser muy aburrido. No somos máquinas.
Mauricio
El problema sería dejar de sentir.
Yo he dejado de hablar, por tener algo que contar en persona, a ciertas personas.
Yo he dejado de sentir, porque hubo un tiempo en que sentí demasiado, quizás en vano.
Pero como dicen por ahí, "debería estar prohibido haber vivido sin haber amado".
Hay veces en que nuestros sueños no coinciden con la realidad, y en ocasiones esa realidad que no coincide es mejor que nuestros sueños. Pero neciamente nos aferramos a éstos.
Aunque te diré que vivir sin soñar debe ser muy aburrido. No somos máquinas.
Mauricio
jueves, marzo 09, 2006
Me pregunto...
si optaste por las costillas o las berenjenas, o por ninguna de las dos,
si lo disfrutaste,
si por un minuto te quedaste con ganas de comerte la opción descartada,
si dormiste bien,
me pregunto muchas cosas cotidianas que no sé si tienen que ver con vos, o con mis ganas de
preguntarme,
¿Por qué no?.
Mientras,
vivo muriendo
(aquí mi verdad de dos palabras).
Podría tener que ver con vos.
Lery.-
si lo disfrutaste,
si por un minuto te quedaste con ganas de comerte la opción descartada,
si dormiste bien,
me pregunto muchas cosas cotidianas que no sé si tienen que ver con vos, o con mis ganas de
preguntarme,
¿Por qué no?.
Mientras,
vivo muriendo
(aquí mi verdad de dos palabras).
Podría tener que ver con vos.
Lery.-
martes, marzo 07, 2006
33 Tabacos
Se fue cuando había caído la noche pero cerró la puerta sin llaves, ¡esperanzas de la vida! Asfixió a Cupido en un bolso lleno de recuerdos sin polvo y llamó el ascensor. Dejó la flecha en el pasillo por si acaso, cuando se me ocurriera salir a dejar la basura, esencia de mi alma y estímulo de mi manera de sentir, de actuar, y de vivir, se me ocurriera clavarla en el corazón con el que me encargué de alfombrar cada lugar común. Abandonó la planta de albahaca con la que hoy ornamenté el balcón, digna invitación al cobarde suicidio, pero el aroma que ella dejó en las almohadas se vuelve un verdadero hastío en cada inhalación, locura etérea, el tedio me convirtió en un estropajo con el que friego la impronta de su pasión gitana sobre mi piel. Ni treinta y tres tabacos fueron capaces de arrancar el sabor de su boca estacado en la bombilla de un mate cada vez más amargo. Transita alerta por la planta baja, quizás espere que la tomen nuevamente de su hombro. Creí haber perdido el miedo a la oscuridad cuando tenía 8 años, tal vez 9. Qué grande se volvió el colchón y qué extensa la demencia de la noche decrépita. No me arrepiento de mis intermitentes fastidios por el desorden ni por los cinco vasos sucios que ella se encargaba de distribuir por el comedor, la habitación y la cocina, pero los extraño y ahora no tengo donde buscarlos. ¿Segura caminaba por Hidalgo cuando cruzaba Yerbal? Quizás un poco más cuando al fin pisó Rivadavia. Un whisky barato funcionó como domador de lágrimas salvajes e inútiles que imploraban que se quede. Me volvió el dolor en la columna y las T4 ya no pernoctan posadas en su mesa de luz. Eso sí, cambié la rutina: unos discos de los Rolling Stones me arrebataron la tarde. El ascensor se detuvo en el sexto piso. Le pido una prórroga a mi pulso acelerado; como siempre, la llave con la que tiene que abrir es la última que toma entre sus frágiles manos y la melodía apresurada precipita el cascabel de la serpiente a punto de morder donde ya estaba roído. ¡Me olvidé! También tengo vecinos. Ella trabaja cruzando la calle. Hoy nadie me recibió de ni buen humor ni alterado. No me canso de esperar una salida con retraso en su labor cotidiano. Ya perdí su rastro; su rostro también. La última vez que la vi el estado etílico deformó sus suaves facciones endurecidas por la decisión. Ya no la encuentro. Dónde estará amotinada entre duelos e incertidumbres. Aguarda que su teléfono suene como muestra de que aun la amo. Sus fotos se refugian en la fría oscuridad de un cajón que ya no pienso abrir. A veces, sí. Quién será su asesor de rupturas conyugales. Dónde ha quedado su último y desnutrido beso sobre mi mejilla anestesiada. Ya no recuerda el camino, seguro se perdió. ¿Dónde puedo buscarla más que en los dos mil días que pasamos juntos? Enfurecido rompo el papel. Vuelvo a escribir. El tabaco treinta y cuatro se está por encender.
