martes, enero 25, 2011
y dar vuelta y vueltas
apoyar la cabeza en el medio
y mirar como todo gira despacio
sábado, enero 22, 2011
Palabras cortas
Breves estrofas en mi menor, reclaman tu ausencia, vacío mortal, visceral, por lo que no pudimos conservar.
Llegamos a la cima (demasiado rápido, no costó nada; pero así cómo se llega a una cima tan rápido, sin esfuerzo, sin un sendero o sin escalar; cuando se quiere bajar no hay sendero tampoco, ni guía; entonces no nos quedaba otra que saltar desde la cima, pero para esa altura hacer eso era igual a un salto al vacío).
Vencimos el miedo, pero llegamos tan cansados de luchar sin sentido. Nos habíamos olvidado de la causa, ya no importábamos ni vos ni yo, sólo el frio monótono de tu Vespa por las calles de una Lisboa invernal. De a poco, me iba congelando tras tu espalda y vos ya no buscabas mis ojos en tu espejo retrovisor. Yo había logrado conservar el equilibrio más allá de la cerveza y lo peor, más allá de vos.
Las esquinas dejaron de ser excusas para unir nuestras manos en semáforos eternamente rojos. Los cuerpos se nos fueron enfriando de a poco. Perdimos el deseo de mirar, pero seguíamos viendo…sostuvimos el peso del fracaso hasta que nuestras manos se nos cansaron de buscarse; sólo en la noche, alguna vez lo lográbamos.
Sin embargo, “ejercer el amor con vos” era para mí el sencillo acto de observar tu respiración; buscarte hasta encontrar en el medio de tus clavículas mi deseo ejercido; tus ojos húmedos como tu espalda; tu sexo seguro; mi sexo débil; mi amor incondicional; mi escondite absurdo de pudor, un pudor que se deshacía tan rápido que ni valía ya la pena sentirlo.
Gute Saubidet
PD: Algo increíble me pasó. Este texto lo escribí en abril de 2005. Fue escrito, guardado y archivado. Nunca lo había leído, ni me acordaba de haberlo escrito. Lo encontré hoy y me gustó, le hice algunos retoques, lo confieso, no muchos, un par. Decidida a musicalizarlo (previa charla con Nueva Zelanda para darme su visto bueno), busqué canciones en mi menor, en esa tonalidad. Había varias. Muchas. Pero algo me hizo clickear acá http://www.youtube.com/watch?v=dwgQAKw_bAo&feature=related
Esta canción se llama “en resumidas cuentas” o “en pocas palabras”, y este texto se llama: palabras cortas. ¿Señales? Bueno, si son señales seguro que están escritas en mí menor.
jueves, enero 20, 2011
martes, enero 18, 2011
Frase de agenda o de cuadernito
Todo lo que no fue en algún lugar será, si lo pensé. Todo lo demás es sueño -dijo Pessoa.
Todo lo que no fue, corre con mejor suerte de lo realmente acontecido; el problema es creer en su suerte más allá de lo que fue -agregó Gute (más allá de lo acontecido).
jueves, enero 13, 2011
Ser digno de ser
Un minuto antes
del silencio,
un suspiro
una muerte a la espera de la vida
del eco del grito
que ya nadie escucha
Agustina Saubidet Bourel
Foto tomada en Buenos Aires, 2010, Baldosas por la Memoria
miércoles, enero 12, 2011
lunes, enero 10, 2011
La plapla (cuento de María Elena Walsh)
"Felipito Tacatún, estaba haciendo los deberes. Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas "emes", orejudas "eles" y elegantísimas "zetas".
De pronto vio algo muy raro sobre el papel.
- ¿Qué es esto?, se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía:
- ¡Ay!
Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos y ya van tres.
Pegando la nariz al papel preguntó:
- ¿Quién es usted señorita?
Y la letra caminadora contestó:
- Soy una Plapla.
- ¿Una Plapla?, preguntó Felipito asustadísimo, ¿qué es eso?
- ¿No acabo de decirte? Una Plapla soy yo.
- Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
- Ahora ya lo sabes. Has escrito una Plapla.
- ¿Y qué hago con la Plapla?
- Mirarla.
- Sí, la estoy mirando pero... ¿y después?
- Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta.
Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a la maestra, gritando entusiasmado:
- ¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco.
Pero no.
Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones.
Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio.
Ese día nadie estudió.
Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primer grado, se dedicaron a contemplar a la Plapla.
Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere.
Qué le vamos a hacer, así es la vida.
Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?
María Elena Walsh (escritora, compositora y tanto más, 1930-2011)
GRACIAS infinitas, María Elena, por brindarnos tanto, desde tan chiquitos.