“Cuando los pájaros cantan es que llega la primavera”. Hoy están cantando a pesar de que en baires esté nublado.
No me mires así como si te sorprendiera escuchar esto de mí. Yo también formo parte de esta vida llena de clichés, de cosas corrientes, como la energía eléctrica o el delta del Paraná, o esa provincia llena de esteros.
Las cosas corrientes acostumbran ser olvidadas por las filosofías más eruditas y he empezado a creer que toda manifestación urbana, suburbana, “campesina”, popular, oficial o extraoficial son también una forma de nadar contra la corriente, contra las filosofías más eruditas que se olvidan de las cosas corrientes, como algunos gobiernos.
Toda primavera ha sido, y es, un símbolo de renovación, de renacimiento, y por qué no, de innovaciones: las hojas se recrean, los olores se transforman...Todo resurge, aflora, florece...estos también son clichés, eternos retornos de lo mismo, pero diferentes.
A esta altura te darás cuenta de que ya no estoy hablando de ciclos. Ya no hablo de conferencias o de eventos, hablo de lo eventual de vernos, de mirarnos, de dudarnos, de confiarnos. Hablo de esa atmósfera inexplicable que se expande frente a lo auténtico, lo noble sin nobleza, ni herraduras, ni escudos, ni miramientos: lo puro de tu mano cortando la pizza, lo puro de mi mate enfriándose en tu mano. El acto incandescente de mirarnos cuando nadie nos mira mirarnos. Pero eso no es un cliché. Hace rato que dejó de serlo. Hace rato que las terceridades dejaron de importarnos.
Qué más da dónde comamos, o que el mate se enfríe o se lave la yerba...eso no cambiaría en nada las cosas... “es como la primavera” me dirías vos; y yo, sonriéndote, te diría que “sí”, que “la vida está repleta de clichés”, como vos y yo, y ¡qué bueno! ¿no? Como los pájaros en primavera que siempre cantan...siempre, aunque pocas veces nos detengamos a escucharlos o no haya nunca un estado o un gobierno que los represente. Gute
No me mires así como si te sorprendiera escuchar esto de mí. Yo también formo parte de esta vida llena de clichés, de cosas corrientes, como la energía eléctrica o el delta del Paraná, o esa provincia llena de esteros.
Las cosas corrientes acostumbran ser olvidadas por las filosofías más eruditas y he empezado a creer que toda manifestación urbana, suburbana, “campesina”, popular, oficial o extraoficial son también una forma de nadar contra la corriente, contra las filosofías más eruditas que se olvidan de las cosas corrientes, como algunos gobiernos.
Toda primavera ha sido, y es, un símbolo de renovación, de renacimiento, y por qué no, de innovaciones: las hojas se recrean, los olores se transforman...Todo resurge, aflora, florece...estos también son clichés, eternos retornos de lo mismo, pero diferentes.
A esta altura te darás cuenta de que ya no estoy hablando de ciclos. Ya no hablo de conferencias o de eventos, hablo de lo eventual de vernos, de mirarnos, de dudarnos, de confiarnos. Hablo de esa atmósfera inexplicable que se expande frente a lo auténtico, lo noble sin nobleza, ni herraduras, ni escudos, ni miramientos: lo puro de tu mano cortando la pizza, lo puro de mi mate enfriándose en tu mano. El acto incandescente de mirarnos cuando nadie nos mira mirarnos. Pero eso no es un cliché. Hace rato que dejó de serlo. Hace rato que las terceridades dejaron de importarnos.
Qué más da dónde comamos, o que el mate se enfríe o se lave la yerba...eso no cambiaría en nada las cosas... “es como la primavera” me dirías vos; y yo, sonriéndote, te diría que “sí”, que “la vida está repleta de clichés”, como vos y yo, y ¡qué bueno! ¿no? Como los pájaros en primavera que siempre cantan...siempre, aunque pocas veces nos detengamos a escucharlos o no haya nunca un estado o un gobierno que los represente. Gute
PD gracias a http://www.flickr.com/photos/milesdeestrellas/ adri, muy buena foto!!
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