jueves, marzo 01, 2012

MundoMaga


 “...lo que verdaderamente me exasperaba era saber que nunca volvería a estar tan cerca de mi libertad como en esos días en que me sentía acorralado por el mundo Maga, y que la ansiedad por liberarme era una admisión de derrota.” (1)
Porque el mundo Maga era demasiado abismal. Un laberinto lleno de promesas perdidas, como si de todos los festejos de la vida de la Maga sólo quedaran vidrios desparramados por todos lados, que la Maga misma pisa y sobre ellos ríe.
El mundo Maga era como un cubo mágico de 33 colores distintos, imposible de resolver, demasiado irrespetuoso de otros mundos y a simple vista bastante poco comprometido con su abismo. Sin embargo, durante un buen rato ese mundo no me resultó ajeno. Era, en sus deformidades, el mundo que yo no había logrado jamás armar (nunca logré armar un mundo). Ese abismo deforme era quizás la marca del salto que inauguraba un vuelo, salto que yo no había conseguido nunca, por exceso de cabeza, de resentimiento, de erudición al pedo (y esto nunca se lo dije).
Entonces, al ver todo ese mundo, mi única opción para no perderla -entre tantas cosas- era agarrar su manomaga y volar aferrado a ella para no perderme yo tampoco en todo ese aire Maga enviciado de despistes y de cositas rotas.
A veces extraño a la Maga no sé si a su mundo. Extraño volar de su mano que a veces, recuerdo, transpiraba tanto que hacía llorar a la mía y ahí nos íbamos en picada: yo, hacia una nueva derrota y ella…ella no sé, nunca supe bien a dónde iba la Maga sin mí y menos aún dónde quedaba ese, su mundo abismo lleno de cositas rotas.


Agustina Saubidet

(1) el entrecomillado corresponde a un párrafo Rayuela de Cortázar.

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