Hoy te recordé como creo jamás te había recordado.
Nunca supe bien si lo que más amaba de vos era sólo tu sensibilidad, o no. Y no. No era sólo eso. Era también tu cara angular y tu forma de abrazarme en la plaza.
Pero no era eso; ni era tampoco la belleza de ese alemán tan dulce que descubría saliendo de tu boca en Santa Fe y Callao, caminando hacia "Clásica y Moderna", hacia tu whisky importado y mi jugo de naranja.
Fue la última vez que te escuché hablar alemán.
Ahí. Parado: vos, al lado del semáforo; y yo, viéndote. Viendo como tus ángulos se movían sin quebrarse bajo tu mandíbula marcada y ese sonido… ese sonido germánico que en tu boca era una poesía escandinava.
Pero no fue sólo eso.
También fue tu manera de cuidarme,
pero de cuidarme de mí
Gute
"No deseo crear un nuevo Dios ante el cual mi individualidad se arrastre, cualquiera que sea
su nombre. Apelo a oponerse a todo lo que esté por sobre uno mismo". Wilhelm Reich
lunes, febrero 06, 2012
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