Pelos lacios que en realidad nunca lo fueron, planchitas que largan humo, un humo que nunca sale del cerebro.
Escotes histéricos donde se posan los ojos, que nunca son mirada.
Tragos largos que vuelven más corta la noche, como si el alcohol nos permitiera olvidarnos de la semana que no queremos vivir, que no queremos pensar.
La cadencia latina se vuelve saltos efímeros, como pisando fuego...no hay tiempo para la pausa, no hay tiempo para el silencio, saltemos claro, pero sin abismos, empastillados de botox sintáctico, condensación sintética de aquello de lo que escapamos, tranquilizante para caballos.
Nos sentimos rebeldes si cantamos a los gritos sin escucharnos. Hemos perdido la elección alegórica desde la cumbre de la montaña, la utopía ya ni siquiera es horizonte en nosotros. Cerramos los ojos, el tiempo pasa como el subte, pero sin paradas.
Culos y tetas, todo es lo mismo, no hay matices, ni Venus, ni pinceladas, ni cuerpo. Toda parece una gran mancha, sin canal...yo veo todo desde afuera, como una caricatura, como si el hecho de mirarlos no me hiciera partícipe de ese juego, la risa que esbozo, no es más otra mancha sobre el Guernika.
¿Dónde estamos? ¿En el cuadro? ¿En la exposición? ¿En la exhibición? El autor faltó a su muestra, y no firmó ni un cuadro, es como el lamento sin autor, canciones tradicionales que cantamos todos porque son anónimas y a nadie en principio hay que pagarle.
Y en el medio de la noche, te descubro. Vos estás mirando eso mismo que yo veo. Vos sacás fotos y tu cámara es como mi risa; pero yo ya no veo el cuadro, te veo a vos mirando el cuadro y tu mano es más atractiva que cualquier pastilla del olvido. Y es raro, porque vos no me registrás mirándote, ni tampoco los escotes histéricos. Tus ojos en la lente de tu cámara, están más allá de todo, como si el zoom los hubiera vuelto mirada. Me gustaría sacarte, en este instante, una foto sacando fotos, no para saber cómo mirás, sino para registrar que alguien mira ese más allá del Guernika y puede ver en ese absurdo horripilante de la realidad que tenemos, algo de arte y le de alas al libro muerto, a la pintura colgada, al calendario de turno, a ese cd que ya no recordamos por qué lo compramos y le dé alas al rostro perdido, al cuerpo oculto, al cenicero vacío, le dé algo más que cenizas, algo más que lágrimas, y le ponga una firma a algo, un marco, un rostro, una mirada que haga soportable nuestros sueños.
Agustina Saubidet allá por agosto de 2005
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sábado, noviembre 29, 2008
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