FER
NANDO
FER
NANDO
sábado, febrero 25, 2006
Buenos Aires- Desde el puente del Pasto
A Pedrín
Es raro ver la luz que encandila, pues el acto mismo de ver es encandilante en su más abierta expresión.
Es sábado, 9 de la mañana, estoy en una plaza y gracias a la agresividad de la luz del sol puedo percibir otras cosas. Al ras de la tierra descubro por primera vez la imagen que se forma cuando el viento mueve las hojas de los pastos desparejos del Parque Las Heras; los reflejos que forman son como la espuma del mar -creo que ayer soñé con el mar, lo extraño-.
Por aquí a mi lado pasan perros y empleados de gobierno vestidos de verde que pinchan y juntan, cual salchichas de copetín, los residuos de otros, siempre de otros.
Si uno va bien temprano a la plaza un sábado o un domingo, tiene el privilegio de poder reconstruir la noche anterior de cada uno de esos personajes que nos cruzamos y que el sol algunas veces nos permite ver. Allá por ejemplo, esos dos, vestidos de negro, abrigados hasta la manija –¿ayer hizo frío?- se miran y se tientan como suponiendo que nadie los ve, se despliegan en el banco y sus salivas mutuas corroen la pintura verde del banco, ya corroída –“después dicen que no cuidamos la ciudad”, ¡cuántos bancos descascarados y cuántas salivas valientes!”- Indudablemente vienen de bailar -por el negro y por sus caras- o tal vez simplemente son gordos y les joden tanto los rollos que en vez de sacarse fotos, se visten de negro.
También claro, están las damas cincuentonas que vienen a hacer yoga bien tempranito para sentirse menos desgraciadas -mientras sus ex maridos se van despertando con sus nuevas mujeres de veinte-. ¿Será que estas mujeres creen sentirse mejor con ellas mismas haciendo esos movimientos incesantes de giros y copas imitando quién sabe qué animal exótico como un koala en extinción?; ¿sabrán ellas que tienen menos elasticidad que la cara de un humano después de 20 cirugías? Me sonrío. Si mis matemáticas no fallan, dentro de 22 años -y no falta tanto- seguramente haré las mismas boludeces; claro está, con más elasticidad y menos cirugías.
Hace frío. Empieza a joderme el viento y los perros –y el ruido de los autos también-.El pasto no, no me jode, me sigue gustando su reflejo.
Una gorda señorona toda vestida de negro, con tajo aguja, bajo el sol pasea a su pastor alemán tan gordo y peludo como ella, salvo que su perro tiene un bozal en la boca y la señora, un rouge vermelho intenso. Me detengo a mirarla. Parece un personaje interesante. Se pone a buscar cosas en el pasto –¿serán colillas de cigarrillos? ¿se las querrá fumar? ¿O trabajará para greenpeace? Pues no, no resultaron ser colillas de cigarrillos-. Buscaba ramitas de árboles que muy agraciadamente lanzaba hacia el aire para que su perro corriera y las recogiera con su boca de bozal.
Sin dudas, la luz encandila y qué bueno que sea así. Agarro mi libro de Badiou, mi mochila y mi manzana; y cantando bajito me voy para casa, no sin antes despedirme del pasto a quien le digo “gracias, por encandilarme” pues me he dado cuenta de que es preferible ver con los ojos bien abiertos aquello que encandila, a comer imágenes con bozales en los ojos. Agustina Saubidet
Es raro ver la luz que encandila, pues el acto mismo de ver es encandilante en su más abierta expresión.
Es sábado, 9 de la mañana, estoy en una plaza y gracias a la agresividad de la luz del sol puedo percibir otras cosas. Al ras de la tierra descubro por primera vez la imagen que se forma cuando el viento mueve las hojas de los pastos desparejos del Parque Las Heras; los reflejos que forman son como la espuma del mar -creo que ayer soñé con el mar, lo extraño-.
Por aquí a mi lado pasan perros y empleados de gobierno vestidos de verde que pinchan y juntan, cual salchichas de copetín, los residuos de otros, siempre de otros.
Si uno va bien temprano a la plaza un sábado o un domingo, tiene el privilegio de poder reconstruir la noche anterior de cada uno de esos personajes que nos cruzamos y que el sol algunas veces nos permite ver. Allá por ejemplo, esos dos, vestidos de negro, abrigados hasta la manija –¿ayer hizo frío?- se miran y se tientan como suponiendo que nadie los ve, se despliegan en el banco y sus salivas mutuas corroen la pintura verde del banco, ya corroída –“después dicen que no cuidamos la ciudad”, ¡cuántos bancos descascarados y cuántas salivas valientes!”- Indudablemente vienen de bailar -por el negro y por sus caras- o tal vez simplemente son gordos y les joden tanto los rollos que en vez de sacarse fotos, se visten de negro.
