Me gusta la palabra errante, porque es desprolija; porque describe esa sensación de equívoco constante, pero necesario; esa sensación de andar por la vida vagando por caminos difusos, por sensaciones extrañas que nos hacen caminar sin rumbo, abriendo cerraduras con llaves de otros, que nunca abren.
Me gusta la palabra errante porque encierra esa idea de vagar confundida, esa mirada perdida en le horizonte que nunca ve lo que busca; que no sabe lo que busca; pero sabe que lo que ve, es lo que no quiere.
El que yerra quema la vida con balas de goma, que nunca matan a nadie, pero tampoco tiran demasiado... El que yerra se arrepiente de lo andado cuando ve las suelas de sus zapatos desgastadas “al cuete”.
El ser errante no tiene miedo a la huida, ni siquiera a confundirse, tiene miedo de encontrar una razón para quedarse; una razón para dejar de errar por la vida; esa razón que desgaste sus pies hasta dejarlos sin sombra (y entonces vuele bailando descalzo).
Me gusta la palabra errante porque describe esa sensación de búsqueda perdida, donde las brújulas pierden el norte y entonces tampoco hay un sur de referencia; donde las tumbas no tienen nombre, ni hay flores, ni pájaros que me despierten; donde tu voz se escucha más fuerte, del otro lado de la puerta, como un eco imperfecto y entonces vuelvo a ver el horizonte, allá donde tus pasos han dejado las huellas perdidas de un andar incansable, como del que yerra; y ahí lo entiendo todo, o casi, o nada o tan sólo entiendo porque me gusta tanto la palabra errante: porque yerra en lo más cauto, preservando el deseo.
Me gusta la palabra errante porque encierra esa idea de vagar confundida, esa mirada perdida en le horizonte que nunca ve lo que busca; que no sabe lo que busca; pero sabe que lo que ve, es lo que no quiere.
El que yerra quema la vida con balas de goma, que nunca matan a nadie, pero tampoco tiran demasiado... El que yerra se arrepiente de lo andado cuando ve las suelas de sus zapatos desgastadas “al cuete”.
El ser errante no tiene miedo a la huida, ni siquiera a confundirse, tiene miedo de encontrar una razón para quedarse; una razón para dejar de errar por la vida; esa razón que desgaste sus pies hasta dejarlos sin sombra (y entonces vuele bailando descalzo).
Me gusta la palabra errante porque describe esa sensación de búsqueda perdida, donde las brújulas pierden el norte y entonces tampoco hay un sur de referencia; donde las tumbas no tienen nombre, ni hay flores, ni pájaros que me despierten; donde tu voz se escucha más fuerte, del otro lado de la puerta, como un eco imperfecto y entonces vuelvo a ver el horizonte, allá donde tus pasos han dejado las huellas perdidas de un andar incansable, como del que yerra; y ahí lo entiendo todo, o casi, o nada o tan sólo entiendo porque me gusta tanto la palabra errante: porque yerra en lo más cauto, preservando el deseo.
Texto y foto, Agustina Saubidet (Bourel)
2 comentarios:
me encantaría poder haberme definido así
sorprendido gute
sorprendido!
otro beso a ambas
muy grande!!!!!!!
usted se define con trazos pintados, son formatos, pero de alguna manera todos habitamos algunas sensaciones de igual forma, así que bueno, no estar solos en algunos lados, ¿no?
Osculos varios,
Gute
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