El cuarto quedaba en el segundo piso del inmueble: pasillos alfombrados, luces tenues, ceniceros de pié, puertas con números, un ambiente entre setentoso y ochentoso horripilante al mejor estilo Olmedo y Porcel.
-¿dónde me trajiste mi amor?-
Respuesta de X: acá venía siempre yo con mi ex novia, es el único que conozco.
A esta altura ya había empezado a odiarlo, junto con su ex, su obsesión, sus encuentros, sus pernoctes, sus cálculos mentales y nuestro aniversario.
Habitación 25. Entramos.
El cuarto es pequeño, lleno de espejos por todos lados, techo incluido, ceniceros pegados a las mesitas de luz correspondientes. Se preguntarán por qué pegados; pues para que nadie se los robe (es increíble como la cultura argentina se encuentra presente hasta en los telos). Pero había un detalle que llamó claramente mi atención, un detalle que nunca en mi vida había visto, salvo en películas: la cama es REDONDA con un cubrecama rojo y unos almohadones en forma de CORAZóN. Una grasada total.
Típico de X empezar a tocar todos los botoncitos como si fuera un avión: que mirá la lucetita roja, que con este botón se enciende la verde, que este es para encender la tele, que este es el control de la radio (odiosamente siempre en un dial de música romántica latina de fines de los 80; ante lo cual digo: “mi amor, apagá esa porquería” (porque la libido se me va al cuerno)
Luego de que X conoce la totalidad de los comandos de la habitación y luego de haberme fumado el cuarto pucho, le digo:
-voy al baño a sacarme las lentes de contacto.
Sobre el bidet del inodoro se encuentra la clásica banda de papel que dice: desinfectado (en realidad confieso a ciencia cierta no sé qué dice la franja de papel porque nunca la leí con atención, pero para el caso es igual, el aroma a desinfectante con ese olor penetrante a frutillita es siempre el mismo).
Vuelvo a la habitación. X está sobre la cama mirando la tele.
-¿Todo bien mi amor? -me pregunta-
-Sí, todo bien - salvo que no veía nada. En eso, diviso una imagen rarísima en la tele, medidas exorbitantes que llamaban mi atención. Agarro la silla más cercana tapizada en rojo por supuesto y me acerco a la pantalla de la tele que estaba 1 metro y medio arriba de mi cara. Asombrada de no entender la escena, le digo a X
-¿ché qué raro eso, qué grande, no, nunca había visto cosa igual?
X larga una carcajada.
-No mi amor, es un caballo
-¿Con un caballo?!!! Mi dios, apagá eso X….
De repente, escuchamos los gritos, gemidos y demás sonidos, provenientes del cuarto de al lado (siempre el del cuarto de al lado se caracteriza por gritar más que uno y suele tener sexo más veces que uno y uno fantasea que seguramente deben pasarla mejor que uno, pero es puro bluff seguro, un bluff de uno)
En síntesis, un desastre.
X y yo no aguantamos más y nos largamos a reír con ganas (siempre en estos casos una buena carcajada suele poner las cosas en su lugar).
Luego de la risa, vino una mirada, un silencio y un primer aprouch apasionado. “Por fin” decía mi cuerpo y creo que el de X también y fue tanto el desenfreno que entre giro y giro olvidamos el pequeño detalle de que la cama era redonda (y los límites de lo redondo son bien diferentes al límite de los cuadrados). Escena, giro, sábanas, piernas de X, piernas mías, giro, se enganchan, acolchado, sabanas, otro giro, piernas, pies, sabanas, todoenredado, último giro apasionado de 360 grados y ¡zas! caemos al piso (demás está aclarar que por supuesto X encima de mí).
Definitivamente algo no había sonado bien en mi espalda y el ruido denotaba que de la Barbie articulable no debía haber quedado nada. Me rompí la espalda, no voy a volver a caminar nunca más, fue lo que pensé y me vi de repente cuadripléjica en el espejo del techo…
-¿estás bien? -me pregunta
-NO, me duele la espalda, me hice pelota.
Comienzo a llorar y a reírme al mismo tiempo. Son de esos dolores que te llegan hasta producir la risa, como unas cosquillas que te duelen, ¿por qué carajo no habremos ido a dormir a casa?
Al ver mi gesto de dolor, X entra en estado de desesperación.
-Perdón, mi amor, me olvidé que la cama era redonda.
(y también te olvidaste de que pesas 30 kilos más que yo).