También claro, están las damas cincuentonas que vienen a hacer yoga bien tempranito para sentirse menos desgraciadas -mientras sus ex maridos se van despertando con sus nuevas mujeres de veinte-. ¿Será que estas mujeres creen sentirse mejor con ellas mismas haciendo esos movimientos incesantes de giros y copas imitando quién sabe qué animal exótico como un koala en extinción?; ¿sabrán ellas que tienen menos elasticidad que la cara de un humano después de 20 cirugías? Me sonrío. Si mis matemáticas no fallan, dentro de 22 años -y no falta tanto- seguramente haré las mismas boludeces; claro está, con más elasticidad y menos cirugías.
Hace frío. Empieza a joderme el viento y los perros –y el ruido de los autos también-.El pasto no, no me jode, me sigue gustando su reflejo.
Una gorda señorona toda vestida de negro, con tajo aguja, bajo el sol pasea a su pastor alemán tan gordo y peludo como ella, salvo que su perro tiene un bozal en la boca y la señora, un rouge vermelho intenso. Me detengo a mirarla. Parece un personaje interesante. Se pone a buscar cosas en el pasto –¿serán colillas de cigarrillos? ¿se las querrá fumar? ¿O trabajará para greenpeace? Pues no, no resultaron ser colillas de cigarrillos-. Buscaba ramitas de árboles que muy agraciadamente lanzaba hacia el aire para que su perro corriera y las recogiera con su boca de bozal.
Sin dudas, la luz encandila y qué bueno que sea así. Agarro mi libro de Badiou, mi mochila y mi manzana; y cantando bajito me voy para casa, no sin antes despedirme del pasto a quien le digo “gracias, por encandilarme” pues me he dado cuenta de que es preferible ver con los ojos bien abiertos aquello que encandila, a comer imágenes con bozales en los ojos. Agustina Saubidet
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miércoles, febrero 22, 2006
Alzheimer
Ella era convincente como un buen vendedor, y tenía uno de esos rostros que no son alterados por la historia. Él tenía las maneras de la serpiente del paraíso y sus caprichos eran mayores que los del viento. Ella quería tener los pies en la tierra, pero a la vez hacerse creer que vivía mil aventuras.
Desde el principio la apuesta era difícil de ganar, pues la manzana ya estaba en sí podrida.
De alguna manera ambos se convencieron de la mentira, soñando compatibilidades imposibles. Por un momento el mundo fue ignorado; pero en esos casos la naturaleza suele pasar factura. La realidad se encargó de despertarlos poniendo a cada uno en su lugar.
Al final resentimiento y un mal sabor de boca. Culpas arrojadas mutuamente, y recriminaciones propias que mejor convirtieron en sacos a la medida del otro.
Un círculo imperfecto. Todo para acabar casi como al principio, sólo que cargando un mal recuerdo.
Ahora sólo les queda esperar para acordarse de cómo olvidar; aunque hay cosas que ni el Alzheimer borra.
Mauricio
[fuera de la rutina]
Desde el principio la apuesta era difícil de ganar, pues la manzana ya estaba en sí podrida.
De alguna manera ambos se convencieron de la mentira, soñando compatibilidades imposibles. Por un momento el mundo fue ignorado; pero en esos casos la naturaleza suele pasar factura. La realidad se encargó de despertarlos poniendo a cada uno en su lugar.
Al final resentimiento y un mal sabor de boca. Culpas arrojadas mutuamente, y recriminaciones propias que mejor convirtieron en sacos a la medida del otro.
Un círculo imperfecto. Todo para acabar casi como al principio, sólo que cargando un mal recuerdo.
Ahora sólo les queda esperar para acordarse de cómo olvidar; aunque hay cosas que ni el Alzheimer borra.
Mauricio
[fuera de la rutina]
domingo, febrero 19, 2006
2046
sábado, febrero 18, 2006
Contradicion
// Nunca entendí si Arabia quedaba en Oriente u Occidente /
El mundo dividido en dos
medias naranjas con velos
anticipan la muerte de lo inexistente /
Cadáveres sin calaveras
exquisitez de un cuerpo que no degrada /
mácima iluzión sibilisante /
isadora /
Un halo huye
de ese mundo tan tuyo
y te vuelves promesa.
