lunes, julio 18, 2011

Los puertos y sus verbos

A Iris
Evaporar es un hermoso nombre.

Cuando las cosas de evaporan, no se borran. Las cosas vuelan en pequeños pedacitos, como aviones para muchos lugares distintos. Por eso cuando las cosas se evaporan ya no se pueden atrapar y las contemplamos como quien se contempla la mano y la percibe más arrugada.

Evaporar viene de vapor, de barcos (entonces no eran aviones, eran barcos para diferentes lugares).
Hay ciudades que asocio a la sensación de evaporar. Las portuarias, por ejemplo.

Las ciudades portuarias tienen algo típico que las hace portuarias. Son portadoras y receptoras de alegrías y tristezas; están siempre en un borde que mezcla ambas sensaciones, ambas esencias de perfume (ahí anida la "saudade"). Es algo que se respira en el ambiente. Buenos Aires, Lisboa, Valparaíso, Salvador de Bahía son ciudades porturarias, como de fados; como de mucho color sobre una chapa de tristeza, un azulejo; como los amigos que están lejos, un beso tuyo... esas cosas que están evaporadas, pero están detenidas en el aire; y pienso en eso de mi viejo que me dijo “que el vapor es liquido dispersado en el aire”, algo así como la lluvia, pero mucho más chiquita; cómo lágrimas de moscas, así de chiquitas; como alegrías tan grandes que explotan en el aire todas juntas, como cuando los amigos, esos que están lejos, vuelven.

Gute

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