X me ayuda a incorporarme, me ofrece un suave masaje en la espalda. ¿qué acontece? Me quedo dormida (y cuando digo dormida, digo DORMIDA) y honestamente no me acuerdo de nada más.
A eso de las 5 de la mañana me despierto y cuando abro un ojo me veo en el espejo abriendo un ojo, y me asusté. Entonces me puse boca arriba y me vi de nuevo en el espejo que se encontraba en el techo. Honestamente, yo no sé si por tanto espejo o qué, pero me agarró como una cosa narcisista que se cuadruplicó al descubrir la imagen del cuerpo de X dormido, hermosamente dormido. En segundos todo inspiro me un rapto artístico.
Entusiasmada lo despierto a X.
-¡Mirá mi amor, qué lindo! ¡Vamos a jugar a hacer formas!
y nos quedamos colgamos como dos nenes haciendo esculturas vivas, cual tomas de fotografías; poniendo las sabanas acá, allá, el brazo arriba, abajos, acurrucados, abrazados, piernas entrelazadas, más separados, más juntos, sonriendo, de perfil, de frente, de costado, boca abajo, boca arriba, brazos cobre las espaldas…Éramos Matias Camisani y Dolores Barreiro para la revista popular de turno (salvando las diferencias, claro está).
Luego de un buen rato de monerías estéticas, X se pudre y me dice.
-Bueno basta- y me tapa la cara con la sábana. Yo quiero seguir jugando, él no me deja y vuelve a poner la sábana en mi cara y de nuevo nos miramos… y ahí nos damos cuenta de que más allá de todo (del lugar, del aniversario, de los protocolos obligatorios del telo, de las incomodidades del caso), nos amábamos así, haciendo idioteces; que la pasión en nada tenía que ver con el lugar; y en el mejor momento de ese hallazgo de certeza de nuestro amor, digo, cuando las cosas empezaron a ponerse por fin en su lugar, amigos, sí, en lo mejor, suena el timbre del teléfono, anunciándonos que eran las 6 de la mañana y que debíamos abandonar nuestro lecho de amor.
Palabras de X: “la reconch de la luar” (lo digo así porque es más delicado a la hora de la reproducción). Yo, en cambio, respiré hondo y prendí la ducha fría.
Operativamente nos vestimos e huimos, dejando a los espejos divirtiéndose a solas.
Pero todo no termina acá.
Cuando llegamos a la cochera, X intenta encender el auto; pero el auto no enciende.
-¿qué pasa ahora?
-Me parece que me quedé sin batería.
Bien podría haberme dicho el burro de arranque o la correa que para mí era lo mismo. El hecho era que el auto no arrancaba.
A esta altura ya estábamos completamente resignados a todo, así que reclinamos al asiento y terminamos de hacer lo que habíamos dejado por la mitad.
Después nos quedamos callados un buen rato, nos arreglamos un poco y esperamos a que otra pareja saliera del telo y nos pudiera ayudar a empujar el auto.
En sintesis, así salimos: contentos, sonrientes, extraños, empujados por otros dos, por otros dos que casualmente tenían en su frente un cartel que decía “venimos de garchar, ¿y qué?” .
Fin.
Gute
Nota del Autor: Este texto ha sido redactado tomando numerosas experiencias reales, propias y ajenas, con una leve cuota de imaginación. Cualquier semejanza con la realidad le recomiendo una pronta visita a su psiquiatra de cabecera, o en su defecto cambie de X y deje de mirar tanta porquería en la televisión.
Ahora, entre nos, tuve que dejar una anécdota sin contar porque la verdad que esa sí que no la iban a creer (dos policías en el garage del telo sacando a un travesti del baúl)
8 comentarios:
Bueníiiiiisimo!!! lo del travesti en el baúl...creo que fue lo único con lo que no me identifiqué..sin comentarios...jeje
Abrazo!!
abrazo
Divina la anecdota del Telo, creo que la mayoría que lea esto se va a sentir identificado. Beso!
y eso ¿será bueno?
Beso anónimo2
Para algunos será bueno y para otros no tanto...
Beso Grande! Anómino2
mejor no preguntar para quién (y menos con quien)
Abrazo anonimo2, un gusto
Que bella manera de contar las cosas graciosas que siempre pasan en los telos.
Y que preciosa conslusion.
Un placer haberme cruzado con este blog.
Pase cuando quiera Srta Gisele, si el post le ha sacado una sonrisa: bienvenido sea.
Un abrazo
Gute
Publicar un comentario