Y te vas -otra vez-
partes de todo. /
Escasabes
-eso que tú sabes- /
Aterrorizada por los comienzos perfectos,
escasabes /
Consternada / con nada / eterna tipa constipada /
Escasabes /
Te mata eso de lo que no puedes huir /
Duele,
Ergo
Te calienta /
Isadora
/ ¡Cuánta contradicción! //
(¿Será el retorno del éxtasis
o el devenir en muerte de la ausencia?)
Lery.-
El mundo dividido en dos
medias naranjas con velos
anticipan la muerte de lo inexistente /
Cadáveres sin calaveras
exquisitez de un cuerpo que no degrada /
mácima iluzión sibilisante /
isadora /
Un halo huye
de ese mundo tan tuyo
y te vuelves promesa.
Y te vas -otra vez-
partes de todo. /
Escasabes
-eso que tú sabes- /
Aterrorizada por los comienzos perfectos,
escasabes /
Consternada / con nada / eterna tipa constipada /
Escasabes /
Te mata eso de lo que no puedes huir /
Duele,
Ergo
Te calienta /
Isadora
/ ¡Cuánta contradicción! //
(¿Será el retorno del éxtasis
o el devenir en muerte de la ausencia?)
Lery.-
viernes, febrero 10, 2006
miércoles, febrero 08, 2006
Felicidade nao tem fin
Morar, morro, morada, en a, nena
Brasil silva silbo,
canto con samba
Mate amargo, sin azúcar por favor
Cimarrão, como una cima sin morro
ni morada, ni a Marte.
Caipirinha capta,
reptil sin lengua
limón entre mis labios,
la biología del beso.
Bio son las formas del soma
Logos, el saber absoluto del pensamiento
Arenas como enredaderas
desamarran el paso hacia el mar,
sin morro, adelante de él
o qué importa ya
Palmeras con flores de mango
trepan,
trapezoide hacia el cielo
sin tropiezo
Sabina, Tomás, Teresa
novela que quizás
ya no busco comprender
Gute
Brasil silva silbo,
canto con samba
Mate amargo, sin azúcar por favor
Cimarrão, como una cima sin morro
ni morada, ni a Marte.
Caipirinha capta,
reptil sin lengua
limón entre mis labios,
la biología del beso.
Bio son las formas del soma
Logos, el saber absoluto del pensamiento
Arenas como enredaderas
desamarran el paso hacia el mar,
sin morro, adelante de él
o qué importa ya
Palmeras con flores de mango
trepan,
trapezoide hacia el cielo
sin tropiezo
Sabina, Tomás, Teresa
novela que quizás
ya no busco comprender
Gute
martes, febrero 07, 2006
Bailarsiones
Es desafiar al vacío,
Enamorarse hasta confundirse
entre voces de extraños y extraños sin voces, ni rostros, ni ojos, ni bocas
Aceptar una presencia invisible, indefinible
Sentirse llena un instante, con nada más,
ni nada menos.
Es morir y matarse
para vivir
sin la carga de ser
tan sólo ese momento.
Es dejarse llevar por el dominio de las sensaciones y los sentimientos
hacia el idioma de los silencios
donde estorban las palabras,
Donde es el cuerpo el que rije
y los otros se desdibujan.
Tal
mi versión subjetiva
Planeadamente descontrolada.
Pero
cuando el ritmo se acaba en el latido del otro
y el espacio de uno cede su omnipotencia
Cuando se sabe a merced
y se disfruta
de la pérdida
Cuando se gana
se ríe, se crea
de a dos
Y morir deja de ser suficiente
Allí llegas tú
a entorpecer el lugar donde en el goce se hunde mi ser angustioso
Y me marcas el paso
con tiránicos gestos
en los que entretejo mi complacencia.
Tal
la versión intersubjetiva
Cuando bailar
se escapa de mi des-control.
Lery.-
Enamorarse hasta confundirse
entre voces de extraños y extraños sin voces, ni rostros, ni ojos, ni bocas
Aceptar una presencia invisible, indefinible
Sentirse llena un instante, con nada más,
ni nada menos.
Es morir y matarse
para vivir
sin la carga de ser
tan sólo ese momento.
Es dejarse llevar por el dominio de las sensaciones y los sentimientos
hacia el idioma de los silencios
donde estorban las palabras,
Donde es el cuerpo el que rije
y los otros se desdibujan.
Tal
mi versión subjetiva
Planeadamente descontrolada.
Pero
cuando el ritmo se acaba en el latido del otro
y el espacio de uno cede su omnipotencia
Cuando se sabe a merced
y se disfruta
de la pérdida
Cuando se gana
se ríe, se crea
de a dos
Y morir deja de ser suficiente
Allí llegas tú
a entorpecer el lugar donde en el goce se hunde mi ser angustioso
Y me marcas el paso
con tiránicos gestos
en los que entretejo mi complacencia.
Tal
la versión intersubjetiva
Cuando bailar
se escapa de mi des-control.
Lery.-
viernes, febrero 03, 2006
Escribir
Escribir, ese acto inconmensurable...esa palabra breve por donde se escapa la emoción traicionera.
Escribir como acto incandescente, entre la aurora tardía y la madrugada eterna.
Escribir entre mates, entre espacios propios donde lo ajeno se apropia de lo inaprensible de nosotros mismos.
Escribir como el acto del viajero errante que tan sólo concibe partidas, sin banderas de conquista.
Escribir porque sí...apropiarse de la nada.
Escribir es perderse, es dejarse, es mirar a lo otro desde el lenguaje.
Escribir, actuar en millones de escenarios sin acomodadores, ni butacas; saltar hacia el infinito sin pedir permiso.
Escribir en gerundio, siempre en gerundio, como algo continuo que atraviesa el tiempo, resquebrajándolo.
Escribir sobre tumbas, es como escribir sobre la cama; sin morirse pero casi, mordisquear la muerte, devorando la vida.
Escribir abre una puerta sin casa. Un fantasma que nos habita.
Escribir nos traiciona la cara, nos desdibuja el rostro frente a los otros, que también somos nosotros mismos...es borrarse y rescribirse al margen, sin nota al pié.
La escritura es nuestro espejo al menos para quienes en nuestras noches de insomnio tartamudeamos pensamientos o quienes simplemente hemos soñado una frase plasmándola en una servilleta de papel de un bar cualquier, de una ciudad cualquiera y casi, como por olvido o por traición, la dejamos sobre la mesa a modo de propina, sabiendo que no dejamos nada, más que el acto insignificante de nuestra escritura.
Gute.
(18/10/2004)
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El ausente
Dirijo sin cesar al ausente el discurso de su ausencia; situación en sumo inaudita; el otro está ausente como referente, presente como alocutor. De esta distorsión singular, nace una suerte de presente insostenible; estoy atrapado entre dos tiempos, el tiempo de la referencia y el tiempo de la alocución: has partido (de ello me quejo), estás ahí (puesto que me dirijo a ti). Sé entonces lo que es el presente: ese tiempo difícil, un mero fragmento de angustia. La ausencia dura, me es necesario soportarla. Voy pues a manipularla: transformar la distorsión del tiempo en vaivén, producir ritmo, abrir la escena del lenguaje (el lenguaje nace de la ausencia: el niño se agencia un carrete de hilo, lo lanza y lo recupera, imitando la partida y el regreso de la madre: se crea así un paradigma). La ausencia se convierte en una práctica activa, en un ajetreo (que me impide hacer cualquier otra cosa); en él se crea una ficción de múltiples funciones (dudas, reproches, deseos, melancolías). Esta escenificación lingüística aleja la muerte del otro: un momento muy breve, digamos, separa el tiempo en que el niño cree todavía a su madre ausente y aquel en que la cree ya muerta. Manipular la ausencia es aplazar este momento, retardar tanto tiempo como sea posible el instante en que el otro podría caer descarnadamente de la ausencia a la muerte.
Roland Barthes, Fragmento de un discurso amoroso
Roland Barthes, Fragmento de un discurso amoroso
jueves, febrero 02, 2006
Re: Reflexiones de una curepa - Intenciones subjetivas
¿Será esta, Gute
la más sencilla ley de la com-unicación humana?
Las palabras son vaciadas de su sentido original -o histórico- y en ese trayecto
“el sentido es dado por la intención del emisor junto con la subjetividad del receptor”.
Acto de sucesivas recreaciones,
semiosis infinitas.
(mediante no poco esfuerzo me separo de mi oficio y doy espacio a una pregunta que nunca dejé de hacerme).
Curepa
freedom fries
Curepita
terroristas
Curepa
ab-origen
Curepita
in-diecitos
Curepa
gringos
Curepita
bolitas
¿Los topos no tienen piel de cerdo?
¿Tendrán plata los argentos
o tendrán botas y nuevos términos
que duelen en nuestros diccionarios?
Una palabra cuyo sentido desconocemos puede sonar bella y musical
Corralito
otras feas y crueles
Robo, saqueo.
Ingenua subjetividad de receptora, Curepa.
A pesar de conocer,
te seguías sintiendo un pájaro o una flor pequeñita.
Y sí, el te decía que eras distinta que el resto de las mujeres.
El entendimiento suele ser más sabio que las palabras.
Sin embargo, Curepita, no le decías “topito”,
ni se te hubiera ocurrido.
Hay en su apodo
una distancia
que no es suya.
