miércoles, febrero 22, 2006

Alzheimer

Ella era convincente como un buen vendedor, y tenía uno de esos rostros que no son alterados por la historia. Él tenía las maneras de la serpiente del paraíso y sus caprichos eran mayores que los del viento. Ella quería tener los pies en la tierra, pero a la vez hacerse creer que vivía mil aventuras.
Desde el principio la apuesta era difícil de ganar, pues la manzana ya estaba en sí podrida.
De alguna manera ambos se convencieron de la mentira, soñando compatibilidades imposibles. Por un momento el mundo fue ignorado; pero en esos casos la naturaleza suele pasar factura. La realidad se encargó de despertarlos poniendo a cada uno en su lugar.
Al final resentimiento y un mal sabor de boca. Culpas arrojadas mutuamente, y recriminaciones propias que mejor convirtieron en sacos a la medida del otro.
Un círculo imperfecto. Todo para acabar casi como al principio, sólo que cargando un mal recuerdo.
Ahora sólo les queda esperar para acordarse de cómo olvidar; aunque hay cosas que ni el Alzheimer borra.


Mauricio
[fuera de la rutina]

0 comentarios: