A veces pienso que un arroyo puede ir lejos. Mucho más lejos, inclusive, que el mar.
Entonces, me siento en la orilla a mirar cómo el agua corre y
quisiera detenerla sólo un segundo para apreciar
la fuerza de su corriente, detenida, como en una foto pero sobre mis pupilas; quisiera saber qué se siente así en movimiento. Congelar su alma, eso desearía para
saber qué se siente, qué queda atrás,
qué es lo que va hacia adelante.
Y así la tarde se fue yendo, con el agua del arroyo…
Gute