Pero vos ya no estás
¡Y qué bueno que te queden
bonitas flores y pájaros
para esbozar este adiós
desde tu lugar más subjetivo!
¡Y qué bueno que -a veces-
el entendimiento es más sabio que las palabras!
Y a veces no,
Pero ese ya no es tu problema, "¿no?".
-Lery
la más sencilla ley de la com-unicación humana?
Las palabras son vaciadas de su sentido original -o histórico- y en ese trayecto
“el sentido es dado por la intención del emisor junto con la subjetividad del receptor”.
Acto de sucesivas recreaciones,
semiosis infinitas.
(mediante no poco esfuerzo me separo de mi oficio y doy espacio a una pregunta que nunca dejé de hacerme).
Curepa
freedom fries
Curepita
terroristas
Curepa
ab-origen
Curepita
in-diecitos
Curepa
gringos
Curepita
bolitas
¿Los topos no tienen piel de cerdo?
¿Tendrán plata los argentos
o tendrán botas y nuevos términos
que duelen en nuestros diccionarios?
Una palabra cuyo sentido desconocemos puede sonar bella y musical
Corralito
otras feas y crueles
Robo, saqueo.
Ingenua subjetividad de receptora, Curepa.
A pesar de conocer,
te seguías sintiendo un pájaro o una flor pequeñita.
Y sí, el te decía que eras distinta que el resto de las mujeres.
El entendimiento suele ser más sabio que las palabras.
Sin embargo, Curepita, no le decías “topito”,
ni se te hubiera ocurrido.
Hay en su apodo
una distancia
que no es suya.
Pero vos ya no estás
¡Y qué bueno que te queden
bonitas flores y pájaros
para esbozar este adiós
desde tu lugar más subjetivo!
¡Y qué bueno que -a veces-
el entendimiento es más sabio que las palabras!
Y a veces no,
Pero ese ya no es tu problema, "¿no?".
-Lery
miércoles, febrero 01, 2006
Reflexiones de una curepa
En Paraguay curepa o curepí se le dice a los argentinos. Su significado es “piel de chancho”, apodo que viene ya desde la guerra del Paraguay y que se conserva hasta la fecha casi intacto, o al menos hasta el 9 de septiembre de 2005.
En Argentina, en cambio, se les dice paragüitas o paraguas, apodo menos agresivo y realista y más ingenuo, como solemos ser algunos argentos.
Es increíble el mundo del lenguaje, una palabra cuyo significado desconocemos puede a nuestros oídos ignorantes sonar profundamente bella y musical; y sin embargo, poseer un sentido extremadamente feo y cruel.
Sin ir más lejos, con en francés es boludo y en español es una preposición que pone a dos elementos al menos en comunión (como en unión). Creo que en español es una de las preposiciones que menos debo utilizar, pues estar con se me ha vuelto ya cotidianamente difícil de construir. Sin embargo cuando hablo francés habitualmente utilizo eso mismo sonido para referirme a la gente idiota que encontramos en la calle o también hacia mí misma cuando me equivoco.
Hete aquí que yo desconocía por completo la palabra curepí o curepa y la primera vez que la escuché me pareció extremadamente bonita, sobre todo si era pronunciada en su acento original. Me hacía pensar en un animal exótico, pequeño o en un pájaro o en una flor.
Un día le pregunté a él qué quería decir. Casi temiendo mi cara de potencial enojo, tímidamente contestó: “piel de chancho”. Lejos de enojo, yo sonreí pues nunca sentí que fuera un chancho o tuviera esa piel; por lo contrario, a pesar de conocer su significado original, me seguía sintiendo un pájaro o una flor pequeñita. Ahí comprendí la ley más sencilla de la com-unicación humana: el sentido está dado por la intención del emisor junto con la subjetividad del receptor y para mí, cuando él me decía curepa me hacía sentir distinta al resto de las mujeres y saberme distinta al resto, era lo que más me gustaba de toda esa historia
Hoy él ya no está en Buenos Aires, se volvió a Paraguay y sin temor a equivocarme puedo decirles que lo que más extraño es su voz diciéndome: “¿qué tal, curepa?”
Tal vez lo que más extraño sea el “¿qué tal?” o el hecho de sentirme por fuera del común de la gente, distinta al resto; o tal vez extraño mi ingenua subjetividad de receptora, de sentirme flor o pájaro o animal ex-otico, claro, más allá de la intención de emisor que hoy, a duras penas, recuerda que mi cumpleaños era por febrero, “¿no?”.
Gute
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domingo, enero 29, 2006
Re: Montmartre - Inútil esta espera
Inútiles mis gritos y desgarres en mil recuerdos
Es inútil relampaguearte
Inútiles tus rondas de tibios
Es inútil enojarme
Inútiles tus sombras y promesas, y andamios rotos
Es inútil alejarme
como si existiera por debajo de tu ausencia
algo más que este Adiós muerto en mi mirada.
