martes, julio 24, 2012

Córdoba y sus cosas imposibles


A veces pienso que un arroyo puede ir lejos. Mucho más lejos, inclusive, que el mar. 
Entonces, me siento en la orilla a mirar cómo el agua corre y quisiera detenerla sólo un segundo para apreciar la fuerza de su corriente, detenida, como en una foto pero sobre mis pupilas; quisiera saber qué se siente así en movimiento. Congelar su alma, eso desearía para saber qué se siente,  qué queda atrás, qué es lo que va hacia adelante.

Y así la tarde se fue yendo, con el agua del arroyo…

Gute

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