sábado, noviembre 25, 2006

escritura-dos

No puedo concebir la escritura como una estructura cerrada, me cuesta admitir también la demora entre el pensamiento de una idea y el momento en que uno lo plasma en un papel…necesariamente hay una caída una pérdida necesaria que se asemeja a la muerte de una sensación. Mi amigo Sam me dijo alguna vez que no hay escritura sin melancolía, y un par de años después comprendí que de lo que se trataba era justamente de esta pequeña muerte que se produce entre la idea – sensación que nos inspira y nos lleva derecho al papel y el momento de escribirla.
Mi notable admiración por autores tales como Cortazar o Girondo se desprende tal vez de mi desconocimiento del total de su obra, así como también, mi notable apasionamiento y memoria por dos o tres cuentos, alguna novela y varias poesías y mis notas escritas al margen.
Desde hace algunos años no consigo terminar mi novela, y me inquieta pensar que jamás lograré hacerlo. Desgraciadamente la inspiración y la claridad mental, surgen en mí luego de profundas tristezas y enojos detenidos que me empujan al acto de largar todo en un papel o sobre una pantalla plana. El pucho y el mate son necesarios también en mi como condición para la escritura, o mas que condición, son objetos situacionales -no hay escritura sin melancolía, sin mate y sin pucho, Sam…pero como no fumas ni tomas mates, tal vez con la melancolía sola te alcance-.
En el día de ayer, he sobreseído un par de recuerdos que sentia trababan mi vida, sin embargo hoy la cosa sigue igual, no quiero limpiar mi casa, tampoco tengo inspiración, el mate está frío, mis pulmones por hoy no quieren mas nicotina y así, no hay melancolía que aguante.
Regreso a la música como inspiradora de palabras: regreso, pero nunca vuelvo.
Gute,

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