-Lery
Es inútil relampaguearte
Inútiles tus rondas de tibios
Es inútil enojarme
Inútiles tus sombras y promesas, y andamios rotos
Es inútil alejarme
como si existiera por debajo de tu ausencia
algo más que este Adiós muerto en mi mirada.
-Lery
miércoles, enero 25, 2006
Montmartre - El enojo sin adios
Lejana fue tu ronda de tibios abrazos
muertos ya en lúgubre esquina de andamios rotos
Truenos como enojos
relampaguean en mi mirada
que no ve más allá
de tu nube violeta
Soplo con fuerza las banderas
yerro flameante sobre tus recuerdos
El perfume de mí desfallece en sombras
como si algo existiera por debajo de tu ausencia
Y es inútil este andamio; y es inútil romperlo
y es inútil relampaguearte
casi tanto como tu nube violeta
Porque aunque grite y me desgarre en mil gotas
vendrán siempre otras nubes
con sombras y promesas
que rodearán tu ausencia
sin siquiera poder tocarte.
Gute
muertos ya en lúgubre esquina de andamios rotos
Truenos como enojos
relampaguean en mi mirada
que no ve más allá
de tu nube violeta
Soplo con fuerza las banderas
yerro flameante sobre tus recuerdos
El perfume de mí desfallece en sombras
como si algo existiera por debajo de tu ausencia
Y es inútil este andamio; y es inútil romperlo
y es inútil relampaguearte
casi tanto como tu nube violeta
Porque aunque grite y me desgarre en mil gotas
vendrán siempre otras nubes
con sombras y promesas
que rodearán tu ausencia
sin siquiera poder tocarte.
Gute
martes, enero 24, 2006
Ser llenado, gran masturbación (RE: Oda a Oscarín)
Las excusas suelen refractar en tus ojos,
los míos.
Recordarte una lista de saberes
es tan ajeno a la vida como a la muerte.
Simular este dolor, creo que ya lo sabía.
Ahora es un momento de sensaciones y sentimientos,
morar en la nada.
Las traiciones tornan viles a los comandos.
Entonces creo que yo te creé
para recordarte
que algo más prometedor que este miedo
es dejarte ir contigo.
Gute (22/01/2006)
los míos.
Recordarte una lista de saberes
es tan ajeno a la vida como a la muerte.
Simular este dolor, creo que ya lo sabía.
Ahora es un momento de sensaciones y sentimientos,
morar en la nada.
Las traiciones tornan viles a los comandos.
Entonces creo que yo te creé
para recordarte
que algo más prometedor que este miedo
es dejarte ir contigo.
Gute (22/01/2006)
viernes, enero 20, 2006
Oda a Oscarin
Las mejores excusas suelen simular su opuesto.
Así fue que me perdí, no en tus ojos sino en los míos propios que no tenían más que vacío para refractar.
¿Acaso existe algo más prometedor que la imposibilidad de ser llenado?
A fin de cuentas, para recordarte, me queda el cuadro de una gran masturbación.
Una lista de saberes que ignoran el porqué del miedo en que se fundan. Comandos de una mente que juega sus viles traiciones y tornan sensaciones en sentimientos. Y te vuelven importante, pero no.
Este dolor le pertenece todo a ella. Es tan ajeno a la vida como a la muerte porque no es más que otra forma de la nada.
Contigo aprendí a enamorarme de nadie, pero creo que ya lo sabía.
Creo que yo te creé, y ahora es mi momento de dejarte ir.
Lery.-
lunes, enero 16, 2006
Re: El y Ella - Mi primer Rizoma
Vos y yo,
¿podremos escribir algo distinto?
Aquí
y
Acá
donde nos acercamos
sin ropa
con inercia
y nos perdemos
en besos desmesurados.
Tan claro es
cuando dejamos de saber
Casi
es
Casi
¿Por qué jode?
No entiendo
esto de no poder acercarnos
sin que medie un pedacito de algodón
Quiero que me saques
Con vos
o
Conmigo
Tiempo para encontrarnos
sin pulóveres ni anteojeras
ni abismos ni antifaces.
Es tan claro
¡A la mierda el contador!
Y ella histérica
[sonrisas]
tal vez
pero no es lo mismo
Lo sé...
-Lery
¿podremos escribir algo distinto?
Aquí
y
Acá
donde nos acercamos
sin ropa
con inercia
y nos perdemos
en besos desmesurados.
Tan claro es
cuando dejamos de saber
Casi
es
Casi
¿Por qué jode?
No entiendo
esto de no poder acercarnos
sin que medie un pedacito de algodón
Quiero que me saques
Con vos
o
Conmigo
Tiempo para encontrarnos
sin pulóveres ni anteojeras
ni abismos ni antifaces.
Es tan claro
¡A la mierda el contador!
Y ella histérica
[sonrisas]
tal vez
pero no es lo mismo
Lo sé...
-Lery
domingo, enero 15, 2006
Ella y El
Enojo, empaco...valijas sin ropa
Trueque, tregua, sonrisas...
Números, sucesiones, sucesivos encuentros
Periódicos desencuentros ..3,33 que nunca llega a diez pero casi, diría un ingeniero, pero no es lo mismo, es casi.
No entiendo, ni a te, ni a me...no entiendo
Y me empaco también. Tan bien que dejo de saber por qué me empaqué; o lo sé, pero deja de importarme. Me importa más esto de no poder acercarnos, porque no entiendo, y me empaco y el 3,33 me cansa, me duele, me jode, me pica como el pulóver de lana sobre la piel sin que medie un pedacito benevolente de algodón. Quiero que me saques el pulóver porque me pica y no importa que me veas así, sin ropa, sin pulóver, sin empaco...me jode que me veas cuando me pica, cuando me empaco, cuando me jode, cuando me jode que siempre sea 3,33 con vos, o conmigo misma...
Nos acercamos, nos alejamos, nos perdemos; y siempre las llaves, el tiempo medido, el beso medido, el paso medido, el desencuentro desmesurado.
Tan claro, sin embargo es por momentos, cuando escapamos de esa lógica de la mesura: vos y yo charlando el auto; vos sentado sobre mis piernas y yo acostada mirándote; y no estabas lindo, estabas bonito y no había ni pulóver y todo daba diez aunque fueran las 4.
Es tan claro cuando logramos reírnos de eso que nos jodió, de esas deudas del pasado que nunca se pagan bien del todo...
Sigo preguntándome si nos daremos tiempo para encontrarnos; si podremos escribir algo distinto, pero vos y yo; si podremos dejar de lado la ceguera del tiempo pasado y así sin antifaces, ni anteojeras, ni pulóveres, ni abismos, abramos el telón y descubramos...
Gute
Trueque, tregua, sonrisas...
Números, sucesiones, sucesivos encuentros
Periódicos desencuentros ..3,33 que nunca llega a diez pero casi, diría un ingeniero, pero no es lo mismo, es casi.
No entiendo, ni a te, ni a me...no entiendo
Y me empaco también. Tan bien que dejo de saber por qué me empaqué; o lo sé, pero deja de importarme. Me importa más esto de no poder acercarnos, porque no entiendo, y me empaco y el 3,33 me cansa, me duele, me jode, me pica como el pulóver de lana sobre la piel sin que medie un pedacito benevolente de algodón. Quiero que me saques el pulóver porque me pica y no importa que me veas así, sin ropa, sin pulóver, sin empaco...me jode que me veas cuando me pica, cuando me empaco, cuando me jode, cuando me jode que siempre sea 3,33 con vos, o conmigo misma...
Nos acercamos, nos alejamos, nos perdemos; y siempre las llaves, el tiempo medido, el beso medido, el paso medido, el desencuentro desmesurado.
Tan claro, sin embargo es por momentos, cuando escapamos de esa lógica de la mesura: vos y yo charlando el auto; vos sentado sobre mis piernas y yo acostada mirándote; y no estabas lindo, estabas bonito y no había ni pulóver y todo daba diez aunque fueran las 4.
Es tan claro cuando logramos reírnos de eso que nos jodió, de esas deudas del pasado que nunca se pagan bien del todo...
Sigo preguntándome si nos daremos tiempo para encontrarnos; si podremos escribir algo distinto, pero vos y yo; si podremos dejar de lado la ceguera del tiempo pasado y así sin antifaces, ni anteojeras, ni pulóveres, ni abismos, abramos el telón y descubramos...
Gute
domingo, enero 01, 2006
Re:"Mi timada Angustia Kabala Valen de Saber"
Intrincado laberinto de palabras, perlas perdidas encontradas en la madeja. La aguja del pajar que pica y que por eso es encontrada. Obra de arte que gratifica a quien la descifra, aunque no estoy seguro de entender lo que quien escribió quiso decir o si me apropio las palabras según mi visión y existencial experiencia (eso dicen que es arte). Un exótico viaje verbal que conduce a buen término, con paisajes de asombro. Provocando contagio de estilo, que no queda más que como magro intento. Todo para expresar mi agradecimiento.
Mauricio
Mauricio
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